El Bermejo nace en las montañas de la República de Bolivia e ingresa a nuestro territorio por la provincia de Salta. Tiene unos 1.300 km de largo —hasta su desembocadura en el Río Paraguay— y un caudal promedio de unos 450 m3 por segundo. Es un río muy dificultoso para la navegación porque su caudal puede llegar a los 5.000 m3 por segundo en determinadas épocas del año, pero en otras no superar los 20 m3, es decir, varía pronunciadamente. Hasta hoy, este río no tiene ningún uso, pese a que mentes muy calificadas han dicho que podría ser una fuente de riqueza extraordinaria para la República Argentina. Quedará entonces en manos del lector, a quien vamos a proporcionar algunos datos, formar una opinión y resolver el enigma. La información concerniente al Río Bermejo que mencionamos en este artículo fue obtenida de las obras del Doctor Nicolás Boscovich: Geoestrategia para la integración regional y Aprovechamiento Fluvial Múltiple del Río Bermejo —del Cuaderno Académico de la Escuela de Defensa Nacional 4/2001—, ambos de inexcusable lectura.
LA CUESTIÓN ECONÓMICA
En sus muchas publicaciones, el Dr. Boscovich abogó por la utilización del Bermejo como medio de transporte y comunicación, dado que el costo del instrumento fluvial resulta unas cinco veces menor que el ferroviario y unas quince veces menor que el camión. Esta apreciación del Dr. depende de la distancia a recorrer, pero muestra que la navegación fluvial puede reducir el nivel de precios de la economía argentina, hecho que impactaría positivamente en la pobreza y en la inflación que nos agobian. Resulta evidente que una baja en el costo de los bienes y servicios de producción nacional debido a la reducción en el precio del transporte incrementaría la capacidad para insertarnos ventajosamente en los mercados mundiales; como consecuencia, las exportaciones aumentarían en gran medida. En distancias cortas, el rendimiento del camión como medio de transporte es imbatible, pero a partir de los 400 km tanto el ferrocarril como el transporte fluvial son mucho más económicos; entre estos últimos, el fluvial no tiene parangón.
EL APROVECHAMIENTO DEL RÍO BERMEJO PODRÍA PERMITIR DESARROLLAR UNOS 250.000 KM2 DE SUELO ARGENTINO Y DARLE SALIDA AL MAR A LA REPÚBLICA DE BOLIVIA Y A LA REGIÓN DEL CHACO PARAGUAYO
El río Bermejo ha sido calificado como “salvaje” por las variaciones en su cauce antes mencionadas, pero según el decreto ley 16288/56 del Presidente Provisional General Pedro Aramburu, sus aguas pueden usarse para navegar en un canal lateral al cauce del río. A partir de un decreto de octubre de 1956 se decidió estudiar la factibilidad de la construcción de un segundo canal que, partiendo del río, “cruce la provincia de Salta, Santiago del Estero y Santa Fe hasta desembocar en el Paraná”. Luego, por otro decreto ley de 1957 se creó la Comisión Nacional del Río Bermejo (C.N.R.B.), presidida por el Contralmirante Gregorio Antonio Portillo durante diez años. Sus trabajos inspiraron al Dr. Boscovich porque establecieron la filosofía del emprendimiento: utilizar el caudal de ese río y sus afluentes para “la creación de una infraestructura de usos múltiples: energía, navegación, control de crecidas, neutralización de sedimentos, provisión de agua para beber y usos industriales, riego, ganadería, forestación y un sin número de beneficios indirectos para todo el norte argentino (NOA-NEA)”. Cuando la Comisión fue disuelta y sus estudios fueron traspasados a una nueva Comisión —dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores—, la mayor parte de la documentación técnica desapareció. Si bien por el tiempo transcurrido era necesario replantear muchos aspectos del proyecto de la primera Comisión, el Dr. Boscovich lo calificó de “excepcional para hacer del aprovechamiento del Bermejo un eje de desarrollo y un eje integrador del interior argentino y […] al proceso de complementación físico regional del Mercosur – Cono