La Dra. Andrea Palomas Alarcón nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1965 en el seno de una familia de clase media. Padre policía (se retiró como comisario de la Policía Federal en 1967) y madre empresaria, tenía un negocio de ropa y su propio taller de confecciones.
Fue a una escuela religiosa en donde perdió la fe en la Iglesia, no en Dios ni en Cristo, sólo en la Iglesia.
Estudió equivocadamente agronomía, por creer que esos veranos en el campo de unos amigos en La Pampa eran la forma en que quería vivir el resto de su vida. Nunca se desvinculó totalmente de ese sueño pero siguió otros…como pelear contra la injusticia.
Estudió derecho y conoció la justicia desde ambos lados del mostrador, estuvo algún tiempo en un juzgado civil como meritoria y luego pasó por varios estudios jurídicos como procuradora, abogada junior y socia. Hoy tiene su propio estudio y perseguir el sueño de pelear por un país más justo, más ajustado a las leyes es como se ve terminando sus días.
Tuvo unas tímidas participaciones en política, en los años de la UCeDe, como afiliada y militante y como dirigente de UPAU cuando seguía la carrera de agronomía.
Se considera a sí misma liberal de derecha “si es que eso existe” dice.
Una amiga la llevó un día a la Fundación Felices los Niños y allí conoció lo que llama “una hermosa obra de Fe”
“Los niños no sólo eran felices, eran solidarios entre ellos, educados, los más grandes cuidaban a los pequeños, estudiaban, varias generaciones de niños se forjaron un futuro mejor” dice sobre la Fundación. Le explicaron que las reglas en la Fundación era que los chicos no trabajaban, sólo estudiaban y jugaban. Conocer esa Fundación le devolvió la fe en la Iglesia. Opina que el padre Grassi es de alguna manera un visionario que le permite a personas de clase media, con una familia, con un trabajo de 9 a 17 convertirse en misioneros a pocas cuadras de su casa, sin necesidad de viajar al Africa o an El Impenetrable. Grassi adoptó el concepto de “voluntarios”: las personas van a ayudar a los niños, a trabajar por ellos, a solicitar donaciones para ellos. Personas de barrio norte con mucama van a la Fundación a limpiar, cocinar y lavar los platos para los niños pobres.
Estas personas que renunciaban a la comodidad de sus vidas en beneficio de otro la volvieron a la Iglesia. Opina que la
s acusaciones contra el padre Grassi no se salen del tradicional odio ideológico contra la Iglesia Católica y que el cargo de “pedofilia” no se sale del estándar.
La Dra. Palomas lo apoyó siempre y lo sigue apoyando convencida de que es inocente; de que su caso es sólo una muestra más de la falta de Justicia que existe en Argentina. Tuvo participación muy activa en la resistencia al desalojo de los niños del Hogar San José Obrero de Chacarita. El Hogar nunca pudo ser desalojado por la Justicia.
Pero las injusticias en Argentina son muchas y comenzaron los juicios por delitos de “lesa humanidad”.
Miles de hombres y mujeres fueron secuestrados por jueces corruptos y en ese cuadro no pudo mantenerse al margen.
Supo de la Asociación Abogados por la Justicia y la Concordia y se asoció. Visita a los presos políticos desde hace varios años, siempre pensando que éste será el último.
Compatibiliza su servicio con el trabajo de abogada civilista, laboralista y con las clases que da en la Universidad de Buenos Aires a los alumnos del último año de derecho, en la materia “práctica profesional”, Una materia equivalente a la residencia de los médicos, porque los alumnos actúan como abogados en casos reales con la asistencia y el control de los profesores.
En todos estos años, incursionó en el periodismo admitiendo que no tiene una verdadera vocación, sólo por acallar las palabras que salen de su mente y que necesita compartir.
Escribió artículos firmados en el diario La Prensa, tuvo un fugaz paso por una publicación de números limitados Prensa Confidencial (de Jorge Vago) y le han publicado artículos en El Informador Público y otros portales.
También actúa como columnista en el programa “De eso no se habla”, un programa artesanal volcado casi completamente a las vicisitudes que transitan los presos políticos de Argentina.
