Cuando queremos hablar sobre el perdón, es difícil comenzar a hacerlo sin definir a esta palabra que, posiblemente, la usamos al menos una vez en el día… Pero, ¿realmente sabemos perdonar?
Perdonar es un proceso personal, es una decisión consciente y voluntaria y, al tomarla, nos permite liberarnos de ésos sentimientos negativos tales como dolor, resentimiento, enojo, rencor. El perdón nos libera, por lo que, cuando perdonamos, nos beneficiamos enormemente.
No son pocos los que creen que la mayor dificultad o reto que una persona tiene que enfrentar, es la de perdonar a los que les ofenden, hieren, o bien les hacen pasar un mal rato. Pero, contrariamente a lo que se piensa, lo difícil es perdonarse a uno mismo; lo fácil es perdonar al otro. El perdonar es un proceso de comienza en nuestro corazón y, teniendo en claro esto, si se comienza a trabajar el perdón de uno, se puede perdonar a otros. Cuando nos hemos perdonado nosotros, no nos es difícil perdonar a los demás porque se puede ofrecer al otro ese mismo regalo para uno mismo; porque, si es posible ver nuestra propia alma limpia, también será posible ver la del otro. Y, contrariamente, si no nos es posible retirar la culpa de nuestro interior, y de la vergüenza de nuestro corazón, esto hará prácticamente complicado conseguir que perdonemos a los demás… El “yo te perdono, pero no olvido”, tiene muy poco que ver con este razonamiento. El querer perdonar a otros sin antes perdonarnos a nosotros mismos es un proceso contrario a la lógica ya que, la mayoría, no quieren ser perdonados; al punto que algunos se niegan a creer que sean culpables… Seguimos queriendo de acceder al perdón sin que esto sea causa del verdadero problema. Así como son muchas las personas que se sienten culpables de todo y que frecuentemente están pidiendo perdón por todo, están lo que se niegan. ¿Nos ha pasado que alguna vez hemos tratado de perdonar a alguien que no se siente ni cree culpable? Tarea difícil, orillando lo imposible, porque por más que uno intente de hacerle ver el hecho, no lo reconocerá, no aceptará su culpabilidad porque su ego no le dejará hacerlo.
Si nos damos cuenta de que somos nosotros los que necesitan el perdón, podremos pedir a otros que nos perdonen, ya que “hemos puesto los caballos delante el carro” y así poder seguir avanzando. Podremos ser perdonados por cientos de personas, inclusos por rabinos y sacerdotes; pero esto muy poco importa si antes no nos hemos perdonado. El perdón, como proceso en nosotros mismos, es algo que funciona y nos trae grandes beneficios.
Entendamos que perdonar significa saber que hay otras opciones diferentes a mantener el dolor y el resentimiento y que ambas, juntas o separadas, nos provoca daño. En el proceso de perdonar, cuando elegimos la opción de hacerlo, lo haremos estando perdonados nosotros mismos, poniendo a Dios mismo como sanador.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
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Por Claudio Valerio.
Cuando queremos hablar sobre el perdón, es difícil comenzar a hacerlo sin definir a esta palabra que, posiblemente, la usamos al menos una vez en el día… Pero, ¿realmente sabemos perdonar?
Perdonar es un proceso personal, es una decisión consciente y voluntaria y, al tomarla, nos permite liberarnos de ésos sentimientos negativos tales como dolor, resentimiento, enojo, rencor. El perdón nos libera, por lo que, cuando perdonamos, nos beneficiamos enormemente.
No son pocos los que creen que la mayor dificultad o reto que una persona tiene que enfrentar, es la de perdonar a los que les ofenden, hieren, o bien les hacen pasar un mal rato. Pero, contrariamente a lo que se piensa, lo difícil es perdonarse a uno mismo; lo fácil es perdonar al otro.
El perdonar es un proceso de comienza en nuestro corazón y, teniendo en claro esto, si se comienza a trabajar el perdón de uno, se puede perdonar a otros. Cuando nos hemos perdonado nosotros, no nos es difícil perdonar a los demás porque se puede ofrecer al otro ese mismo regalo para uno mismo; porque, si es posible ver nuestra propia alma limpia, también será posible ver la del otro. Y, contrariamente, si no nos es posible retirar la culpa de nuestro interior, y de la vergüenza de nuestro corazón, esto hará prácticamente complicado conseguir que perdonemos a los demás… El “yo te perdono, pero no olvido”, tiene muy poco que ver con este razonamiento.
El querer perdonar a otros sin antes perdonarnos a nosotros mismos es un proceso contrario a la lógica ya que, la mayoría, no quieren ser perdonados; al punto que algunos se niegan a creer que sean culpables… Seguimos queriendo de acceder al perdón sin que esto sea causa del verdadero problema. Así como son muchas las personas que se sienten culpables de todo y que frecuentemente están pidiendo perdón por todo, están lo que se niegan. ¿Nos ha pasado que alguna vez hemos tratado de perdonar a alguien que no se siente ni cree culpable? Tarea difícil, orillando lo imposible, porque por más que uno intente de hacerle ver el hecho, no lo reconocerá, no aceptará su culpabilidad porque su ego no le dejará hacerlo.
Si nos damos cuenta de que somos nosotros los que necesitan el perdón, podremos pedir a otros que nos perdonen, ya que “hemos puesto los caballos delante el carro” y así poder seguir avanzando. Podremos ser perdonados por cientos de personas, inclusos por rabinos y sacerdotes; pero esto muy poco importa si antes no nos hemos perdonado.
El perdón, como proceso en nosotros mismos, es algo que funciona y nos trae grandes beneficios.
Entendamos que perdonar significa saber que hay otras opciones diferentes a mantener el dolor y el resentimiento y que ambas, juntas o separadas, nos provoca daño. En el proceso de perdonar, cuando elegimos la opción de hacerlo, lo haremos estando perdonados nosotros mismos, poniendo a Dios mismo como sanador.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 20, 2024
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