Tal como adelantábamos desde estas páginas de Prisionero en Argentina la semana pasada, este Gobierno “envejecido prematuramente” como dice el escritor Jorge Asís, se aprestaba a imponer un toque de queda sanitario nocturno y evaluaba ordenar una nueva cuarentena más adelante; acompañados por los eficientes medios de comunicación, que atronan con las noticias de la suba de los casos de Covid-19 y alertan sobre la venida de una segunda ola.
Lo cierto es que el Gobierno Nacional había acordado con los Gobernadores un cierre total de actividades en todo el país, desde las 23 a las 06 hs. El pedido fue por los propios Gobernadores, que pidieron unificar la restricción en todo el territorio nacional para así, no pagar el costo político de infligir nuevas limitaciones a los argentinos.
El Decreto estaba listo para salir, solo falta la firma del Presidente. Así lo anunciaban todos los medios periodísticos, pero finalmente y tras unos días de suspenso, solo decretaron una tibia recomendación a los Gobernadores al respecto. Emitieron un decreto para recomendar…en fin…qué pasó?
Veamos, primero fueron los comerciantes quienes salieron a decir que no acatarían esta nueva restricción, lo hicieron los de la costa atlántica y luego se plegaron los de las grandes ciudades. Siguió la provincia de Mendoza, que se negó a hacerlo, luego la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la frutilla de la torta fue la Provincia de Córdoba. A ello debemos sumarle las dantescas imágenes de jóvenes corriendo a la Policía en los balnearios, cuando intentaban convencerlos de mantener el distanciamiento social. Ni hablar del video del joven adolescente sacándole el arma a un policía y apuntándolo. De seguro el párvulo disfrutó una rica cerveza helada en un bar “top” frente al mar esa noche, destornillándose de la risa de su hazaña junto a sus amigos y sin que nadie le diera tan siquiera un reto.
El Gobierno sufrió un duro cachetazo de la realidad. Tomaron conciencia que emitirían un decreto que nadie cumpliría, ni siquiera el perro Dylan y que no habría fuerzas de seguridad que lo hiciera cumplir; fuerzas de seguridad que dicho sea de paso, se cansaron de humillar y basurear y ahora pretender que pongan algo de orden. Advirtieron que se expondrían a una clara desobediencia judicial sin capacidad de respuesta. Si hasta por las redes sociales se llamaba a marchar al Obelisco a las 0 hs si salía la restricción estricta de circular en la noche. De una nueva cuarentena, ni hablan, frizaron la idea por ahora.
Ni lerdos no perezosos, los Gobernadores que ya sabían de esta realidad y por eso querían que el costo político lo pague el Gobierno Nacional, delegaron las facultades de restringir la circulación nocturna a los Intendentes, que realmente no saben qué hacer. Ni el joven Kicillof se animó a tomar una decisión y decretó unas restricciones “light”. Nadie quiere ser el pato de la boda.
Y es que estamos ante un dilema de hierro. Es cierto que los casos de Covid-19 van en aumento, que parece que el virus ha mutado y se avecina una nueva ola, quizás más complicada que la primera; pero también es cierto que la sociedad está cansada, fundida y sin recursos, y ya no soporta nuevas restricciones. Claramente la política sanitaria del gobierno fue un fracaso, una larga cuarentena para nada y como en el juego de la oca volvimos al comienzo.
No hace falta ser un avezado analista político para darse cuenta que el Gobierno ha perdido autoridad. Por virtudes propias han limado su autoridad. De hecho el Presidente o sus Ministros hablan y como dicen los adolescentes “nadie les da pelota”, previendo que no la pasaran nada bien ante un cuadro de desobediencia civil, que ya germina en la sociedad. Más aun, algunas encuestas revelan una imagen negativa del gobierno de alrededor del 70%.
Volviendo al escritor Jorge Asís, este lo define a Alberto Fernández como un Jefe de Gabinete con rango de Presidente, claro, si el poder pasa por el Instituto Patria, que totalmente ajeno a todo esta problemática, solo están concentrados en encontrar una solución a las causas judiciales que desvelan a su Jefa, mientras sueñan con una amnistía para sus presos; de la realidad cotidiana de cada argentino: bien…gracias!.
