La muerte del Papa Francisco marca un hito de gran relevancia en la historia contemporánea de la Iglesia Católica y de la política internacional. Como líder espiritual de más de mil millones de católicos, su figura ha sido símbolo de cambios, controversias y debates en torno a la moral, la justicia social y la influencia vaticana en asuntos políticos y judiciales. Sin embargo, su partida también genera un escenario de reacomodamiento en los lobbies políticos y judiciales, particularmente en su país, la República Argentina, donde la relación entre Iglesia, poder político y justicia ha sido siempre compleja y, en ocasiones, polémica.
Francisco
Este artículo busca analizar las posibles consecuencias remanentes en el ámbito político argentino, con especial énfasis en el sistema judicial, y cómo la influencia vaticana y los intereses de ciertos actores judiciales han configurado un escenario de tensiones y conflictos de poder que podrían intensificarse tras la muerte del Papa Francisco. Además, se realiza un paralelo con la famosa obra de George Orwell, “Rebelión en la granja”, para reflexionar sobre las dinámicas de poder, corrupción y manipulación en los ámbitos institucionales.
Contexto de la influencia vaticana en la justicia argentina
La historia de la justicia federal en Argentina ha estado marcada por la presencia de magistrados que, en algunos casos, han buscado ampararse en la supuesta autoridad moral y religiosa para desplegar sus intereses y mostrar su poder frente a la institucionalidad del Estado. La influencia del Vaticano, a través de la figura del Papa y de la Iglesia, ha permeado en diversos ámbitos, incluyendo el judicial, donde algunos jueces legitiman sus acciones bajo la protección de los fueros sacerdotales o de la supuesta autoridad moral que la Iglesia representa.
Este fenómeno ha generado un escenario en el que ciertos actores judiciales adoptan posturas que, en ocasiones, parecen deslizarse por fuera de las normas constitucionales y del Estado de Derecho, en busca de legitimar sus decisiones mediante el respaldo de una autoridad moral derivada de su supuesta cercanía con lo espiritual. La influencia vaticana se ha traducido, en algunos casos, en una protección que favorece intereses particulares o ciertos bloques políticos, en detrimento de la transparencia y la independencia judicial.
La partida del Papa Francisco y el reacomodamiento de los lobbies judiciales
Con la partida del Papa Francisco, uno de los líderes más influyentes en la política mundial y en la Iglesia, se abre un escenario de incertidumbre y reconfiguración en los ámbitos de poder. La figura del pontífice, que en vida fungió como un puente entre la religión y la política, ha sido un catalizador de cambios en la percepción social y en la influencia de la Iglesia en los asuntos públicos.
En Argentina, esta pérdida puede significar un reacomodamiento en los lobbies judiciales y políticos, donde algunos actores ya han comenzado a movilizarse en función de sus intereses. Se habla de una especie de “rebelión en la justicia”, similar a la obra de Orwell, donde las estructuras de poder, acostumbradas a ejercer influencia y control, comienzan a experimentar tensiones internas y enfrentamientos por el control del aparato judicial y político.
El paralelismo con “Rebelión en la granja”
La obra de George Orwell, publicada en 1945, es una sátira que denuncia los abusos y corrupciones del totalitarismo, en particular del estalinismo soviético. La historia narra cómo los animales de una granja se rebelan contra los humanos para crear una sociedad igualitaria, solo para terminar siendo gobernados por una élite corrupta que, bajo la apariencia de igualdad, establece una dictadura disfrazada de utopía. La famosa frase final, “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, simboliza la deformación de los ideales originales en manos del poder.
Aplicando esta metáfora a la realidad judicial y política argentina tras la muerte del Papa, podemos entender cómo ciertos actores que inicialmente defendieron principios de igualdad y justicia terminan, con el tiempo, consolidando privilegios que los colocan por encima del resto del sistema, en una suerte de “rebelión en la justicia“. La influencia ideológica y la corrupción, como en la obra de Orwell, se manifiestan en el prevaricato, la ilegalidad tolerada y la manipulación de la información para mantener la hegemonía del poder establecido.
