Como adulto mayor y con algunos antecedentes de riesgo me he planteado que es mejor, si estar aburrido o internado. Por experiencias previas de haber estado internado diría que esa situación no es muy agradable y placentera, aunque estemos internado en un buen sanatorio muy bien atendido, seguramente a veces mejor del que tenemos en nuestros hogares. La soledad que siente uno en el sanatorio u hospital es enorme lejos de los seres queridos que solo nos pueden acompañar durante el escaso tiempo que tienen libres. Nunca hay nada mejor que “el calor del propio hogar” en el que podemos tener gracias a los adelantos tecnológicos formas de comunicarnos con nuestros seres queridos. Como adulto mayor y apostando a la vida que es preciosa y hay que cuidarla como dice María Teresa de Calcuta ya no pienso en cuando termina la “cuarentena oficial” que es aquella que funciona y se determina de acuerdo a parámetros como el de la seguridad física personal y a términos económicos. El monstruoso e invisible virus que ataca a toda la humanidad ya vino para quedarse. Se producirán grandes cambios en las relaciones interpersonales, así como grandes cambios en la forma de trabajar. Para mí la cuarentena se prolongará en el tiempo y no sé hasta cuando la amenaza del virus continuará- Quiero ver crecer a mis nietos y debo cuidarme. Tuvo que aparecer este virus en la Argentina y en muchos otros países para advertir las falencias estructurales en muchos aspectos socio-económicos y las grandes mentiras de la clase política y de todos aquellos que siempre han hablado y dicho que predican la justicia social que es vergonzoso. En una Argentina a la que muchos han dicho esta culturalmente cerca del Primer Mundo aparecen en forma simultanea síntomas de un país con características de aquellos subdesarrollados como he advertido por mis experiencias, en Centro América y en África. La historia de los “cajones de cartón” no es una historia nueva en Latinoamérica y en África, no es parte de la historia reciente del coronavirus. Hoy gracias a los adelantos tecnológicos podemos con algún pequeño esfuerzo adaptarnos a este nuevo mundo que llamaríamos “mundo post-coronavirus” del que sufrirán más los más pobres o más desprotegidos. ¿Vamos a un mundo “más solidario”? No podría asegurarlo porque es muy posible conociendo al “ser humano” hambriento por el “dinero más allá de la lógica importancia” que tiene y lo irreflexible que es que una vez que superemos la instancia más crítica sigan pensando en “la economía propia” como si fuera el fin del mundo. Este es un virus que ataca a ricos y pobres y que representa un verdadero desafío a la vida humana, deberíamos tener o hacernos el tiempo necesario para reflexionar sobre el misterio de la vida y de la muerte del ser humano. No tengo tiempo para aburrirme, el que tengo o sea de 24 horas diarias es para pensar cómo es posible que en el conurbano bonaerense haya barrios en los que solo existen tres canillas de agua potable para todos, sin redes cloacales por supuesto. Tengo tiempo para pensar y escribir con la aspiración de que ellos, los políticos de siempre, para que reflexionen sobre lo que muchos llaman “el negocio de los pobres” que tanto mal le ha hecho a la Argentina grande de la sexta potencia mundial. ¿Esta es la política que practican los llamados personeros de la Justicia Social en Argentina? ¡Vergonzoso!
☺
Por FRANCISCO BENARD
Como adulto mayor y con algunos antecedentes de riesgo me he planteado que es mejor, si estar aburrido o internado. Por experiencias previas de haber estado internado diría que esa situación no es muy agradable y placentera, aunque estemos internado en un buen sanatorio muy bien atendido, seguramente a veces mejor del que tenemos en nuestros hogares. La soledad que siente uno en el sanatorio u hospital es enorme lejos de los seres queridos que solo nos pueden acompañar durante el escaso tiempo que tienen libres. Nunca hay nada mejor que “el calor del propio hogar” en el que podemos tener gracias a los adelantos tecnológicos formas de comunicarnos con nuestros seres queridos. Como adulto mayor y apostando a la vida que es preciosa y hay que cuidarla como dice María Teresa de Calcuta ya no pienso en cuando termina la “cuarentena oficial” que es aquella que funciona y se determina de acuerdo a parámetros como el de la seguridad física personal y a términos económicos. El monstruoso e invisible virus que ataca a toda la humanidad ya vino para quedarse. Se producirán grandes cambios en las relaciones interpersonales, así como grandes cambios en la forma de trabajar. Para mí la cuarentena se prolongará en el tiempo y no sé hasta cuando la amenaza del virus continuará- Quiero ver crecer a mis nietos y debo cuidarme. Tuvo que aparecer este virus en la Argentina y en muchos otros países para advertir las falencias estructurales en muchos aspectos socio-económicos y las grandes mentiras de la clase política y de todos aquellos que siempre han hablado y dicho que predican la justicia social que es vergonzoso. En una Argentina a la que muchos han dicho esta culturalmente cerca del Primer Mundo aparecen en forma simultanea síntomas de un país con características de aquellos subdesarrollados como he advertido por mis experiencias, en Centro América y en África. La historia de los “cajones de cartón” no es una historia nueva en Latinoamérica y en África, no es parte de la historia reciente del coronavirus. Hoy gracias a los adelantos tecnológicos podemos con algún pequeño esfuerzo adaptarnos a este nuevo mundo que llamaríamos “mundo post-coronavirus” del que sufrirán más los más pobres o más desprotegidos. ¿Vamos a un mundo “más solidario”? No podría asegurarlo porque es muy posible conociendo al “ser humano” hambriento por el “dinero más allá de la lógica importancia” que tiene y lo irreflexible que es que una vez que superemos la instancia más crítica sigan pensando en “la economía propia” como si fuera el fin del mundo. Este es un virus que ataca a ricos y pobres y que representa un verdadero desafío a la vida humana, deberíamos tener o hacernos el tiempo necesario para reflexionar sobre el misterio de la vida y de la muerte del ser humano. No tengo tiempo para aburrirme, el que tengo o sea de 24 horas diarias es para pensar cómo es posible que en el conurbano bonaerense haya barrios en los que solo existen tres canillas de agua potable para todos, sin redes cloacales por supuesto. Tengo tiempo para pensar y escribir con la aspiración de que ellos, los políticos de siempre, para que reflexionen sobre lo que muchos llaman “el negocio de los pobres” que tanto mal le ha hecho a la Argentina grande de la sexta potencia mundial. ¿Esta es la política que practican los llamados personeros de la Justicia Social en Argentina? ¡Vergonzoso!
Francisco Benard
Abogado
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 8, 2020