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¿AMAGUES DE DESOBEDIENCIA CIVIL?
Tal como adelantábamos desde estas páginas de Prisionero en Argentina la semana pasada, este Gobierno “envejecido prematuramente” como dice el escritor Jorge Asís, se aprestaba a imponer un toque de queda sanitario nocturno y evaluaba ordenar una nueva cuarentena más adelante; acompañados por los eficientes medios de comunicación, que atronan con las noticias de la suba de los casos de Covid-19 y alertan sobre la venida de una segunda ola.
El Decreto estaba listo para salir, solo falta la firma del Presidente. Así lo anunciaban todos los medios periodísticos, pero finalmente y tras unos días de suspenso, solo decretaron una tibia recomendación a los Gobernadores al respecto. Emitieron un decreto para recomendar…en fin…qué pasó?
Veamos, primero fueron los comerciantes quienes salieron a decir que no acatarían esta nueva restricción, lo hicieron los de la costa atlántica y luego se plegaron los de las grandes ciudades. Siguió la provincia de Mendoza, que se negó a hacerlo, luego la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la frutilla de la torta fue la Provincia de Córdoba. A ello debemos sumarle las dantescas imágenes de jóvenes corriendo a la Policía en los balnearios, cuando intentaban convencerlos de mantener el distanciamiento social. Ni hablar del video del joven adolescente sacándole el arma a un policía y apuntándolo. De seguro el párvulo disfrutó una rica cerveza helada en un bar “top” frente al mar esa noche,
destornillándose de la risa de su hazaña junto a sus amigos y sin que nadie le diera tan siquiera un reto.
El Gobierno sufrió un duro cachetazo de la realidad. Tomaron conciencia que emitirían un decreto que nadie cumpliría, ni siquiera el perro Dylan y que no habría fuerzas de seguridad que lo hiciera cumplir; fuerzas de seguridad que dicho sea de paso, se cansaron de humillar y basurear y ahora pretender que pongan algo de orden. Advirtieron que se expondrían a una clara desobediencia judicial sin capacidad de respuesta. Si hasta por las redes sociales se llamaba a marchar al Obelisco a las 0 hs si salía la restricción estricta de circular en la noche. De una nueva cuarentena, ni hablan, frizaron la idea por ahora.
Ni lerdos no perezosos, los Gobernadores que ya sabían de esta realidad y por eso querían que el costo político lo pague el Gobierno Nacional, delegaron las facultades de restringir la circulación nocturna a los Intendentes, que realmente no saben qué hacer. Ni el joven Kicillof se animó a tomar una decisión y decretó unas restricciones “light”. Nadie quiere ser el pato de la boda.
Y es que estamos ante un dilema de hierro. Es cierto que los casos de Covid-19 van en aumento, que parece que el virus ha mutado y se avecina una nueva ola, quizás más complicada que la primera; pero también es cierto que la sociedad está cansada, fundida y sin recursos, y ya no soporta nuevas restricciones. Claramente la política sanitaria del gobierno fue un fracaso, una larga cuarentena para nada y como en el juego de la oca volvimos al comienzo.
No hace falta ser un avezado analista político para darse cuenta que el Gobierno ha perdido autoridad. Por virtudes propias han limado su autoridad. De hecho el Presidente o sus Ministros hablan y como dicen los adolescentes “nadie les da pelota”, previendo que no la pasaran nada bien ante un cuadro de desobediencia civil, que ya germina en la sociedad. Más aun, algunas encuestas revelan una imagen negativa del gobierno de alrededor del 70%.
Volviendo al escritor Jorge Asís, este lo define a Alberto Fernández como un Jefe de Gabinete con rango de Presidente, claro, si el poder pasa por el Instituto Patria, que totalmente ajeno a todo esta problemática, solo están concentrados en encontrar una solución a las causas judiciales que desvelan a su Jefa, mientras sueñan con una amnistía para sus presos; de la realidad cotidiana de cada argentino: bien…gracias!.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 11, 2021