La decisión de establecer una “cuarentena” de las características de la nuestra ha conducido a la Argentina a una formidable crisis institucional, sanitaria y económica.
El Poder Ejecutivo invocando “necesidad y urgencia”, por el decreto 297/2020 del 19 de marzo de 2020 dictó una “cuarentena” por la cual entre otros actos contrarios a la Constitución y a la racionalidad, se prohibió a la población concurrir a sus trabajos habituales. Además se estableció la obligación de permanecer en sus hogares desde las 00:00 horas mientras durare el aislamiento social, preventivo y obligatorio, que se dijo en la oportunidad que se extendería hasta el 31 de Marzo de 2020. Ese “aislamiento” incluía la prohibición de transitar por rutas, vías y espacios públicos y caminos. Se dispusieron algunas excepciones según las características de las tareas que se realizaran. Esa medida del Poder Ejecutivo no tiene precedentes en la historia argentina porque además alcanzaba al Poder Ejecutivo en buena parte de sus organismos vitales. Dislocó al sistema bancario y suprimió virtualmente a todo el Poder Judicial. El Poder Legislativo por su parte decidió por sí y ante sí cambiar la modalidad de sus reuniones: Ya no serían más presenciales como siempre fue con taquígrafos, periodistas y público en general como en todas partes del mundo sino en muchas ocasiones “virtuales” o sea que cada representante del pueblo actuaría en su casa. Esa innovación es fatal para la República cuya vigencia y eficacia exige un debate amplio y en el cual cada legislador da la cara cuando expone sus ideas o escucha las ajenas. Además, debe concurrir a las comisiones que integra. En la práctica pocos de sus miembros, cumplen con el deber de asistir a las sesiones públicas y ejercer el contralor de los actos de gobierno de manera que el Poder Legislativo apenas existe. Mediante el decreto mencionado el Poder Ejecutivo asumió facultades extraordinarias, lo que le está especialmente vedado por la Constitución Nacional en el artículo 29 de su texto. No hay ningún país en el mundo de alguna significación donde se haya privado a la población, como ha ocurrido en la Argentina, de uno de sus más decisivos derechos: Tener una Justicia independiente. No se ha utilizado en ninguna parte, como ha ocurrido en nuestra Patria, al “corona virus” como pretexto para cerrar el Poder Judicial ni mucho menos con la conformidad del Poder Legislativo y de la propia Corte Suprema de Justicia. El decreto aludido se ha ido prolongando hasta ahora en lo sustancial hasta transformarse de los 16 días iniciales, en ocho meses cuando esto se escribe, y sin término cierto de finalización. Por los resultados obtenidos en comparación con otras naciones, nuestro gobierno en sus tres Poderes ha incurrido en un indiscutible fracaso sanitario, institucional y económico y ha empeorado la crisis financiera ya existente. Nuestro descrédito internacional por haber cerrado el Poder Judicial no tiene parangón con ningún otro episodio de la Historia Patria por haberse destruido precisamente la división de los poderes del gobierno que es la piedra basal de la civilización.
LA DERROTA SANITARIA
La población, salvo las excepciones mas o menos arbitrarias establecidas, fue obligada a confinarse en su casa sin reflexión alguna sobre las consecuencias de esa decisión, que se agravó con el tiempo hasta llegar a los insostenibles ocho meses actuales. NO HAY PAÍS ALGUNO QUE TENGA UNA CUARENTENA TAN PROLONGADA Y CON TAN NEGATIVOS RESULTADOS. Las consecuencias de la acción oficial están a la vista: Nuestro gobierno se jactó en un comienzo que las cifras de contagio y de muerte demostraban lo maravilloso de la decisión y la superioridad de su gestión respecto de otros como Suecia, Brasil y Chile. Ocho meses más tarde nuestras cifras de muertes por millón de habitantes son escalofriantes: Ocupamos el cuarto lugar en el mundo… y el segundo en América Latina.
