AYER MALVINAS. HOY INCERTIDUMBRE Y DECEPCIÓN

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  Por Francisco Cervo.

Estamos transitando momentos decisivos en la historia de nuestra casi derrumbada Patria.

Desde hace alrededor de cien años, en forma gradual y progresivamente acelerada, hemos perdido como sociedad la conciencia de nuestro destino trascendente.

Particularmente desde el establecimiento de una democracia que recibimos con esperanza en 1983, hemos caído prácticamente en una debacle injustificada y malsana.

Si bien ocurrió antes, en mayor medida a partir de esa fecha, la sociedad argentina perdió definitivamente el rumbo de sus valores y destinos fundacionales, elevando al poder casi sin interrupción legiones de individuos inútiles moral, espiritual y técnicamente.

Se proclamó y adoptó como principio básico una venganza indiscriminada interminable y corrupta casi en grado extremo, contra los soldados civiles, militares y de seguridad quienes en la década del setenta pelearon con decisión contra los mercenarios del colonialismo ideológico y por ello perdieron su libertad y derechos de por vida. 

Para ello se desnaturalizó utilitariamente LA VERDAD y la justicia y se potenciaron  falacias constantes a través de promesas mentirosas e inconducentes. 

Se institucionalizó de hecho como mérito, la falta de cualquier principio moral en la administración de los recursos de todos, inclusive entregándoles porciones de poder a los mercenarios derrotados y sus descendientes.

Así llegamos a la decisiva situación que nos toca vivir en estos momentos. 

Hace poco tiempo, hastiados de tanta basura, decidimos elegir al aparentemente menos malo de los peores aspirantes al poder presentados como opción.

Hoy asistimos con esperanza declinante, a un experimento político contradictorio en su misma esencia, actitudes, proyectos y resultados palpables.

Se promete la erradicación de una casta maléfica la cual no obstante ha logrado infiltrarse en ámbitos de la nueva administración y seguir operando con dedicación. Se proclama la finalización de privilegios basurientos, pero se permite, inadvertidamente o no, la preservación de otros.

Sigue por ejemplo el curro de los llamados “derechos humanos” y los circos judiciales contra los ahora ancianos, luchadores de la década del setenta.

Los grititos planificados o no, las promesas voluntaristas y las reacciones espasmódicas, no reducen el sufrimiento creciente de los argentinos que más trabajan y aportan. La realidad diaria es insoslayable.

En estas particulares condiciones, los miserables desplazados del poder alimentan su ilusión de volver. Algunos de sus personajes paradigmáticos aun manejan feudos en los cuales la gente sufre crecientemente por diferente tipo de anormalidades y privilegios, pero la reacción popular parece anestesiada.

Estamos mal y hay muchas dudas de que podamos ir mejor. En estas circunstancias entonces; ¿cuál es el futuro que nos espera? 

Solo DIOS lo sabe. Roguemos a ÉL y NUESTRA SANTÍSIMA MADRE nos salven del descalabro que parece insinuarse.

En esta situación agobiante y para recapacitar sobre nuestras experiencias pasadas por si podemos aprender, he concebido presentar vivencias personales referidas a la Gesta Malvinas. 

Por lo menos, así, lo veo yo.

Francisco Cervo. 

                                               10 de diciembre de 1983

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10 DE ABRIL DE 1982. UNA ACTITUD POCO MEDITADA QUE RESULTÓ DETERMINANTE EN LA EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO.

1) Adopción de la hipótesis de conflicto Malvinas. 

Las Fuerzas Armadas Argentinas debieron destacar a partir del 2 de abril de 1982, parte de sus medios para la reconquista de Nuestras Sagradas Islas Malvinas, usurpadas por el poder británico desde 1833.

Durante casi ciento cincuenta años, los reclamos diplomáticos argentinos para la recuperación de esa parte de Nuestro Territorio Patrio no dieron resultado y cayeron en el vacío.

