El 15 de Noviembre de 2015, Usted y Daniel Scioli debatieron como candidatos a la Presidencia de la Nación en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Horas antes Francia había sido blanco de ataques terroristas que dejaron más de un centenar de muertos en París, por lo que compartieron un significativo minuto de silencio.
De ese debate ha perdurado en el recuerdo su pregunta: “Daniel, ¿en qué te has transformado? ¿O en qué te han transformado?“.
La respuesta la sabíamos todos: en un felpudo patológico que falto de convicciones pasó de ser víctima del terrorismo a reivindicar de pleno a los secuestradores de su hermano. En el cinismo de Scioli se puede sintetizar el daño institucional, la degradación cultural y la merma intelectual que el régimen kirchnerista, en tanto proyecto totalitario de corrupción estructural, le infringió a la Argentina imponiendo como “verdad” indiscutible la mentira de los 30.000 desaparecidos.
En ese mismo debate, prometió Usted: “Nosotros somos el cambio. Nosotros queremos venir a gobernar diciendo la verdad”, y sin dudas que romper 12 años de falseamiento de la historia apuntalado desde la apropiación del Estado para el adoctrinamiento faccioso y el control social, despertó una gran ilusión en la vapuleada conciencia cívica y republicana del país.
La verdad, Sr. Presidente, vino así a ser la gran promesa del cambio, porque de honrar la verdad depende la regeneración de las instituciones, la cultura y la intelectualidad de los argentinos; largamente infectadas de mentira e hipocresía.
Pero en materia de “gobernar diciendo la verdad” no cabe la posibilidad del gradualismo, esa tibieza de la que hace gala su gobierno en materia económica. Decir algunas verdades, o parte de ellas, no alcanza para presumir de “gobernar diciendo la verdad”, mucho menos si se omite arrancar de cuajo la raíz de la mentira convalidando con ello los frutos del árbol que envenena.
CAMBIEMOS miente, Sr Presidente. Y lo que es peor, miente sin originalidad, miente apañando la principal mentira del régimen kirchnerista, miente en su propio perjuicio dejando que se envalentonen los enemigos de la democracia. Miente para darles gusto a los que desean verlo abortar su mandato presidencial. Y al fin de cuentas no importa porqué miente. El punto es que miente.
En la Provincia de Buenos Aires es ley repetir la mentira de los 30.000 desaparecidos, con el silencio cómplice de María Eugenia Vidal y todo CAMBIEMOS, excepción sola y honrosa del Diputado Provincial Guillermo Castello (Coalición Cívica). Así se dejó ir por las cloacas la supuesta elección por la verdad de la que presumía la gobernadora en el 2017, al abrir las sesiones de la Legislatura.
Al mal llamado “Parque de la Memoria”, donde los terroristas pasan por víctimas, ha llevado Usted al entonces Presidente Barack Obama y otros políticos extranjeros a convalidar el relato kirchnerista. Arrojando flores al Río de la Plata, se omite que la mayor parte de los desaparecidos eran terroristas que intentaban someter la Argentina a una dictadura igual a la que todavía existe en Cuba. Rendir homenaje a esos terroristas es igual de ofensivo que homenajear el “idealismo” de los que atentaron contra las Torres Gemelas, Atocha, París, la Embajada de Israel o la AMIA.
El 24 de Marzo de 2017 los partidos de izquierda, el kirchnerismo y los organismos de derechos humanos (que siempre se supo eran lisa y llanamente colaterales de las organizaciones terroristas o, en el mejor de los casos, funcionales a ellas) reivindicaron formalmente en Plaza de Mayo la lucha armada de los bandas de delincuentes terroristas que, al servicio de la dictadura castrista, quisieron implantar el comunismo genocida en la Argentina. Estaban ahí, en conmemoración del Golpe de Estado de 1976, reivindicando al terrorismo y manifestando el deseo de un nuevo golpe que ponga fin a su gobierno. Jamás fue el Golpe de Estado de 1976 lo que repudiaron las organizaciones de DDHH, su eterno lamento es por la derrota militar de los esbirros de la dictadura castrista, por eso el poco dolor genuino entre las madres y abuelas de Plaza de Mayo nunca dejó de tener tufo a pestilencia comunista.
Ofrecían, con esa manfiestación de brutal respaldo al terrorismo, la oportunidad de cortar de cuajo las mentiras y provocar un cambio signficativo en la cultura política, pero el gobierno que Usted preside eligió callar, jugar al distraído y seguir la senda de no confrontar, en sintonía con las siempre presentes especulaciones electorales de Jaime Durán Barba, para quien “cuando el atacante tiene mala imagen, el atacado puede ganar las elecciones utilizando la fuerza de su adversario”. El problema con ese pensamiento, expresado en 2011, es olvidar que la finalidad de la política no es ganar elecciones sino aquello por lo que se necesita ganar elecciones, por ejemplo cumplir esa promesa suya del 2014 respecto a que “los derechos humanos no son Sueños Compartidos y los ‘curros’ que han inventado. Con nosotros, todos esos curros se acabaron”. Pues bien, esos curros no se han acabado desde que la mentira sigue siendo sostenida y financiada por el Estado.
