Ayer, 8 de marzo, día en que se pretende festejar a las mujeres, un grupo de energúmenas, desaforadas, mal aseadas, que difícilmente se puedan confundir con mujeres de verdad, realizaron la representación de un aborto. El aborto de nada menos que nuestro Señor Jesucristo.
En la foto pueden ver a la Virgen María abortando a Jesús.
Ya sabemos que los católicos estamos para el “cachetazo” porque estas pretendidas libertarias no se meten con otras religiones menos tolerantes con las ofensas a sus símbolos.
Las que pretenden respeto no respetan. Las que protestan contra la violencia, son violentas.
El Arzobispo de Tucumán, Monseñor Zecca, difundió una declaración de repudio que se acompaña, también.
Personalmente no tengo una buena impresión sobre Carrió. Creo que es una persona inestable emocionalmente, oportunista y ególatra. Tampoco creo su “numerito” de fiscal de la República ni su tan cacareada honestidad.
Es difícil transmitir a quien no es abogado la obscenidad que constituyó la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Su nulidad significó el puntapié inicial para el festival de juicios mal llamados de “lesa humanidad”. Las leyes de OD y PF habían sido aprobadas por ambas cámaras del Congreso Nacional, promulgadas por el Ejecutivo y declaradas constitucionales por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en doce oportunidades (dieciséis sumando por separado cada una) y no podían ser anuladas. Podrían, tal vez, derogarse pero nunca anular sus efectos en forma retroactiva. Se anula un acto jurídico que no se realizó en la debida forma, con los mínimos elementos constitutivos del acto. Por ejemplo, una sentencia que no es firmada por el juez es nula. Carece del elemento mínimo que es la convalidación del juez natural.
No pasó esto con las leyes que no sólo existieron sino que se aplicaron reiteradas veces. La Corte Suprema de Justicia que es la encargada del control de legalidad nunca detectó ningún defecto ni nadie lo denunció. Simplemente, hubo “voluntad política” de condenar y para ello se realizó el primer gran zaffarrancho legal que fue la anulación de leyes.
Carrió, que es abogada, fue una de las espadas que llevó adelante este mamarracho. Sinceramente dudo que lo haya hecho por convicción política puesto que fue funcionaria del Proceso, fiscal en el Chaco. Durante su desempeño ocurrió lo que se denominó la “masacre de Margarita Belén” por la que está presa injustamente mucha gente. Carrió pudo investigar la supuesta “masacre” y no lo hizo. Por situaciones similares a la suya hay fiscales y jueces presos. Cuando se la interpeló por este asunto afirmó que en realidad no era fiscal, que era empleada de la fiscalía y que el motivo por el que trabajó para el Proceso fue “que necesitaba una obra social porque estaba enferma, porque sino ME-MO-RÍA”, remarcando cada sílaba. No “memoria”, “me moría”. Misteriosamente el decreto de su nombramiento desapareció.
La he conocido personalmente en un coloquio que organizó en su fundación Hannah Arendt, donde reunió para dialogar sobre la problemática de los 70 a Graciela Fernández Meijide, Victoria Villarruel, Arturo Larrabure. Puede verse el video Carrió en esta página :
Allí hizo un largo y encendido discurso en favor de la legalidad y que ella se iba a encargar de revisar los procesos que estuvieran viciados. Esto fue en abril de 2015 y todavía no ha hecho nada. Viene diciendo lo mismo, con la misma oratoria convincente que caracteriza a los radicales históricos, desde el mismo momento en que comenzaron los circos judiciales.
Tengo una anécdota que no protagonicé yo sino una abogada de mi mayor confianza, miembro de Justicia y Concordia, la Dra. María Monguillot.
Carrió vivía en un departamento en Santa Fe y Paraná. Un departamento supuestamente cedido por “el partido”. Misteriosamente todas sus viviendas son prestadas o alquiladas pero esa es otra historia.
La Dra. Monguillot me comentó que siempre veía a Carrió en un café cercano a esa zona tomando el desayuno. Estábamos próximos a las PASO de 2013. María se le sentó de prepo en la mesa y comenzó a hablarle de los presos políticos que ella visitaba, de cómo sus vidas corrían riesgo por las condiciones extremas de detención en Marcos Paz, de la ilegalidad de los juicios, de la injusticia para los familiares. Carrió asentía con gesto de comprensión, afirmó que todo eso lo conocía muy bien y que estaba trabajando para revertir la situación, que se quedara tranquila, todo con la misma oratoria justiciera que la caracteriza.
María se despidió y Carrió le dejó un mensaje “mándeles, por favor, un besito a los detenidos en Marcos Paz”.
Estábamos próximos a las PASO, (lo dije?) y la “familia militar” engloba a dos millones de personas.
En la película “La vida de los otros” una melodía compuesta por Beethoven fue interpretada por el protagonista al saber que un amigo suyo se había suicidado porque no podía aguantar la presión del socialismo alemán. Aseguraba que la armonía de esta sonata podía transmitir bondad hasta en los más gélidos agentes del régimen.
Deberíamos tocar esa melodía todas las mañanas en nuestro país porque le falta bondad, le falta decencia.
Hoy, en el diario fundado con los dineros del terrorista Enrique Gorriarán Merlo: Pagina 12, se acusa a un funcionario del gobierno de realizar gestiones humanitarias.
Al Dr. Gustavo Gettar lo acusan de humano.
Los que lo acusan del crimen de “humanidad” transparentan indisimuladamente su interés en que los presos políticos de argentina mueran por falta de atención médica. Que se mueran sin justicia ya lo conocemos pero la inhumanidad de pretender que se mueran si atención médica debería darle vergüenza hasta a quien escribió la nota. Tal vez por eso lo hizo en forma anónima.
Transparenta también la inutilidad de la burocracia derechohumanista de nuestro país que sólo sirve para odiar, acusar, escrachar, denunciar. Nunca salvar vidas.
