Previamente a las elecciones presidenciales los ciudadanos se preguntaban si realmente Colombia estaba como Venezuela, ya que ese era el argumento de la izquierda para desacreditar las advertencias que llegaban desde la otra acera política ante el peligro de que un gobierno de Gustavo Petro sí llevara al país por ese camino. Hoy, a casi ocho meses de gestión de Petro, las propuestas de una constituyente por parte de sus aliados, la escasez de medicamentos y el fetiche por la figura de Simón Bolívar dan muestra de cómo la “venezolanización” de Colombia está a la vuelta de la esquina.
La izquierda siempre busca reformar todo apenas llega al poder. Sin complejos, Hugo Chávez ganó la Presidencia de Venezuela en 1998 prometiendo una Asamblea Nacional Constituyente y, en efecto, fue lo primero que impulsó y concretó. En Chile, Gabriel Boric siguió el mismo libreto, y aunque sufrió una derrota en el plebiscito de septiembre pasado, ya está en marcha un segundo intento. En Perú, el destituido Pedro Castillo no contó con apoyo en el Congreso para esta propuesta pero no por eso dejó de presentarla.
En Colombia, aunque Gustavo Petro prometió en campaña no tomar la vía de la constituyente, ya sus aliados la están asomando con la excusa de “consultar al pueblo” ante el fracaso de su reforma política y los obstáculos que tienen en el camino el resto de sus reformas.
“Una Asamblea Nacional Constituyente, para una nueva reforma política”, sugirió la senadora del Pacto Histórico y aliada de Petro, Piedad Córdoba, quien por cierto ha sido muy cercana al chavismo, un vínculo que no esconde y ha quedado evidenciado con sus múltiples viajes a Caracas. No se puede olvidar que el mandatario colombiano le ha seguido los pasos y ya suma tres viajes a la capital venezolana y uno a la frontera para un total de cuatro encuentros con Nicolás Maduro en apenas siete meses.
Pero no se trata de una propuesta aislada. Sería ingenuo pensar que una declaración en la misma dirección por parte de otro aliado de Petro, casi en paralelo, sea producto de la casualidad. “¡Colombia decide si dejamos en manos de las mafias politiqueras las grandes reformas que el país necesita o constituyente ya! El gobierno del poder popular tiene que levantarse para que la constituyente popular sea una realidad. El presidente Gustavo Petro no puede seguir secuestrado por un Congreso mañoso”, soltó Alfredo Saade, quien fuera precandidato a la Presidencia por el Pacto Histórico. Y nótese además en este caso otra similitud nada casual con la retórica discursiva de la dictadura venezolana, que ha abusado de la frase “poder popular”, al punto de agregarla al nombre de todos los ministerios.
El oficialismo colombiano no ha logrado poner el Congreso a sus pies, pese a que muy pocos partidos se declararon en oposición. Sin embargo, los que decidieron darle un voto de confianza a Petro han demostrado no ser incondicionales, lo que ha hecho que el Poder Legislativo comience a ser visto como un estorbo luego de que el Ejecutivo tuviera que retirar la reforma política al no conseguir apoyo suficiente, sumado al hecho de que este martes el Partido Liberal se apartó del proyecto de reforma a la salud. La reforma laboral también genera preocupación tanto en las organizaciones políticas como en la ciudadanía, que se ha manifestado incluso cerrando los accesos al Congreso. A la lista de reformas del Gobierno también se suma la pensional.
Las aventuradas propuestas de convocar a una constituyente en Colombia han venido acompañadas de una amenaza que salió de la boca del propio presidente del Congreso, Roy Barreras, quien también es integrante del oficialista Pacto Histórico. “Todo aquel que invite a que se hundan las reformas sociales está propiciando un escenario sin salida, de estallido social y violencia futura”, dijo quien además cuestionó este martes que la policía no actuara para impedir el bloqueo de las vías por parte de trabajadores de aplicaciones de entrega a domicilio que protestaban contra la reforma laboral, olvidando que él apoyó el paro contra el entonces presidente Iván Duque, el cual se extendió por más de dos meses y generó violencia y vandalismo.
Los obstáculos que ha encontrado la reforma a la salud estarían generando en Colombia otro de los grandes problemas que ha vivido Venezuela: la escasez. En este caso de medicamentos. El expresidente del Congreso, Ernesto Macías, denunció que la crisis se estaría provocando desde el propio Gobierno para presionar la aprobación de la reforma que busca eliminar o limitar la alianza público-privada con las EPS (Entidades Promotoras de Salud). La excandidata a la Vicepresidencia, Marelen Castillo, hizo un señalamiento en la misma dirección. Acto seguido, el superintendente de Salud, Ulahy Beltrán, anunció que la entidad que dirige abrió una investigación a las EPS y empresas de regímenes especiales por la escasez de medicamentos en Colombia.