Sur”. Con el proyecto del Río Bermejo se pretende desarrollar una zona casi desértica de unos 250.000 km2 ubicada en el corazón de la República y que comprende una parte significativa de las provincias de Chaco, Formosa, Salta, el Noroeste de Santa Fe y Santiago del Estero —luego mencionaremos el papel de Córdoba—. Para incorporar esta zona a la civilización es necesario construir dos canales navegables y varios diques. De esta forma, el potencial del caudal de agua del Bermejo podría destinarse al consumo doméstico —llegaría a unas dos millones de personas—, a la producción de energía eléctrica, y al uso para ganadería, agricultura y consumos industriales. Los dos canales a construirse deberían tener entre 45 y 50 metros de ancho por 3 de profundidad, alcanzarían, en conjunto, los 1730 km de extensión y requerirían 40 m3 por segundo de agua trabajando las veinticuatro horas del día —menos del 10% del caudal regulado del Bermejo, que es de 450 m3 por segundo—. La navegación se realizaría en barcazas de escaso costo y con gran capacidad de carga. Aunque el Dr. Boscovich plantea la idea de utilizar barcazas autopropulsadas de 5.000 toneladas, livianas y de poco calado, brinda interesantes cifras: una barcaza con carga útil de 1.000 toneladas equivale a un tren de treinta vagones y un convoy de tres barcazas tiradas por un remolcador equivale a un tren de cien vagones. Además, el consumo de combustible del remolcador es muy inferior al de la locomotora porque el roce con el agua gasta menos energía que el roce con el suelo. Así, en distancias superiores a los 400km, el costo de trasporte en agua resulta mucho menor que el ferroviario y que el realizado en camiones. La cita del Dr. Boscovich que transcribiremos a continuación explica el propósito de este artículo: “Se reitera que esta obra debe ser realizada asimismo para beneficio de los países vecinos y especialmente Bolivia, que tendrá por ella su eficiente gran salida al mar con un medio de transporte más apto para las necesidades de su actual producción”. El río Pilcomayo podría ser racionalizado con un dique y sus aguas se podrían utilizar parcialmente en un canal que, atravesando Formosa, se conectara con el canal lateral que desagua en el río Paraguay y que, desde allí, vuelca sus aguas al Atlántico.
LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, CON SU GRAN POTENCIAL HUMANO Y SU CAPACIDAD INDUSTRIAL Y AGRÍCOLA, PODRÍA INCORPORARSE A ESTE PROYECTO INTERNACIONAL
El ingeniero José Palacio, calificado profesional cordobés, proyectó la construcción de un canal que se uniría al segundo canal del Bermejo en las proximidades de la localidad de Añatuya, provincia de Córdoba, atravesando los ríos Primero y Segundo; desembocaría en el Paraná al norte de Rosario por el cauce del río Carcarañá. La participación de Córdoba aseguraría, además, el éxito de la iniciativa.
LA OBRA PROPUESTA PUEDE REALIZARSE, SEGÚN LO ESTABLECIDO EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
A día de hoy, la Argentina está sin un cobre, pero es una muy buena oportunidad para recordar un milenario proverbio vasco que dice: “Lo imposible, poniéndose a ello, está hecho” —en su idioma original, el euskera, “ezina ekinez egina”—. Según el parecer de quien suscribe estas palabras, esta obra puede hacerse si, como dice el artículo 75 inciso 18, de la Constitución Nacional, utilizamos para financiarla “concesiones de privilegios y recompensa de estímulo”, sin olvidar lo dispuesto en el inciso 19. Si nuestros antepasados pudieron trazar la red ferroviaria más grande de América del Sud donde no había más que desierto, está claro que en unos años podremos nosotros comunicar Salta y Jujuy con el mar, incorporar a la docta Córdoba a un proyecto a su medida, terminar con la mediterraneidad de Bolivia y abrir un camino de agua al Chaco paraguayo. Lo importante, como dijo el General Manuel Savio —un gran realizador de sueños— “es no demorar más”.
