Los rusos están contentos porque su país sea, justo antes del Reino Unido, el primero en vacunar a la población contra el nuevo coronavirus. Pero hay un detalle que no les hace tanta gracia: para que la Sputnik V sea eficaz, no se puede beber alcohol durante casi dos meses.
Y esto, en vísperas de las fiestas navideñas -tradicionalmente regadas generosamente con champán y vodka- ha caido como un jarro de agua mineral descremada, descafeinada, sin gas, helada en los ánimos de los candidatos a vacunarse.
Las autoridades rusas prohíben a sus pacientes ingerir alcohol durante 56 días. La Agencia Europea del Medicamento duda sobre la autorización de la vacuna rusa y apuesta por las de Pzifer y Moderna, menos explícitas en esta restricción.
“Alcohol… ni antes, ni después, ni durante. Simplemente, nunca y en ningún caso”, dijo taxativamente Anna Popova, jefa sanitaria rusa, sobre el consumo de alcohol para los interesados en vacunarse. El anuncio ha sido recibido como un shock por muchos rusos, más aún cuando Popova también ha recomendado a la población no salir de casa el fin de año para no propagar el coronavirus.
Primero las autoridades hablaron de 42 días de abstinencia, es decir, tres semanas entre cada dosis de Sputnik-V y otras tres semanas después de la segunda inyección. Pero Popova incrementó esta semana ese plazo a los 56 días, aduciendo que son necesarias, “como mínimo”, dos semanas de preparación del organismo al impacto de la vacuna.
La medida va en línea con los hábitos sanos que promueve desde hace años el presidente ruso, Vladímir Putin, un gran aficionado al deporte que apenas consume alcohol en público.
La noticia coincidió con el inicio el pasado sábado de la campaña de vacunación contra la covid-19 en Moscú y en vísperas del comienzo de la inoculación “a gran escala” de la Sputnik V en todo el país ordenada por Putin, que comenzará a finales de esta semana, inicialmente entre sanitarios y profesores.
“Dos semanas antes de la inmunidad con absoluta seguridad hay que dejar de consumir alcohol. La formación de la inmunidad son 21 días entre las dos inyecciones y otros 21 después”, explicó la jefa sanitaria rusa. Como era de prever, en aquel país la población está que trina y los recelos contra la vacuna son más que incipientes. Más vale Stolichnaya en mano que cien vacunas volando.
En los foros médicos los especialistas están de acuerdo en que lo ideal para recibir la vacuna es un organismo limpio, pero aclaran que un poco de alcohol no puede interferir en la respuesta inmune. Se refieren a la ingesta ocasional -un vaso de vino en las comidas, una copa por la noche- y achacan a una mala traducción el malentendido con la vacuna rusa. Creen que Anna Popova se refería más a los problemas de alcoholismo que se dan en buena parte de Rusia, que a un consumo comedido, pues el hígado es un órgano que sí participa en la respuesta de defensa con una mediación que resulta clave. Esta conclusión viene principalmente de canales médicos españoles, donde el Orujo tal vez siga corriendo como de costumbre.
Se dice que el 30 % de los rusos son ateos, pero al momento de encontrar justificaciones, muchos se inclinan por darle un vistazo a la biblia: “Jesucristo ayunó por 40 días, y a nosotros nos fuerzan a ayunar por 56…!”
Seguramente, algunas personalidades se encotraran en problemas. La reina de Inglaterra, Isabel II, cuya longevidad se atribuye a la ginebra de la que es confesa aficionada, no se decantará por la vacuna rusa.
Si usted pertenece al grupo de Richard Burton, Peter O’Toole o Peter Finch, no tendrá en cuenta la vacuna rusa y si se topa con esa eventualidad, pedirá una rápida interconsulta.
♣
Los rusos están contentos porque su país sea, justo antes del Reino Unido, el primero en vacunar a la población contra el nuevo coronavirus. Pero hay un detalle que no les hace tanta gracia: para que la Sputnik V sea eficaz, no se puede beber alcohol durante casi dos meses.