Los dirigentes militares que gobernaban el País en el momento de dicha reconquista creyeron ver en el panorama internacional una posibilidad de hacer efectivos nuestros derechos, merced a la ejecución de una operación militar no cruenta, según una hipótesis de conflicto que fijaron a fines de diciembre de 1981, para iniciar una fase decisiva de negociaciones sobre la soberanía del Archipiélago. 

Por el contrario el usurpador reaccionó de inmediato con todo su poder, desechando cualquier posibilidad de conversaciones para ese fin, auxiliado por Estados Unidos y países de Europa, para derrotar nuestra operación militar  a la que consideraron una agresión injustificada.

La Argentina apareció ante el mundo como un país que no respetaba las reglas de convivencia internacionales. 

Eventuales aliados que se suponía muy ingenuamente apoyarían de alguna manera nuestros reclamos, salvo dignas excepciones, desaparecieron.

En esas particulares circunstancias, Nuestras Fuerzas no estaban preparadas para enfrentar un conflicto militar de magnitud en un ámbito geográfico tan particular, como realmente ocurrió.

El enemigo era varias veces superior en armamento moderno terrestre, aéreo y naval, experiencia y capacitación para el combate.

La resolución de ocupar el archipiélago “sin derramar sangre británica”, para facilitar posteriores negociaciones que permitieran un reconocimiento efectivo de nuestros derechos, naufragó y nos precipitó en la lucha armada por  voluntarismo inexplicable en los análisis y deducciones, de los máximos niveles que conducían el País en esas instancias trascendentes.

Justamente el 10 de abril se produjo un cambio sustancial en la estrategia originalmente concebida, por una actitud emocional irreflexiva del máximo dirigente político y militar, acontecimiento al cual nos referimos más adelante.

2) Equipo especial de estudio de la hipótesis de conflicto.

Un equipo de Oficiales Superiores de las Fuerzas Armadas designado al efecto había estudiado en el más completo secreto, la probable evolución de un curso de acción tentativo resultante de la resolución tomada a fines de 1981 por la Junta Militar.

Su misión fue estudiar y determinar su factibilidad, en cuanto a la posibilidad de alcanzar el objetivo de acelerar y definir  decisivamente negociaciones estancadas desde largo tiempo.

En sus conclusiones elevadas a la Junta Militar a fines del mes de febrero de 1982, habían  destacado por su gravitación en la probable evolución, varios puntos para orientar las acciones conducentes al fin expresado. En particular;

– la diferencia comparativa de capacidad material y experiencia en combate con los británicos en un  teatro de operaciones insular, en caso que éstos reaccionaran  militarmente. 

– la necesidad de completar la capacitación y equipamiento de nuestros medios para la eventualidad      de un enfrentamiento armado. Entre otras particularidades el hecho de que Ejército había            incorporado recientemente a los  soldados de la nueva clase; la Armada debía  ajustar la   operatividad de sus medios de combate,  en particular de los submarinos que constituían un   elemento disuasivo significativo para combate en el mar y  completar la provisión de misiles Exocet      para sus medios aéreos de  ataque y la Fuerza Aérea prepararse  a fin de operar desde  aeródromos    en las Islas, por la  imposibilidad de defender el espacio aéreo de la zona de conflicto  desde bases      en el Continente y además, ejercitar sus capacidades para combatir en los cielos de una zona  marítima.

– si bien y teniendo en cuenta lo indicado en la orientación recibida para los estudios, la cual determinaba que el  enfrentamiento armado no era una alternativa, enfatizaron las    limitaciones  mencionadas destacando la necesidad de tiempo imprescindible para la preparación de    nuestras  fuerzas ante semejante desafío, no prioritario pero posible. 

  A su vez señalaron que las condiciones  del  mar,  a partir del 15 de mayo, desmejorarían  sensiblemente y entorpecerían notoriamente las operaciones de una flota invasora, que debía     permanecer en la zona un tiempo prolongado.

Por lo tanto  se   indicaba como condicionamiento significativo para una confrontación  posible, que ninguna  operación militar  fuese ejecutada antes  de la fecha mencionada. 

