En el vasto escenario de la literatura y la realidad, las metáforas nos permiten explorar las complejidades de la condición humana y social, revelando verdades ocultas tras capas de simbolismo.
La novela de Agatha Christie, Asesinato en el Expreso de Oriente, nos presenta un tren detenido en la nieve, donde todos los pasajeros parecen tener un motivo para cometer un crimen, y donde el detective Poirot, descubre que la víctima fue consecuencia de una conspiración colectiva.
Esta historia, en su esencia, es una metáfora de la justicia, la culpa y la responsabilidad compartida.
Imaginemos ahora un escenario paralelo en la realidad social de nuestro país, donde los presos políticos adultos mayores de la U34 en Campo de Mayo, víctimas de un sistema judicial prevaricador, se asemejan a los pasajeros del Expreso de Oriente; Cada uno de ellos, con su historia, sus heridas y sus motivos, se encuentran atrapados en un sistema que los ha condenado sin justicia, sin pruebas concluyentes, y en muchos casos, sin la posibilidad de una defensa digna.
Como en la novela, todos parecen tener un motivo: la injusticia, la represión, la vulnerabilidad de su condición de ancianos y la falta de un proceso transparente.
El investigador Poirot, que en la novela descubre que todos los pasajeros participaron en la muerte de la víctima, simboliza en este contexto a quienes, desde las Instituciones del Estado —el Servicio Penitenciario Federal y el Cuerpo Médico Forense de la Nación— han contribuido a la construcción de una asociación ilegítima; Una alianza que, en apariencia, justifica la violencia y la represión, pero que en realidad perpetúa un ciclo de injusticia y vulneración de derechos.
La muerte en el expreso, que en la novela es un acto colectivo y justificado por motivos morales, en nuestra realidad se asemeja a la complicidad de un sistema que, en lugar de proteger, termina eliminando la dignidad de quienes deberían ser protegidos.
Esta metáfora revela cómo un sistema judicial que actúa con prevaricación y sin transparencia puede convertirse en un tren desbocado, donde todos los actores —los presos, las Instituciones, los médicos forenses— participan en una especie de homicidio institucional.
La víctima, en este caso, son los adultos mayores, víctimas de un entramado que los ha convertido en mártires de un sistema y los ha condenado sin juicio justo. La asociación ilegítima que se forma, en la que todos tienen un motivo, refleja la complicidad silenciosa y la responsabilidad compartida en la perpetuación de la injusticia.
Al igual que Poirot, que descubre que todos los pasajeros tenían un motivo y que la justicia verdadera requiere reconocer esa responsabilidad colectiva, nosotros debemos cuestionar y denunciar cómo las Instituciones y actores que deberían velar por la justicia y la dignidad humana se han convertido en cómplices de un crimen mayor: el asesinato social de los vulnerables.
La metáfora del expreso de Oriente nos invita a reflexionar sobre la necesidad de un sistema que, en lugar de ser un medio de destrucción, sea un camino hacia la reparación, la verdad y la justicia.
En definitiva, tanto en la novela como en la realidad, la historia nos muestra que la justicia no puede ser un acto individual, sino un compromiso colectivo; La denuncia de estos crímenes institucionales es el primer paso para que, como en la ficción, la verdad salga a la luz y se haga justicia, no solo para estos adultos mayores, presos políticos de la U34 de Campo de Mayo, sino para toda la sociedad que clama por un cambio profundo y verdadero.
La historia y la realidad nos muestran que la justicia, en muchas ocasiones, ha sido manipulada y convertida en un instrumento de traición y codicia. En el caso del crimen en el Expreso de Campo de Mayo, Poirot logró descubrir el motivo que lo impulsó: la miseria y la desesperación que llevaron a los asesinos a cometer sus actos, motivados por la baja moral y la búsqueda de beneficios económicos a costa de los últimos días de vida de los adultos mayores presos en ese lugar.
Sin embargo, la verdadera tragedia radica en cómo la justicia prevaricadora y su asociación ilegítima siguen sosteniendo este crimen, alimentando un sistema corrupto que se beneficia de la vulnerabilidad y la miseria de quienes están en su poder.
Al igual que en la historia bíblica de las treinta piezas de plata, donde Judas vendió a Jesús por una suma insignificante, los responsables de la justicia en Campo de Mayo han vendido su integridad por intereses económicos y políticos; Los jueces y funcionarios que deberían velar por la verdad y la justicia, en cambio, se han convertido en cómplices de un sistema que perpetúa el sufrimiento y la injusticia, beneficiándose de la explotación y el olvido de los más vulnerables.
Es imperativo que la sociedad se movilice para acabar con esta traición a los valores de equidad y dignidad, y que los responsables sean juzgados por sus acciones, sin beneficiarse de la impunidad.
Aquellos que reciben monedas manchadas de sangre por la muerte de tantos adultos mayores, deben ser confrontados con la verdad; La historia de Judas y las treinta piezas de plata nos recuerda que la traición y la codicia tienen un precio muy alto, y que la verdadera justicia solo será posible cuando la sociedad se levante y exija un cambio profundo y verdadero.
Solo así podremos romper con el ciclo de traición, corrupción y beneficio ilícito que hoy sigue sosteniendo este crimen en el Expreso de Campo de Mayo.