Los infectólogos que- supuestamente-asesoran a nuestros funcionarios aparentemente “olvidaron” aconsejarlos durante ocho meses acerca de lo que deben saber las personas sometidas al “ aislamiento social preventivo y obligatorio” decidido por el decreto 297/2020 para que ese “aislamiento” no tuviera resultados negativos o estos se redujeran al mínimo. Por lo menos desde que se escribió el “Príncipe” de Maquiavelo, hacen más de quinientos años, sabemos que se debe ser muy cuidadoso con las medidas de gobierno que innovan sobre la situación existente, porque el remedio puede ser peor que la enfermedad. El aislamiento decidido no incluyó informar a la población de nada de lo que le podría ocurrir si cumplía con lo despóticamente ordenado.
Que se le dijo a la gente: En primer lugar se la asustó sobre esta nueva enfermedad que si miramos la Historia de la Humanidad no es tan letal como otras que generaciones anteriores han padecido, ni el hecho de haberse contagiado con aquella augura un desenlace necesariamente fatal. Los decesos configuran una escasa proporción de la población infectada. En segundo lugar se le prohibió trabajar como habitualmente lo hacía y suprimir en lo posible toda relación humana, lo que por sí solo deteriora la salud de las personas. Las debilita y si son adultos mayores, peor. Se les insistió de todas las maneras que se pudo, que se quedaran en su casa, ahora convertida en prisión.
Que es lo que no se le dijo: Imperdonablemente no se les informó de algo que forma parte de la sabiduría popular desde hacen centenares de años “Donde entra el sol, no entra el médico”. SI HABIA CONFINAMIENTO ERA IMPRESCINDIBLE QUE HUBIERA SOL. Esto sirve para cualquier edad. No hace falta tener diploma de doctor en medicina para saberlo. El sol es alegría, es salud, también es belleza, optimismo, fuerza. Infunde bienestar, serenidad, tranquiliza.
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por Juan José Guaresti (nieto)
La decisión de establecer una “cuarentena” de las características de la nuestra ha conducido a la Argentina a una formidable crisis institucional, sanitaria y económica.
El Poder Ejecutivo invocando “necesidad y urgencia”, por el decreto 297/2020 del 19 de marzo de 2020 dictó una “cuarentena” por la cual entre otros actos contrarios a la Constitución y a la racionalidad, se prohibió a la población concurrir a sus trabajos habituales. Además se estableció la obligación de permanecer en sus hogares desde las 00:00 horas mientras durare el aislamiento social, preventivo y obligatorio, que se dijo en la oportunidad que se extendería hasta el 31 de Marzo de 2020. Ese “aislamiento” incluía la prohibición de transitar por rutas, vías y espacios públicos y caminos. Se dispusieron algunas excepciones según las características de las tareas que se realizaran. Esa medida del Poder Ejecutivo no tiene precedentes en la historia argentina porque además alcanzaba al Poder Ejecutivo en buena parte de sus organismos vitales. Dislocó al sistema bancario y suprimió virtualmente a todo el Poder Judicial. El Poder Legislativo por su parte decidió por sí y ante sí cambiar la modalidad de sus reuniones: Ya no serían más presenciales como siempre fue con taquígrafos, periodistas y público en general como en todas partes del mundo sino en muchas ocasiones “virtuales” o sea que cada representante del pueblo actuaría en su casa. Esa innovación es fatal para la República cuya vigencia y eficacia exige un debate amplio y en el cual cada legislador da la cara cuando expone sus ideas o escucha las ajenas. Además, debe concurrir a las comisiones que integra. En la práctica pocos de sus miembros, cumplen con el deber de asistir a las sesiones públicas y ejercer el contralor de los actos de gobierno de manera que el Poder Legislativo apenas existe. Mediante el decreto mencionado el Poder Ejecutivo asumió facultades extraordinarias, lo que le está especialmente vedado por la Constitución Nacional en el artículo 29 de su texto. No hay ningún país en el mundo de alguna significación donde se haya privado a la población, como ha ocurrido en la Argentina, de uno de sus más decisivos derechos: Tener una Justicia independiente. No se ha utilizado en ninguna parte, como ha ocurrido en nuestra Patria, al “corona virus” como pretexto para cerrar el Poder Judicial ni mucho menos con la conformidad del Poder Legislativo y de la propia Corte Suprema de Justicia. El decreto aludido se ha ido prolongando hasta ahora en lo sustancial hasta transformarse de los 16 días iniciales, en ocho meses cuando esto se escribe, y sin término cierto de finalización. Por los resultados obtenidos en comparación con otras naciones, nuestro gobierno en sus tres Poderes ha incurrido en un indiscutible fracaso sanitario, institucional y económico y ha empeorado la crisis financiera ya existente. Nuestro descrédito internacional por haber cerrado el Poder Judicial no tiene parangón con ningún otro episodio de la Historia Patria por haberse destruido precisamente la división de los poderes del gobierno que es la piedra basal de la civilización.
