Quienes asolaron a la Nación utilizando métodos de violencia (bombas, secuestros, copamientos, ataques armados) solventados y apoyados por Estados extranjeros, con el propósito de instaurar un régimen comunista, se pasean orondos por sus despachos oficiales y pontifican por televisión, radio y diarios, como si fueran carmelitas descalzas, pero con sus bolsillos llenos de “indemnizaciones”, negadas a sus víctimas. Quienes defendieron a la mayoría de los argentinos están encarcelados, por la venganza de los derrotados terroristas, apoyados por jueces corruptos y complacientes, sin derecho a juicios justos, en violación de todas las normas del derecho occidental, con la complacencia de quienes prefieren olvidar lo que originó el estado de guerra que hubo en los años 70. Quienes, desde la magistratura, aplican la ley, que es lo único que garantiza la armonía social, son denostados como si fueran bandidos. Quienes prometieron revisar ese estado de cosas, contrario a la verdad, generador de odios y de venganzas, no han cumplido con las expectativas declamadas.
Como escribió Shakespeare: “Algo está podrido en Dinamarca”
De chico, cuando veía a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo marchar, llevaban consigo carteles que reclamaban por los desaparecidos. En esta última marcha del “dos por uno” llevaban una pancarta que decía “ni olvido, ni perdón, ni reconciliación”. Es interesante ver cómo esos organismos, que tuvieron sus orígenes en el reclamo de los derechos humanos, se convirtieron con el paso del tiempo en organizaciones de carácter político. En el caso de las Madres, dejaron explícitamente de ser un organismo de DDHH, como afirmó Hebe de Bonafini el 24 de marzo pasado, que rechaza toda aplicación de ley benigna a los presos militares, sea “dos por uno”, prisión domiciliaria, o hasta la aberración de permitir la aplicación de leyes de forma retroactiva, juzgando así a militares por hechos que en los 70 no estaban tipificados. Todo esto por el simple hecho de ser militares y negando derechos que todo ciudadano debería tener. Negarlos es caer en los mismos excesos que según ellas cometían los condenados. Y se están personificando de esta manera en eso que durante tantos años afirmaron repudiar. “Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación” es el claro ejemplo de esto.
En una sociedad que intenta mirar al futuro, estos organismos solo buscan reabrir heridas del pasado y no curarlas.
Algo huele mal
Quienes asolaron a la Nación utilizando métodos de violencia (bombas, secuestros, copamientos, ataques armados) solventados y apoyados por Estados extranjeros, con el propósito de instaurar un régimen comunista, se pasean orondos por sus despachos oficiales y pontifican por televisión, radio y diarios, como si fueran carmelitas descalzas, pero con sus bolsillos llenos de “indemnizaciones”, negadas a sus víctimas. Quienes defendieron a la mayoría de los argentinos están encarcelados, por la venganza de los derrotados terroristas, apoyados por jueces corruptos y complacientes, sin derecho a juicios justos, en violación de todas las normas del derecho occidental, con la complacencia de quienes prefieren olvidar lo que originó el estado de guerra que hubo en los años 70. Quienes, desde la magistratura, aplican la ley, que es lo único que garantiza la armonía social, son denostados como si fueran bandidos. Quienes prometieron revisar ese estado de cosas, contrario a la verdad, generador de odios y de venganzas, no han cumplido con las expectativas declamadas.
Como escribió Shakespeare: “Algo está podrido en Dinamarca”
Guillermo Lascano Quintana
lascanoquintana@hotmail.com
Pancarta
De chico, cuando veía a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo marchar, llevaban consigo carteles que reclamaban por los desaparecidos. En esta última marcha del “dos por uno” llevaban una pancarta que decía “ni olvido, ni perdón, ni reconciliación”. Es interesante ver cómo esos organismos, que tuvieron sus orígenes en el reclamo de los derechos humanos, se convirtieron con el paso del tiempo en organizaciones de carácter político. En el caso de las Madres, dejaron explícitamente de ser un organismo de DDHH, como afirmó Hebe de Bonafini el 24 de marzo pasado, que rechaza toda aplicación de ley benigna a los presos militares, sea “dos por uno”, prisión domiciliaria, o hasta la aberración de permitir la aplicación de leyes de forma retroactiva, juzgando así a militares por hechos que en los 70 no estaban tipificados. Todo esto por el simple hecho de ser militares y negando derechos que todo ciudadano debería tener. Negarlos es caer en los mismos excesos que según ellas cometían los condenados. Y se están personificando de esta manera en eso que durante tantos años afirmaron repudiar. “Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación” es el claro ejemplo de esto.
En una sociedad que intenta mirar al futuro, estos organismos solo buscan reabrir heridas del pasado y no curarlas.
dignitas.1986@gmail.com
Carlos Horacio Vázquez
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 18, 2017
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