Ningún grupo “derechohumanista” se interesó por casos aberrantes como los de Molina, el comisario Becerra, el Grl Saint Jean , el comisario Alais, el Cap. Scheller, etc. Estos y muchos casos infames que hemos denunciado ante la Cruz Roja Nacional e Internacional, órgano igualmente inútil. Su representante en Argentina tenía tanto temor de ser relacionada con la ayuda humanitaria a los “represores” que se negó a que fuéramos a sus oficinas en Buenos Aires y sólo acepto reunirse con los representantes de Justicia y Concordia en el estudio de su presidente, Dr. Alberto Solanet. Sépanlo los que escriben en Página 12: Alexandra Manescu se reunió a escondidas con abogados de la Asociación Justicia y Concordia. Otro tanto se puede decir de la ONU, la Secretaría de DDHH y ni hablar de los abiertamente politizados como las “Madres” y “Abuelas”; todos grupos burocráticos, inútiles y pomposos.
La acusación es grave: ser un hombre bueno, ser un hombre decente. Cuando le pedí al Dr. Gettar que intervenga por el civil Miguel Angel Furci a éste ya le habían dado la unción de los enfermos porque su caso era (y es) muy grave. Dos veces tuberculosis contraída en prisión, 60 ks. de peso, operado del corazón. Ahora tiene una obstrucción urinaria y frecuentes infecciones por una sonda colocada hace diez meses. Necesita una operación pero no lo operan, con la intención evidente de que se muera de inhumanidad. La gestión de Gettar logró que lo lleven el día 14 al hospital para que ya se quede allí, hasta su operación. Es falso lo que dice el juez Grünberg cuando afirma que fue tratado de una infección que apareció “en las últimas semanas”, viene teniendo infecciones desde hace diez meses, recurrentes, debilitantes y nunca se había ordenado que vaya a un hospital hasta que intervino el funcionario del Ministerio.
El diario de Gorriarán Merlo justifica esta persecución en que Furci fue esto o aquello. Relatan sus antecedentes como una abierta justificación de la condena a muerte. Es cierto, Furci es civil, fue parte de la SIDE, de la SIDE de Stiusso para más datos. Una institución que como las otras, se desentiende de sus presos políticos.
No voy a hacer una apología de su actuación en la SIDE porque no la conozco pero es una hipocresía que él esté preso y todos los políticos que le dieron órdenes, libres. Es una hipocresía mayor, que se utilicen sus antecedentes como justificativo para matarlo.
Afirma el pasquín que una nota del Dr. Gettar fue filtrada por algún empleado molesto por tanto humanismo. No es cierto. Este tipo de operaciones surge de las pinchaduras de correos electrónicos que realizan grupos paraestatales. Por añadidura buscan generarle al funcionario resquemores entre sus empleados.
Si nunca le habíamos dado las gracias públicamente fue por evitar generarle un entredicho con su propio gobierno. Sabemos de la cobardía de la política. Alguna vez le advertimos que podía perder el trabajo y manifestó que no le importaba.
Pues a mí sí me importa.
Muchos de nosotros apoyamos a este gobierno, fuimos fiscales en zonas peligrosas como Avellaneda y La Matanza, zonas hostiles a Cambiemos y peleamos palmo a palmo cada voto. Todavía no asimilamos que le hayan pedido la renuncia a Carlos Manfroni por el delito de opinión y, por el contrario, no le hayan pedido la renuncia al soldado traidor Hernán Invernizzi, entregador del Comando Sanidad en donde asesinaron al Cnel Duarte Hardoy. Invernizzi trabaja hace años para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco asimilamos que las radios y canales estatales estén llenas de terroristas como Eduardo Anguita, Miriam Lewin, miembros de las FARC, las Madres de Plaza de Mayo, y un largo etcétera.
Ahora veamos cómo actúa el gobierno de Cambiemos, esperemos que no se equivoquen otra vez. No los votamos para que sean hipócritas, cobardes o políticamente correctos. Los votamos para que vengan a cambiar la bancarrota moral en la que está el país.
Desde estas humildes palabras deseo agradecerle al Dr. Gustavo Gettar. Deseo que se conozca que al menos hay UN hombre bueno en la función pública, un hombre al que no le importa poner su trabajo en peligro para salvar vidas. A diferencia de los jueces prevaricadores que le roban la libertad a la gente y la matan sólo por un 30% extra de sueldo, este funcionario se enfrentó a la inhumanidad del régimen heredado y salvó varias vidas.
El viernes 28 de octubre, en el editorial de LA NACION titulado “Un símbolo emblemático de la mentira” se afirma en la bajada: “El debate por los derechos humanos no es propiedad de ningún sector político; pretenderlo es desconocer, precisamente, los derechos de todos a saber la verdad”.
Estoy totalmente de acuerdo. Al mismo tiempo, como son correctamente citadas opiniones mías sobre el número de los desaparecidos, me siento en la necesidad de decir que es cierto: hay un número de denuncias debidamente documentadas sobre las cuales, y con el indispensable testimonio de testigos -muchos de estos sobrevivientes de centros clandestinos- en 1985 comenzó el camino de la justicia con el juicio a las tres primeras juntas militares de la dictadura que, tras una interrupción de varios años, fue reiniciado en 2005 hasta ahora.
Podríamos decir que, por las particulares circunstancias que vivió este país, incluida la Guerra de Malvinas, a diferencia de lo que ocurrió en países hermanos cuando también recuperaban la democracia, se pudo enjuiciar en la Argentina al terrorismo de Estado. Todo cuanto se conoce sobre quienes fueron víctimas del más perverso método de represión, los desaparecidos, proviene de lo denunciado por los familiares o de los sobrevivientes que colaboraron con sus relatos ante los jueces.
¿Qué está faltando? Nada más ni nada menos que la información sobre el destino de miles de personas, información que ocultan aquellos que sí lo saben. El reclamo a la respuesta ¿qué pasó con los desaparecidos? se mantiene en trágica vigencia.
Ante esta realidad, no veo prioritario discutir cifras y sí enfatizar que no se respondió a ese interrogante.
En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos, el reclamo debería dirigirse a quienes esconden la información que permitiría a los familiares que aún vivimos aliviar el dolor de un duelo que nunca termina. También aceleraría la recuperación de la identidad de quienes siendo bebes o habiendo nacido cuando su madre estaba secuestrada, hoy adultos, buscan todavía las Abuelas.
La Dra. Andrea Palomas Alarcón nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1965 en el seno de una familia de clase media. Padre policía (se retiró como comisario de la Policía Federal en 1967) y madre empresaria, tenía un negocio de ropa y su propio taller de confecciones.
