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Por Juan A. Giovarruscio.

Treinta y seis años habían pasado de  una situación caótica y violenta que azotó a la nación y en el que no tuve opción de decidir sobre su desarrollo para que un 20 de noviembre del año 2012, un grupo de agentes federales golpeara con violencia la puerta de mí domicilio e ingresara sin respetar la intimidad de mí hogar. Al decir de un escrito “judicial, emitido por un secretario judicial devenido en juez subrogante” ordenaba mí detención y allanamiento del domicilio, cual si se tratara de un peligroso delincuente.

Así, 34 años de servicio a la nación se esfumaron como si no hubiesen existido y pasé de ser un Suboficial del Ejército Argentino, tal lo refleja mí legajo personal para convertirme en un despreciable “terrorista de estado y genocida” según la iluminada conjetura elaborada por el “militante ministerio fiscal de la nación “.

 A partir de entonces y, como un calco de la novela “El Proceso” de Franz Kafka, mí situación ingresó en un laberinto “jurídico” donde todo está concatenado y perfectamente estructurado para que, al final, una parodia de juicio oral y público, en el cual  lo “aparente y lo supuesto” juegan un rol fundamental para culminar con “un fallo condenatorio”.

En esta obra, el andamiaje judicial, cual una pieza de relojería trabaja para el mismo fin. El Ministerio Público Fiscal infiltrado por militantes de  Justicia Legítima. Juzgados Federales en manos de juezas casadas con ex guerrilleros, jueces vinculados a presuntas víctimas y una gran mayoría, subrogantes acomodaticios, trabajan para  elaborar condenas con fragmentos  extraídos de los “renombrados fallos, Arancibia Clavel y Simón”. Fallos estos, nacidos de teorías jurídicas premeditadamente trucadas en los laboratorios de las ONG de DDHH.

Por último, “La Defensoría Pública Oficial de la Nación”. Organismo decorativo actúa como telón de fondo para la sádica obra denominada “juicios de lesa humanidad”.

No obstante, es digno destacar, que existe una mayoría de probos abogados defensores oficiales que a diario, se estrellan contra el muro de “su majestad, la injusticia”. Al decir de muchos de ellos, “…esto,  no es el derecho que se estudia en la universidad…”

Por ello, no existen dudas. Estamos en manos de un estado que ha construido una estructura judicial paralela para poder  encarcelar a soldados que derrotaron en combate a un terrorismo que vino por la libertad de un estado democrático para instaurar una dictadura marxista.

Para ello tuvo que violar la Constitución Nacional.

De esta manera, el mismo estado que exigió subordinación y lealtad a sus soldados hasta perder la vida, 36 años después, cambia las reglas de juego, suprime el Código de Justicia Militar y los juzga con leyes ordinarias creadas ex post facto para poder encarcelarlos.

Así, sobre esta base jurídica que se mueve como alimaña entre viseras putrefactas de un “derecho Romano” pisoteado, la dirigencia política hipócrita, pretende reconstruir el país, escondiendo a las nuevas generaciones la verdad de un pasado violento.  Cambia la historia para ocultar su cobardía de no asumir el costo de una guerra interna y  entrega a sus soldados a un enemigo disfrazados de DDHH. Con ello, pretende lavar su culpa ante el mundo y argumenta que lo hace “en cumplimiento de pactos internacionales”.

Un párrafo especial merecen las FFAA que, del mismo modo que el estado nacional se convirtió en querellante en las parodias judiciales, estás, entregaron, a espaldas, cual traidor,  los legajos personales de sus combatientes, ergo, subtenientes, tenientes, capitanes, cabos sargentos y suboficiales subalternos, al otrora enemigo, a sabiendas de que ello significaba su automática condena por parte del sistema judicial señalado.

De ahí surge que todos los que padecemos está persecución, se nos considere “genocidas” sin distinguir roles y responsabilidades y “sin importar que en el cuerpo del expediente existan pruebas concluyentes y más allá de toda duda razonable”.

El 9 de julio pasado, próximo a cumplir 13 años de encierro por una condena a perpetúa, los sentimientos que cabalgan en mi mente, son contrapuestos. Sintéticamente pienso: “…cumplimos con nuestro deber, al p…”.

     Mendoza, ARGENTINA

Juan A. Giovarruscio

Subf My (R)

Preso de un estado farsante

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 11, 2025


 

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