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  Por DRA. ANDREA PALOMAS ALARCÓN.

 “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.”

(II Te, 3:10)

Difícil es determinar cuál es el origen del fracaso argentino. Hay quienes centran sus dardos en el peronismo. Afirman que la decadencia argentina comenzó hace 70 años con el advenimiento del peronismo. Puede ser. Yo me pregunto qué es primero, ¿el huevo o la gallina? No me imagino al peronismo ganando elección tras elección en Australia, Canadá o Estados Unidos. Ni siquiera en Uruguay por ir más cerca.

No creo que se pueda acusar a una sola persona o movimiento político de lo que es un fracaso de millones de personas a lo largo de varias generaciones. Si el problema fuera el peronismo ¿por qué fracasaron también los gobiernos no peronistas?

Estas palabras están lejos de agotar el tema pero pretenden ser una primera aproximación al problema que, espero, personas mucho más iluminadas continúen.

Los Inmigrantes, obra de Angiolo Tommasi, año 1896

¿Qué pasó con la Argentina que fue destino de millones de inmigrantes que dejaron sus países con dolor, buscando forjarse un futuro mejor para ellos y sus descendientes? ¿A qué venían? ¿Venían a buscar planes sociales? ¿A ser “ñoquis” en un Estado fofo? ¿A invertir en la bicicleta financiera?

No. VENÍAN A TRABAJAR.

Muchos de los Inmigrantes venían sólo con lo puesto, con alguna foto familiar, algunos con papeles (no muchos), venían con sus hijos. En el puerto, cerca de la Aduana, había un hotel que se diseñó para aquellos que venían sin nada, para que pudieran quedarse allí hasta que consiguieran trabajo. TRABAJO.

Argentina fue un país que priorizó el trabajo, el esfuerzo personal como único motor de progreso.

Simultáneamente, a principios del siglo XX eclosionó una ideología que produciría una guerra mundial. Una ideología que ha tomado distintos nombres y formas pero que básicamente trataba de que la riqueza del mundo es una ecuación de suma cero, que para que algunos sean ricos, otros deben ser pobres, que para que algunos ganen, otros deben perder. Una teoría elaborada por Karl Marx conocida como marxismo pero que tuvo muchas formas y nombres. El marxismo sacaba una foto sobre un mundo ya creado, estático, predestinado, de ricos y pobres, de empresarios que se quedaban con la riqueza de los trabajadores que eran robados por alguien que no aportaba nada a excepción de su picardía. La clase trabajadora tributaba su trabajo y su prole (proletarios) y los empresarios nada.  Un resultado esperable o promovido de esa ideología era el resentimiento, a nadie le gusta que le roben ni que lo tomen por tonto.

Karl Marx

Con la revolución cubana, Argentina fue uno de los objetivos más codiciados del marxismo. Los soviéticos (y por consiguiente los cubanos) se esmeraron mucho en conseguir que Argentina caiga en el comunismo. Si Argentina caía toda Latinoamérica la seguiría. Nuestro país fue bombardeado durante décadas con ideología, sobornos a políticos, artistas, periodistas, infiltración en todos los estamentos sociales -incluyendo la Iglesia- y finalmente, con militarismo.

En el año 1974 la Argentina tenía  8% de pobreza, apenas el 10% de informalidad laboral y el 3% de desocupación(*). Hoy esos números nos parecen un paraíso. Sin embargo, los “revolucionarios” denunciaban explotación laboral, secuestraban empresarios, cobraban “impuesto revolucionario” a las empresas, mataban ejecutivos de las empresas que se negaban a pagar el impuesto revolucionario, “expropiaban” alimentos para repartir en los barrios carenciados.

Estos “revolucionarios” estaban enamorados de la foto de empresarios pícaros que existían desde el principio de los tiempos, prósperos, tomando martinis en la cubierta de un yate con alguna rubia fácil. En el otro extremo: familias pobres mendigando su sustento luego de trabajar exhaustivamente.

En las organizaciones guerrilleras, particularmente en el ERP, el mandato ideológico era “desclasarse” “proletarizarse”, lo que indica el origen burgués de  sus miembros ya que debían ingresar artificialmente a la clase trabajadora. Les ordenaban abandonar la Universidad e ir a trabajar a una fábrica. Se presentaba como una especie de “retiro espiritual” pero el objetivo de sus líderes era infiltrarse entre los trabajadores y transmitir la ideología del resentimiento; chispa incandescente de la revolución.