Hemos visto a esa misma izquierda lapidar policías durante horas en la Plaza del Congreso, intentando, como siempre, imponer su voluntad por la fuerza; demostrando el más absoluto desprecio por la forma de gobierno representativa y republicana que establece nuestra Constitución Nacional. Y otra vez, la tibieza de su gobierno.
Los izquierdistas, Sr. Presidente, son como “esos tigres sedientos de sangre” de los que habla el Himno Nacional, y acaso, hermosa palabra la palabra “acaso”, sean exactamente los mismos cuando los versos de Don Vicente López demuestran por sí mismos su innegable actualidad: “¿No lo veis sobre el triste Caracas / Luto, y llantos, y muerte esparcir? / ¿No los veis devorando qual fieras / Todo pueblo que logran rendir?”.
Y no es para nada exagerada la cita del Bardo de la Libertad si en estos días, los que llaman “revolución” a la rancia dictadura castrista, sin dejar de repetir la mentira de los 30.000 desaparecidos, son capaces de escupirnos su pestífera hiel advirtiéndonos a lo que están dispuestos.
Así, entrevistado por el periodista Eduardo Feinmann, en un programa del que también participó Victoria Villarruel por el CELTYV, el dirigente del Partido Obrero (PO) y legislador de la CABA Gabriel Solano dijo con total impunidad que considerar acto de terrorismo la colocación de una bomba en un jardín de infantes depende de quién ponga la bomba. Vicky Villarruel, habituada a escuchar las más disparatadas argumentaciones contra la lógica, el derecho y el mínimo del elemental sentido común por parte de los que niegan la humanidad misma de las víctimas del terrorismo, no pudo evitar soprenderse por el tenor inaudito de lo que plantaba Solano. ¿Cuántos energúmenos más pensarán como él?
En el pasado argentino la izquierda alzada en armas contra la República Argentina, detonó bombas en comisarías, comedores, dormitorios, viviendas y un largo etc de instituciones. Las palabras de Solano chorrean sangre de argentinos, Sr. Presidente, y su gobierno tolera en silencio que nos amenace con masacrar lo más querido. Ningún funcionario del Estado Argentino ha salido a manifestar el repudio que esos dichos merecen. Nadie desde CAMBIEMOS ha levantado la voz contra esta sin razón criminal en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de la que Solano debería ser expulsado por absoluta incompatibilidad con los valores democráticos. No lo cita el inservible INADI, ni lo acusa fiscal alguno. Ninguna editorial de prensa analiza el hecho. Está normalizada la impunidad discursiva de la izquierda, como la invisibilidad de sus víctimas.
Pero si saliera alguien a decir que Gabriel Solano y cualquiera que avale una bomba en un jardín de infantes justifica viajar de ida en el baúl de un Falcon Verde, una ola de indignación rompería furiosa sobre la cabeza del “apologista del terrorismo de Estado”, y entonces veríamos a periodistas, dirigentes, funcionarios, madres de terroristas, organismos de derechos humanos y toda la sarasa rasgarse las vestiduras por la misma democracia y derechos constitucionales contra los que atentan descaradamente.
El cambio que Ud. prometió, Sr. Presidente, ese cambió por el que yo voté, no está ocurriendo. Y no está ocurriendo porque se elude la batalla cultural, subestimando la importancia de lo ideológico; además de una desagradable tendencia al voluntarismo falto de sustento, como el que representaba Scioli cada vez que decía “con fe y esperanza”.
Mirando solamente al pasado digo que voté bien; lo prefiero por menos malo. Aunque haya cambiemitas que, deja vú del régimen K, ya nos acusan a los liberales de golpistas, ciertamente Usted es mejor presidente que cualquier kirchnerista.
Sin embargo, no puedo dejar de comparar al candidato que fue con el Presidente que es y me haría mucha ilusión que no fuera un kirchnerista el candidato con el que deba usted debatir en pos de su reelección. Imaginemos que estamos ya en 2019 y su contendiente a la Presidencia de la Nación es José Luis Espert, Ricardo López Murphy o algún otro republicano de derecha, entonces en algún punto del debate, tras recordarle sus promesas incumplidas, remata con esta pregunta:
.-Mauricio. ¿en qué te has transformado? ¿O en qué te han transformado?”.
Le quedan casi dos años para pensar la respuesta, Señor Presidente; y ojalá elija la verdad.
