En estos días el Vaticano está catalogando archivos secretos que haría públicos, sólo a familiares de “desaparecidos”.
Me parece que en beneficio de la verdad, la justicia y la concordia, todos los argentinos deberíamos poder acceder a esa información. Particularmente porque todos los argentinos, en mayor o menor grado, hemos sido víctimas de la violencia setentista.
Sería injusto, además, que personas que en estos momentos están siendo juzgadas por delitos de “lesa humanidad” no pudieran acceder a esa información para su defensa.
La Iglesia debería ofrecer a la sociedad toda la información disponible sobre ese conflicto, particularmente, la información sobre sus sacerdotes y monjas partidarios de la “Teología de la Liberación”. La Iglesia tiene mucha información al respecto. Sólo como ejemplo, existe la certeza de que, al menos, una de las dos monjas francesas, Alice Domon, había dejado la vida religiosa mucho antes de morir. Esta religiosa se había apartado de su comunidad, había dejado de usar los hábitos y en 1975 viajó a Francia a desvincularse legalmente de su Comunidad Religiosa. La Iglesia sabe esto y nunca lo ha hecho público. Ha dejado que personas fueran condenadas por la muerte de las “monjas” con todo lo que ese título pesa en el sentimiento y el imaginario popular.
La verdad debe ser completa sin ocultamientos estratégicos ni falsas justificaciones.
Todos los argentinos, particularmente los católicos, esperamos que la Iglesia comparta toda la información que posee y no sólo la que a una facción política le interesa que sea pública.
Por Andrea Palomas Alarcón.
Sr. Director:
En estos días el Vaticano está catalogando archivos secretos que haría públicos, sólo a familiares de “desaparecidos”.
Me parece que en beneficio de la verdad, la justicia y la concordia, todos los argentinos deberíamos poder acceder a esa información. Particularmente porque todos los argentinos, en mayor o menor grado, hemos sido víctimas de la violencia setentista.
Sería injusto, además, que personas que en estos momentos están siendo juzgadas por delitos de “lesa humanidad” no pudieran acceder a esa información para su defensa.
La Iglesia debería ofrecer a la sociedad toda la información disponible sobre ese conflicto, particularmente, la información sobre sus sacerdotes y monjas partidarios de la “Teología de la Liberación”. La Iglesia tiene mucha información al respecto. Sólo como ejemplo, existe la certeza de que, al menos, una de las dos monjas francesas, Alice Domon, había dejado la vida religiosa mucho antes de morir. Esta religiosa se había apartado de su comunidad, había dejado de usar los hábitos y en 1975 viajó a Francia a desvincularse legalmente de su Comunidad Religiosa. La Iglesia sabe esto y nunca lo ha hecho público. Ha dejado que personas fueran condenadas por la muerte de las “monjas” con todo lo que ese título pesa en el sentimiento y el imaginario popular.
La verdad debe ser completa sin ocultamientos estratégicos ni falsas justificaciones.
Todos los argentinos, particularmente los católicos, esperamos que la Iglesia comparta toda la información que posee y no sólo la que a una facción política le interesa que sea pública.
Andrea Palomas Alarcón