Desde el mismo día en que retornó la Democracia, comenzó una persecución feroz, metódica y maliciosa contra todos los uniformados y sus familias. Se fabricó una historia a medida: una historia mutilada, escrita por quienes necesitaron demonizar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad para ocultar su propia sangre derramada en los años 70.
Mientras una versión falsa se instalaba como verdad absoluta, surgieron organizaciones que intentaron mostrar lo que había sido prohibido, borrado, escondido. Pero la Plaza de Mayo —esa que debería ser el corazón de la patria— fue convertida en el símbolo unilateral de un relato apócrifo, un espejo deformado que solo mostró media historia… y media historia es una mentira completa.
Gobierno tras gobierno, excepto uno, fueron cómplices por acción u omisión. Mientras nuestros soldados envejecían y morían en los juicios de la venganza —ya son más de novecientos—, aquellos que sembraron bombas, asesinatos, intentos de copamiento y una guerra abierta en Tucumán, fueron premiados con dinero, homenajes y cargos políticos.
Este 29 de noviembre cruzaremos una puerta sin retorno.
Quizá sea nuestro Día D. El punto de inflexión.
Ese día nos miraremos a los ojos como nación y nos preguntaremos: ¿Estamos dispuestos a seguir de pie o seguiremos de rodillas?
¿Estamos dispuestos a defender la verdad, aun cuando duela?
¿Estamos listos para mostrar que la mentira no es impune?
No solo buscamos la libertad de los militares prisioneros de la venganza.
No solo exigimos reconocimiento para los soldados que combatieron.
No solo reclamamos justicia para las 21.200 víctimas del terrorismo.
Buscamos algo aún más grande: recuperar la historia.
La verdadera. La que estudiarán nuestros hijos y nuestros nietos.
Porque no hay futuro posible para una patria que convive con una historia violada, tergiversada y manipulada.
Eso no es sano. Eso no es justo.
Eso no es argentino.
Caminante, no hay camino: se construye con pensamiento, palabra y acción.
Este 29 seremos artífices no solo de nuestro destino, sino del destino mismo de la historia argentina. Para no repetir los errores, para no reincidir en los horrores. Porque errar es humano… pero persistir en el error es diabólico.
Por eso estaremos ahí. Todos. Firmes. De pie.
Porque no a todos les llega la responsabilidad —y el honor— de ser parte de un cambio profundo. Pero a nosotros, por la gracia de Dios, nos ha tocado.
El 29 de noviembre, a las 16 horas, en la Plaza de Mayo, comenzaremos a reparar lo que se quiso destruir.
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Desde el mismo día en que retornó la Democracia, comenzó una persecución feroz, metódica y maliciosa contra todos los uniformados y sus familias. Se fabricó una historia a medida: una historia mutilada, escrita por quienes necesitaron demonizar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad para ocultar su propia sangre derramada en los años 70.
Mientras una versión falsa se instalaba como verdad absoluta, surgieron organizaciones que intentaron mostrar lo que había sido prohibido, borrado, escondido. Pero la Plaza de Mayo —esa que debería ser el corazón de la patria— fue convertida en el símbolo unilateral de un relato apócrifo, un espejo deformado que solo mostró media historia… y media historia es una mentira completa.
Gobierno tras gobierno, excepto uno, fueron cómplices por acción u omisión. Mientras nuestros soldados envejecían y morían en los juicios de la venganza —ya son más de novecientos—, aquellos que sembraron bombas, asesinatos, intentos de copamiento y una guerra abierta en Tucumán, fueron premiados con dinero, homenajes y cargos políticos.
Este 29 de noviembre cruzaremos una puerta sin retorno.
Quizá sea nuestro Día D. El punto de inflexión.
Ese día nos miraremos a los ojos como nación y nos preguntaremos: ¿Estamos dispuestos a seguir de pie o seguiremos de rodillas?
¿Estamos dispuestos a defender la verdad, aun cuando duela?
¿Estamos listos para mostrar que la mentira no es impune?
No solo buscamos la libertad de los militares prisioneros de la venganza.
No solo exigimos reconocimiento para los soldados que combatieron.
No solo reclamamos justicia para las 21.200 víctimas del terrorismo.
Buscamos algo aún más grande: recuperar la historia.
La verdadera. La que estudiarán nuestros hijos y nuestros nietos.
Porque no hay futuro posible para una patria que convive con una historia violada, tergiversada y manipulada.
Eso no es sano. Eso no es justo.
Eso no es argentino.
Caminante, no hay camino: se construye con pensamiento, palabra y acción.
Este 29 seremos artífices no solo de nuestro destino, sino del destino mismo de la historia argentina. Para no repetir los errores, para no reincidir en los horrores. Porque errar es humano… pero persistir en el error es diabólico.
Por eso estaremos ahí. Todos. Firmes. De pie.
Porque no a todos les llega la responsabilidad —y el honor— de ser parte de un cambio profundo. Pero a nosotros, por la gracia de Dios, nos ha tocado.
El 29 de noviembre, a las 16 horas, en la Plaza de Mayo, comenzaremos a reparar lo que se quiso destruir.
Héctor Guillermo Sottovía
DNI 16.840.454
BLOQUEADO PARA TODAS LAS REDES
PrisioneroEnArgentina.com
Non 25, 2025