La campaña electoral alemana también se vive a fondo en las pequeñas ciudades y pueblos rurales del sur del país.
¿Cómo integrar a los inmigrantes en el mercado laboral alemán?
¿A quién se le debe permitir quedarse y quién debe ser devuelto?
Las críticas contra el déficit de este acaudalado país se consideran problemas de lujo. La economía está prosperando y la tasa de desempleo es la segunda más baja de la Unión Europea. Sin embargo, es necesario actuar contra la cada vez mayor brecha entre ricos y pobres, todavía hay una gran disparidad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo y una necesidad de integrar a cientos de miles de inmigrantes.
Sobre la llegada de refugiados, la escritora y activista Jagoda Marinić alaba la apertura de puertas de la canciller Angela Merkel y considera “ejemplar” la actitud que ha mantenido su país. No obstante, Marinić cree que, a pesar de que Alemania ha sido siempre un territorio de acogida, hay diferencias entre la actual política de asilo y la inmigración de las décadas de los ochenta y noventa, aunque “si se echa un vistazo al éxito de los últimos setenta años, diría que otros países estarían contentos de conseguir lo mismo que Alemania”. Sin embargo, Alemania está dividida en este área y los recientes hechos delictivos perpetrados por migrantes han llevado temor a la población.
La economía es otro de los caballos de batalla de estas elecciones. A pesar del éxito en las exportaciones, de las previsiones de crecimiento y de la tasa de paro situada por debajo del 4%, la diferencia salarial preocupa a los ciudadanos. El presidente del Instituto de Investigación Económica IFO de Munich Clemens Fuest defiende las políticas de empleo y las considera “un éxito por el que el mundo envidia a Alemania. Pero el precio a pagar es que los salarios del sector de ingresos bajos han aumentado más despacio que los del sector con alta cualificación”. A pesar de esta perspectiva, Fuest sostiene que en su país aún queda por hacer, sobre todo mejorar el sistema educativo para que se asemeje al de los países escandinavos. Achaca este hándicap, el cual impide a muchos trabajadores alcanzar mejores salarios, a que, durante los años 80 y 90, Alemania no se consideraba un país de inmigración., “y si no se considera como tal, no hay estrategia para integrar a la gente”.
La misma necesidad de proponer unas buenas condiciones para la gente que llega al país, existe para restañar la brecha de género existente. En uno de los países más prósperos de la Unión Europea, las mujeres ganan un 22% menos que los hombres, un porcentaje que es solo peor en República Checa y Estonia. Jutta Allmendinger, presidenta del Centro de Ciencia Social Berlín WZB, piensa que, a pesar de las cuotas para alcanzar la igualdad de género queda por hacer y que es hora de pasar a la accion. “Más mujeres en puestos altos tienen mucha influencia en otras mujeres, que intentan y se atreven a optar a los cargos medios y altos. Son modelos a seguir y eso es lo que necesitamos”, asegura. El Gobierno que salga de las elecciones del 24 de septiembre tendrá que hacer frente a estos problemas.
Merkel o no Merkel, esa es la cuestión. Más allá de las fronteras de Alemania, los ciudadanos de la Unión Europea sienten que la elección de (el o la) canciller les afecta casi como fuera una elección nacional.
“Creo que Alemania impone su propia manera de hacer las cosas en Europa, diciendo al BCE lo que tiene que hacer con otros países. Cuando Alemania está en problemas olvidamos los límites de gasto. Pero cuando Alemania está bien, decide por otros países. Mira lo que pasa en Italia, Grecia o España. Y probablemente aquí en Francia. Puede que necesitemos un relevo, como en nuestro país, puede ser bueno para Europa”, dice el parisino Dominique.
Y si alguien sabe bien de la influencia de Alemania es Grecia, donde la palabra del ministro de Finanzas germano tiene rango de ley.
“Parece que Merkel volverá a estar al cargo, pero espero que los socialdemócratas de Schulz al menos tenga el ministro de Finanzas, para que haya equilibrio. Porque de otra manera, con Schauble como ministro tendremos muchos problemas”, comentó Ilias Zografos en el centro de Atenas.
Al otro lado del Canal de la Mancha, en Reino Unido, también se juegan mucho con estos comicios, porque de la actitud del canciller depende el tono de las negociaciones del brexit.
“Mi opinión es que Merkel es una buena amiga de este país y que no nos dañaría que fuera reelegida. Creo que si no es reelegida vamos a vivir tiempos interesantes y muy impredecibles”, dice el londinense Oliver.
En Polonia el manejo de la crisis de refugiados de Merkel le ha restado popularidad en el país vecino, aunque le quedan todavía seguidores, como Elzbieta: “Merkel tiene muchos recursos, es muy inteligente, se preocupa por Alemania… y es una buena diplomática”.
La campaña electoral alemana también se vive a fondo en las pequeñas ciudades y pueblos rurales del sur del país.
