El pintor no conseguía darle color a sus sueños. La inspiración ha muerto, se comentaba a sí mismo frente a cualquier cristal que encontraba. Una buena noche, de esas que hay que recordar con piedra blanca, según criterios de Don Quijote, la musa descendió hasta el lecho de ocio.
Horas después su apartamento se había convertido en algo muy parecido a un circo (sin payasos) y luego la alegría reinó entre los ceniceros saturados y las botellas vacías, mientras creaba un nuevo lienzo, con la imagen en cuerpo presente de una sirena que arrastró la última tormenta del pasado invierno.
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[ezcol_1quarter].[/ezcol_1quarter] [ezcol_1half]Por Rafael Midence-Ávila
El pintor no conseguía darle color a sus sueños. La inspiración ha muerto, se comentaba a sí mismo frente a cualquier cristal que encontraba. Una buena noche, de esas que hay que recordar con piedra blanca, según criterios de Don Quijote, la musa descendió hasta el lecho de ocio.
Horas después su apartamento se había convertido en algo muy parecido a un circo (sin payasos) y luego la alegría reinó entre los ceniceros saturados y las botellas vacías, mientras creaba un nuevo lienzo, con la imagen en cuerpo presente de una sirena que arrastró la última tormenta del pasado invierno.
[/ezcol_1half] [ezcol_1quarter_end].[/ezcol_1quarter_end]PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 16, 2020