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Por JUAN JOSÉ GUARESTI (nieto)
El Bermejo nace en las montañas de la República de Bolivia e ingresa a nuestro territorio por la provincia de Salta. Tiene unos 1.300 km de largo —hasta su desembocadura en el Río Paraguay— y un caudal promedio de unos 450 m3 por segundo. Es un río muy dificultoso para la navegación porque su caudal puede llegar a los 5.000 m3 por segundo en determinadas épocas del año, pero en otras no superar los 20 m3, es decir, varía pronunciadamente. Hasta hoy, este río no tiene ningún uso, pese a que mentes muy calificadas han dicho que podría ser una fuente de riqueza extraordinaria para la República Argentina. Quedará entonces en manos del lector, a quien vamos a proporcionar algunos datos, formar una opinión y resolver el enigma. La información concerniente al Río Bermejo que mencionamos en este artículo fue obtenida de las obras del Doctor Nicolás Boscovich: Geoestrategia para la integración regional y Aprovechamiento Fluvial Múltiple del Río Bermejo —del Cuaderno Académico de la Escuela de Defensa Nacional 4/2001—, ambos de inexcusable lectura.
LA CUESTIÓN ECONÓMICA
En sus muchas publicaciones, el Dr. Boscovich abogó por la utilización del Bermejo como medio de transporte y comunicación, dado que el costo del instrumento fluvial resulta unas cinco veces menor que el ferroviario y unas quince veces menor que el camión. Esta apreciación del Dr. depende de la distancia a recorrer, pero muestra que la navegación fluvial puede reducir el nivel de precios de la economía argentina, hecho que impactaría positivamente en la pobreza y en la inflación que nos agobian. Resulta evidente que una baja en el costo de los bienes y servicios de producción nacional debido a la reducción en el precio del transporte incrementaría la capacidad para insertarnos ventajosamente en los mercados mundiales; como consecuencia, las exportaciones aumentarían en gran medida. En distancias cortas, el rendimiento del camión como medio de transporte es imbatible, pero a partir de los 400 km tanto el ferrocarril como el transporte fluvial son mucho más económicos; entre estos últimos, el fluvial no tiene parangón.
EL APROVECHAMIENTO DEL RÍO BERMEJO PODRÍA PERMITIR DESARROLLAR UNOS 250.000 KM2 DE SUELO ARGENTINO Y DARLE SALIDA AL MAR A LA REPÚBLICA DE BOLIVIA Y A LA REGIÓN DEL CHACO PARAGUAYO
El río Bermejo ha sido calificado como “salvaje” por las variaciones en su cauce antes mencionadas, pero según el decreto ley 16288/56 del Presidente Provisional General Pedro Aramburu, sus aguas pueden usarse para navegar en un canal lateral al cauce del río. A partir de un decreto de octubre de 1956 se decidió estudiar la factibilidad de la construcción de un segundo canal que, partiendo del río, “cruce la provincia de Salta, Santiago del Estero y Santa Fe hasta desembocar en el Paraná”. Luego, por otro decreto ley de 1957 se creó la Comisión Nacional del Río Bermejo (C.N.R.B.), presidida por el Contralmirante Gregorio Antonio Portillo durante diez años. Sus trabajos inspiraron al Dr. Boscovich porque establecieron la filosofía del emprendimiento: utilizar el caudal de ese río y sus afluentes para “la creación de una infraestructura de usos múltiples: energía, navegación, control de crecidas, neutralización de sedimentos, provisión de agua para beber y usos industriales, riego, ganadería, forestación y un sin número de beneficios indirectos para todo el norte argentino (NOA-NEA)”. Cuando la Comisión fue disuelta y sus estudios fueron traspasados a una nueva Comisión —dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores—, la mayor parte de la documentación técnica desapareció. Si bien por el tiempo transcurrido era necesario replantear muchos aspectos del proyecto de la primera Comisión, el Dr. Boscovich lo calificó de “excepcional para hacer del aprovechamiento del Bermejo un eje de desarrollo y un eje integrador del interior argentino y […] al proceso de complementación físico regional del Mercosur – Cono Sur”. Con