Los personajes y su simbología en el contexto argentino
En la narrativa de Orwell, los personajes representan diferentes actores políticos y sociales. El cerdo Napoleón, por ejemplo, simboliza a un líder autoritario que se corrompe con el poder, mientras que Squealer personifica la propaganda del régimen. En Argentina, estos personajes podrían verse reflejados en ciertos magistrados, políticos y actores judiciales que, tras la pérdida de un liderazgo moral como el del Papa, intentan consolidar su dominio mediante estrategias similares: manipulación, censura y privilegios.
El papel de la justicia y la ley en la construcción de un nuevo escenario
Uno de los aspectos más preocupantes en este proceso de reconfiguración post-mortem del Papa es la posible erosión de los principios de legalidad e igualdad ante la ley. La percepción de que “somos todos iguales ante la ley, siempre y cuando todos seamos de ciertos tintes políticos o ideológicos“, refleja una realidad donde la justicia deja de ser un instrumento imparcial para convertirse en un campo de batalla de intereses particulares.
En este contexto, la justicia federal, que en Argentina tiene un rol crucial en la resolución de casos de interés nacional e internacional, puede verse afectada por la influencia de actores que buscan legitimar sus acciones mediante un respaldo ideológico o religioso. La tendencia a justificar decisiones en base a fueros sacerdotales, o a usar la religión como una herramienta de protección, puede profundizar las desigualdades y generar una crisis de legitimidad en el sistema judicial.
La influencia ideológica y la corrupción en el sistema judicial
Orwell
La influencia ideológica que reina en el ámbito judicial, en línea con la obra de Orwell, revela cómo la ilegalidad y la legitimidad se manifiestan en una lucha constante por el poder. La corrupción, el prevaricato y la manipulación de la información son prácticas que, en ciertos casos, parecen normalizadas o toleradas, erosionando la confianza en la justicia y haciendo que la ley deje de ser un pilar de la convivencia social.
En Argentina, esto se traduce en una percepción de que la justicia está sometida a intereses políticos y religiosos, en lugar de actuar como un árbitro imparcial. La figura de algunos magistrados que se amparan en la influencia vaticana o en otros poderes para proteger sus intereses, genera un escenario de desigualdad que enfrenta la legitimidad del Estado de Derecho.
El papel de la ideología y la política en la legitimación del poder judicial
Al igual que en “Rebelión en la granja“, donde los líderes justifican sus privilegios bajo la premisa de la igualdad, en el sistema judicial argentino puede observarse cómo ciertos actores utilizan la ideología, la religión o la influencia política para legitimar acciones que, en realidad, buscan consolidar su poder y privilegios.
La fragmentación del sistema y la aparición de “más iguales que otros” refleja una realidad en la que las normas y principios constitucionales son constantemente erosionados por intereses particulares. La justicia, que debería ser un espacio de igualdad y protección de los derechos, se convierte en un escenario de conflictos, prevaricato y manipulación.
Conclusiones y perspectivas futuras
La muerte del Papa Francisco no solo representa una pérdida en el liderazgo espiritual de millones, sino que también abre un proceso de reconfiguración en los ámbitos políticos y judiciales de Argentina y del mundo. La influencia del Vaticano, combinada con las dinámicas internas del sistema judicial, puede generar un escenario donde los privilegios, la corrupción y la manipulación se profundicen, socavando los principios democráticos y constitucionales.
El paralelismo con “Rebelión en la granja” nos invita a reflexionar sobre cómo, en la búsqueda de poder y control, los ideales de igualdad y justicia pueden ser deformados por quienes buscan mantener su dominio. La historia nos advierte que la vigilancia, la transparencia y la fortaleza de las instituciones democráticas son esenciales para evitar que la corrupción y el autoritarismo se instauren en los sistemas de justicia y política.
En definitiva, la partida del Papa Francisco debería servir como un llamado a la reflexión y a la acción para fortalecer la independencia judicial, promover la transparencia y defender los valores de igualdad y justicia que son esenciales para una sociedad democrática y pluralista. Solo así podremos evitar que, como en la obra de Orwell, algunos animales (o actores) terminen siendo “más iguales que otros“, en un sistema que debe servir a todos y no a unos pocos privilegiados.
