Del foquismo revolucionario al terrorismo urbano en la Pax Americana

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  Por Francois Soulard.

A finales de Marzo de 1948 se celebra en Bogotá -Colombia- la “Novena Conferencia Panamericana”. El clima es tenso. Varios congresos y manifestaciones se desarrollan en paralelo en la capital, en particular el “Congreso de Estudiantes”, dirigido por el joven cubano Fidel Castro. El 09 de Abril de 1948 Jorge Eliécer Gaitán, figura destacada del liberalismo colombiano, exministro y candidato presidencial, salió de sus oficinas hacia la una de la tarde, acompañado de algunos colegas. Apenas sale del edificio es abordado por un individuo que le dispara cuatro balas a quemarropa. A partir de ese momento el país va arder en llamas.

Castro

La muerte del líder provocó el levantamiento del Bogotazo, que fue reprimido por las fuerzas policiales del gobierno conservador de la época. Los enfrentamientos causaron dos mil víctimas civiles. A la insurrección siguió una guerra civil que se extendió por todo el país, durante varias décadas.

Oficiosamente el objetivo de los Estados Unidos era convencer a los países participantes en la “Conferencia Panamericana” de que rechazaran el comunismo. La “Organización de Estados Americanos” -OEA- creada en 1948, fue uno de los resultados. En cuanto al “Congreso de Estudiantes” convocando a varios países sudamericanos, fue financiado por el movimiento peronista argentino, cuyo líder frecuentaba a Allen Dulles, agente del “Council of Foreign Relations” y más tarde director de la CIA, mientras agitaba ostensiblemente la causa antiimperialista. Algunos estudiantes estaban allí. Pero la reunión resultó ser extrañamente postiza e improvisada. El Congreso fue en realidad una diversión que permitió a Fidel Castro ocultar su participación en la génesis del Bogotazo. Su papel, coordinado de antemano con los servicios secretos estadounidenses, consistía en sembrar falsas pruebas de la implicación soviética en el atentado que acababa de producirse en Colombia. El objetivo final era atribuir la responsabilidad del atentado a Moscú y justificar el establecimiento de un telón de hierro a escala regional.

Dulles

Durante las décadas de 1920 y 1930, la radicalización de la juventud, los trabajadores y los intelectuales sudamericanos se vio efectivamente alimentada por los ideales marxistas en respuesta a las realidades locales y mundiales. La Comintern aún estaba lejos de proporcionar apoyo militante y logístico a las formaciones comunistas del continente. Tras la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética seguía siendo prudente. La matriz de la subversión comunista estaba en pleno funcionamiento. La ambición de Moscú era debilitar a sus adversarios geopolíticos. Sin embargo, la falta de un punto de apoyo sólido en Sudamérica, la ausencia de un auténtico proletariado industrial y su pragmatismo geopolítico retrasaron los planes de conquista revolucionaria. En la práctica, Moscú mantuvo relaciones cordiales con Washington.

A mediados de los años cuarenta, el presidente cubano Fulgencio Bautista, nombró a comunistas en su gabinete, al mismo tiempo que permitía que activistas marxistas se infiltraran en el movimiento obrero y controlaran el mayor sindicato de la isla, la “Confederación de Trabajadores de Cuba”. En Guatemala -en 1954- el derrocamiento del presidente pro-socialista Jacobo Arbenz, sólo suscitó una escasa respuesta diplomática de Moscú.

Entonces ¿fue el Bogotazo de 1948 una maniobra de guerra psicológica de falsa bandera, cuyos hilos se remontan a algunos centros de decisión en Estados Unidos? Muchos investigadores se han ocupado de esta cuestión. Algunos han relacionado el estallido de violencia con la actuación del gobierno nacional, dadas las divisiones sociales y políticas existentes. Otros han vislumbrado, a través de la filtración de documentos clasificados, la implicación de los servicios secretos estadounidenses. Una abrumadora minoría concluyó que la violencia tenía poco que ver con la política interna de Colombia, y que formaba parte de un nuevo tipo de matriz subversiva.

Arbenz Guzman

 El Bogotazo no fue un hecho aislado. Fue el punto de partida de una serie de maniobras que no sólo utilizaron el paraguas de la tensión Este-Oeste como sesgo perceptivo, sino que también subvirtieron la cultura de combate comunista para crear otro tipo de ofensiva. Esta observación cambia la perspectiva clásica sobre la interpretación de la lucha armada y la Guerra Fría en el continente. Los trabajos de varios autores, entre ellos Servando González, Antony Sutton, David Talbot, James Perloff y G. Edward Griffin y mis propios trabajos sobre la guerra de información en América Latina, han confirmado esta tesis.

La explosión de violencia en Colombia en 1948 marcó un punto de inflexión en el continente. Se planteó el escenario psicológico para la Guerra Fría a nivel iberoamericano. Se trataba, por supuesto, de la fricción entre las fuerzas liberales y comunistas que se iban a enfrentar en el escenario sudamericano. Pero sobre todo se iba a teatralizar el desvío de esta dialéctica conflictiva por la influencia norteamericana, hacia un proyecto político que iba más allá de la tensión Este-Oeste.

Surgió así una triple dinámica de conflicto a escala regional:

  • Por un lado, se desarrollarían iniciativas revolucionarias basadas en el fundamento ideológico del marxismo-leninismo, pero en realidad inspiradas en una visión del castro-comunismo de corte fascista.
  • Por otro lado, una élite norteamericana auto comisionada, comprometida con la subversión de las instituciones estadounidenses, trató de aprovechar al máximo la amenaza comunista para promover una agenda compatible con el fascismo-comunismo mencionado y reorganizar sigilosamente las sociedades sur y norte americanas.
  • Por último, los aparatos republicanos y conservadores de los Estados-Nación iberoamericanos, que se iban a doblegar ante la puja revolucionaria, iban a padecer en última instancia la doble ofensiva de las dos dinámicas anteriores. La Unión Soviética -por supuesto- formaba parte de este tablero, al ser aliada de los primeros actores mencionados, pero a escala relativa.

Este tablero -con tres entradas- revela un grado de inteligencia estratégica característico de las culturas de combate que cristalizaron a principios del siglo XX.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 8, 2025


 

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