¿Cómo integrar a los inmigrantes en el mercado laboral alemán?
¿A quién se le debe permitir quedarse y quién debe ser devuelto?
Las críticas contra el déficit de este acaudalado país se consideran problemas de lujo. La economía está prosperando y la tasa de desempleo es la segunda más baja de la Unión Europea. Sin embargo, es necesario actuar contra la cada vez mayor brecha entre ricos y pobres, todavía hay una gran disparidad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo y una necesidad de integrar a cientos de miles de inmigrantes.
Sobre la llegada de refugiados, la escritora y activista Jagoda Marinić alaba la apertura de puertas de la canciller Angela Merkel y considera “ejemplar” la actitud que ha mantenido su país. No obstante, Marinić cree que, a pesar de que Alemania ha sido siempre un territorio de acogida, hay diferencias entre la actual política de asilo y la inmigración de las décadas de los ochenta y noventa, aunque “si se echa un vistazo al éxito de los últimos setenta años, diría que otros países estarían contentos de conseguir lo mismo que Alemania”. Sin embargo, Alemania está dividida en este área y los recientes hechos delictivos perpetrados por migrantes han llevado temor a la población.
La economía es otro de los caballos de batalla de estas elecciones. A pesar del éxito en las exportaciones, de las previsiones de crecimiento y de la tasa de paro situada por debajo del 4%, la diferencia salarial preocupa a los ciudadanos. El presidente del Instituto de Investigación Económica IFO de Munich Clemens Fuest defiende las políticas de empleo y las considera “un éxito por el que el mundo envidia a Alemania. Pero el precio a pagar es que los salarios del sector de ingresos bajos han aumentado más despacio que los del sector con alta cualificación”. A pesar de esta perspectiva, Fuest sostiene que en su país aún queda por hacer, sobre todo mejorar el sistema educativo para que se asemeje al de los países escandinavos. Achaca este hándicap, el cual impide a muchos trabajadores alcanzar mejores salarios, a que, durante los años 80 y 90, Alemania no se consideraba un país de inmigración., “y si no se considera como tal, no hay estrategia para integrar a la gente”.
La misma necesidad de proponer unas buenas condiciones para la gente que llega al país, existe para restañar la brecha de género existente. En uno de los países más prósperos de la Unión Europea, las mujeres ganan un 22% menos que los hombres, un porcentaje que es solo peor en República Checa y Estonia. Jutta Allmendinger, presidenta del Centro de Ciencia Social Berlín WZB, piensa que, a pesar de las cuotas para alcanzar la igualdad de género queda por hacer y que es hora de pasar a la accion. “Más mujeres en puestos altos tienen mucha influencia en otras mujeres, que intentan y se atreven a optar a los cargos medios y altos. Son modelos a seguir y eso es lo que necesitamos”, asegura. El Gobierno que salga de las elecciones del 24 de septiembre tendrá que hacer frente a estos problemas.
[ezcol_1half][/ezcol_1half] [ezcol_1half_end][/ezcol_1half_end]Merkel o no Merkel, esa es la cuestión. Más allá de las fronteras de Alemania, los ciudadanos de la Unión Europea sienten que la elección de (el o la) canciller les afecta casi como fuera una elección nacional.
“Creo que Alemania impone su propia manera de hacer las cosas en Europa, diciendo al BCE lo que tiene que hacer con otros países. Cuando Alemania está en problemas olvidamos los límites de gasto. Pero cuando Alemania está bien, decide por otros países. Mira lo que pasa en Italia, Grecia o España. Y probablemente aquí en Francia. Puede que necesitemos un relevo, como en nuestro país, puede ser bueno para Europa”, dice el parisino Dominique.
Y si alguien sabe bien de la influencia de Alemania es Grecia, donde la palabra del ministro de Finanzas germano tiene rango de ley.
“Parece que Merkel volverá a estar al cargo, pero espero que los socialdemócratas de Schulz al menos tenga el ministro de Finanzas, para que haya equilibrio. Porque de otra manera, con Schauble como ministro tendremos muchos problemas”, comentó Ilias Zografos en el centro de Atenas.
Al otro lado del Canal de la Mancha, en Reino Unido, también se juegan mucho con estos comicios, porque de la actitud del canciller depende el tono de las negociaciones del brexit.
“Mi opinión es que Merkel es una buena amiga de este país y que no nos dañaría que fuera reelegida. Creo que si no es reelegida vamos a vivir tiempos interesantes y muy impredecibles”, dice el londinense Oliver.
En Polonia el manejo de la crisis de refugiados de Merkel le ha restado popularidad en el país vecino, aunque le quedan todavía seguidores, como Elzbieta: “Merkel tiene muchos recursos, es muy inteligente, se preocupa por Alemania… y es una buena diplomática”.
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 18, 2017
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