Revolución Cubana

El peronismo que ha sido señalado como uno de los motivos de la decadencia argentina fue, sin embargo, el freno al marxismo en la clase trabajadora. El peronismo en los sindicatos fue una barrera infranqueable. Muchos sindicalistas peronistas fueron asesinados por los “revolucionarios” que los acusaban de burócratas.

El marxismo en su forma militar fue vencido dificultosamente con consecuencias que todavía pagamos pero dejó su bomba atómica ideológica en la sociedad y en el sindicalismo, que para evitar perder afiliados por izquierda, adoptó muchos de sus prejuicios.

Principalmente lo que le debemos al marxismo es la idea de que la riqueza existe en el mundo con anterioridad al hombre, como circunstancia natural y el trabajo es el castigo sobre los lomos de los sometidos. El trabajo como castigo.

Los países que han tenido éxito no son los más ricos, ni siguiera los mejor organizados sino aquellos que tienen una idea positiva del trabajo como bendición. Conforme la Biblia, cuando el ser humano cayó en desgracia Dios lo maldijo con estas palabras “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. En el paraíso la riqueza existía previamente al hombre, éste no debía hacer nada para crearla. Con la expulsión del paraíso el hombre debe trabajar para sobrevivir. Esta es la visión católica del génesis, pero no la protestante que le da vuelta a esa maldición entendiendo que Dios le legó al hombre el poder sobre la riqueza de la tierra. Una sutileza que tal vez sea la diferencia entre el fracaso económico de muchos países católicos y el éxito de los protestantes. En un caso se trabaja para sobrevivir y en el otro para ser rico.

Retrato oficial del Presidente Perón y Eva, primera dama. Óleo de Numa Ayrinhac, pintado en 1948.

A los marxistas no les sienta bien la teoría de que el trabajo es una bendición, nunca hablan de crear riqueza sino de repartirla, como si viviéramos en un paraíso de generación espontánea. Dijo la inefable Margaret Thatcher que “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás”.

El marxismo ya casi no existe en el mundo pero sus efectos negativos se han fijado en Argentina. Si el país es rico ¿por qué hay que trabajar? Sólo los tontos trabajan. El vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo.

Los sindicatos que otrora defendían a los trabajadores hoy se creen dueños de las empresas del Estado, opinan sobre política, quieren pesar sobre las decisiones nacionales, hacen paros ideológicos. Los sindicalistas son ricos, tienen estancias, hoteles y caballos de carrera. Son empresarios que les roban a los trabajadores. Sólo los tontos trabajan.

En todo el año no hubo clases en Argentina. Nadie dio una explicación ni el gobierno obligó a los maestros a ir a trabajar pese a que muchos niños comen en la escuela y esa comida es la única que reciben. El Poder Judicial estuvo cerrado durante cinco meses. Hoy “trabaja” a media máquina. Sólo los tontos trabajan: los médicos, los policías, los cuentapropistas que no se pueden colgar del Estado. Trabajar es un castigo y los pícaros se quedan en casa.

San Pablo a los Tesalonicenses

El Apóstol San Pablo responsable de que el cristianismo se disemine por el mundo les enseñaba a los primeros cristianos que el trabajo era un deber y una bendición. El era un anciano, y un anciano venerable porque había conocido a Jesús, vio los milagros en vivo y en directo, compartió con él charlas, caminatas y comidas y fue uno de los doce apóstoles ungidos por Cristo. Sin embargo trabajaba a la par de todos. “ni comimos de balde el pan de nadie, sino que día y noche con fatiga y cansancio trabajamos para no ser una carga a ninguno de vosotros. No porque no tengamos derecho, sino por daros en nosotros un modelo que imitar. Además, cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma”. (¨¨)

El trabajo conserva las facultades físicas y mentales, la autoestima, la salud. Las personas que llegan a edades avanzadas en buenas condiciones morales y mentales son las que han seguido ocupadas en trabajos que los apasionan. Los holgazanes son enfermizos, flojos “la pereza es la madre de todos los vicios”.

Si nuestro país alguna vez fue grande, prometedor fue por su dignificación del trabajo y por premiar a los que trabajan. Esta es la verdadera grieta; todo lo demás es justificación de la vagancia y el fracaso.

(*) investigadores Oscar Altimir y Luis Beccaria “El persistente deterioro de la distribución del ingreso en la Argentina”

(¨¨) Segunda carta de San Pablo a los Tesalonicenses

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 14, 2020


 

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