Y de los viajes de Petro a Venezuela no solo ha quedado una estrecha relación con Maduro sino una imitación del fetiche bolivariano que ha permitido al chavismo apropiarse de la figura del libertador con fines políticos, al punto de cambiar la denominación oficial del país. El busto de Simón Bolívar que trasladó el mandatario colombiano de Caracas a Bogotá en su último viaje y la exigencia de exhibir la espada del libertador que robó en 1974 el M-19 –el grupo narcoguerrillero al que perteneció Petro– como requisito para iniciar su discurso en su toma de posesión dan muestra de estar siguiendo los mismos pasos.
Los acercamientos entre Colombia y Venezuela en los últimos meses van más allá de una relación diplomática y comercial. Lo político e ideológico parece estar imponiendo la agenda. La propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente en Colombia por parte de aliados muy cercanos al Gobierno de Gustavo Petro da muestra de que la imitación del fracasado modelo chavista supera lo simbólico.
Con los diálogos con la narcoguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que se iniciaron en la capital venezolana, el Ejecutivo colombiano comenzó con el chavismo una relación que con el paso de los días se ha ido profundizando. El compromiso con la dictadura es tal que Petro convocó este martes a una conferencia internacional en Colombia “con el objetivo de construir la hoja de ruta que permita el diálogo político efectivo de la sociedad y el gobierno venezolano”.
Mientras tanto, el ELN cometía otro acto terrorista, dejando nueve militares muertos (dos suboficiales y siete soldados) a pesar de que el pasado 6 de diciembre el presidente colombiano anunció que los jóvenes que estuvieran prestando servicio militar no serían enviados a zonas de conflicto. Tampoco se puede olvidar que en campaña prometió que a los tres meses de él ser presidente se acabaría el ELN. ¿Se puede entonces confiar en la promesa de campaña de que no convocaría a una Constituyente en Colombia?
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Previamente a las elecciones presidenciales los ciudadanos se preguntaban si realmente Colombia estaba como Venezuela, ya que ese era el argumento de la izquierda para desacreditar las advertencias que llegaban desde la otra acera política ante el peligro de que un gobierno de Gustavo Petro sí llevara al país por ese camino. Hoy, a casi ocho meses de gestión de Petro, las propuestas de una constituyente por parte de sus aliados, la escasez de medicamentos y el fetiche por la figura de Simón Bolívar dan muestra de cómo la “venezolanización” de Colombia está a la vuelta de la esquina.
La izquierda siempre busca reformar todo apenas llega al poder. Sin complejos, Hugo Chávez ganó la Presidencia de Venezuela en 1998 prometiendo una Asamblea Nacional Constituyente y, en efecto, fue lo primero que impulsó y concretó. En Chile, Gabriel Boric siguió el mismo libreto, y aunque sufrió una derrota en el plebiscito de septiembre pasado, ya está en marcha un segundo intento. En Perú, el destituido Pedro Castillo no contó con apoyo en el Congreso para esta propuesta pero no por eso dejó de presentarla.
En Colombia, aunque Gustavo Petro prometió en campaña no tomar la vía de la constituyente, ya sus aliados la están asomando con la excusa de “consultar al pueblo” ante el fracaso de su reforma política y los obstáculos que tienen en el camino el resto de sus reformas.
“Una Asamblea Nacional Constituyente, para una nueva reforma política”, sugirió la senadora del Pacto Histórico y aliada de Petro, Piedad Córdoba, quien por cierto ha sido muy cercana al chavismo, un vínculo que no esconde y ha quedado evidenciado con sus múltiples viajes a Caracas. No se puede olvidar que el mandatario colombiano le ha seguido los pasos y ya suma tres viajes a la capital venezolana y uno a la frontera para un total de cuatro encuentros con Nicolás Maduro en apenas siete meses.