Fue a una escuela religiosa en donde perdió la fe en la Iglesia, no en Dios ni en Cristo, sólo en la Iglesia.
Estudió equivocadamente agronomía, por creer que esos veranos en el campo de unos amigos en La Pampa eran la forma en que quería vivir el resto de su vida. Nunca se desvinculó totalmente de ese sueño pero siguió otros…como pelear contra la injusticia.
Estudió derecho y conoció la justicia desde ambos lados del mostrador, estuvo algún tiempo en un juzgado civil como meritoria y luego pasó por varios estudios jurídicos como procuradora, abogada junior y socia. Hoy tiene su propio estudio y perseguir el sueño de pelear por un país más justo, más ajustado a las leyes es como se ve terminando sus días.
Pensé en contestarle a la Sra. Graciela Fernández Meijide su carta de hoy en La Nación mediante una carta, mía, abierta pero después recordé que los derechosos defensores de “genocidas” somos básicamente ingenuos y me pregunté si le interesará verdaderamente mi opinión.
Prefiero escribirle a una sociedad ingenua como yo, que ya empieza a entender que ha sido estafada en su buena fe… una y otra vez.
Le digo a esa sociedad, por si no lo sabe, que Pablo Fernández Meijide no era un joven “guevarista” como su madre lo presenta, volcando sus propias preferencias políticas, tal vez, como esos padres que vuelcan en sus hijos la frustración de una carrera trunca. “Pablito”, como lo llama en los reportajes, era montonero “uno de sus mejores cuadros” dicen sus camaradas y se preguntan frecuentemente porque Graciela lo niega y lo oculta. Se lo preguntan con desdén y reproche.
Pablito era montonero y según su madre, desapareció de su hogar una madrugada del ´77 mientras dormía apaciblemente. Una “patota” de monstruos entró a su casa por la fuerza y se lo llevó.
Pablito tenía a otros amigos durmiendo en su cuarto, en bolsas de dormir y colchones; a ninguno de ellos se lo llevaron y, ni siquiera, los demoraron para averiguar sus antecedentes pero ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si Pablito era montonero, sus amigos podrían estar vinculados a la “orga”.
Sorprendentemente tampoco despertaron a sus hermanos, un varón y una mujer, que dormían en cuartos cercanos y no oyeron ni vieron nada. Ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si entraban a la casa de un montonero, sus cómplices podrían atacarlos por sorpresa. No revisaron la casa ni reunieron a la familia en un mismo lugar, para tenerlos a la vista, bajo control.
¿Por qué nos vamos a sorprender? ¿Acaso alguna vez se investigó algo respecto de los “desaparecidos”? La CONADEP era un gran escritorio y un gran libro en donde se anotaban denuncias. Nada más.
Se dice con benevolencia que los desaparecidos no son treinta mil, que son nueve mil. Y yo agrego con menos benevolencia: los “desaparecidos” no son nueve mil; nueve mil son las denuncias. El Estado argentino jamás investigó nada. Las denuncias se tomaban y se toman como verdades reveladas. Incuestionables.
Pero lo que más me indigna es que a casi 40 años de esos hechos, fracasada la operación “pedido de perdón”, la madre de Pablo reclame en una carta conocer la verdad de lo que sucedió con él. Y se lo reclame a los militares y policías presos a los que nadie les reconoce derecho alguno, ni a la verdad, ni a la justicia.
Dice Fernández Meijide en su carta que es “en aras de la verdad”.
Y yo le preguntaría que si tiene tanto interés en la “verdad” y no en el “juicio y castigo” con el que nos han torpedeado la cabeza a varias generaciones,¿ por qué no se presentó en los “Juicios por la verdad” de los noventas?
En el año 1999, ante la clausura de las causas penales por las leyes de obediencia debida y punto final, los que pretenden mantener abiertas las heridas de la guerra realizaron una presentación ante la CIDH con el patrocinio del CELS. Consiguieron una “solución amistosa” en la que el Estado argentino se comprometía a garantizar el “derecho a la verdad”.
Fue así que se desarrollaron unas representaciones teatrales (más grotescas que las actuales) en donde el Estado interrogaba con la promesa de no sancionar.
Muchos ingenuos se presentaron a esas representaciones artísticas y pensaron que si aportaran lo poco o mucho que sabían, esos deudos llorosos encontrarían la paz. Pensaron contribuir a cerrar las heridas. Heridas que a esta altura, debemos entender que no cerrarán jamás, porque son una estrategia de financiación política y dominación social.
El “acuerdo amistoso” impedía que la información recogida en los “Juicios por la Verdad” se utilizara para sancionar. La CIDH estuvo muy conforme con este acuerdo, nunca dijo que hubiera una costumbre internacional de sancionar, ni una responsabilidad internacional, ni nada parecido. Sin embargo las declaraciones de los ingenuos, que fueron buenamente a colaborar, hoy se las toman en su contra en los fraudulentos juicios penales de “lesa humanidad”.
Qué raro que la Sra. Fernández Meijide no se haya presentado a averiguar qué fue de Pablito en aquellos juicios.
Qué raro que se presente ahora, cuando el “pedido de perdón” que le propuso a sus enemigos como condición para hablar de la concordia, naufragó miserablemente.
Cuando nos presentan a la Sra. Fernández Meijide como un paladín de la ecuanimidad y los Derechos Humanos me recuerda a la diferenciación que se hacía hasta hace poco entre Carlotto y Bonafini. A una se la presentaba como a una dama y a la otra como una desaforada. Hoy, todos sabemos quiénes son.
Hace tiempo perdí mi ingenuidad respecto de la Sra. Fernández Meijide. Tenía mis reparos con esta persona pero me terminé de convencer cuando mi amiga Eneida, la esposa de un militar preso político, enfermo de mal de Parkinson, se le acercó durante el receso en una de estas charlas por la concordia nacional. Le agradeció emocionada que formara parte de estos encuentros y le contó el caso de su marido al que, en estos días, vuelven a juzgar, llevándolo y trayéndolo hasta muy altas horas de la noche y la madrugada.
Fernández Meijide, abandonando el tono edulcorado que observaba durante la charla le contestó secamente “yo trabajé 40 años para que los militares vayan presos, ahora ustedes trabajen para liberarlos… si pueden”.
En estos días el Vaticano está catalogando archivos secretos que haría públicos, sólo a familiares de “desaparecidos”.
