El trastorno por consumo de alcohol (AUD) es como una pestilencia que afecta indiscriminadamente a personas de todas las razas, edades, religiones y niveles socioeconómicos. Resolver este problema del servicio humano requiere una mayor conciencia de su germen, como explora brevemente este documento. El trastorno por consumo de alcohol es causado por varios factores internos y externos, lo que exige que los infectados busquen ayuda sobre su condición.
Las causas de AUD se pueden subsumir en dos categorías: factores internos y externos. Las causas internas del trastorno por consumo de alcohol son la genética, el historial de consumo de alcohol, la personalidad, las condiciones psicológicas y la elección personal. Los investigadores creen que los factores genéticos se acumulan en el determinante más importante de si una persona se convertirá en alcohólica. Tener un padre biológico con AUD aumenta la probabilidad de convertirse en adicto, incluso si el niño es criado por no alcohólicos, y viceversa.
Del mismo modo, si otros factores internos se inclinan hacia el alcohol, especialmente durante un período prolongado, una persona puede volverse alcohólica. Los factores externos, que caen principalmente dentro de las esferas socioculturales y económicas, también se han relacionado con la UDI. Los ingresos familiares considerablemente más altos, los entornos sociales y las normas culturales que generalmente permiten beber probablemente produzcan alcohólicos. Aunque es difícil señalar una sola causa del alcoholismo, está claro que muchos factores internos y externos sirven como materia prima en la formación de un alcohólico.
La Biblia toma una postura más bien desdeñosa sobre el alcohol, percibiéndolo como una prueba con efectos adversos, que requiere resistencia y explotación de los recursos adecuados para vencer. La escritura enfatiza la omnipresencia e indiscriminación del alcoholismo, señalando que beber nubla la visión y compromete el juicio (Isaías 28:7). Además, Pablo percibe el abuso del alcohol como un acto de vandalismo en el templo de Dios: el cuerpo (1 Corintios 3:16–17). No es de extrañar, entonces, que 1 Pedro 5:8 aconseje a las personas que permanezcan sobrias y vigilantes, advirtiendo que emborracharse predispone a una persona a pecar. Curiosamente, Pablo ve el alcoholismo como una tentación que nunca es demasiado grande para que el individuo la derrote (2 Corintios 10:14). Las escrituras aconsejan a las personas que eviten el alcohol y ofrecen esperanza a las personas con UDI de que siempre hay un medio de escape al alcance.
En conclusión, tanto la ciencia como las enseñanzas religiosas reconocen la naturaleza destructiva del AUD. Reconocen que beber es un problema que cualquiera puede tener. Independientemente de las causas o el nivel, el alcoholismo puede vencerse, una victoria que comienza por buscar ayuda.
El trastorno por consumo de alcohol (AUD) es como una pestilencia que afecta indiscriminadamente a personas de todas las razas, edades, religiones y niveles socioeconómicos. Resolver este problema del servicio humano requiere una mayor conciencia de su germen, como explora brevemente este documento. El trastorno por consumo de alcohol es causado por varios factores internos y externos, lo que exige que los infectados busquen ayuda sobre su condición.
Las causas de AUD se pueden subsumir en dos categorías: factores internos y externos. Las causas internas del trastorno por consumo de alcohol son la genética, el historial de consumo de alcohol, la personalidad, las condiciones psicológicas y la elección personal. Los investigadores creen que los factores genéticos se acumulan en el determinante más importante de si una persona se convertirá en alcohólica. Tener un padre biológico con AUD aumenta la probabilidad de convertirse en adicto, incluso si el niño es criado por no alcohólicos, y viceversa.
La Biblia toma una postura más bien desdeñosa sobre el alcohol, percibiéndolo como una prueba con efectos adversos, que requiere resistencia y explotación de los recursos adecuados para vencer. La escritura enfatiza la omnipresencia e indiscriminación del alcoholismo, señalando que beber nubla la visión y compromete el juicio (Isaías 28:7). Además, Pablo percibe el abuso del alcohol como un acto de vandalismo en el templo de Dios: el cuerpo (1 Corintios 3:16–17). No es de extrañar, entonces, que 1 Pedro 5:8 aconseje a las personas que permanezcan sobrias y vigilantes, advirtiendo que emborracharse predispone a una persona a pecar. Curiosamente, Pablo ve el alcoholismo como una tentación que nunca es demasiado grande para que el individuo la derrote (2 Corintios 10:14). Las escrituras aconsejan a las personas que eviten el alcohol y ofrecen esperanza a las personas con UDI de que siempre hay un medio de escape al alcance.
En conclusión, tanto la ciencia como las enseñanzas religiosas reconocen la naturaleza destructiva del AUD. Reconocen que beber es un problema que cualquiera puede tener. Independientemente de las causas o el nivel, el alcoholismo puede vencerse, una victoria que comienza por buscar ayuda.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 9, 2023