3) El lanzamiento del Operativo Rosario.  

Pese al informe recibido e impulsados por  urgencias de política interna y la ingenua confianza de que por razones de conveniencia geopolítica, no se desataría un conflicto armado entre países de Occidente en plena Guerra Fría, se decidió lanzar el 01 de abril el Operativo Rosario para hacer vigentes nuestros  derechos y obligar al oponente a sentarse en una mesa de negociaciones que permitiera destrabar una  polémica  centenaria, esta vez ante la atención internacional.

Es decir que dicha resolución se adoptó cuarenta y cinco días antes de la fecha propuesta por la Comisión de Estudio, con los fundamentos ya expuestos.

La acción militar organizada para ese fin, se cumplió en forma impecable manteniendo vigente, pese a la muerte heroica de algunos  combatientes argentinos, la consigna de que “no debía derramarse sangre de pobladores y soldados  británicos”. 

Por primera vez la Bandera Argentina fue izada y flameó en territorio insular.

4) La reacción de Gran Bretaña y el apoyo de sus aliados.

Contra la concepción política ingenua de los conductores argentinos, Gran Bretaña reaccionó con inusitada urgencia y alistó  inmediatamente, una poderosa flota militar para recuperar lo que consideraron sus derechos, avasallados por una agresión injustificada. EEUU apoyó su decisión facilitando una base de abastecimientos. La OTAN condenó la irrupción militar argentina y especialmente Francia, suspendieron la provisión de armamento adquirido por nuestras Fuerzas Armadas. 

A su vez la ONU calificó a la  Argentina como “país agresor”  e impuso a los contendientes una detención de las operaciones  militares y negociación inmediata, a través de su resolución 502.

Deseo remarcar; “imponía detención de las hostilidades y negociación inmediata”. ¿No era eso lo que se intentaba lograr originalmente?

El Presidente de EEUU inmediatamente ofreció mediar  y ante la aceptación de las partes, designó para ese fin a su funcionario por entonces mas calificado, el Gral Alexander Haig, nada mas y nada menos  que  su delfín para  sucederlo en su cargo cuando cumpliera su mandato.

Es decir que al fin de la primera semana del Operativo Rosario, y pese a las noticias contradictorias, se daban las condiciones políticas para alcanzar los propósitos decididos en diciembre de 1981; “negociar con seriedad obligando a Gran Bretaña a discutir el tema de la soberanía y obtener un avance significativo con proyección de futuro”  y por cierto, conmover a la opinión pública internacional.

Para ello  era necesario retirar nuestras tropas, dejando quizás en el lugar un contingente menor como prueba de disposición a evitar hostilidades abiertas.

5) La aparición en escena “del balcón”.

Entonces ocurrió un hecho inesperado  que cambió abrupta y desfavorablemente el curso de los acontecimientos, imponiéndose por ello un nuevo objetivo irreflexivamente ambicioso alejado de nuestras capacidades o sea la decisión de librar  una lucha abierta para lograr la reconquista efectiva e inmediata de Nuestras Islas. 

Resultó imprescindible entonces un replanteamiento de las previsiones y la adopción consecuente de acciones urgentes e improvisadas.

El 10 de abril; día de la llegada del mediador por primera vez a nuestro país, por diversos medios públicos y privados se convocó al pueblo a la histórica Plaza de Mayo, para expresar su entusiasmo y emoción por lo que se anunciaba “como reconquista definitiva de las Islas”.

Se pensó muy livianamente, por cierto, que de esa forma se lo habría de impresionar al funcionario mencionado, mostrándole el apoyo popular a la acción político militar ejecutada.

El llamado tuvo un eco inmediato y el pueblo enfervorizado llenó la Plaza. 

El Gral. Galtieri y varios de sus asesores desde el interior del edificio, observaban alborozados la evidente muestra de apoyo a sus acciones.

Entonces sucedió lo inesperado. Alguien le sugirió que esas demostraciones de entusiasmo estaban destinadas también a su persona, pues ante la población él era el responsable de la decisión tomada y por ello ¡¡¡debía salir al balcón!!!!. 