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Last edited 1 month ago by eva
Patricio
1 month ago
Otro gran excluido fue el Arzobispo Carlo Maria Viganó. Transcribo parte de la entrevista que fuera realizada por el programa de TV Italiana “Fuera de Foco”:
El arzobispo Viganò cree que los globalistas conspiraron para sacar a Benedicto XVI del Vaticano y reemplazarlo por Francisco como parte de un “golpe” mundial.
Según una carta del 23 de abril del arzobispo Carlo Maria Viganò, éste concedió una entrevista característica sobre el reinado bergogliano a los editores del programa de televisión italiano “ Fuori dal coro ” (“Fuera de lo común ” ).
Cuando se le pidió su evaluación del Papa Francisco, el ex nuncio papal en Estados Unidos sugirió que todo católico juzgaría el papado de Francisco, “que en realidad no fue un papado en absoluto, sino que sólo parecía serlo”, como “terrible”.
«La Iglesia de Roma, tras estos doce años de tiranía, está devastada por los escándalos, la corrupción, las violaciones de los derechos humanos –pienso en el acuerdo con la dictadura comunista de Pekín– y por una gestión fallida en todos los frentes», añadió.
Viganò detalló que un grupo de presión subversivo, con el objetivo de implementar un plan anticristiano y masónico de la Revolución, se ha apoderado de gobiernos e instituciones. Para llevar a cabo este golpe global, el grupo de presión necesitó la colaboración de funcionarios gubernamentales corruptos: políticos, médicos, jueces y profesores. Según Viganò, incluso después del Concilio Vaticano II, muchos en Roma permanecieron firmemente aferrados a ciertos principios innegociables, lo que los convirtió en un obstáculo para los globalistas.
“Benedicto XVI se oponía claramente al plan globalista y nunca habría derogado estos principios legitimando la ideología LGBTQ, la ideología de género, las pseudo-locuras sanitarias de la OMS en materia de modificación genética y despoblación mundial, o la islamización de Europa mediante la sustitución étnica”, escribió el arzobispo, añadiendo que, por tanto, era necesario “eliminar a Joseph Ratzinger” y dar paso a alguien más afín al plan.
En opinión de Viganò, esto se logró mediante un “golpe de estado” provocado tanto por la mafia de Saint Gallen como por el “Estado profundo” estadounidense, que “empujaron a Benedicto XVI a dimitir y lograron nombrar a Jorge Mario Bergoglio en el puesto más alto de la Iglesia”.
Considera que, junto a esta “usurpación”, un “lobby globalista” impuso “gobiernos bajo orden del Foro de Davos”: nombrando a figuras como Emmanuel Macron en Francia; Boris Johnson y Sir Keith Starmer en el Reino Unido; Justin Trudeau en Canadá; los Clinton, Barack Obama y Joe Biden en Estados Unidos; y Ursula von der Leyen en la Unión Europea, entre otros.
Según su carta, los entrevistadores italianos del arzobispo le pidieron que explicara por qué, el día en que murió Francisco, Viganò calificó de “desvaríos heréticos” las declaraciones que Francisco hizo al periodista ateo Eugenio Scalfari.
Viganò respondió recordando la supuesta negación del infierno por parte de Francisco:
Según Scalfari, Bergoglio le confesó que no creía en el infierno y que estaba convencido de que las almas buenas se salvan al “fusionarse” con Dios, mientras que las condenadas se destruyen, se disuelven en la nada. Esto contradice tanto la Sagrada Escritura como el Magisterio católico, que enseñan que toda alma, en el momento de la muerte física, se enfrenta al Juicio Particular y es recompensada con la bienaventuranza eterna (posiblemente pasando por el Purgatorio) o castigada con la condenación eterna, dependiendo de su comportamiento en vida y de su estado de amistad o enemistad con Dios al momento de morir. Por eso hablé de delirios heréticos : se suman a una larguísima lista de disparates y herejías que todos hemos tenido que soportar en los últimos años.