LA DERROTA SANITARIA
La población, salvo las excepciones mas o menos arbitrarias establecidas, fue obligada a confinarse en su casa sin reflexión alguna sobre las consecuencias de esa decisión, que se agravó con el tiempo hasta llegar a los insostenibles ocho meses actuales. NO HAY PAÍS ALGUNO QUE TENGA UNA CUARENTENA TAN PROLONGADA Y CON TAN NEGATIVOS RESULTADOS. Las consecuencias de la acción oficial están a la vista: Nuestro gobierno se jactó en un comienzo que las cifras de contagio y de muerte demostraban lo maravilloso de la decisión y la superioridad de su gestión respecto de otros como Suecia, Brasil y Chile. Ocho meses más tarde nuestras cifras de muertes por millón de habitantes son escalofriantes: Ocupamos el cuarto lugar en el mundo… y el segundo en América Latina.
Los infectólogos que- supuestamente-asesoran a nuestros funcionarios aparentemente “olvidaron” aconsejarlos durante ocho meses acerca de lo que deben saber las personas sometidas al “ aislamiento social preventivo y obligatorio” decidido por el decreto 297/2020 para que ese “aislamiento” no tuviera resultados negativos o estos se redujeran al mínimo. Por lo menos desde que se escribió el “Príncipe” de Maquiavelo, hacen más de quinientos años, sabemos que se debe ser muy cuidadoso con las medidas de gobierno que innovan sobre la situación existente, porque el remedio puede ser peor que la enfermedad. El aislamiento decidido no incluyó informar a la población de nada de lo que le podría ocurrir si cumplía con lo despóticamente ordenado.
Que se le dijo a la gente: En primer lugar se la asustó sobre esta nueva enfermedad que si miramos la Historia de la Humanidad no es tan letal como otras que generaciones anteriores han padecido, ni el hecho de haberse contagiado con aquella augura un desenlace necesariamente fatal. Los decesos configuran una escasa proporción de la población infectada. En segundo lugar se le prohibió trabajar como habitualmente lo hacía y suprimir en lo posible toda relación humana, lo que por sí solo deteriora la salud de las personas. Las debilita y si son adultos mayores, peor. Se les insistió de todas las maneras que se pudo, que se quedaran en su casa, ahora convertida en prisión.
Que es lo que no se le dijo: Imperdonablemente no se les informó de algo que forma parte de la sabiduría popular desde hacen centenares de años “Donde entra el sol, no entra el médico”. SI HABIA CONFINAMIENTO ERA IMPRESCINDIBLE QUE HUBIERA SOL. Esto sirve para cualquier edad. No hace falta tener diploma de doctor en medicina para saberlo. El sol es alegría, es salud, también es belleza, optimismo, fuerza. Infunde bienestar, serenidad, tranquiliza.
CONTINUARÁ…
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 25, 2020