Me parece que en beneficio de la verdad, la justicia y la concordia, todos los argentinos deberíamos poder acceder a esa información. Particularmente porque todos los argentinos, en mayor o menor grado, hemos sido víctimas de la violencia setentista.
Sería injusto, además, que personas que en estos momentos están siendo juzgadas por delitos de “lesa humanidad” no pudieran acceder a esa información para su defensa.
La Iglesia debería ofrecer a la sociedad toda la información disponible sobre ese conflicto, particularmente, la información sobre sus sacerdotes y monjas partidarios de la “Teología de la Liberación”. La Iglesia tiene mucha información al respecto. Sólo como ejemplo, existe la certeza de que, al menos, una de las dos monjas francesas, Alice Domon, había dejado la vida religiosa mucho antes de morir. Esta religiosa se había apartado de su comunidad, había dejado de usar los hábitos y en 1975 viajó a Francia a desvincularse legalmente de su Comunidad Religiosa. La Iglesia sabe esto y nunca lo ha hecho público. Ha dejado que personas fueran condenadas por la muerte de las “monjas” con todo lo que ese título pesa en el sentimiento y el imaginario popular.
La verdad debe ser completa sin ocultamientos estratégicos ni falsas justificaciones.
Todos los argentinos, particularmente los católicos, esperamos que la Iglesia comparta toda la información que posee y no sólo la que a una facción política le interesa que sea pública.
El presidente Macri dijo hace un par de días: “para mucha gente, un día, una semana puede ser una vida”. Fue en el marco de la presentación de “datos abiertos de la Justicia” y se refería a los tiempos de ésta.
No pudieron llegar en mejor momento sus palabras. El preso político Daniel Eduardo Robelo se encuentra en estos momentos en estado crítico, en coma inducido internado en el Hospital Naval.
Fue una semana completa la que lo tuvieron a fuerza de Buscapina para tratar el dolor de una obstrucción intestinal grave.
Sabemos que la Buscapina tapa los síntomas pero no el problema de fondo que tenía. El preso político debió haber sido llevado a un hospital de verdad.
En su lugar, cuando ya su situación era insostenible, lo trasladaron al Hospital de utilería denominado pomposamente “Hospital Penitenciario Central”. Afortunadamente algún médico consciente que todavía existen, lo derivó sin preguntar a los jueces al Hospital Naval en donde lo operaron de inmediato, descubriendo que tenía estallido y necrosis de dos metros de intestino que le fueron extirpados.
Los jueces Parra y Portela, responsables de esta felonía , salieron a autorizar el traslado rápidamente. Ni que hubiera necesidad, ya el Servicio Penitenciario Federal lo había hecho sin consultar, tal vez, previendo una negativa.
En la misma resolución, los jueces Parra y Portela conceden la domiciliaria y, de paso, autorizan a la familia a disponer del cuerpo por si se produce el deceso durante un día feriado. Están en la onda ecológica y ahorran papel.
El Poder Judicial está absolutamente fuera de control, respecto de los otros poderes y hasta de la realidad. El resto de los poderes del Estado ¿seguirá lavándose las manos ante estos desmanes?
Para algunas personas, un día, una semana pueden ser una vida. Minuto 12,29 de este video.
En Uruguay hubo dos plebiscitos. En dos ocasiones se le preguntó a la ciudadanía si quería que los militares y policías que habían luchado contra el terrorismo en Uruguay fueran a prisión. Se trató de la Ley de Caducidad; en Argentina se llamaría prescripción.
Los delitos, grandes o pequeños tienen un plazo para ser reclamados. En parte por una cuestión de estabilidad institucional y hasta mental. En parte por razones procesales, no es posible que alguien se defienda correctamente de algo que ocurrió hace 40 años. ¿Usted puede probar en donde estuvo hace exactamente un año? ¿Tiene testigos? Por ahí justo fue el cumpleaños de su mejor amigo y tiene docenas de testigos. Y…¿hace dos años? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Puede probar exactamente donde estuvo el día de hoy pero hace cinco años? Ante un testigo que afirma que hace cinco años usted tenía un apodo exótico y que lo torturó, ¿usted puede probar lo contrario? Transporte eso a cuarenta años atrás.
Dos plebiscitos se hicieron en Uruguay en los que los uruguayos votaron invariablemente que no querían perseguir a los militares y policías por la guerra de los 70. Dos veces.
Los defensores de la guerra por otros medios impulsaron dos plebiscitos porque creyeron que ganaban, que la gente iba a estar de su lado. La gente estuvo del lado de la paz. Dos veces.
¿Cómo aceptaron los defensores de la guerra por otros medios que la gente les diera la espalda? Con una de sus consignas automáticas “Los Derechos Humanos no se plebiscitan”
Los mismos que convocaron al plebiscito negaron la posibilidad de que se aplique cuando les salió en contra.
En Argentina.
Más cautelosos, evitaron convocar a un plebiscito en Argentina. Cada vez que alguien decía “preguntémosle a la gente” contestaban “Los Derechos Humanos no se plebiscitan”.
En su guerra contra el Cardenal Bergoglio los Kirchner apoyaron el matrimonio homosexual. La Iglesia sabía bien que ése no era el sentir del pueblo argentino y solicitó que se consultara al ciudadano. ¿Qué contestó la izquierda “progre”? “Los Derechos Humanos no se plebiscitan”.
En Clarín del 28 de junio de 2010, Alex Freyre, quien junto con su pareja fue el primer matrimonio gay por conveniencia le contestaba al odiado Bergoglio que los Derechos Humanos no se plebiscitan. Digo “matrimonio por conveniencia” porque se casaron para las cámaras de televisión haciéndose pasar por una pareja enamorada. Los que iban contra la “pareja enamorada” iban contra los Derechos Humanos y ya sabemos que los Derechos Humanos no se plebiscitan.
