Juan Bautista Alberdi nació en San Miguel de Tucumán, Rio de la Plata, un territorio conocido ahora como Argentina. Fue el 29 de agosto de 1810, y es por ello por lo que debido una decisión de la Federación de Colegios de Abogados comenzó a adoptarse como el día del abogado en este país desde 1958 bajo la presidencia de Arturo Frondizi.
Fue intención de la dirigencia de la Federación promover en esta fecha una jornada de reflexión para renovar el compromiso solemne de luchar por el imperio de la ley, el derecho, la justicia y la libertad.
No se puede ser un buen abogado si no se sirve la profesión desde una fuerte vocación y amor por la ley, afirma Edgar Cole, un abogado de Toronto, Canadá, que confiesa ha recibido en su vida profesional más chistes sarcásticos que congratulaciones por su accionar.
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Su favorito, admite con una mueca de sonrisa, es la leyenda de un doctor en leyes que impacientemente aguarda la llegada de un testigo que alimentaría las posibilidades de ayudar a ganar un caso cuyo defendido había sido acusado de robo en un supermercado. El testigo estrella se demoraba y el pánico comenzó a apoderarse del joven letrado.
“Dios mío!”, intentó el abogado mirando a las nubes, que en realidad era un trabajado cielorraso de un Palacio de Justicia “Si haces aparecer al testigo ya, donaré mis honorarios durante un año a la beneficencia”
Inmediatamente, las puertas de la corte se abren cuan mar rojo en primavera, dando escena a la entrada triunfal del testigo.
“Bueno”, acota el abogado mirando al techo “Mi testigo ya llegó. ¿Dejamos mi ruego para la próxima…?”
Por todo (Y pese a todo) Felíz día de los abogados!
Juan Bautista Alberdi nació en San Miguel de Tucumán, Rio de la Plata, un territorio conocido ahora como Argentina. Fue el 29 de agosto de 1810, y es por ello por lo que debido una decisión de la Federación de Colegios de Abogados comenzó a adoptarse como el día del abogado en este país desde 1958 bajo la presidencia de Arturo Frondizi.
Fue intención de la dirigencia de la Federación promover en esta fecha una jornada de reflexión para renovar el compromiso solemne de luchar por el imperio de la ley, el derecho, la justicia y la libertad.
No se puede ser un buen abogado si no se sirve la profesión desde una fuerte vocación y amor por la ley, afirma Edgar Cole, un abogado de Toronto, Canadá, que confiesa ha recibido en su vida profesional más chistes sarcásticos que congratulaciones por su accionar.
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Su favorito, admite con una mueca de sonrisa, es la leyenda de un doctor en leyes que impacientemente aguarda la llegada de un testigo que alimentaría las posibilidades de ayudar a ganar un caso cuyo defendido había sido acusado de robo en un supermercado. El testigo estrella se demoraba y el pánico comenzó a apoderarse del joven letrado.
“Dios mío!”, intentó el abogado mirando a las nubes, que en realidad era un trabajado cielorraso de un Palacio de Justicia “Si haces aparecer al testigo ya, donaré mis honorarios durante un año a la beneficencia”
Inmediatamente, las puertas de la corte se abren cuan mar rojo en primavera, dando escena a la entrada triunfal del testigo.
“Bueno”, acota el abogado mirando al techo “Mi testigo ya llegó. ¿Dejamos mi ruego para la próxima…?”
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 29, 2018
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