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Pastor Evangélico
En el vasto escenario de la literatura y la realidad, las metáforas nos permiten explorar las complejidades de la condición humana y social, revelando verdades ocultas tras capas de simbolismo.
La novela de Agatha Christie, Asesinato en el Expreso de Oriente, nos presenta un tren detenido en la nieve, donde todos los pasajeros parecen tener un motivo para cometer un crimen, y donde el detective Poirot, descubre que la víctima fue consecuencia de una conspiración colectiva.
Esta historia, en su esencia, es una metáfora de la justicia, la culpa y la responsabilidad compartida.
Imaginemos ahora un escenario paralelo en la realidad social de nuestro país, donde los presos políticos adultos mayores de la U34 en Campo de Mayo, víctimas de un sistema judicial prevaricador, se asemejan a los pasajeros del Expreso de Oriente; Cada uno de ellos, con su historia, sus heridas y sus motivos, se encuentran atrapados en un sistema que los ha condenado sin justicia, sin pruebas concluyentes, y en muchos casos, sin la posibilidad de una defensa digna.
Como en la novela, todos parecen tener un motivo: la injusticia, la represión, la vulnerabilidad de su condición de ancianos y la falta de un proceso transparente.
El investigador Poirot, que en la novela descubre que todos los pasajeros participaron en la muerte de la víctima, simboliza en este contexto a quienes, desde las Instituciones del Estado —el Servicio Penitenciario Federal y el Cuerpo Médico Forense de la Nación— han contribuido a la construcción de una asociación ilegítima; Una alianza que, en apariencia, justifica la violencia y la represión, pero que en realidad perpetúa un ciclo de injusticia y vulneración de derechos.
La muerte en el expreso, que en la novela es un acto colectivo y justificado por motivos morales, en nuestra realidad se asemeja a la complicidad de un sistema que, en lugar de proteger, termina eliminando la dignidad de quienes deberían ser protegidos.
La víctima, en este caso, son los adultos mayores, víctimas de un entramado que los ha convertido en mártires de un sistema y los ha condenado sin juicio justo. La asociación ilegítima que se forma, en la que todos tienen un motivo, refleja la complicidad silenciosa y la responsabilidad compartida en la perpetuación de la injusticia.
Al igual que Poirot, que descubre que todos los pasajeros tenían un motivo y que la justicia verdadera requiere reconocer esa responsabilidad colectiva, nosotros debemos cuestionar y denunciar cómo las Instituciones y actores que deberían velar por la justicia y la dignidad humana se han convertido en cómplices de un crimen mayor: el asesinato social de los vulnerables.
La metáfora del expreso de Oriente nos invita a reflexionar sobre la necesidad de un sistema que, en lugar de ser un medio de destrucción, sea un camino hacia la reparación, la verdad y la justicia.
En definitiva, tanto en la novela como en la realidad, la historia nos muestra que la justicia no puede ser un acto individual, sino un compromiso colectivo; La denuncia de estos crímenes institucionales es el primer paso para que, como en la ficción, la verdad salga a la luz y se haga justicia, no solo para estos adultos mayores, presos políticos de la U34 de Campo de Mayo, sino para toda la sociedad que clama por un cambio profundo y verdadero.
La historia y la realidad nos muestran que la justicia, en muchas ocasiones, ha sido manipulada y convertida en un instrumento de traición y codicia. En el caso del crimen en el Expreso de Campo de Mayo, Poirot logró descubrir el motivo que lo impulsó: la miseria y la desesperación que llevaron a los asesinos a cometer sus actos, motivados por la baja moral y la búsqueda de beneficios económicos a costa de los últimos días de vida de los adultos mayores presos en ese lugar.
Sin embargo, la verdadera tragedia radica en cómo la justicia prevaricadora y su asociación ilegítima siguen sosteniendo este crimen, alimentando un sistema corrupto que se beneficia de la vulnerabilidad y la miseria de quienes están en su poder.
Al igual que en la historia bíblica de las treinta piezas de plata, donde Judas vendió a Jesús por una suma insignificante, los responsables de la justicia en Campo de Mayo han vendido su integridad por intereses económicos y políticos; Los jueces y funcionarios que deberían velar por la verdad y la justicia, en cambio, se han convertido en cómplices de un sistema que perpetúa el sufrimiento y la injusticia, beneficiándose de la explotación y el olvido de los más vulnerables.
Es imperativo que la sociedad se movilice para acabar con esta traición a los valores de equidad y dignidad, y que los responsables sean juzgados por sus acciones, sin beneficiarse de la impunidad.
Aquellos que reciben monedas manchadas de sangre por la muerte de tantos adultos mayores, deben ser confrontados con la verdad; La historia de Judas y las treinta piezas de plata nos recuerda que la traición y la codicia tienen un precio muy alto, y que la verdadera justicia solo será posible cuando la sociedad se levante y exija un cambio profundo y verdadero.
Solo así podremos romper con el ciclo de traición, corrupción y beneficio ilícito que hoy sigue sosteniendo este crimen en el Expreso de Campo de Mayo.
Campo de Mayo, ARGENTINA
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 2, 2025