Casppa France
1 month ago
La gobernanza del Papa Francisco fue marcada por juicios que no respetaban las normas jurídicas, como lo del cardenal Becciu, que es el más emblemático. Juzgado sin que se conozcan los motivos de la denuncia, el derecho fue modificado a lo largo de la investigación y del proceso para poder llegar a su condena. Cualquier similitud con los juicios mal llamados de lesa humanidad en Argentina no es casual…
♣
Pastor Misionero IEBA
La muerte del Papa Francisco marca un hito de gran relevancia en la historia contemporánea de la Iglesia Católica y de la política internacional. Como líder espiritual de más de mil millones de católicos, su figura ha sido símbolo de cambios, controversias y debates en torno a la moral, la justicia social y la influencia vaticana en asuntos políticos y judiciales. Sin embargo, su partida también genera un escenario de reacomodamiento en los lobbies políticos y judiciales, particularmente en su país, la República Argentina, donde la relación entre Iglesia, poder político y justicia ha sido siempre compleja y, en ocasiones, polémica.
Este artículo busca analizar las posibles consecuencias remanentes en el ámbito político argentino, con especial énfasis en el sistema judicial, y cómo la influencia vaticana y los intereses de ciertos actores judiciales han configurado un escenario de tensiones y conflictos de poder que podrían intensificarse tras la muerte del Papa Francisco. Además, se realiza un paralelo con la famosa obra de George Orwell, “Rebelión en la granja”, para reflexionar sobre las dinámicas de poder, corrupción y manipulación en los ámbitos institucionales.
Contexto de la influencia vaticana en la justicia argentina
La historia de la justicia federal en Argentina ha estado marcada por la presencia de magistrados que, en algunos casos, han buscado ampararse en la supuesta autoridad moral y religiosa para desplegar sus intereses y mostrar su poder frente a la institucionalidad del Estado. La influencia del Vaticano, a través de la figura del Papa y de la Iglesia, ha permeado en diversos ámbitos, incluyendo el judicial, donde algunos jueces legitiman sus acciones bajo la protección de los fueros sacerdotales o de la supuesta autoridad moral que la Iglesia representa.
Este fenómeno ha generado un escenario en el que ciertos actores judiciales adoptan posturas que, en ocasiones, parecen deslizarse por fuera de las normas constitucionales y del Estado de Derecho, en busca de legitimar sus decisiones mediante el respaldo de una autoridad moral derivada de su supuesta cercanía con lo espiritual. La influencia vaticana se ha traducido, en algunos casos, en una protección que favorece intereses particulares o ciertos bloques políticos, en detrimento de la transparencia y la independencia judicial.
La partida del Papa Francisco y el reacomodamiento de los lobbies judiciales
Con la partida del Papa Francisco, uno de los líderes más influyentes en la política mundial y en la Iglesia, se abre un escenario de incertidumbre y reconfiguración en los ámbitos de poder. La figura del pontífice, que en vida fungió como un puente entre la religión y la política, ha sido un catalizador de cambios en la percepción social y en la influencia de la Iglesia en los asuntos públicos.
En Argentina, esta pérdida puede significar un reacomodamiento en los lobbies judiciales y políticos, donde algunos actores ya han comenzado a movilizarse en función de sus intereses. Se habla de una especie de “rebelión en la justicia”, similar a la obra de Orwell, donde las estructuras de poder, acostumbradas a ejercer influencia y control, comienzan a experimentar tensiones internas y enfrentamientos por el control del aparato judicial y político.
El paralelismo con “Rebelión en la granja”
La obra de George Orwell, publicada en 1945, es una sátira que denuncia los abusos y corrupciones del totalitarismo, en particular del estalinismo soviético. La historia narra cómo los animales de una granja se rebelan contra los humanos para crear una sociedad igualitaria, solo para terminar siendo gobernados por una élite corrupta que, bajo la apariencia de igualdad, establece una dictadura disfrazada de utopía. La famosa frase final, “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, simboliza la deformación de los ideales originales en manos del poder.
