Señor no siempre valoramos y somos justos contigo. No nos damos cuenta de todo lo que nos das. Viajando en un autobús ví a una hermosa muchacha con cabellos de oro y expresión de alegría en su rostro.
Al bajarse, la ví cojear, tenía una sola pierna y no obstante sonreía . Si me quejo a veces, perdóname . Yo tengo dos piernas y puedo caminar.
Más tarde, caminando por la calle ví a un pequeño de ojos verdes que miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿Por qué no juegas con ellos?. Siguió mirando adelante sin decir una palabra. Entonces comprendí que no escuchaba. Perdóname Señor, si me quejo. Yo puedo escuchar. Tengo para ir donde quiera. Ojos para ver los colores del atardecer. Oídos para escuchar las cosas que me dicen. Perdóname Señor, cuando me quejo, tengo todo y el mundo es mío.
No le digas a Dios cuan grande es tu problema. Dile a tu problema cuan grande es Dios. Cuando no muy lejos de mi casa veo una imagen de la Madre de Jesús muerto en sus brazos y un mensaje que dice: “Si tu dolor es grande imaginate el mío”.
Te pido perdón porque si mi dolor es grande, no es más grande que el dolor de la Madre de Jesús. Por eso y mucho más te pido Señor. perdón.
Por Francisco Bénard.
Señor no siempre valoramos y somos justos contigo. No nos damos cuenta de todo lo que nos das. Viajando en un autobús ví a una hermosa muchacha con cabellos de oro y expresión de alegría en su rostro.
Al bajarse, la ví cojear, tenía una sola pierna y no obstante sonreía . Si me quejo a veces, perdóname . Yo tengo dos piernas y puedo caminar.
Más tarde, caminando por la calle ví a un pequeño de ojos verdes que miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿Por qué no juegas con ellos?. Siguió mirando adelante sin decir una palabra. Entonces comprendí que no escuchaba. Perdóname Señor, si me quejo. Yo puedo escuchar. Tengo para ir donde quiera. Ojos para ver los colores del atardecer. Oídos para escuchar las cosas que me dicen. Perdóname Señor, cuando me quejo, tengo todo y el mundo es mío.
Te pido perdón porque si mi dolor es grande, no es más grande que el dolor de la Madre de Jesús. Por eso y mucho más te pido Señor. perdón.
Dr.Francisco Bénard