Louis Abel Charles Tellier fue un ingeniero francés que nació en Amiens, una ciudad del norte de Francia, en 1828. Sus estudios de ingeniería mecánica lo llevaron a especializarse en la compresión del aire y en la basicidad del amoníaco, en modelar el comportamiento de este gas incoloro y de un olor característico. Fue él uno de los primeros en descubrir y aprovechar el amoníaco en la producción e industrialización del frío y del hielo, en un proceso conocido como “refrigeración por compresión de vapor”.
Basándose en los trabajos investigativos de otros dos científicos, Charles Thilorier, un inventor francés que descubrió el hielo seco, y el trabajo de Michael Faraday acerca de la licuefacción de gases en el área de la química, finalmente en 1857 creó su primera máquina frigorífica, para la producción de frío, a partir de la circulación de gas amoníaco líquido.
Junto con el ganadero uruguayo Francisco Lecocq, en 1868 diseñaron el transporte transatlántico de carne refrigerada a 0°. Para ello se adosó al buque de pasajeros “City of Rio de Janeiro”, una máquina refrigeradora a la que cargaron con carnes faenadas y algunas reses. Lamentablemente, a mitad del recorrido la maquinaria se averió, por lo que todo el cargamento se pudrió. No obstante, se pudo demostrar la viabilidad de la empresa porque, hasta el momento de la detención o parada de la máquina, todo estaba en perfecto estado.
La Europa del último tercio del siglo XIX se vio envuelta en dos conflictos bélicos importantes, la guerra de Crimea y la guerra franco-prusiana; el tiempo de su transcurrir fue aprovechado por Tellier para escribir un libro que titulara: “Historia de una invención moderna: el frigorífico”, un manual descriptivo bien completo en el que no solo abordaba el tema del refrigerador, sino también sus posibles aplicaciones; estas últimas fueron bien vistas por los ganaderos de ambas márgenes del Río de la Plata quienes, con el apoyo económico de los ingleses, se decidieron a exportar carne a Europa. “Le Frigorifique” fue el nombre que pusieron al buque que se acondicionó para ese fin.
Le Frigorifique partió de Ruán (Rouen), Francia, el 20 de setiembre de 1876 con un cargamento de carne refrigerada para prueba, compuesto por de 10 novillos, algunos corderos, cerdos, gallinas y patos, teniendo como destino el puerto de Buenos Aires.
Después de 105 días de navegación y tras haber sufrido algunas dificultades climáticas, como también controversias entre Tellier y los inversionistas ingleses y rioplatenses, en diciembre la nave ancló en Buenos Aires con la carne perfectamente conservada.
El regreso del buque frigorífico hacia Francia, se hizo unos días después y, en esta oportunidad, con 653 toneladas de carne vacuna argentina de excelente calidad. Fue tal el éxito de este proyecto motivó que las personas con gran poder adquisitivo, la clase alta rioplatense, se avocara a destinar sus esfuerzos productivos hacia al sector agropecuario, o sea el sector agrícola y sector pecuario (ganadería); esto claro en detrimento de otra actividad que iba emergiendo, la industrial.
En 1877 y equipado con el sistema de congelamiento Carre-Julien (a -30º C), del ingeniero francés Ferdinand Carré, conocido como el inventor de los equipos de refrigeración utilizados para producir hielo, arribó otro barco, «Le Paraguay». Esta técnica, que congelaba la carne hasta convertirla en un bloque de hielo, aseguraría un mejor resultado, con lo que permitió la exportación a gran escala de carne hacia Europa, porque se aseguraba la conservación durante más tiempo. Con el método de Tellier se podía conservar como máximo 45 días (equivaldría al enfriado o chilled beef).
Los frigoríficos no solo influyeron en la actividad ganadera, sino también en el desarrollo de la cerealera, dado que se consiguió un cambio en las pasturas que se utilizaba como alimento para los animales; además de jugar un papel importante en la economía, por contar con tecnología de avanzada y estándares de comercialización elevados, para llevar las mejores carnes a todo el mundo.
En el caso específico del frigorífico “The River Plate Fresh Meat Company”, de Campana, no sólo fue el primer frigorífico de la zona Deltaica, sino que también puede ostentar de ser el primer frigorífico de Sudamérica, y el visionario e inversor George Drabble fue el responsable del mismo.
El asado de tira, un ícono y símbolo argentino, se cortó por primera vez en el The River Plate Fresh Meat Co., en el que, con la incorporación de una sierra, se logró cortar transversalmente los huesos del costillar de la res.
Para los argentinos, el asado no solo es un delicioso plato; es el sello para acompañar los domingos, es ese momento único para disfrutar en familia, o bien con amigos y, aunque se pueda repetir todas las semanas, por sí mismo es la comida que convoca a la camaradería.
Organizar un asado con la familia, con amigos, o mismo entre colegas, es una de las costumbres más arraigadas en Argentina; es una buena oportunidad para que, alrededor de la parrilla, se disfruten chistes, confidencias y anécdotas, armonizado con un buen vino tinto.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
En 1834 este Sumo Pontífice acusó a su inventor, ingeniero mecánico y físico estadounidense Jacob Perkins, de meterse en el terreno de Dios
Antiguamente, tanto el alimento como la bebida, se conservaba frío utilizando hielo de las montañas envuelto en paja.