el proyecto del Río Bermejo se pretende desarrollar una zona casi desértica de unos 250.000 km2 ubicada en el corazón de la República y que comprende una parte significativa de las provincias de Chaco, Formosa, Salta, el Noroeste de Santa Fe y Santiago del Estero —luego mencionaremos el papel de Córdoba—. Para incorporar esta zona a la civilización es necesario construir dos canales navegables y varios diques. De esta forma, el potencial del caudal de agua del Bermejo podría destinarse al consumo doméstico —llegaría a unas dos millones de personas—, a la producción de energía eléctrica, y al uso para ganadería, agricultura y consumos industriales. Los dos canales a construirse deberían tener entre 45 y 50 metros de ancho por 3 de profundidad, alcanzarían, en conjunto, los 1730 km de extensión y requerirían 40 m3 por segundo de agua trabajando las veinticuatro horas del día —menos del 10% del caudal regulado del Bermejo, que es de 450 m3 por segundo—. La navegación se realizaría en barcazas de escaso costo y con gran capacidad de carga. Aunque el Dr. Boscovich plantea la idea de utilizar barcazas autopropulsadas de 5.000 toneladas, livianas y de poco calado, brinda interesantes cifras: una barcaza con carga útil de 1.000 toneladas equivale a un tren de treinta vagones y un convoy de tres barcazas tiradas por un remolcador equivale a un tren de cien vagones. Además, el consumo de combustible del remolcador es muy inferior al de la locomotora porque el roce con el agua gasta menos energía que el roce con el suelo. Así, en distancias superiores a los 400km, el costo de trasporte en agua resulta mucho menor que el ferroviario y que el realizado en camiones. La cita del Dr. Boscovich que transcribiremos a continuación explica el propósito de este artículo: “Se reitera que esta obra debe ser realizada asimismo para beneficio de los países vecinos y especialmente Bolivia, que tendrá por ella su eficiente gran salida al mar con un medio de transporte más apto para las necesidades de su actual producción”. El río Pilcomayo podría ser racionalizado con un dique y sus aguas se podrían utilizar parcialmente en un canal que, atravesando Formosa, se conectara con el canal lateral que desagua en el río Paraguay y que, desde allí, vuelca sus aguas al Atlántico.
LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, CON SU GRAN POTENCIAL HUMANO Y SU CAPACIDAD INDUSTRIAL Y AGRÍCOLA, PODRÍA INCORPORARSE A ESTE PROYECTO INTERNACIONAL
El ingeniero José Palacio, calificado profesional cordobés, proyectó la construcción de un canal que se uniría al segundo canal del Bermejo en las proximidades de la localidad de Añatuya, provincia de Córdoba, atravesando los ríos Primero y Segundo; desembocaría en el Paraná al norte de Rosario por el cauce del río Carcarañá. La participación de Córdoba aseguraría, además, el éxito de la iniciativa.
LA OBRA PROPUESTA PUEDE REALIZARSE, SEGÚN LO ESTABLECIDO EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
A día de hoy, la Argentina está sin un cobre, pero es una muy buena oportunidad para recordar un milenario proverbio vasco que dice: “Lo imposible, poniéndose a ello, está hecho” —en su idioma original, el euskera, “ezina ekinez egina”—. Según el parecer de quien suscribe estas palabras, esta obra puede hacerse si, como dice el artículo 75 inciso 18, de la Constitución Nacional, utilizamos para financiarla “concesiones de privilegios y recompensa de estímulo”, sin olvidar lo dispuesto en el inciso 19. Si nuestros antepasados pudieron trazar la red ferroviaria más grande de América del Sud donde no había más que desierto, está claro que en unos años podremos nosotros comunicar Salta y Jujuy con el mar, incorporar a la docta Córdoba a un proyecto a su medida, terminar con la mediterraneidad de Bolivia y abrir un camino de agua al Chaco paraguayo. Lo importante, como dijo el General Manuel Savio —un gran realizador de sueños— “es no demorar más”.
Juan José Guaresti (nieto)
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 3, 2020