Nuestras mascotas son especiales, pero pocas veces nos detenemos a observar cuanto enriquecen nuestras vidas, con pequeños detalles.
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Cuando adopté a Puff, vivía en la ciudad de Nueva York. No conocía a ninguno de mis vecinos porque, vamos… es Nueva York. No te limitas a hablar con extraños. Sin embargo, cuando sacaba a Puff, ella estaba entusiasmada con saludar a todos, desde los ricos propietarios de las cooperativas del lado del parque hasta las personas sin hogar en el metro. A través de Puff, tuve innumerables conversaciones con mis compañeros neoyorquinos y conocí a las personas que vivían en mi edificio y en mi vecindario, casi ninguno de los cuales hubiera hablado si no fuera por la fiesta al final del la correa se abre paso hacia ellos (y sí, los neoyorquinos no son conocidos por su amabilidad, pero la mayoría tampoco puede resistirse a un lindo cachorro). Las personas son rápidas para juzgar a los demás en función de sus apariencias, pero los perros no lo hacen, y si te cierras a los extraños, te estás perdiendo.
(Kate Wood)
Por razones de trabajo, mi esposa, mi hija Gabi de dos años y mi rott Aixa nos mudamos a Barcelona. Fue un cambio fuerte ya que originalmente somos de un pueblo pequeño. Como nuestros trabajos no coincidían con los horarios de guarderías o jardines de infantes, recurrimos a una agencia de nanis. Mientras entrevistabamos candidatas, Aixa se quedó junto a Gabi que estaba jugando en el piso. Finalmente entrevistamos a una chica, Ana María, y Aixa se puso a su lado todo el tiempo. Ana María nos cayó super simpática por lo que la invitamos a cenar. En ese entonces y con Aixa junto a ella, nos enteramos que esta chica tenía quemaduras en sus brazos porque asistió a un hombre sacandolo de su auto en llamas, luego de un accidente que presenció mientras manejaba. Ana María es parte de nuestra familia ahora. Soy el padrino de su hijo.
(Fernando Arenas)
Cuando mi padre murió, me hice cargo de Tom, su pastor alemán de diez años. Tom pasaba sus horas sentado al lado de la puerta y su única motivación era levantar sus orejas cuando sentía algún ruido al otro lado de la puerta. Como experimento, traje las cenizas de mi padre a casa. Al ponerlas sobre la chimenea, Tom empezó a cambiar de lugar (Cambió la puerta por la chimenea) por lo que decidí atornillar la urna con una abrazadera junto a la cama de Tom. El perro duerme contento y su animo ha mejorado. Salimos a pasear, juega e interactúa con otros perros, creo que sabiendo que volverá a casa para y alli estará mi padre esperándolo. Puede ser raro, pero…
(Jay Zwicka)
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Mi doberman se llama Ban-Ban porque desde chico se lleva todo por delante y rompe todo. Le ibamos a cambiar el nombre y llamarlo “Scioli” pero odio la crueldad para con los animales… Resulta que mi novia y Ban-Ban estaban en el jardin de mi casa tomando sol, cuando de pronto Ban-Ban empieza a ladrar. Para que se deje de molestar, mi novia amagó a pegarle con el diario (Amago, no real) por lo que mi novia pensó que lo asustó y el perro comenzó a tironearle de la maya hasta arrancarle la parte de abajo. Enojada y semi desnuda, mi novia se levantó para recuperar la maya y descubrió que en su dirección, una yarará se acercaba. Agarró a Ban-Ban y se metió en la casa. Pese a que contratamos a una agencia para poner cercos y todo, mi novia nunca mas tomo sol, ni deja salir a Ban-Ban al patio trasero… y ahora dormimos con el perro en la cama todas las noches.
(Juan Carlos)
Citroneta tiene casi 15 años ahora. La encontramos en la calle una noche cuando tenia un par de meses. Es marca perro, pero tiene otros valores. Cuando nació mi hijo, tuvo problemas para caminar hasta que cumplió los cinco años. Esos cinco años Citroneta estuvo caminando a su lado, y cuando Juan Diego se caía, Citroneta se tiraba antes para que no se golpeara contra el piso, lo amortiguaba con su cuerpo. Estabamos tan confiados que Citroneta se haria cargo de J.D. que ni nos preocupabamos.
(Anónimo)
La perra de un “vecino” quedó abandonada cuando se mudó… no nos quedó otra que adoptarla pese a que tenemos otros tres perros en casa. Lo genial de Aldana (No sabemos su nombre anterior) es que puso orden a la hora de almuerzo y cena. Los nuestros eran unos salvajes y se cambiaban de plato buscando quien tenía algo diferente y tirando comida por todos lados. Aldana los puso en línea y hasta que los otros perros no terminaban de comer, ella no comía. Fue efecto dominó porque tenemos mellizos y también se peleaban por la comida. Mirando a Aldana y los otros perros, Michael y Jeremías se calmaron. Que buenos padres que somos!
Nuestras mascotas son especiales, pero pocas veces nos detenemos a observar cuanto enriquecen nuestras vidas, con pequeños detalles.
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PrisioneroEnArgentina.com
Abril 5, 2019
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