Aplicando esta metáfora a la realidad judicial y política argentina tras la muerte del Papa, podemos entender cómo ciertos actores que inicialmente defendieron principios de igualdad y justicia terminan, con el tiempo, consolidando privilegios que los colocan por encima del resto del sistema, en una suerte de “rebelión en la justicia“. La influencia ideológica y la corrupción, como en la obra de Orwell, se manifiestan en el prevaricato, la ilegalidad tolerada y la manipulación de la información para mantener la hegemonía del poder establecido.
Los personajes y su simbología en el contexto argentino
En la narrativa de Orwell, los personajes representan diferentes actores políticos y sociales. El cerdo Napoleón, por ejemplo, simboliza a un líder autoritario que se corrompe con el poder, mientras que Squealer personifica la propaganda del régimen. En Argentina, estos personajes podrían verse reflejados en ciertos magistrados, políticos y actores judiciales que, tras la pérdida de un liderazgo moral como el del Papa, intentan consolidar su dominio mediante estrategias similares: manipulación, censura y privilegios.
El papel de la justicia y la ley en la construcción de un nuevo escenario
Uno de los aspectos más preocupantes en este proceso de reconfiguración post-mortem del Papa es la posible erosión de los principios de legalidad e igualdad ante la ley. La percepción de que “somos todos iguales ante la ley, siempre y cuando todos seamos de ciertos tintes políticos o ideológicos“, refleja una realidad donde la justicia deja de ser un instrumento imparcial para convertirse en un campo de batalla de intereses particulares.
En este contexto, la justicia federal, que en Argentina tiene un rol crucial en la resolución de casos de interés nacional e internacional, puede verse afectada por la influencia de actores que buscan legitimar sus acciones mediante un respaldo ideológico o religioso. La tendencia a justificar decisiones en base a fueros sacerdotales, o a usar la religión como una herramienta de protección, puede profundizar las desigualdades y generar una crisis de legitimidad en el sistema judicial.
La influencia ideológica y la corrupción en el sistema judicial
La influencia ideológica que reina en el ámbito judicial, en línea con la obra de Orwell, revela cómo la ilegalidad y la legitimidad se manifiestan en una lucha constante por el poder. La corrupción, el prevaricato y la manipulación de la información son prácticas que, en ciertos casos, parecen normalizadas o toleradas, erosionando la confianza en la justicia y haciendo que la ley deje de ser un pilar de la convivencia social.
En Argentina, esto se traduce en una percepción de que la justicia está sometida a intereses políticos y religiosos, en lugar de actuar como un árbitro imparcial. La figura de algunos magistrados que se amparan en la influencia vaticana o en otros poderes para proteger sus intereses, genera un escenario de desigualdad que enfrenta la legitimidad del Estado de Derecho.
El papel de la ideología y la política en la legitimación del poder judicial
Al igual que en “Rebelión en la granja“, donde los líderes justifican sus privilegios bajo la premisa de la igualdad, en el sistema judicial argentino puede observarse cómo ciertos actores utilizan la ideología, la religión o la influencia política para legitimar acciones que, en realidad, buscan consolidar su poder y privilegios.
La fragmentación del sistema y la aparición de “más iguales que otros” refleja una realidad en la que las normas y principios constitucionales son constantemente erosionados por intereses particulares. La justicia, que debería ser un espacio de igualdad y protección de los derechos, se convierte en un escenario de conflictos, prevaricato y manipulación.
Conclusiones y perspectivas futuras
La muerte del Papa Francisco no solo representa una pérdida en el liderazgo espiritual de millones, sino que también abre un proceso de reconfiguración en los ámbitos políticos y judiciales de Argentina y del mundo. La influencia del Vaticano, combinada con las dinámicas internas del sistema judicial, puede generar un escenario donde los privilegios, la corrupción y la manipulación se profundicen, socavando los principios democráticos y constitucionales.
El paralelismo con “Rebelión en la granja” nos invita a reflexionar sobre cómo, en la búsqueda de poder y control, los ideales de igualdad y justicia pueden ser deformados por quienes buscan mantener su dominio. La historia nos advierte que la vigilancia, la transparencia y la fortaleza de las instituciones democráticas son esenciales para evitar que la corrupción y el autoritarismo se instauren en los sistemas de justicia y política.