Y esto, en vísperas de las fiestas navideñas -tradicionalmente regadas generosamente con champán y vodka- ha caido como un jarro de agua mineral descremada, descafeinada, sin gas, helada en los ánimos de los candidatos a vacunarse.
Las autoridades rusas prohíben a sus pacientes ingerir alcohol durante 56 días. La Agencia Europea del Medicamento duda sobre la autorización de la vacuna rusa y apuesta por las de Pzifer y Moderna, menos explícitas en esta restricción.
“Alcohol… ni antes, ni después, ni durante. Simplemente, nunca y en ningún caso”, dijo taxativamente Anna Popova, jefa sanitaria rusa, sobre el consumo de alcohol para los interesados en vacunarse. El anuncio ha sido recibido como un shock por muchos rusos, más aún cuando Popova también ha recomendado a la población no salir de casa el fin de año para no propagar el coronavirus.
Primero las autoridades hablaron de 42 días de abstinencia, es decir, tres semanas entre cada dosis de Sputnik-V y otras tres semanas después de la segunda inyección. Pero Popova incrementó esta semana ese plazo a los 56 días, aduciendo que son necesarias, “como mínimo”, dos semanas de preparación del organismo al impacto de la vacuna.
La medida va en línea con los hábitos sanos que promueve desde hace años el presidente ruso, Vladímir Putin, un gran aficionado al deporte que apenas consume alcohol en público.
La noticia coincidió con el inicio el pasado sábado de la campaña de vacunación contra la covid-19 en Moscú y en vísperas del comienzo de la inoculación “a gran escala” de la Sputnik V en todo el país ordenada por Putin, que comenzará a finales de esta semana, inicialmente entre sanitarios y profesores.
“Dos semanas antes de la inmunidad con absoluta seguridad hay que dejar de consumir alcohol. La formación de la inmunidad son 21 días entre las dos inyecciones y otros 21 después”, explicó la jefa sanitaria rusa. Como era de prever, en aquel país la población está que trina y los recelos contra la vacuna son más que incipientes. Más vale Stolichnaya en mano que cien vacunas volando.
En los foros médicos los especialistas están de acuerdo en que lo ideal para recibir la vacuna es un organismo limpio, pero aclaran que un poco de alcohol no puede interferir en la respuesta inmune. Se refieren a la ingesta ocasional -un vaso de vino en las comidas, una copa por la noche- y achacan a una mala traducción el malentendido con la vacuna rusa. Creen que Anna Popova se refería más a los problemas de alcoholismo que se dan en buena parte de Rusia, que a un consumo comedido, pues el hígado es un órgano que sí participa en la respuesta de defensa con una mediación que resulta clave. Esta conclusión viene principalmente de canales médicos españoles, donde el Orujo tal vez siga corriendo como de costumbre.
Se dice que el 30 % de los rusos son ateos, pero al momento de encontrar justificaciones, muchos se inclinan por darle un vistazo a la biblia: “Jesucristo ayunó por 40 días, y a nosotros nos fuerzan a ayunar por 56…!”
Seguramente, algunas personalidades se encotraran en problemas. La reina de Inglaterra, Isabel II, cuya longevidad se atribuye a la ginebra de la que es confesa aficionada, no se decantará por la vacuna rusa.
Si usted pertenece al grupo de Richard Burton, Peter O’Toole o Peter Finch, no tendrá en cuenta la vacuna rusa y si se topa con esa eventualidad, pedirá una rápida interconsulta.
© PrisioneroEnArgentina.com, 2020 – Unauthorized use and/or duplication of this material without express and written permission from this site’s author and/or owner is strictly prohibited. Excerpts and links may be used, provided that full and clear credit is given to PrisioneroEnArgentina.com with appropriate and specific direction to the original content.
© PrisioneroEnArgentina.com, 2020 – El uso no autorizado y / o la duplicación de este material sin el permiso expreso y por escrito del autor y / o propietario de este sitio está estrictamente prohibido. Se pueden usar extractos y enlaces, siempre que se le dé crédito completo y claro a PrisioneroEnArgentina.com con la dirección apropiada y específica al contenido original.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 10, 2020