En cuanto a la guerra de los 70, las leyes de obediencia debida y punto final fueron votadas por ambas cámaras del Congreso Nacional; fueron promulgadas por el Poder Ejecutivo y declaradas constitucionales, al menos, en 12 oportunidades por la Corte Suprema de Justicia. Pero ya sabemos que los Derechos Humanos no se plebiscitan y por eso, un grupo de diputados mercenarios (algún día se investigará cuánto cobraron por impulsar la nulidad) junto con jueces mercenarios (¿será cierto que un juez cobró diez millones de dólares por decretar la inconstitucionalidad?) las declararon nulas con efecto retroactivo, alegando una oscura responsabilidad internacional que impide perdonar a uno de los bandos aunque sí al otro. Cuando alguien recordaba que las leyes habían sido aprobadas por los representantes del pueblo la izquierda oponía que no se podían condonar penas ni delitos porque los Derechos Humanos no se plebiscitan.
En Colombia.
En estos días, Colombia va a un plebiscito que llaman “por la paz”. El que no apruebe este plebiscito seguramente estará en contra de la paz. Se busca perdonar a las FARC delitos abominables que han sido declarados de “lesa humanidad”. No así a los militares y policías que los combatieron. Y no es que a las FARC, de pronto, les haya dado por la paz. Esa banda de narcoterroristas ha secuestrado, asesinado, violado, reducido a servidumbre, producido abortos forzosos, esterilizaciones forzosas, apropiaciones de menores, abandono forzado de menores, ha torturado, violentado cada derecho humano que uno pueda imaginar y hoy, por arte de magia y de una persecución militar que no les ha dado tregua, son los principales mentores de la paz.
Se condonarán todas las aberraciones que las FARC han causado en Colombia durante décadas. Todo con el edulcorado argumento de que, de pronto, han entendido que la hermandad entre los hombres es mejor a enriquecerse con la cocaína que envían a Estados Unidos y Europa. Que la paz de la humanidad es mejor que secuestrar pequeñas niñas, asesinar a sus padres y convertirlas en esclavas sexuales a las que se les provocará aborto tras aborto para que no sean una carga, en contra de su voluntad la mayoría de las veces o abandonaran a sus bebés en la selva para que mueran víctimas de los elementos, el hambre o las alimañas.
Se condonará en nombre de la paz el secuestro de personas a las que se tuvo de rehén en la selva durante décadas, encadenadas a un árbol, como a Ingrid Betancourt. Todo en nombre de una sensibilidad que, de pronto, ha brotado en los corazones de los jefes de las FARC.
Este plebiscito, para la izquierda eternamente hipócrita, sí es posible porque ya sabemos que los Derechos Humanos no se plebiscitan pero los Derechos Humanos son lo que la izquierda quiere que sean, lo que le conviene que sean y lo que nosotros no sabemos defender.
Ofensa a la Virgen
Ayer, 8 de marzo, día en que se pretende festejar a las mujeres, un grupo de energúmenas, desaforadas, mal aseadas, que difícilmente se puedan confundir con mujeres de verdad, realizaron la representación de un aborto. El aborto de nada menos que nuestro Señor Jesucristo.
En la foto pueden ver a la Virgen María abortando a Jesús.
Ya sabemos que los católicos estamos para el “cachetazo” porque estas pretendidas libertarias no se meten con otras religiones menos tolerantes con las ofensas a sus símbolos.
Las que pretenden respeto no respetan. Las que protestan contra la violencia, son violentas.
El Arzobispo de Tucumán, Monseñor Zecca, difundió una declaración de repudio que se acompaña, también.
Andrea Palomas Alarcón.
“Por sus frutos los conoceréis” Mateo 7:20
Por Andrea Palomas Alarcón
Personalmente no tengo una buena impresión sobre Carrió. Creo que es una persona inestable emocionalmente, oportunista y ególatra. Tampoco creo su “numerito” de fiscal de la República ni su tan cacareada honestidad.
Es difícil transmitir a quien no es abogado la obscenidad que constituyó la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Su nulidad significó el puntapié inicial para el festival de juicios mal llamados de “lesa humanidad”. Las leyes de OD y PF habían sido aprobadas por ambas cámaras del Congreso Nacional, promulgadas por el Ejecutivo y declaradas constitucionales por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en doce oportunidades (dieciséis sumando por separado cada una) y no podían ser anuladas. Podrían, tal vez, derogarse pero nunca anular sus efectos en forma retroactiva. Se anula un acto jurídico que no se realizó en la debida forma, con los mínimos elementos constitutivos del acto. Por ejemplo, una sentencia que no es firmada por el juez es nula. Carece del elemento mínimo que es la convalidación del juez natural.
No pasó esto con las leyes que no sólo existieron sino que se aplicaron reiteradas veces. La Corte Suprema de Justicia que es la encargada del control de legalidad nunca detectó ningún defecto ni nadie lo denunció. Simplemente, hubo “voluntad política” de condenar y para ello se realizó el primer gran zaffarrancho legal que fue la anulación de leyes.
Carrió, que es abogada, fue una de las espadas que llevó adelante este mamarracho. Sinceramente dudo que lo haya hecho por convicción política puesto que fue funcionaria del Proceso, fiscal en el Chaco. Durante su desempeño ocurrió lo que se denominó la “masacre de Margarita Belén” por la que está presa injustamente mucha gente. Carrió pudo investigar la supuesta “masacre” y no lo hizo. Por situaciones similares a la suya hay fiscales y jueces presos. Cuando se la interpeló por este asunto afirmó que en realidad no era fiscal, que era empleada de la fiscalía y que el motivo por el que trabajó para el Proceso fue “que necesitaba una obra social porque estaba enferma, porque sino ME-MO-RÍA”, remarcando cada sílaba. No “memoria”, “me moría”. Misteriosamente el decreto de su nombramiento desapareció.
La he conocido personalmente en un coloquio que organizó en su fundación Hannah Arendt, donde reunió para dialogar sobre la problemática de los 70 a Graciela Fernández Meijide, Victoria Villarruel, Arturo Larrabure. Puede verse el video Carrió en esta página :
Allí hizo un largo y encendido discurso en favor de la legalidad y que ella se iba a encargar de revisar los procesos que estuvieran viciados. Esto fue en abril de 2015 y todavía no ha hecho nada. Viene diciendo lo mismo, con la misma oratoria convincente que caracteriza a los radicales históricos, desde el mismo momento en que comenzaron los circos judiciales.
Tengo una anécdota que no protagonicé yo sino una abogada de mi mayor confianza, miembro de Justicia y Concordia, la Dra. María Monguillot.