Señor Presidente, Ingeniero Mauricio Macri:
El 15 de Noviembre de 2015, Usted y Daniel Scioli debatieron como candidatos a la Presidencia de la Nación en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Horas antes Francia había sido blanco de ataques terroristas que dejaron más de un centenar de muertos en París, por lo que compartieron un significativo minuto de silencio.
De ese debate ha perdurado en el recuerdo su pregunta: “Daniel, ¿en qué te has transformado? ¿O en qué te han transformado?“.
La respuesta la sabíamos todos: en un felpudo patológico que falto de convicciones pasó de ser víctima del terrorismo a reivindicar de pleno a los secuestradores de su hermano. En el cinismo de Scioli se puede sintetizar el daño institucional, la degradación cultural y la merma intelectual que el régimen kirchnerista, en tanto proyecto totalitario de corrupción estructural, le infringió a la Argentina imponiendo como “verdad” indiscutible la mentira de los 30.000 desaparecidos.
En ese mismo debate, prometió Usted: “Nosotros somos el cambio. Nosotros queremos venir a gobernar diciendo la verdad”, y sin dudas que romper 12 años de falseamiento de la historia apuntalado desde la apropiación del Estado para el adoctrinamiento faccioso y el control social, despertó una gran ilusión en la vapuleada conciencia cívica y republicana del país.
La verdad, Sr. Presidente, vino así a ser la gran promesa del cambio, porque de honrar la verdad depende la regeneración de las instituciones, la cultura y la intelectualidad de los argentinos; largamente infectadas de mentira e hipocresía.
Pero en materia de “gobernar diciendo la verdad” no cabe la posibilidad del gradualismo, esa tibieza de la que hace gala su gobierno en materia económica. Decir algunas verdades, o parte de ellas, no alcanza para presumir de “gobernar diciendo la verdad”, mucho menos si se omite arrancar de cuajo la raíz de la mentira convalidando con ello los frutos del árbol que envenena.
CAMBIEMOS miente, Sr Presidente. Y lo que es peor, miente sin originalidad, miente apañando la principal mentira del régimen kirchnerista, miente en su propio perjuicio dejando que se envalentonen los enemigos de la democracia. Miente para darles gusto a los que desean verlo abortar su mandato presidencial. Y al fin de cuentas no importa porqué miente. El punto es que miente.
En la Provincia de Buenos Aires es ley repetir la mentira de los 30.000 desaparecidos, con el silencio cómplice de María Eugenia Vidal y todo CAMBIEMOS, excepción sola y honrosa del Diputado Provincial Guillermo Castello (Coalición Cívica). Así se dejó ir por las cloacas la supuesta elección por la verdad de la que presumía la gobernadora en el 2017, al abrir las sesiones de la Legislatura.
Al mal llamado “Parque de la Memoria”, donde los terroristas pasan por víctimas, ha llevado Usted al entonces Presidente Barack Obama y otros políticos extranjeros a convalidar el relato kirchnerista. Arrojando flores al Río de la Plata, se omite que la mayor parte de los desaparecidos eran terroristas que intentaban someter la Argentina a una dictadura igual a la que todavía existe en Cuba. Rendir homenaje a esos terroristas es igual de ofensivo que homenajear el “idealismo” de los que atentaron contra las Torres Gemelas, Atocha, París, la Embajada de Israel o la AMIA.
El 24 de Marzo de 2017 los partidos de izquierda, el kirchnerismo y los organismos de derechos humanos (que siempre se supo eran lisa y llanamente colaterales de las organizaciones terroristas o, en el mejor de los casos, funcionales a ellas) reivindicaron formalmente en Plaza de Mayo la lucha armada de los bandas de delincuentes terroristas que, al servicio de la dictadura castrista, quisieron implantar el comunismo genocida en la Argentina. Estaban ahí, en conmemoración del Golpe de Estado de 1976, reivindicando al terrorismo y manifestando el deseo de un nuevo golpe que ponga fin a su gobierno. Jamás fue el Golpe de Estado de 1976 lo que repudiaron las organizaciones de DDHH, su eterno lamento es por la derrota militar de los esbirros de la dictadura castrista, por eso el poco dolor genuino entre las madres y abuelas de Plaza de Mayo nunca dejó de tener tufo a pestilencia comunista.
Ofrecían, con esa manfiestación de brutal respaldo al terrorismo, la oportunidad de cortar de cuajo las mentiras y provocar un cambio signficativo en la cultura política, pero el gobierno que Usted preside eligió callar, jugar al distraído y seguir la senda de no confrontar, en sintonía con las siempre presentes especulaciones electorales de Jaime Durán Barba, para quien “cuando el atacante tiene mala imagen, el atacado puede ganar las elecciones utilizando la fuerza de su adversario”. El problema con ese pensamiento, expresado en 2011, es olvidar que la finalidad de la política no es ganar elecciones sino aquello por lo que se necesita ganar elecciones, por ejemplo cumplir esa promesa suya del 2014 respecto a que “los derechos humanos no son Sueños Compartidos y los ‘curros’ que han inventado. Con nosotros, todos esos curros se acabaron”. Pues bien, esos curros no se han acabado desde que la mentira sigue siendo sostenida y financiada por el Estado.