Dudó un instante pero finalmente cedió ¡¡¡¡y salió al balcón!!!.

En ese escenario histórico  emocionalmente descontrolado, desafió prácticamente a los británicos a pelear, prometió que no se dejarían las Islas sin lucha y que nuestra recuperación ocurrida, era una realidad irrenunciable.

Prácticamente desechó el llamado de la resolución 502 de la ONU y afectó seriamente las posibilidades de éxito de un mediador aceptado por ambas partes y que se encontraba en el País iniciando su gestión.

A partir de ese momento cambió abruptamente el curso de acción original. Ya no había negociación posible. Argentina había llegado a Malvinas  para quedarse  por siempre, haciendo efectivos sus derechos.

El propio mediador que iniciaba su gestión quedó prácticamente azorado. ¿Que margen le quedaba entonces para cumplir con la trascendente misión que se le había encomendado? 

A partir de ese momento todo fue urgencia e improvisación. Había que cubrir el territorio recuperado con un poder militar  equivalente por lo menos en número, al que se aproximaba embarcado en la flota.  

Es así como se determinó asignar al Teatro de Operaciones,  las tropas que estaban inmediatamente disponibles, que por cierto no eran las mas aptas para el tipo de confrontación esperada. 

 En el caso de la 10ma Brigada Mecanizada sin la utilización de sus vehículos de dotación, por las determinantes limitaciones del terreno para su empleo. 

 Se asignó una gran unidad capacitada y equipada para  pelear en zona de monte tropical (la 3ra. Brigada de Monte), o sea en un ámbito geográfico absolutamente distinto al que imperaba en las Islas. 

La urgencia impidió que pudieran ser provistas en tiempo de equipo diverso e imprescindible, para enfrentar  una campaña de esas características e implicancias.

Entre otras carencias injustificables faltaron mochilas, ropa de abrigo y hasta elementos de zapa para cavar posiciones. 

No mencionemos por cierto la diferencia con el adversario en cuanto a la disposición de armamento individual y pesado moderno y medios para pelear durante la noche.

Pese a todo,  los oficiales, suboficiales y soldados del Ejército Argentino y de la Infantería de Marina  que fueron asignados y debieron pelear por el terreno de las Islas,   dieron la cara con valentía, estoicismo y sacrificio para la preservación de la vigencia  de nuestros derechos. 

No solo combatieron contra ese enemigo material y operativamente superior; sino también debieron superar  serias limitaciones de abastecimientos necesarios e indispensables a lo largo de la campaña y enfrentar cotidianamente  un clima  hostil con frío y humedad casi constantes y desplazarse sobre un terreno pantanoso que hacía el tránsito complicado en extremo.

En esas condiciones la vida en trincheras constitutivas de las posiciones de defensa, penetradas permanentemente por la humedad y el frío que no daban tregua, hacían la subsistencia diaria extremadamente difícil y sacrificada.

5) La iniciación de la lucha abierta

 A partir del 01 de mayo a los serios inconvenientes mencionados, se sumó el constante bombardeo naval diario sobre las posiciones de defensa, contra el cual no se contaba con capacidad de respuesta. 

Agregado a ello el dominio casi irrestricto por parte de los aviones británicos del espacio aéreo del archipiélago, los cuales  atacaban despiadadamente a todo elemento naval, aéreo o terrestre que se alejaba de la protección de los cañones antiaéreos propios, emplazados en Puerto Argentino.

No existen prácticamente antecedentes en las guerras del siglo XX, en las cuales efectivos militares resistieran un tiempo prolongado en condiciones de tan notorias y decisivas desventajas.

Es conveniente leer, por ejemplo, las crónicas de la IIda Guerra Mundial, especialmente la proyección japonesa en el Pacífico luego de Pearl Harbour. En esas circunstancias guarniciones británicas importantes con posiciones en casamatas de hormigón, cañones de defensa de costas de largo alcance, se rendían con todos sus medios luego de pocos días de combate, cuando sus comandantes verificaban que el enemigo dominaba sin restricciones el mar y aire circundantes.