Carrió vivía en un departamento en Santa Fe y Paraná. Un departamento supuestamente cedido por “el partido”. Misteriosamente todas sus viviendas son prestadas o alquiladas pero esa es otra historia.
La Dra. Monguillot me comentó que siempre veía a Carrió en un café cercano a esa zona tomando el desayuno. Estábamos próximos a las PASO de 2013. María se le sentó de prepo en la mesa y comenzó a hablarle de los presos políticos que ella visitaba, de cómo sus vidas corrían riesgo por las condiciones extremas de detención en Marcos Paz, de la ilegalidad de los juicios, de la injusticia para los familiares. Carrió asentía con gesto de comprensión, afirmó que todo eso lo conocía muy bien y que estaba trabajando para revertir la situación, que se quedara tranquila, todo con la misma oratoria justiciera que la caracteriza.
María se despidió y Carrió le dejó un mensaje “mándeles, por favor, un besito a los detenidos en Marcos Paz”.
Estábamos próximos a las PASO, (lo dije?) y la “familia militar” engloba a dos millones de personas.
Dra. Andrea Palomas Alarcón
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 7, 2016
SONATA PARA UN HOMBRE BUENO
Por Andrea Palomas Alarcón.
En la película “La vida de los otros” una melodía compuesta por Beethoven fue interpretada por el protagonista al saber que un amigo suyo se había suicidado porque no podía aguantar la presión del socialismo alemán. Aseguraba que la armonía de esta sonata podía transmitir bondad hasta en los más gélidos agentes del régimen.
Deberíamos tocar esa melodía todas las mañanas en nuestro país porque le falta bondad, le falta decencia.
Los que lo acusan del crimen de “humanidad” transparentan indisimuladamente su interés en que los presos políticos de argentina mueran por falta de atención médica. Que se mueran sin justicia ya lo conocemos pero la inhumanidad de pretender que se mueran si atención médica debería darle vergüenza hasta a quien escribió la nota. Tal vez por eso lo hizo en forma anónima.
Transparenta también la inutilidad de la burocracia derechohumanista de nuestro país que sólo sirve para odiar, acusar, escrachar, denunciar. Nunca salvar vidas.
Ningún grupo “derechohumanista” se interesó por casos aberrantes como los de Molina, el comisario Becerra, el Grl Saint Jean , el comisario Alais, el Cap. Scheller, etc. Estos y muchos casos infames que hemos denunciado ante la Cruz Roja Nacional e Internacional, órgano igualmente inútil. Su representante en Argentina tenía tanto temor de ser relacionada con la ayuda humanitaria a los “represores” que se negó a que fuéramos a sus oficinas en Buenos Aires y sólo acepto reunirse con los representantes de Justicia y Concordia en el estudio de su presidente, Dr. Alberto Solanet. Sépanlo los que escriben en Página 12: Alexandra Manescu se reunió a escondidas con abogados de la Asociación Justicia y Concordia. Otro tanto se puede decir de la ONU, la Secretaría de DDHH y ni hablar de los abiertamente politizados como las “Madres” y “Abuelas”; todos grupos burocráticos, inútiles y pomposos.
La acusación es grave: ser un hombre bueno, ser un hombre decente. Cuando le pedí al Dr. Gettar que intervenga por el civil Miguel Angel Furci a éste ya le habían dado la unción de los enfermos porque su caso era (y es) muy grave. Dos veces tuberculosis contraída en prisión, 60 ks. de peso, operado del corazón. Ahora tiene una obstrucción urinaria y frecuentes infecciones por una sonda colocada hace diez meses. Necesita una operación pero no lo operan, con la intención evidente de que se muera de inhumanidad. La gestión de Gettar logró que lo lleven el día 14 al hospital para que ya se quede allí, hasta su operación. Es falso lo que dice el juez Grünberg cuando afirma que fue tratado de una infección que apareció “en las últimas semanas”, viene teniendo infecciones desde hace diez meses, recurrentes, debilitantes y nunca se había ordenado que vaya a un hospital hasta que intervino el funcionario del Ministerio.
El diario de Gorriarán Merlo justifica esta persecución en que Furci fue esto o aquello. Relatan sus antecedentes como una abierta justificación de la condena a muerte. Es cierto, Furci es civil, fue parte de la SIDE, de la SIDE de Stiusso para más datos. Una institución que como las otras, se desentiende de sus presos políticos.
No voy a hacer una apología de su actuación en la SIDE porque no la conozco pero es una hipocresía que él esté preso y todos los políticos que le dieron órdenes, libres. Es una hipocresía mayor, que se utilicen sus antecedentes como justificativo para matarlo.
Afirma el pasquín que una nota del Dr. Gettar fue filtrada por algún empleado molesto por tanto humanismo. No es cierto. Este tipo de operaciones surge de las pinchaduras de correos electrónicos que realizan grupos paraestatales. Por añadidura buscan generarle al funcionario resquemores entre sus empleados.
Muchos de nosotros apoyamos a este gobierno, fuimos fiscales en zonas peligrosas como Avellaneda y La Matanza, zonas hostiles a Cambiemos y peleamos palmo a palmo cada voto. Todavía no asimilamos que le hayan pedido la renuncia a Carlos Manfroni por el delito de opinión y, por el contrario, no le hayan pedido la renuncia al soldado traidor Hernán Invernizzi, entregador del Comando Sanidad en donde asesinaron al Cnel Duarte Hardoy. Invernizzi trabaja hace años para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco asimilamos que las radios y canales estatales estén llenas de terroristas como Eduardo Anguita, Miriam Lewin, miembros de las FARC, las Madres de Plaza de Mayo, y un largo etcétera.
Ahora veamos cómo actúa el gobierno de Cambiemos, esperemos que no se equivoquen otra vez. No los votamos para que sean hipócritas, cobardes o políticamente correctos. Los votamos para que vengan a cambiar la bancarrota moral en la que está el país.
Desde estas humildes palabras deseo agradecerle al Dr. Gustavo Gettar. Deseo que se conozca que al menos hay UN hombre bueno en la función pública, un hombre al que no le importa poner su trabajo en peligro para salvar vidas. A diferencia de los jueces prevaricadores que le roban la libertad a la gente y la matan sólo por un 30% extra de sueldo, este funcionario se enfrentó a la inhumanidad del régimen heredado y salvó varias vidas.