Hemos visto a esa misma izquierda lapidar policías durante horas en la Plaza del Congreso, intentando, como siempre, imponer su voluntad por la fuerza; demostrando el más absoluto desprecio por la forma de gobierno representativa y republicana que establece nuestra Constitución Nacional. Y otra vez, la tibieza de su gobierno.
Los izquierdistas, Sr. Presidente, son como “esos tigres sedientos de sangre” de los que habla el Himno Nacional, y acaso, hermosa palabra la palabra “acaso”, sean exactamente los mismos cuando los versos de Don Vicente López demuestran por sí mismos su innegable actualidad: “¿No lo veis sobre el triste Caracas / Luto, y llantos, y muerte esparcir? / ¿No los veis devorando qual fieras / Todo pueblo que logran rendir?”.
Y no es para nada exagerada la cita del Bardo de la Libertad si en estos días, los que llaman “revolución” a la rancia dictadura castrista, sin dejar de repetir la mentira de los 30.000 desaparecidos, son capaces de escupirnos su pestífera hiel advirtiéndonos a lo que están dispuestos.
Así, entrevistado por el periodista Eduardo Feinmann, en un programa del que también participó Victoria Villarruel por el CELTYV, el dirigente del Partido Obrero (PO) y legislador de la CABA Gabriel Solano dijo con total impunidad que considerar acto de terrorismo la colocación de una bomba en un jardín de infantes depende de quién ponga la bomba. Vicky Villarruel, habituada a escuchar las más disparatadas argumentaciones contra la lógica, el derecho y el mínimo del elemental sentido común por parte de los que niegan la humanidad misma de las víctimas del terrorismo, no pudo evitar soprenderse por el tenor inaudito de lo que plantaba Solano. ¿Cuántos energúmenos más pensarán como él?
En el pasado argentino la izquierda alzada en armas contra la República Argentina, detonó bombas en comisarías, comedores, dormitorios, viviendas y un largo etc de instituciones. Las palabras de Solano chorrean sangre de argentinos, Sr. Presidente, y su gobierno tolera en silencio que nos amenace con masacrar lo más querido. Ningún funcionario del Estado Argentino ha salido a manifestar el repudio que esos dichos merecen. Nadie desde CAMBIEMOS ha levantado la voz contra esta sin razón criminal en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de la que Solano debería ser expulsado por absoluta incompatibilidad con los valores democráticos. No lo cita el inservible INADI, ni lo acusa fiscal alguno. Ninguna editorial de prensa analiza el hecho. Está normalizada la impunidad discursiva de la izquierda, como la invisibilidad de sus víctimas.
Pero si saliera alguien a decir que Gabriel Solano y cualquiera que avale una bomba en un jardín de infantes justifica viajar de ida en el baúl de un Falcon Verde, una ola de indignación rompería furiosa sobre la cabeza del “apologista del terrorismo de Estado”, y entonces veríamos a periodistas, dirigentes, funcionarios, madres de terroristas, organismos de derechos humanos y toda la sarasa rasgarse las vestiduras por la misma democracia y derechos constitucionales contra los que atentan descaradamente.
El cambio que Ud. prometió, Sr. Presidente, ese cambió por el que yo voté, no está ocurriendo. Y no está ocurriendo porque se elude la batalla cultural, subestimando la importancia de lo ideológico; además de una desagradable tendencia al voluntarismo falto de sustento, como el que representaba Scioli cada vez que decía “con fe y esperanza”.
Mirando solamente al pasado digo que voté bien; lo prefiero por menos malo. Aunque haya cambiemitas que, deja vú del régimen K, ya nos acusan a los liberales de golpistas, ciertamente Usted es mejor presidente que cualquier kirchnerista.
Sin embargo, no puedo dejar de comparar al candidato que fue con el Presidente que es y me haría mucha ilusión que no fuera un kirchnerista el candidato con el que deba usted debatir en pos de su reelección. Imaginemos que estamos ya en 2019 y su contendiente a la Presidencia de la Nación es José Luis Espert, Ricardo López Murphy o algún otro republicano de derecha, entonces en algún punto del debate, tras recordarle sus promesas incumplidas, remata con esta pregunta:
.-Mauricio. ¿en qué te has transformado? ¿O en qué te han transformado?”.
Le quedan casi dos años para pensar la respuesta, Señor Presidente; y ojalá elija la verdad.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
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