Para gran parte del mundo, la nueva pandemia de coronavirus está cambiando la vida tal como la conocemos. Pero un puñado de personas en la Antártida observa desde la barrera, sin verse afectados por los cambios radicales y, en su mayor parte, por la sensación de inquietud.
La Antártida sigue siendo el único continente sin un caso confirmado de coronavirus. A nivel mundial, hay más de 258,000 casos confirmados y más de 11,000 muertes, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
No es sorprendente que la Antártida no haya registrado un caso. No tiene una población nativa oficial, y la mayoría de las 4.400 personas que residen en el continente son científicos e investigadores. No son inmunes, pero la sabiduría no ocupa lugar. Los científicos locales han promulgado procedimientos estrictos para evitar que el coronavirus llegue a la masa terrestre congelada, que sigue siendo el único continente de la Tierra libre del patógeno mortal COVID-19.
Mientras el personal se refugia y se prepara para pasar el invierno, vigilan mientras el resto del mundo lucha para evitar que el coronavirus evolucione en una pandemia letal. Los científicos de la Antártida hacen hincapié en cómo las preocupaciones por “amigos y familiares en casa” están en la vanguardia de las mentes de técnicos, científicos, ingenieros y otros operativos que manejan las bases.
Si el brote de coronavirus continúa aumentando y afectando las líneas de suministro de combustible y alimentos a la Antártida, la base tiene un plan de contingencia para “salir de la tormenta”. Tienen un plan de contingencia allí para sobrevivir durante varios años, pero no creen que vaya a llegar a eso, todo el planeta tendría que estar en una situación muy precaria antes de que surgiera esa situación.
Una erupción de coronavirus en una base antártica sería un escenario de pesadilla, donde las temperaturas frías tan bajas como -63c significa que las ventanas deben permanecer cerradas en condiciones estrechas, condiciones perfectas para un brote.
En la desafortunada circunstancia de que un habitante de la antártida sucumbiría a la debilidad respiratoria causada por COIV-19, el hospital más cercano con una unidad de cuidados intensivos está a miles de kilómetros de distancia.
Llegar a este hospital en la helada oscuridad del invierno de la Antártida sería extremadamente difícil ya que no hay vuelos durante el invierno y el personal está completamente aislado y sus bases incrustadas con hielo.
🙁
Para gran parte del mundo, la nueva pandemia de coronavirus está cambiando la vida tal como la conocemos. Pero un puñado de personas en la Antártida observa desde la barrera, sin verse afectados por los cambios radicales y, en su mayor parte, por la sensación de inquietud.
La Antártida sigue siendo el único continente sin un caso confirmado de coronavirus. A nivel mundial, hay más de 258,000 casos confirmados y más de 11,000 muertes, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
No es sorprendente que la Antártida no haya registrado un caso. No tiene una población nativa oficial, y la mayoría de las 4.400 personas que residen en el continente son científicos e investigadores. No son inmunes, pero la sabiduría no ocupa lugar. Los científicos locales han promulgado procedimientos estrictos para evitar que el coronavirus llegue a la masa terrestre congelada, que sigue siendo el único continente de la Tierra libre del patógeno mortal COVID-19.
Mientras el personal se refugia y se prepara para pasar el invierno, vigilan mientras el resto del mundo lucha para evitar que el coronavirus evolucione en una pandemia letal. Los científicos de la Antártida hacen hincapié en cómo las preocupaciones por “amigos y familiares en casa” están en la vanguardia de las mentes de técnicos, científicos, ingenieros y otros operativos que manejan las bases.
Si el brote de coronavirus continúa aumentando y afectando las líneas de suministro de combustible y alimentos a la Antártida, la base tiene un plan de contingencia para “salir de la tormenta”. Tienen un plan de contingencia allí para sobrevivir durante varios años, pero no creen que vaya a llegar a eso, todo el planeta tendría que estar en una situación muy precaria antes de que surgiera esa situación.
Una erupción de coronavirus en una base antártica sería un escenario de pesadilla, donde las temperaturas frías tan bajas como -63c significa que las ventanas deben permanecer cerradas en condiciones estrechas, condiciones perfectas para un brote.
En la desafortunada circunstancia de que un habitante de la antártida sucumbiría a la debilidad respiratoria causada por COIV-19, el hospital más cercano con una unidad de cuidados intensivos está a miles de kilómetros de distancia.
Llegar a este hospital en la helada oscuridad del invierno de la Antártida sería extremadamente difícil ya que no hay vuelos durante el invierno y el personal está completamente aislado y sus bases incrustadas con hielo.
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 22, 2020