En definitiva, la partida del Papa Francisco debería servir como un llamado a la reflexión y a la acción para fortalecer la independencia judicial, promover la transparencia y defender los valores de igualdad y justicia que son esenciales para una sociedad democrática y pluralista. Solo así podremos evitar que, como en la obra de Orwell, algunos animales (o actores) terminen siendo “más iguales que otros“, en un sistema que debe servir a todos y no a unos pocos privilegiados.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 25, 2025
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Otro gran excluido fue el Arzobispo Carlo Maria Viganó. Transcribo parte de la entrevista que fuera realizada por el programa de TV Italiana “Fuera de Foco”:
El arzobispo Viganò cree que los globalistas conspiraron para sacar a Benedicto XVI del Vaticano y reemplazarlo por Francisco como parte de un “golpe” mundial.
Según una carta del 23 de abril del arzobispo Carlo Maria Viganò, éste concedió una entrevista característica sobre el reinado bergogliano a los editores del programa de televisión italiano “ Fuori dal coro ” (“Fuera de lo común ” ).
Cuando se le pidió su evaluación del Papa Francisco, el ex nuncio papal en Estados Unidos sugirió que todo católico juzgaría el papado de Francisco, “que en realidad no fue un papado en absoluto, sino que sólo parecía serlo”, como “terrible”.
«La Iglesia de Roma, tras estos doce años de tiranía, está devastada por los escándalos, la corrupción, las violaciones de los derechos humanos –pienso en el acuerdo con la dictadura comunista de Pekín– y por una gestión fallida en todos los frentes», añadió.
Viganò detalló que un grupo de presión subversivo, con el objetivo de implementar un plan anticristiano y masónico de la Revolución, se ha apoderado de gobiernos e instituciones. Para llevar a cabo este golpe global, el grupo de presión necesitó la colaboración de funcionarios gubernamentales corruptos: políticos, médicos, jueces y profesores. Según Viganò, incluso después del Concilio Vaticano II, muchos en Roma permanecieron firmemente aferrados a ciertos principios innegociables, lo que los convirtió en un obstáculo para los globalistas.
“Benedicto XVI se oponía claramente al plan globalista y nunca habría derogado estos principios legitimando la ideología LGBTQ, la ideología de género, las pseudo-locuras sanitarias de la OMS en materia de modificación genética y despoblación mundial, o la islamización de Europa mediante la sustitución étnica”, escribió el arzobispo, añadiendo que, por tanto, era necesario “eliminar a Joseph Ratzinger” y dar paso a alguien más afín al plan.
En opinión de Viganò, esto se logró mediante un “golpe de estado” provocado tanto por la mafia de Saint Gallen como por el “Estado profundo” estadounidense, que “empujaron a Benedicto XVI a dimitir y lograron nombrar a Jorge Mario Bergoglio en el puesto más alto de la Iglesia”.
Considera que, junto a esta “usurpación”, un “lobby globalista” impuso “gobiernos bajo orden del Foro de Davos”: nombrando a figuras como Emmanuel Macron en Francia; Boris Johnson y Sir Keith Starmer en el Reino Unido; Justin Trudeau en Canadá; los Clinton, Barack Obama y Joe Biden en Estados Unidos; y Ursula von der Leyen en la Unión Europea, entre otros.
Según su carta, los entrevistadores italianos del arzobispo le pidieron que explicara por qué, el día en que murió Francisco, Viganò calificó de “desvaríos heréticos” las declaraciones que Francisco hizo al periodista ateo Eugenio Scalfari.
Viganò respondió recordando la supuesta negación del infierno por parte de Francisco:
La gobernanza del Papa Francisco fue marcada por juicios que no respetaban las normas jurídicas, como lo del cardenal Becciu, que es el más emblemático. Juzgado sin que se conozcan los motivos de la denuncia, el derecho fue modificado a lo largo de la investigación y del proceso para poder llegar a su condena. Cualquier similitud con los juicios mal llamados de lesa humanidad en Argentina no es casual…