Señor: una vez más, mi respeto a sus palabras, no solo por describir la realidad de nuestra sociedad y su historia reciente, sino por porque lo reconozco como un verdadero hombre de honor, con autoridad moral para decir lo que dice. Destaco de sus reflexiones, el párrafo que en el que textualmente expresa:
“He llegado a la triste conclusión que, por su indiferencia e ingratitud, esta sociedad no se merece una sola gota de la sangre derramada para conquistar la libertad que hoy disfrutamos; no se merece una sola lágrima de los familiares y amigos de aquellos que dieron su vida en su defensa; no se merece un solo segundo de la angustia de aquellos que hoy padecen ilegal, ilegítima e injusta privación de libertad y, mucho menos, de las de sus seres queridos”.
Debo decirle que esta característica de nuestra sociedad la palpé reiteradamente como policía, cada vez que uno de nuestros efectivos perdía la vida enfrentando la delincuencia. No le importaba absolutamente a nadie. En gran mayoría a su sepelio no concurrían ni las autoridades gubernamentales, o lo hacían solo, si el hecho trascendía y había periodistas al medio, en cuyo caso asistían para pavonearse ante ellos. Tampoco lo hacían las víctimas que directamente habían sido protegidos por ese hombre-policía asesinado. Esto siempre fue moneda corriente. Ello sumado a otros motivos personales, me impulsó al cumplir 31 años de servicio a pedir voluntariamente mi retiro. El destino hizo que hoy en prisión vuelva a vivir situaciones, digámosle estresantes, no merecidas y aquí la indiferencia e hipócrita cobardía, abarca a las respectivas instituciones y fuerzas a las que pertenecimos. En estas circunstancias, el final como el del Coronel DELMÉ está decretado, firmado y sellado. No hay forma de lograr que no sea así, ya que existen tantas oscuras razones como las que usted bien enumerara.
Si se quiere, la muerte de él fue rápida y piadosa. He visto otras realmente indignas, en donde la agonía dura meses y el encarcelado se encuentra debilitado e imposibilitado, contando solo con la asistencia de camaradas de cautiverio. Mientras, es trasladado por horas de un lugar a otro en sucias “perreras”, al tiempo que se le mezquinan calmantes para contrarrestar sus dolores. Realmente me sorprende la mansedumbre generalizada que hay entre los prisioneros ante tanto trato perverso y constante, teniendo en cuenta la cantidad de fallecidos y la cantidad de años que lleva funcionando este sistema de exterminio. Como en el caso de los policías abatidos, no le interesa absolutamente a nadie, a excepción de familiares y un reducido y valiente grupo de buenos samaritanos que en no pocos casos no tienen parentesco alguno con Presos Políticos, o como se nos quiera llamar. Respetable GUILLERMO NANI, si los mismos prisioneros, en la mayoría de los casos guardan silencio, y no decimos legalmente y en conjunto ¡BASTA! esta IGNOMINIA seguirá hasta que caven la última tumba. Todo lo realizado hasta el momento ha fracasado y la muestra de ello es el accionar hipócrita y despreocupado de este “nuevo” gobierno, avalando el sistema de iniquidad y exterminio implantado por los que fueron por todo. Estamos en manos de jueces que se burlan de nosotros y no actúan como tales, solo son ejecutores de una “política de estado” que significa: “al enemigo ni justicia” o “la Constitución me importa un comino” como decían los franceses de 1800. El verdadero y profundo problema está solo en nuestras manos, en nuestras mentes y en nuestros corazones, O MORIMOS DE PIÉ O DE RODILLAS. En lo personal yo ya elegí.
AL TENIENTE CORONEL (R) GUILLERMO NANI
HOMBRES DE HONOR
Señor: una vez más, mi respeto a sus palabras, no solo por describir la realidad de nuestra sociedad y su historia reciente, sino por porque lo reconozco como un verdadero hombre de honor, con autoridad moral para decir lo que dice. Destaco de sus reflexiones, el párrafo que en el que textualmente expresa:
“He llegado a la triste conclusión que, por su indiferencia e ingratitud, esta sociedad no se merece una sola gota de la sangre derramada para conquistar la libertad que hoy disfrutamos; no se merece una sola lágrima de los familiares y amigos de aquellos que dieron su vida en su defensa; no se merece un solo segundo de la angustia de aquellos que hoy padecen ilegal, ilegítima e injusta privación de libertad y, mucho menos, de las de sus seres queridos”.
Debo decirle que esta característica de nuestra sociedad la palpé reiteradamente como policía, cada vez que uno de nuestros efectivos perdía la vida enfrentando la delincuencia. No le importaba absolutamente a nadie. En gran mayoría a su sepelio no concurrían ni las autoridades gubernamentales, o lo hacían solo, si el hecho trascendía y había periodistas al medio, en cuyo caso asistían para pavonearse ante ellos. Tampoco lo hacían las víctimas que directamente habían sido protegidos por ese hombre-policía asesinado. Esto siempre fue moneda corriente. Ello sumado a otros motivos personales, me impulsó al cumplir 31 años de servicio a pedir voluntariamente mi retiro. El destino hizo que hoy en prisión vuelva a vivir situaciones, digámosle estresantes, no merecidas y aquí la indiferencia e hipócrita cobardía, abarca a las respectivas instituciones y fuerzas a las que pertenecimos. En estas circunstancias, el final como el del Coronel DELMÉ está decretado, firmado y sellado. No hay forma de lograr que no sea así, ya que existen tantas oscuras razones como las que usted bien enumerara.
Si se quiere, la muerte de él fue rápida y piadosa. He visto otras realmente indignas, en donde la agonía dura meses y el encarcelado se encuentra debilitado e imposibilitado, contando solo con la asistencia de camaradas de cautiverio. Mientras, es trasladado por horas de un lugar a otro en sucias “perreras”, al tiempo que se le mezquinan calmantes para contrarrestar sus dolores. Realmente me sorprende la mansedumbre generalizada que hay entre los prisioneros ante tanto trato perverso y constante, teniendo en cuenta la cantidad de fallecidos y la cantidad de años que lleva funcionando este sistema de exterminio. Como en el caso de los policías abatidos, no le interesa absolutamente a nadie, a excepción de familiares y un reducido y valiente grupo de buenos samaritanos que en no pocos casos no tienen parentesco alguno con Presos Políticos, o como se nos quiera llamar. Respetable GUILLERMO NANI, si los mismos prisioneros, en la mayoría de los casos guardan silencio, y no decimos legalmente y en conjunto ¡BASTA! esta IGNOMINIA seguirá hasta que caven la última tumba. Todo lo realizado hasta el momento ha fracasado y la muestra de ello es el accionar hipócrita y despreocupado de este “nuevo” gobierno, avalando el sistema de iniquidad y exterminio implantado por los que fueron por todo. Estamos en manos de jueces que se burlan de nosotros y no actúan como tales, solo son ejecutores de una “política de estado” que significa: “al enemigo ni justicia” o “la Constitución me importa un comino” como decían los franceses de 1800. El verdadero y profundo problema está solo en nuestras manos, en nuestras mentes y en nuestros corazones, O MORIMOS DE PIÉ O DE RODILLAS. En lo personal yo ya elegí.
https://prisioneroenargentina.com/index.php/2017/04/14/los-temerosos-y-su-silencio-complice-nos-esta-matando-a-todos/
https://prisioneroenargentina.com/index.php/2017/04/15/respondiendo-a-la-doctora-palomas-alarcon/
Sin más hago llegar mis cordiales saludos.
Claudio Kussman
Claudio Kussman
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
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@PrisioneroA
Abril 25, 2017
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