La noche estaba oscura y tempestuosa. Una señora estaba en un barco que cruzaba el Lago Michigan. A causa de la fuerte lluvia, de los rayos y truenos, ella se sentía muy nerviosa. Con inocultable miedo, al ver las muchas puntas de piedras que descollaban en la superficie del lago, preguntó al capitán: “¿Sabe dónde están todas las piedras del lago?” “No”, contestó este, “yo no sé. Pero yo conozco el camino seguro”. Mientras “navegamos” por los mares de la vida, encontramos muchas “piedras”. Algunas nosotros sabemos como evitarlas y otras, no. Por eso es posible que seamos atrapados de sorpresa. Lo importante, por tanto, es que sepamos “donde está el camino seguro”. Muchas veces juzgamos que somos capaces de encontrar, solos, la seguridad que tanto necesitamos. Escogemos una dirección y seguimos avanzando. No aceptamos la opinión de nadie y, casi siempre, solo percibimos y reconocemos el error cuando no aguantamos más las angustias y aflicciones. Otras veces nos dejamos envolver por las piedras. Sufrimos, nos quejamos, murmuramos, cuestionamos la existencia de cada una de ellas, maldecimos las luchas y los problemas, pero no buscamos encontrar el camino tranquilo y seguro. Nos quejamos de las piedras y no nos alejamos de ellas. Cuando tomamos en decisión de velejar, manejar, apenas por caminos seguros, todo es diferente. Vivimos en paz y alegría, en júbilo y felicidad. Sabemos dónde estamos y para dónde estamos yendo. Sabemos que las piedras existen y, sin embargo, estamos lejos de los pedruscos y ellos están lejos de nosotros.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo,
y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes
en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
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Por CLAUDIO VALERIO
La noche estaba oscura y tempestuosa. Una señora estaba en un barco que cruzaba el Lago Michigan. A causa de la fuerte lluvia, de los rayos y truenos, ella se sentía muy nerviosa. Con inocultable miedo, al ver las muchas puntas de piedras que descollaban en la superficie del lago, preguntó al capitán:
“¿Sabe dónde están todas las piedras del lago?” “No”, contestó este, “yo no sé. Pero yo conozco el camino seguro”. Mientras “navegamos” por los mares de la vida, encontramos muchas “piedras”. Algunas nosotros sabemos como evitarlas y otras, no. Por eso es posible que seamos atrapados de sorpresa. Lo importante, por tanto, es que sepamos “donde está el camino seguro”. Muchas veces juzgamos que somos capaces de encontrar, solos, la seguridad que tanto necesitamos. Escogemos una dirección y seguimos avanzando. No aceptamos la opinión de nadie y, casi siempre, solo percibimos y reconocemos el error cuando no aguantamos más las angustias y aflicciones. Otras veces nos dejamos envolver por las piedras. Sufrimos, nos quejamos, murmuramos, cuestionamos la existencia de cada una de ellas, maldecimos las luchas y los problemas, pero no buscamos encontrar el camino tranquilo y seguro. Nos quejamos de las piedras y no nos alejamos de ellas. Cuando tomamos en decisión de velejar, manejar, apenas por caminos seguros, todo es diferente. Vivimos en paz y alegría, en júbilo y felicidad. Sabemos dónde estamos y para dónde estamos yendo. Sabemos que las piedras existen y, sin embargo, estamos lejos de los pedruscos y ellos están lejos de nosotros.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo,
y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes
en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
Valerius*
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 16, 2020