Sin embargo nuestros heroicos oficiales, suboficiales y soldados resistieron a pie firme aquellas limitantes contrariedades y enfrentaron la batalla final entre el 09 y 14 de junio en las alturas circundantes a Puerto Argentino, con heroísmo casi inédito y  hasta agotar sus municiones.

Tanto es así que nuestros propios enemigos de entonces, en las crónicas posteriores a la batalla, destacaron el coraje y la valentía de nuestros combatientes.

6.) El fin de las hostilidades.

El 14 de junio el Gral. Mario Menendez, Comandante Militar Argentino, tomó la oportuna, razonable y equilibrada decisión  de suspender la resistencia de nuestros combatientes. 

El enemigo dominaba a voluntad las alturas circundantes, el mar y el aire y cualquier intento de continuación de la pelea hubiera significado el sacrificio inútil de miles de argentinos y un luto irrecuperable para multitud de familias, sin perspectiva alguna de cambiar el resultado de la contienda..

Algunos estrategas de escritorio sostuvieron entonces y sostienen aun, que se debió seguir peleando. Obviamente para nada, pues la suerte estaba echada. 

Fue en definitiva una derrota honrosa.

¿Que pasó entonces? Muchos sectores con intereses políticos apuntados a derrocar al gobierno militar, y económicos vinculados e impulsados por Gran Bretaña, alimentaron la difusión de noticias falsas y tramposas sobre la heroica lucha desarrollada, a fin de obtener réditos personales y sectoriales, desnaturalizando la verdad y significación profunda de lo ocurrido.

Se constituyó así una verdadera trampa desvirtuando utilitariamente la verdad, versión desmalvinizadora que fue aceptada por grandes sectores de la población.

El único sentido de Patria, verdad y justicia que se impuso, fue entonces la conveniencia de intereses políticos ambiciosos y subalternos por capturar el poder cuanto antes y comerciantes materialistas creadores de contenidos falsos y aberrantes, quienes no dudaron en adjudicar los peores calificativos a nuestros héroes que habían peleado con valor en circunstancias tan desfavorables, para recaudar cantidades ilimitadas de dinero. 

Quizás fue ese el nacimiento de la degradación irreparable de la Patria, que subsiste hasta la fecha. 

Por lógica nadie nunca quiere hacerse cargo de una derrota. 

Para el entendimiento de ciertos sectores ambiciosos, materialistas y siniestros, la culpa siempre la debe tener el otro.

Y en esta tendencia macabra cayeron también las autoridades del propio Ejército, quienes durante la campaña habían permanecido en el Continente. 

Inexplicablemente ordenaron  que quienes regresaban a la Patria después de haber combatido con valentía y soportado la prisión, debían ser ocultados y no permitirles hablar, menos aun públicamente, para contar sus experiencias.

Absolutamente ignorarlos. No recibimiento digno, menos aún agasajo. Implícitamente vergüenza y culpa.

Una forma de decretar  que debían ser ignorados y hasta despreciados por haber sido responsables de combatir por los Sagrados Derechos de la Patria y ser causantes de una derrota lamentable.

7). Conclusión final.

Nuestros combatientes argentinos pelearon como pudieron con lo que tuvieron sin mengua del honor militar. Fueron destacados por sus mismos adversarios de entonces y a la vez ofendidos y vilipendiados por argentinos borregos mercenarios, que se han prestado y se prestan para desnaturalizar la Verdad Histórica y el legítimo amor a la Patria. 

Finalmente, y por todo el futuro, ningún político corrupto argentino podrá vender por treinta dineros a partir de alguna parodia inventada al efecto, el Sagrado Territorio de Nuestras Islas Malvinas. 

Hay allí apostados por siempre, más de seiscientos centinelas silenciosos custodios inextinguibles de Nuestros Derechos.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 21, 2024


 

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