OTRA RESPUESTA
Otra respuesta a Graciela Fernández Meijide
[one_half padding=”0 30px 0 0″]
Un debate de todos
Por Graciela Fernández Meijide
El viernes 28 de octubre, en el editorial de LA NACION titulado “Un símbolo emblemático de la mentira” se afirma en la bajada: “El debate por los derechos humanos no es propiedad de ningún sector político; pretenderlo es desconocer, precisamente, los derechos de todos a saber la verdad”.
Estoy totalmente de acuerdo. Al mismo tiempo, como son correctamente citadas opiniones mías sobre el número de los desaparecidos, me siento en la necesidad de decir que es cierto: hay un número de denuncias debidamente documentadas sobre las cuales, y con el indispensable testimonio de testigos -muchos de estos sobrevivientes de centros clandestinos- en 1985 comenzó el camino de la justicia con el juicio a las tres primeras juntas militares de la dictadura que, tras una interrupción de varios años, fue reiniciado en 2005 hasta ahora.
Podríamos decir que, por las particulares circunstancias que vivió este país, incluida la Guerra de Malvinas, a diferencia de lo que ocurrió en países hermanos cuando también recuperaban la democracia, se pudo enjuiciar en la Argentina al terrorismo de Estado. Todo cuanto se conoce sobre quienes fueron víctimas del más perverso método de represión, los desaparecidos, proviene de lo denunciado por los familiares o de los sobrevivientes que colaboraron con sus relatos ante los jueces.
¿Qué está faltando? Nada más ni nada menos que la información sobre el destino de miles de personas, información que ocultan aquellos que sí lo saben. El reclamo a la respuesta ¿qué pasó con los desaparecidos? se mantiene en trágica vigencia.
Ante esta realidad, no veo prioritario discutir cifras y sí enfatizar que no se respondió a ese interrogante.
En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos, el reclamo debería dirigirse a quienes esconden la información que permitiría a los familiares que aún vivimos aliviar el dolor de un duelo que nunca termina. También aceleraría la recuperación de la identidad de quienes siendo bebes o habiendo nacido cuando su madre estaba secuestrada, hoy adultos, buscan todavía las Abuelas.
La Dra. Andrea Palomas Alarcón nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1965 en el seno de una familia de clase media. Padre policía (se retiró como comisario de la Policía Federal en 1967) y madre empresaria, tenía un negocio de ropa y su propio taller de confecciones.
Fue a una escuela religiosa en donde perdió la fe en la Iglesia, no en Dios ni en Cristo, sólo en la Iglesia.
Estudió equivocadamente agronomía, por creer que esos veranos en el campo de unos amigos en La Pampa eran la forma en que quería vivir el resto de su vida. Nunca se desvinculó totalmente de ese sueño pero siguió otros…como pelear contra la injusticia.
Estudió derecho y conoció la justicia desde ambos lados del mostrador, estuvo algún tiempo en un juzgado civil como meritoria y luego pasó por varios estudios jurídicos como procuradora, abogada junior y socia. Hoy tiene su propio estudio y perseguir el sueño de pelear por un país más justo, más ajustado a las leyes es como se ve terminando sus días.
Lea más…
[/one_half] [one_half_last padding=”0 0 0 30px”]Carta Abierta a una sociedad ingenua
Por Andrea Palomas Alarcón
Pensé en contestarle a la Sra. Graciela Fernández Meijide su carta de hoy en La Nación mediante una carta, mía, abierta pero después recordé que los derechosos defensores de “genocidas” somos básicamente ingenuos y me pregunté si le interesará verdaderamente mi opinión.
Prefiero escribirle a una sociedad ingenua como yo, que ya empieza a entender que ha sido estafada en su buena fe… una y otra vez.
Le digo a esa sociedad, por si no lo sabe, que Pablo Fernández Meijide no era un joven “guevarista” como su madre lo presenta, volcando sus propias preferencias políticas, tal vez, como esos padres que vuelcan en sus hijos la frustración de una carrera trunca. “Pablito”, como lo llama en los reportajes, era montonero “uno de sus mejores cuadros” dicen sus camaradas y se preguntan frecuentemente porque Graciela lo niega y lo oculta. Se lo preguntan con desdén y reproche.
Pablito era montonero y según su madre, desapareció de su hogar una madrugada del ´77 mientras dormía apaciblemente. Una “patota” de monstruos entró a su casa por la fuerza y se lo llevó.
Pablito tenía a otros amigos durmiendo en su cuarto, en bolsas de dormir y colchones; a ninguno de ellos se lo llevaron y, ni siquiera, los demoraron para averiguar sus antecedentes pero ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si Pablito era montonero, sus amigos podrían estar vinculados a la “orga”.
Sorprendentemente tampoco despertaron a sus hermanos, un varón y una mujer, que dormían en cuartos cercanos y no oyeron ni vieron nada. Ya sabemos que los monstruos son torpes y no pensaron que si entraban a la casa de un montonero, sus cómplices podrían atacarlos por sorpresa. No revisaron la casa ni reunieron a la familia en un mismo lugar, para tenerlos a la vista, bajo control.
¿Por qué nos vamos a sorprender? ¿Acaso alguna vez se investigó algo respecto de los “desaparecidos”? La CONADEP era un gran escritorio y un gran libro en donde se anotaban denuncias. Nada más.
Se dice con benevolencia que los desaparecidos no son treinta mil, que son nueve mil. Y yo agrego con menos benevolencia: los “desaparecidos” no son nueve mil; nueve mil son las denuncias. El Estado argentino jamás investigó nada. Las denuncias se tomaban y se toman como verdades reveladas. Incuestionables.
Pero lo que más me indigna es que a casi 40 años de esos hechos, fracasada la operación “pedido de perdón”, la madre de Pablo reclame en una carta conocer la verdad de lo que sucedió con él. Y se lo reclame a los militares y policías presos a los que nadie les reconoce derecho alguno, ni a la verdad, ni a la justicia.
Dice Fernández Meijide en su carta que es “en aras de la verdad”.
Y yo le preguntaría que si tiene tanto interés en la “verdad” y no en el “juicio y castigo” con el que nos han torpedeado la cabeza a varias generaciones,¿ por qué no se presentó en los “Juicios por la verdad” de los noventas?