Pero no se trata de una propuesta aislada. Sería ingenuo pensar que una declaración en la misma dirección por parte de otro aliado de Petro, casi en paralelo, sea producto de la casualidad. “¡Colombia decide si dejamos en manos de las mafias politiqueras las grandes reformas que el país necesita o constituyente ya! El gobierno del poder popular tiene que levantarse para que la constituyente popular sea una realidad. El presidente Gustavo Petro no puede seguir secuestrado por un Congreso mañoso”, soltó Alfredo Saade, quien fuera precandidato a la Presidencia por el Pacto Histórico. Y nótese además en este caso otra similitud nada casual con la retórica discursiva de la dictadura venezolana, que ha abusado de la frase “poder popular”, al punto de agregarla al nombre de todos los ministerios.
El oficialismo colombiano no ha logrado poner el Congreso a sus pies, pese a que muy pocos partidos se declararon en oposición. Sin embargo, los que decidieron darle un voto de confianza a Petro han demostrado no ser incondicionales, lo que ha hecho que el Poder Legislativo comience a ser visto como un estorbo luego de que el Ejecutivo tuviera que retirar la reforma política al no conseguir apoyo suficiente, sumado al hecho de que este martes el Partido Liberal se apartó del proyecto de reforma a la salud. La reforma laboral también genera preocupación tanto en las organizaciones políticas como en la ciudadanía, que se ha manifestado incluso cerrando los accesos al Congreso. A la lista de reformas del Gobierno también se suma la pensional.
Las aventuradas propuestas de convocar a una constituyente en Colombia han venido acompañadas de una amenaza que salió de la boca del propio presidente del Congreso, Roy Barreras, quien también es integrante del oficialista Pacto Histórico. “Todo aquel que invite a que se hundan las reformas sociales está propiciando un escenario sin salida, de estallido social y violencia futura”, dijo quien además cuestionó este martes que la policía no actuara para impedir el bloqueo de las vías por parte de trabajadores de aplicaciones de entrega a domicilio que protestaban contra la reforma laboral, olvidando que él apoyó el paro contra el entonces presidente Iván Duque, el cual se extendió por más de dos meses y generó violencia y vandalismo.
Los obstáculos que ha encontrado la reforma a la salud estarían generando en Colombia otro de los grandes problemas que ha vivido Venezuela: la escasez. En este caso de medicamentos. El expresidente del Congreso, Ernesto Macías, denunció que la crisis se estaría provocando desde el propio Gobierno para presionar la aprobación de la reforma que busca eliminar o limitar la alianza público-privada con las EPS (Entidades Promotoras de Salud). La excandidata a la Vicepresidencia, Marelen Castillo, hizo un señalamiento en la misma dirección. Acto seguido, el superintendente de Salud, Ulahy Beltrán, anunció que la entidad que dirige abrió una investigación a las EPS y empresas de regímenes especiales por la escasez de medicamentos en Colombia.
Y de los viajes de Petro a Venezuela no solo ha quedado una estrecha relación con Maduro sino una imitación del fetiche bolivariano que ha permitido al chavismo apropiarse de la figura del libertador con fines políticos, al punto de cambiar la denominación oficial del país. El busto de Simón Bolívar que trasladó el mandatario colombiano de Caracas a Bogotá en su último viaje y la exigencia de exhibir la espada del libertador que robó en 1974 el M-19 –el grupo narcoguerrillero al que perteneció Petro– como requisito para iniciar su discurso en su toma de posesión dan muestra de estar siguiendo los mismos pasos.
Los acercamientos entre Colombia y Venezuela en los últimos meses van más allá de una relación diplomática y comercial. Lo político e ideológico parece estar imponiendo la agenda. La propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente en Colombia por parte de aliados muy cercanos al Gobierno de Gustavo Petro da muestra de que la imitación del fracasado modelo chavista supera lo simbólico.
Con los diálogos con la narcoguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que se iniciaron en la capital venezolana, el Ejecutivo colombiano comenzó con el chavismo una relación que con el paso de los días se ha ido profundizando. El compromiso con la dictadura es tal que Petro convocó este martes a una conferencia internacional en Colombia “con el objetivo de construir la hoja de ruta que permita el diálogo político efectivo de la sociedad y el gobierno venezolano”.
Mientras tanto, el ELN cometía otro acto terrorista, dejando nueve militares muertos (dos suboficiales y siete soldados) a pesar de que el pasado 6 de diciembre el presidente colombiano anunció que los jóvenes que estuvieran prestando servicio militar no serían enviados a zonas de conflicto. Tampoco se puede olvidar que en campaña prometió que a los tres meses de él ser presidente se acabaría el ELN. ¿Se puede entonces confiar en la promesa de campaña de que no convocaría a una Constituyente en Colombia?
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 25, 2023