El viernes pasado fui a visitar presos. Los llamados “de lesa humanidad”. Lo hice convencido de que era lo mejor que podía hacer antes de Navidad. Pasamos primero por el hospital. Allí me encontré con un conmovedor grupo de ancianos y enfermos, varios de ellos de gravedad. Realmente no logro entender cómo un juez de la Nación puede negar el arresto domiciliario a personas de esas características. ¿Qué corazón tiene? ¿Cuál es su criterio para interpretar y aplicar negativamente el “podrán” que les confiere el artículo 10 del Código Penal? Y, peor, cómo es posible que el secretario de Derechos Humanos de la Nación pida formalmente la revocatoria del arresto domiciliario de un detenido que cumplirá, Dios mediante, 90 años el próximo 1° de mayo y padece enfermedades terminales. Y eso con la bandera de los derechos humanos.
Es de esperar que la Navidad haya hecho reflexionar seriamente a todos quienes tienen en sus manos la posibilidad de devolver a sus casas, a sus familias, a los detenidos mayores de 70 años, que ya han pasado muchos años de encarcelamiento y carecen de la más mínima peligrosidad. Así se podrá cumplir con el verdadero espíritu de los derechos humanos, tan tergiversados hasta hoy.
El viernes pasado fui a visitar presos. Los llamados “de lesa humanidad”. Lo hice convencido de que era lo mejor que podía hacer antes de Navidad. Pasamos primero por el hospital. Allí me encontré con un conmovedor grupo de ancianos y enfermos, varios de ellos de gravedad. Realmente no logro entender cómo un juez de la Nación puede negar el arresto domiciliario a personas de esas características. ¿Qué corazón tiene? ¿Cuál es su criterio para interpretar y aplicar negativamente el “podrán” que les confiere el artículo 10 del Código Penal? Y, peor, cómo es posible que el secretario de Derechos Humanos de la Nación pida formalmente la revocatoria del arresto domiciliario de un detenido que cumplirá, Dios mediante, 90 años el próximo 1° de mayo y padece enfermedades terminales. Y eso con la bandera de los derechos humanos.
Es de esperar que la Navidad haya hecho reflexionar seriamente a todos quienes tienen en sus manos la posibilidad de devolver a sus casas, a sus familias, a los detenidos mayores de 70 años, que ya han pasado muchos años de encarcelamiento y carecen de la más mínima peligrosidad. Así se podrá cumplir con el verdadero espíritu de los derechos humanos, tan tergiversados hasta hoy.
Adolfo Casabal Elía
DNI 4.414.486
Envío y colaboración: DRA. ANDREA PALOMAS ALARCÓN
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 27, 2018
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