En el año 1999, ante la clausura de las causas penales por las leyes de obediencia debida y punto final, los que pretenden mantener abiertas las heridas de la guerra realizaron una presentación ante la CIDH con el patrocinio del CELS. Consiguieron una “solución amistosa” en la que el Estado argentino se comprometía a garantizar el “derecho a la verdad”.
Fue así que se desarrollaron unas representaciones teatrales (más grotescas que las actuales) en donde el Estado interrogaba con la promesa de no sancionar.
Muchos ingenuos se presentaron a esas representaciones artísticas y pensaron que si aportaran lo poco o mucho que sabían, esos deudos llorosos encontrarían la paz. Pensaron contribuir a cerrar las heridas. Heridas que a esta altura, debemos entender que no cerrarán jamás, porque son una estrategia de financiación política y dominación social.
El “acuerdo amistoso” impedía que la información recogida en los “Juicios por la Verdad” se utilizara para sancionar. La CIDH estuvo muy conforme con este acuerdo, nunca dijo que hubiera una costumbre internacional de sancionar, ni una responsabilidad internacional, ni nada parecido. Sin embargo las declaraciones de los ingenuos, que fueron buenamente a colaborar, hoy se las toman en su contra en los fraudulentos juicios penales de “lesa humanidad”.
Qué raro que la Sra. Fernández Meijide no se haya presentado a averiguar qué fue de Pablito en aquellos juicios.
Qué raro que se presente ahora, cuando el “pedido de perdón” que le propuso a sus enemigos como condición para hablar de la concordia, naufragó miserablemente.
Cuando nos presentan a la Sra. Fernández Meijide como un paladín de la ecuanimidad y los Derechos Humanos me recuerda a la diferenciación que se hacía hasta hace poco entre Carlotto y Bonafini. A una se la presentaba como a una dama y a la otra como una desaforada. Hoy, todos sabemos quiénes son.
Hace tiempo perdí mi ingenuidad respecto de la Sra. Fernández Meijide. Tenía mis reparos con esta persona pero me terminé de convencer cuando mi amiga Eneida, la esposa de un militar preso político, enfermo de mal de Parkinson, se le acercó durante el receso en una de estas charlas por la concordia nacional. Le agradeció emocionada que formara parte de estos encuentros y le contó el caso de su marido al que, en estos días, vuelven a juzgar, llevándolo y trayéndolo hasta muy altas horas de la noche y la madrugada.
Fernández Meijide, abandonando el tono edulcorado que observaba durante la charla le contestó secamente “yo trabajé 40 años para que los militares vayan presos, ahora ustedes trabajen para liberarlos… si pueden”.
[/one_half_last]ARCHIVOS DEL VATICANO
Por Andrea Palomas Alarcón.
Sr. Director:
En estos días el Vaticano está catalogando archivos secretos que haría públicos, sólo a familiares de “desaparecidos”.
Me parece que en beneficio de la verdad, la justicia y la concordia, todos los argentinos deberíamos poder acceder a esa información. Particularmente porque todos los argentinos, en mayor o menor grado, hemos sido víctimas de la violencia setentista.
Sería injusto, además, que personas que en estos momentos están siendo juzgadas por delitos de “lesa humanidad” no pudieran acceder a esa información para su defensa.
La Iglesia debería ofrecer a la sociedad toda la información disponible sobre ese conflicto, particularmente, la información sobre sus sacerdotes y monjas partidarios de la “Teología de la Liberación”. La Iglesia tiene mucha información al respecto. Sólo como ejemplo, existe la certeza de que, al menos, una de las dos monjas francesas, Alice Domon, había dejado la vida religiosa mucho antes de morir. Esta religiosa se había apartado de su comunidad, había dejado de usar los hábitos y en 1975 viajó a Francia a desvincularse legalmente de su Comunidad Religiosa. La Iglesia sabe esto y nunca lo ha hecho público. Ha dejado que personas fueran condenadas por la muerte de las “monjas” con todo lo que ese título pesa en el sentimiento y el imaginario popular.
La verdad debe ser completa sin ocultamientos estratégicos ni falsas justificaciones.
Todos los argentinos, particularmente los católicos, esperamos que la Iglesia comparta toda la información que posee y no sólo la que a una facción política le interesa que sea pública.
Andrea Palomas Alarcón
Una semana… una vida
Por ANDREA PALOMAS ALARCON
El presidente Macri dijo hace un par de días: “para mucha gente, un día, una semana puede ser una vida”. Fue en el marco de la presentación de “datos abiertos de la Justicia” y se refería a los tiempos de ésta.
No pudieron llegar en mejor momento sus palabras. El preso político Daniel Eduardo Robelo se encuentra en estos momentos en estado crítico, en coma inducido internado en el Hospital Naval.
Fue una semana completa la que lo tuvieron a fuerza de Buscapina para tratar el dolor de una obstrucción intestinal grave.
Sabemos que la Buscapina tapa los síntomas pero no el problema de fondo que tenía. El preso político debió haber sido llevado a un hospital de verdad.
En su lugar, cuando ya su situación era insostenible, lo trasladaron al Hospital de utilería denominado pomposamente “Hospital Penitenciario Central”. Afortunadamente algún médico consciente que todavía existen, lo derivó sin preguntar a los jueces al Hospital Naval en donde lo operaron de inmediato, descubriendo que tenía estallido y necrosis de dos metros de intestino que le fueron extirpados.
Los jueces Parra y Portela, responsables de esta felonía , salieron a autorizar el traslado rápidamente. Ni que hubiera necesidad, ya el Servicio Penitenciario Federal lo había hecho sin consultar, tal vez, previendo una negativa.
En la misma resolución, los jueces Parra y Portela conceden la domiciliaria y, de paso, autorizan a la familia a disponer del cuerpo por si se produce el deceso durante un día feriado. Están en la onda ecológica y ahorran papel.
El Poder Judicial está absolutamente fuera de control, respecto de los otros poderes y hasta de la realidad. El resto de los poderes del Estado ¿seguirá lavándose las manos ante estos desmanes?
Para algunas personas, un día, una semana pueden ser una vida. Minuto 12,29 de este video.
Clic en las fojas para agrandar
LOS DERECHOS HUMANOS NO SE PLEBISCITAN.
Por Andrea Palomas Alarcón
Otros Artículos de la doctora Alarcón