Al enterarse del invento de Perkins, el Papa Gregorio XVI comentó, según dichos de ese momento, “eso es meterse en el terreno de Dios. Ahora van a llevar su irreverencia blasfema hasta el extremo de fabricar sangre“… Ya saben fabricar hielo en ese tiempo, fue el trampolín para que todo lo inherente al frío.
◘
Louis Abel Charles Tellier fue un ingeniero francés que nació en Amiens, una ciudad del norte de Francia, en 1828. Sus estudios de ingeniería mecánica lo llevaron a especializarse en la compresión del aire y en la basicidad del amoníaco, en modelar el comportamiento de este gas incoloro y de un olor característico. Fue él uno de los primeros en descubrir y aprovechar el amoníaco en la producción e industrialización del frío y del hielo, en un proceso conocido como “refrigeración por compresión de vapor”.
Junto con el ganadero uruguayo Francisco Lecocq, en 1868 diseñaron el transporte transatlántico de carne refrigerada a 0°. Para ello se adosó al buque de pasajeros “City of Rio de Janeiro”, una máquina refrigeradora a la que cargaron con carnes faenadas y algunas reses. Lamentablemente, a mitad del recorrido la maquinaria se averió, por lo que todo el cargamento se pudrió. No obstante, se pudo demostrar la viabilidad de la empresa porque, hasta el momento de la detención o parada de la máquina, todo estaba en perfecto estado.
La Europa del último tercio del siglo XIX se vio envuelta en dos conflictos bélicos importantes, la guerra de Crimea y la guerra franco-prusiana; el tiempo de su transcurrir fue aprovechado por Tellier para escribir un libro que titulara: “Historia de una invención moderna: el frigorífico”, un manual descriptivo bien completo en el que no solo abordaba el tema del refrigerador, sino también sus posibles aplicaciones; estas últimas fueron bien vistas por los ganaderos de ambas márgenes del Río de la Plata quienes, con el apoyo económico de los ingleses, se decidieron a exportar carne a Europa. “Le Frigorifique” fue el nombre que pusieron al buque que se acondicionó para ese fin.
Le Frigorifique partió de Ruán (Rouen), Francia, el 20 de setiembre de 1876 con un cargamento de carne refrigerada para prueba, compuesto por de 10 novillos, algunos corderos, cerdos, gallinas y patos, teniendo como destino el puerto de Buenos Aires.
Después de 105 días de navegación y tras haber sufrido algunas dificultades climáticas, como también controversias entre Tellier y los inversionistas ingleses y rioplatenses, en diciembre la nave ancló en Buenos Aires con la carne perfectamente conservada.
El regreso del buque frigorífico hacia Francia, se hizo unos días después y, en esta oportunidad, con 653 toneladas de carne vacuna argentina de excelente calidad. Fue tal el éxito de este proyecto motivó que las personas con gran poder adquisitivo, la clase alta rioplatense, se avocara a destinar sus esfuerzos productivos hacia al sector agropecuario, o sea el sector agrícola y sector pecuario (ganadería); esto claro en detrimento de otra actividad que iba emergiendo, la industrial.
En 1877 y equipado con el sistema de congelamiento Carre-Julien (a -30º C), del ingeniero francés Ferdinand Carré, conocido como el inventor de los equipos de refrigeración utilizados para producir hielo, arribó otro barco, «Le Paraguay». Esta técnica, que congelaba la carne hasta convertirla en un bloque de hielo, aseguraría un mejor resultado, con lo que permitió la exportación a gran escala de carne hacia Europa, porque se aseguraba la conservación durante más tiempo. Con el método de Tellier se podía conservar como máximo 45 días (equivaldría al enfriado o chilled beef).
En el caso específico del frigorífico “The River Plate Fresh Meat Company”, de Campana, no sólo fue el primer frigorífico de la zona Deltaica, sino que también puede ostentar de ser el primer frigorífico de Sudamérica, y el visionario e inversor George Drabble fue el responsable del mismo.
El asado de tira, un ícono y símbolo argentino, se cortó por primera vez en el The River Plate Fresh Meat Co., en el que, con la incorporación de una sierra, se logró cortar transversalmente los huesos del costillar de la res.
Para los argentinos, el asado no solo es un delicioso plato; es el sello para acompañar los domingos, es ese momento único para disfrutar en familia, o bien con amigos y, aunque se pueda repetir todas las semanas, por sí mismo es la comida que convoca a la camaradería.
Organizar un asado con la familia, con amigos, o mismo entre colegas, es una de las costumbres más arraigadas en Argentina; es una buena oportunidad para que, alrededor de la parrilla, se disfruten chistes, confidencias y anécdotas, armonizado con un buen vino tinto.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius
En 1834 este Sumo Pontífice acusó a su inventor, ingeniero mecánico y físico estadounidense Jacob Perkins, de meterse en el terreno de Dios
Antiguamente, tanto el alimento como la bebida, se conservaba frío utilizando hielo de las montañas envuelto en paja.
Al enterarse del invento de Perkins, el Papa Gregorio XVI comentó, según dichos de ese momento, “eso es meterse en el terreno de Dios. Ahora van a llevar su irreverencia blasfema hasta el extremo de fabricar sangre“… Ya saben fabricar hielo en ese tiempo, fue el trampolín para que todo lo inherente al frío.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 13, 2023