Por Claudio Valerio. Con el paso del tiempo o bien al paso del tiempo, no solo cambian algunos de los elementos que componen nuestro cuerpo; así sea nuestro organismo, la forma de nuestro cuerpo, el cabello, la piel u otras cosas más, en la medida que avanza nuestra edad, se ven alteradas. Pero con el correr del tiempo también cambian las personalidades y, se podría decir, que ocurre naturalmente a través de las relaciones formadas o a través de experiencias adquiridas… Los cerebros, los pensamientos, también pueden cambiar.
A modo de ejemplo de lo dicho, hasta finales de la mitad del siglo pasado, nadie hablaba sin el permiso previo del padre, nadie osaba levantarse de la mesa si el padre no se había levantado antes, ni tampoco sentarse a la mesa antes que lo haga el padre. Es que era el padre y, los hijos, respetaban el cuarto de los mandamientos… Prevalecían unas normas estrictas de educación en las que la madre siempre fue el eje sentimental de la casa y la autoridad suprema era el padre.
El cambio empezó cuando el padre dejó de serlo, para convertirse en papá. ¿Fue esta una derrota? Papá da demasiada confianza, mientras que padre es más imponente, es más sólida. Con el uso de la primera el hijo se animó a protestar, puesto que se sintió autorizado; esto, desde luego, no habría ocurrido si el papá era el padre… Papá era tolerante, contrariamente al padre. Los hijos se permitían organizar previas de bebidas y mismo bailes con amigos en la casa, mientras mamá y papá se desvelaban y toleraban, conformándose con la afirmación de “es mejor que tome unos tragos en casa y no en quién sabe dónde”. Y mientras papá y mamá comían solos en la mesa de la cocina, el o los hijos lo hacían en la sala, mientras miraban televisión.
El uso de papá produjo un muy importante acercamiento generacional; el padre, contrariamente, era algo completamente desaconsejable.
Papá tranquiliza; en la casa sigue siendo autoridad, aunque un poco maltrecha. En fin, sigue siendo una persona querida, a la que se le puede pedir consejo y que también puede cocinar o también lavar y planchar; además de ser a quien se le puede pedir prestado dinero.
De padre pasamos a papá y, más descendiente, aparece Papi, una identificación muy utilizada en los últimos años… A papi se le notifica lo que se va a hacer, no se le pregunta, ni siquiera se le consulta nada; lo tutean y hasta se le dice cómo dirigirse a los hijos.
Y después de papi… ¿qué es lo vendrá?
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
○
Por Claudio Valerio.
Con el paso del tiempo o bien al paso del tiempo, no solo cambian algunos de los elementos que componen nuestro cuerpo; así sea nuestro organismo, la forma de nuestro cuerpo, el cabello, la piel u otras cosas más, en la medida que avanza nuestra edad, se ven alteradas. Pero con el correr del tiempo también cambian las personalidades y, se podría decir, que ocurre naturalmente a través de las relaciones formadas o a través de experiencias adquiridas… Los cerebros, los pensamientos, también pueden cambiar.
A modo de ejemplo de lo dicho, hasta finales de la mitad del siglo pasado, nadie hablaba sin el permiso previo del padre, nadie osaba levantarse de la mesa si el padre no se había levantado antes, ni tampoco sentarse a la mesa antes que lo haga el padre. Es que era el padre y, los hijos, respetaban el cuarto de los mandamientos… Prevalecían unas normas estrictas de educación en las que la madre siempre fue el eje sentimental de la casa y la autoridad suprema era el padre.
El cambio empezó cuando el padre dejó de serlo, para convertirse en papá. ¿Fue esta una derrota? Papá da demasiada confianza, mientras que padre es más imponente, es más sólida. Con el uso de la primera el hijo se animó a protestar, puesto que se sintió autorizado; esto, desde luego, no habría ocurrido si el papá era el padre… Papá era tolerante, contrariamente al padre. Los hijos se permitían organizar previas de bebidas y mismo bailes con amigos en la casa, mientras mamá y papá se desvelaban y toleraban, conformándose con la afirmación de “es mejor que tome unos tragos en casa y no en quién sabe dónde”. Y mientras papá y mamá comían solos en la mesa de la cocina, el o los hijos lo hacían en la sala, mientras miraban televisión.
El uso de papá produjo un muy importante acercamiento generacional; el padre, contrariamente, era algo completamente desaconsejable.
Papá tranquiliza; en la casa sigue siendo autoridad, aunque un poco maltrecha. En fin, sigue siendo una persona querida, a la que se le puede pedir consejo y que también puede cocinar o también lavar y planchar; además de ser a quien se le puede pedir prestado dinero.
De padre pasamos a papá y, más descendiente, aparece Papi, una identificación muy utilizada en los últimos años… A papi se le notifica lo que se va a hacer, no se le pregunta, ni siquiera se le consulta nada; lo tutean y hasta se le dice cómo dirigirse a los hijos.
Y después de papi… ¿qué es lo vendrá?
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 21, 2024