La frustración no es una experiencia exclusiva de algunos. Muchos hemos sentido que los cimientos mismos de nuestra existencia se han sacudido por la enfermedad y muerte de un ser querido, por un fracaso afectivo, por estrecheces económicas, por problemas de salud, etc. Cada uno de nosotros conoce muy bien su propia película interior. Con frecuencia estas crisis existenciales van acompañadas de crisis de fe. Hay personas que se alejan de Dios por los escándalos causado por algunos sacerdotes o porque han encontrado intolerancia y rechazo en aquellos que deberían dar ejemplo de misericordia. Están los que dan la espalda a situaciones y compromisos expresando así que quieren dejar atrás ese capítulo de sus vidas. En el mundo de hoy, millones de personas le dan la espalda a la Iglesia y en ocasiones también le dan espalda a Dios como consecuencia de sus crisis personales. Al dejar atrás su pasado, ¿hacia dónde se dirigen aquellos? Regresan a la rutina cotidiana para allí distraerse con las ocupaciones diarias y dejar de pensar. ¿A dónde se dirigen los que dan la espalda a la Iglesia? Unos tocan a las puertas de los grupos evangélicos; otros buscan respuestas en las místicas orientales que están de moda; otros deciden vivir su relación con Dios de una forma absolutamente privada rechazando toda mediación comunitaria y eclesial; otros caen en el agnosticismo y puedan llegar a un ateísmo práctico. En medio de una crisis, el dolor y la frustración puede impedirnos identificar la voz de nuestro interior. Porque hay que entender que Dios se manifiesta de mil maneras; si fuéramos menos distraídos seríamos capaces de reconocer los infinitos pequeños milagros que se dan en la vida de todos los días y que nos están recordando que Dios nos ama. A través de una reflexión profunda, conducida, puede ser que descubramos el sentido de todo lo que ha pasado. Poco a poco empezar a descubrir la luz en medio de la noche de desesperanza en que podamos encontrarnos. A través de nuestra comunicación interior se va recuperando la confianza y sanando las heridas. Acudamos a todas las ayudas que nos permitan salir de la postración. Busquemos una ayuda profesional (un consejero, un terapista de pareja, un psicólogo, un director espiritual sabio); en esas situaciones la oración también ayuda. Todas estas personas son herramientas a través de las cuales obra Dios. Procuremos comprender y aceptar capítulos particularmente dolorosos de nuestras vidas. Y, si los golpes de la vida nos han dejado sangrando el corazón y quizás nos hemos sentido lejos de Dios, incomunicados, no sintamos eso; Dios está junto a nosotros, aunque a veces no lo percibamos. Que cada día de nuestra existencia sea una experiencia de encuentro con nuestro yo interno, que nos trae la paz.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un abrazo, y mi
deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo,
y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
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Por CLAUDIO VALERIO
La frustración no es una experiencia exclusiva de algunos. Muchos hemos sentido que los cimientos mismos de nuestra existencia se han sacudido por la enfermedad y muerte de un ser querido, por un fracaso afectivo, por estrecheces económicas, por problemas de salud, etc. Cada uno de nosotros conoce muy bien su propia película interior. Con frecuencia estas crisis existenciales van acompañadas de crisis de fe. Hay personas que se alejan de Dios por los escándalos causado por algunos sacerdotes o porque han encontrado intolerancia y rechazo en aquellos que deberían dar ejemplo de misericordia.
Están los que dan la espalda a situaciones y compromisos expresando así que quieren dejar atrás ese capítulo de sus vidas. En el mundo de hoy, millones de personas le dan la espalda a la Iglesia y en ocasiones también le dan espalda a Dios como consecuencia de sus crisis personales. Al dejar atrás su pasado, ¿hacia dónde se dirigen aquellos? Regresan a la rutina cotidiana para allí distraerse con las ocupaciones diarias y dejar de pensar. ¿A dónde se dirigen los que dan la espalda a la Iglesia? Unos tocan a las puertas de los grupos evangélicos; otros buscan respuestas en las místicas orientales que están de moda; otros deciden vivir su relación con Dios de una forma absolutamente privada rechazando toda mediación comunitaria y eclesial; otros caen en el agnosticismo y puedan llegar a un ateísmo práctico. En medio de una crisis, el dolor y la frustración puede impedirnos identificar la voz de nuestro interior. Porque hay que entender que Dios se manifiesta de mil maneras; si fuéramos menos distraídos seríamos capaces de reconocer los infinitos pequeños milagros que se dan en la vida de todos los días y que nos están recordando que Dios nos ama. A través de una reflexión profunda, conducida, puede ser que descubramos el sentido de todo lo que ha pasado. Poco a poco empezar a descubrir la luz en medio de la noche de desesperanza en que podamos encontrarnos. A través de nuestra comunicación interior se va recuperando la confianza y sanando las heridas. Acudamos a todas las ayudas que nos permitan salir de la postración. Busquemos una ayuda profesional (un consejero, un terapista de pareja, un psicólogo, un director espiritual sabio); en esas situaciones la oración también ayuda. Todas estas personas son herramientas a través de las cuales obra Dios. Procuremos comprender y aceptar capítulos particularmente dolorosos de nuestras vidas. Y, si los golpes de la vida nos han dejado sangrando el corazón y quizás nos hemos sentido lejos de Dios, incomunicados, no sintamos eso; Dios está junto a nosotros, aunque a veces no lo percibamos. Que cada día de nuestra existencia sea una experiencia de encuentro con nuestro yo interno, que nos trae la paz.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un abrazo, y mi
deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo,
y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
®. Valerius
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 28, 2020