La Dra. Andrea Palomas Alarcón nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1965 en el seno de una familia de clase media. Padre policía (se retiró como comisario de la Policía Federal en 1967) y madre empresaria, tenía un negocio de ropa y su propio taller de confecciones.
Fue a una escuela religiosa en donde perdió la fe en la Iglesia, no en Dios ni en Cristo, sólo en la Iglesia.
Estudió equivocadamente agronomía, por creer que esos veranos en el campo de unos amigos en La Pampa eran la forma en que quería vivir el resto de su vida. Nunca se desvinculó totalmente de ese sueño pero siguió otros…como pelear contra la injusticia.
Estudió derecho y conoció la justicia desde ambos lados del mostrador, estuvo algún tiempo en un juzgado civil como meritoria y luego pasó por varios estudios jurídicos como procuradora, abogada junior y socia. Hoy tiene su propio estudio y perseguir el sueño de pelear por un país más justo, más ajustado a las leyes es como se ve terminando sus días.
Tuvo unas tímidas participaciones en política, en los años de la UCeDe, como afiliada y militante y como dirigente de UPAU cuando seguía la carrera de agronomía.
Se considera a sí misma liberal de derecha “si es que eso existe” dice.
Una amiga la llevó un día a la Fundación Felices los Niños y allí conoció lo que llama “una hermosa obra de Fe”
“Los niños no sólo eran felices, eran solidarios entre ellos, educados, los más grandes cuidaban a los pequeños, estudiaban, varias generaciones de niños se forjaron un futuro mejor” dice sobre la Fundación. Le explicaron que las reglas en la Fundación era que los chicos no trabajaban, sólo estudiaban y jugaban. Conocer esa Fundación le devolvió la fe en la Iglesia. Opina que el padre Grassi es de alguna manera un visionario que le permite a personas de clase media, con una familia, con un trabajo de 9 a 17 convertirse en misioneros a pocas cuadras de su casa, sin necesidad de viajar al Africa o an El Impenetrable. Grassi adoptó el concepto de “voluntarios”: las personas van a ayudar a los niños, a trabajar por ellos, a solicitar donaciones para ellos. Personas de barrio norte con mucama van a la Fundación a limpiar, cocinar y lavar los platos para los niños pobres.
Estas personas que renunciaban a la comodidad de sus vidas en beneficio de otro la volvieron a la Iglesia. Opina que la
s acusaciones contra el padre Grassi no se salen del tradicional odio ideológico contra la Iglesia Católica y que el cargo de “pedofilia” no se sale del estándar.
La Dra. Palomas lo apoyó siempre y lo sigue apoyando convencida de que es inocente; de que su caso es sólo una muestra más de la falta de Justicia que existe en Argentina. Tuvo participación muy activa en la resistencia al desalojo de los niños del Hogar San José Obrero de Chacarita. El Hogar nunca pudo ser desalojado por la Justicia.
Pero las injusticias en Argentina son muchas y comenzaron los juicios por delitos de “lesa humanidad”.
Miles de hombres y mujeres fueron secuestrados por jueces corruptos y en ese cuadro no pudo mantenerse al margen.
Supo de la Asociación Abogados por la Justicia y la Concordia y se asoció. Visita a los presos políticos desde hace varios años, siempre pensando que éste será el último.
Compatibiliza su servicio con el trabajo de abogada civilista, laboralista y con las clases que da en la Universidad de Buenos Aires a los alumnos del último año de derecho, en la materia “práctica profesional”, Una materia equivalente a la residencia de los médicos, porque los alumnos actúan como abogados en casos reales con la asistencia y el control de los profesores.
En todos estos años, incursionó en el periodismo admitiendo que no tiene una verdadera vocación, sólo por acallar las palabras que salen de su mente y que necesita compartir.
Escribió artículos firmados en el diario La Prensa, tuvo un fugaz paso por una publicación de números limitados Prensa Confidencial (de Jorge Vago) y le han publicado artículos en El Informador Público y otros portales.
También actúa como columnista en el programa “De eso no se habla”, un programa artesanal volcado casi completamente a las vicisitudes que transitan los presos políticos de Argentina.
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