El reciente e increíble vuelo de Carlos Ghosn, ex CEO de la alianza Renault-Nissan, destacó las fallas en el sistema judicial japonés, que sin embargo se jacta de tener una de las tasas de condenas más altas del mundo (99.4 %). Esto tiene un precio: el sistema de justicia japonés se basa en obtener confesiones. Además de las difíciles condiciones de detención, es realmente imposible para él defenderse de lo que Carlos Ghosn denunció.
En el caso de las personas sospechosas de haber cometido crímenes durante la década de 1970 en Argentina, es la misma observación: la justicia de este país, en total colusión con las asociaciones de familias de desaparecidos, organizó un vasto sistema poder organizar los llamados juicios de “crímenes contra la humanidad” utilizando la retroactividad criminal, la responsabilidad penal colectiva, el principio de analogía criminal, la prisión provisional ilimitada, la imprescriptibilidad de la acción pública. Sin embargo, este país se enorgullece de librar una lucha contra la impunidad, en nombre de la “justicia y la verdad”, que en realidad es una mascarada muy triste.
Si los dos casos difieren en las quejas, hay sin embargo similitudes indignas en el sistema judicial de estos países, pero signatarios del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y miembros del G20:
– – Reversión de la carga de la prueba: corresponde a las autoridades investigadoras y procesadoras establecer la culpa, no al acusado demostrar su inocencia.
– – La ausencia de elementos clave que constituyen lo que se llama un juicio justo: la presunción de inocencia, el respeto a la dignidad y los derechos de defensa.
En ambos casos, estamos presenciando la fabricación de un culpable, el establecimiento de un formidable principio de culpabilidad, sin que en ningún momento las autoridades francesas, europeas u organizaciones internacionales tengan una sola palabra. para condenar estos abusos.
Este es un ejemplo dramático del “doble rasero”: rápido para denunciar los derechos humanos, Francia en estos dos casos no encontró nada de qué quejarse, en dos casos, por eminentemente político, conmovedor dos de sus ciudadanos. Seamos claros: no se trata de pedir un trato preferencial o de utilizar, como hemos leído aquí y allá de manera grotesca, sus “redes” para escapar de la justicia. No se trata de estar por encima de la ley, sino tampoco de estar por debajo de ella. Sin embargo, notamos con amargura que las razones políticas y económicas son suficientes en estos dos casos para silenciar la voz de los defensores de los derechos humanos, una vez más de geometría variable.
Casppa France exige que se respeten los derechos humanos para todos, sin discriminación, el único parámetro para garantizar una verdadera justicia justa. No es suficiente firmar convenios internacionales para afirmar que se aplica justicia justa. Los derechos fundamentales no pueden ser teóricos o ilusorios, deben ser concretos y medibles, como ha señalado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su jurisprudencia establecida.
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El reciente e increíble vuelo de Carlos Ghosn, ex CEO de la alianza Renault-Nissan, destacó las fallas en el sistema judicial japonés, que sin embargo se jacta de tener una de las tasas de condenas más altas del mundo (99.4 %). Esto tiene un precio: el sistema de justicia japonés se basa en obtener confesiones. Además de las difíciles condiciones de detención, es realmente imposible para él defenderse de lo que Carlos Ghosn denunció.
En el caso de las personas sospechosas de haber cometido crímenes durante la década de 1970 en Argentina, es la misma observación: la justicia de este país, en total colusión con las asociaciones de familias de desaparecidos, organizó un vasto sistema poder organizar los llamados juicios de “crímenes contra la humanidad” utilizando la retroactividad criminal, la responsabilidad penal colectiva, el principio de analogía criminal, la prisión provisional ilimitada, la imprescriptibilidad de la acción pública. Sin embargo, este país se enorgullece de librar una lucha contra la impunidad, en nombre de la “justicia y la verdad”, que en realidad es una mascarada muy triste.
Si los dos casos difieren en las quejas, hay sin embargo similitudes indignas en el sistema judicial de estos países, pero signatarios del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y miembros del G20:
– – Reversión de la carga de la prueba: corresponde a las autoridades investigadoras y procesadoras establecer la culpa, no al acusado demostrar su inocencia.
– – La ausencia de elementos clave que constituyen lo que se llama un juicio justo: la presunción de inocencia, el respeto a la dignidad y los derechos de defensa.
En ambos casos, estamos presenciando la fabricación de un culpable, el establecimiento de un formidable principio de culpabilidad, sin que en ningún momento las autoridades francesas, europeas u organizaciones internacionales tengan una sola palabra. para condenar estos abusos.
Este es un ejemplo dramático del “doble rasero”: rápido para denunciar los derechos humanos, Francia en estos dos casos no encontró nada de qué quejarse, en dos casos, por eminentemente político, conmovedor dos de sus ciudadanos. Seamos claros: no se trata de pedir un trato preferencial o de utilizar, como hemos leído aquí y allá de manera grotesca, sus “redes” para escapar de la justicia. No se trata de estar por encima de la ley, sino tampoco de estar por debajo de ella. Sin embargo, notamos con amargura que las razones políticas y económicas son suficientes en estos dos casos para silenciar la voz de los defensores de los derechos humanos, una vez más de geometría variable.
Casppa France exige que se respeten los derechos humanos para todos, sin discriminación, el único parámetro para garantizar una verdadera justicia justa. No es suficiente firmar convenios internacionales para afirmar que se aplica justicia justa. Los derechos fundamentales no pueden ser teóricos o ilusorios, deben ser concretos y medibles, como ha señalado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su jurisprudencia establecida.
casppafrance.org
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 16, 2020