Hoy, 17 de mayo, se celebra el “Día de la Armada Argentina” fecha gloriosa en los fastos de la República, por corresponder a la consolidación de los principios de la Revolución de Mayo con la terminante victoria naval de Montevideo, obtenida por nuestra escuadra al mando del Almirante Brown sobre la flota de la Real Armada Española que tenía su apostadero en aquel puerto.
Al efecto se sancionó el Decreto Nº 5304 del 12 de mayo de 1960 suscripto por el entonces Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi.
La fecha es evocada para recordar la victoria que permitió alejar el peligro que representaba el poder naval realista en aguas del Río de la Plata, y contribuyó además a llevar a feliz término las campañas libertadoras de Chile y Perú.
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Las Campañas Corsarias
Un componente importante en el aspecto marítimo de la guerra de Independencia lo constituyó la acción de los “corsarios”, que atacando el comercio marítimo español y a sus navíos contribuyó a la definitiva decadencia del poder naval español en aguas americanas.
El corso hispanoamericano se inició en el Atlántico Sur y el Caribe a partir de 1814, alcanzó su apogeo alrededor de 1818 y finalizó en 1823. Las naves bajo pabellón argentino realizaron las acciones corsarias más importantes. Sus zonas principales de acción fueron el Atlántico Sur y el Caribe, donde actuaron unos 60 corsarios. En el Pacífico actuaron naves que llegaron hasta el Mar Mediterráneo.
Capitán de Navío Hipólito Bouchard
En el apogeo del corso, la ciudad de Cádiz llegó a estar semibloqueada por naves corsarias latinoamericanas. Las más importantes campañas corsarias fueron las del Almirante Guillermo Brown en 1816 y las del Capitán Bouchard en 1817 – 1819. También tuvieron importancia las realizadas por James Cahyter, Tomas Taylor y David Jewett, entre otros.
Los dos puntos desde donde operaban los corsarios fueron Buenos Aires en el Atlántico Sur y Baltimore en los Estados Unidos. De este último, salieron más de 30 corsarios armados, con tripulación y naves norteamericanas disponibles desde el final de la guerra de 1812.
En la Banda Oriental operaban más de 30 corsarios al mando de Artigas, quienes capturaron naves españolas y portuguesas. En el Caribe actuaron naves de la Gran Colombia y de México en combinación con los corsarios argentinos, siendo su base de operaciones la isla Margarita.
En el Océano Pacífico, en 1816, el Almirante Brown, secundado por Hipólito Bouchard y con tres naves capturó importantes presas y llevó con audacia ataques a los puertos, fortalezas y apostaderos navales claves, como los del Callao y Guayaquil. En sus navegaciones llegó hasta las costas de Nueva Granada (hoy Colombia), poniendo en alarma todo el litoral americano del Pacifico Sur. Esta fue una expedición precursora de la gesta libertadora del General San Martín.
Los corsarios chilenos armados luego de la independencia de su país, con apoyo de marinos argentinos y británicos, se mantuvieron e hicieron varias presas del comercio español con base en Lima (1818 a 1820).
Hércules y Trinidad
Quizás el corsario más famoso haya sido Hipólito Bouchard, quien con la fragata “La Argentina” dio la vuelta al mundo (1817-1819). En las islas Hawai logró de su rey el reconocimiento de la independencia argentina (la primera nación en hacerlo). Luego atacó la costa californiana del Virreinato de Nueva España (hoy México) y se apoderó de Monterrey, donde ondeó la bandera argentina durante tres días. (Foto buque La Argentina de Bouchard)
La tripulación de las naves corsarias era heterogénea, predominaban los anglo-sajones entre los oficiales y la marinería.
También había una fuerte presencia francesa, en tanto que los criollos, españoles y portugueses eran los menos.
Las consecuencias más importantes del corso fueron las pérdidas y el estancamiento comercial que causaron al comercio español. Sólo los corsarios de Buenos Aires capturaron unas 150 presas españolas. La acción corsaria llegó a ser tan intensa que España se vio obligada a abrir también su guerra “de corso”, a la vez que transportar sus pertrechos militares en buques neutrales, por la imposibilidad material de defender los propios.
Fuente: Ara.Mil.com.ar
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Campaña Naval de 1814
Hacia el año 1814 el gobierno de Buenos Aires formó una nueva escuadra, compuesta por la fragata “Hércules”, una corbeta, un bergantín, una goleta y cuatro naves menores. La primera acción de la escuadra de Brown se desarrolló en torno a la isla Martín García, que era la llave de acceso a los ríos Paraná y Uruguay. Brown atacó a la escuadra del Capitán Romarate, apoyado en la isla Martín García, el 11 de marzo; los españoles sólo contaban con tres bergantines y cinco naves menores, pero aún en inferioridad numérica rechazaron en principio el ataque de la nave capitana argentina a la que produjeron averías.
Almirante Guillermo Brown
Brown se retiró temporariamente, repuso sus fuerzas y volvió a atacar el 15 de marzo, ejecutando un desembarco que logró la captura de la isla. Esta acción obligó a los españoles a retirarse aguas arriba del río Uruguay. Una pequeña flotilla persiguió a las naves españolas en Arroyo de La China, enfrentándose el 23 de marzo.
Luego de librar las aguas del río de la escuadrilla de Romarate, Brown inició la acción que culminaría con la batalla naval de Montevideo entre el 14 y el 17 de mayo 1814 y la derrota de las fuerzas navales hispanas.
Se contabilizaron cuatro naves apresadas, otras tres fueron incendiadas y las restantes regresaron vencidas a Montevideo.
Un mes después la ciudad caía en manos de los sitiadores terrestres. El “Poder Naval” había decidido la suerte de “la plaza”.
Batalla de Montevideo
El General San Martín, con su amplio conocimiento sobre el dominio del mar, consideró esa victoria como “la más importante hecha por la revolución americana hasta el momento”.
La caída de Montevideo significó el trastrocamiento de todos los planes de reconquista españoles, que perdieron la mejor base para la invasión del sur del continente, al quedar sin ningún punto de apoyo en el Atlántico Sur.
Merced a ello la expedición del general español Morillo debió dirigirse a la costa firme – Colombia y Venezuela- y se suspendieron los intentos de invasión española al territorio argentino desde Chile y el Alto Perú. A la vez que los ejércitos patriotas pudieron concentrarse en un solo frente, dirigiendo sus esfuerzos a la frontera norte, el Alto Perú. El material tomado al enemigo reforzó los exhaustos ejércitos de la Revolución.
San Martín, ahora con sus espaldas guardadas, pudo formar su Ejército de los Andes e iniciar la gesta libertadora.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 17, 2019
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La Primera Escuadrilla Argentina
Combate de San Nicolás
Cuando se produjo la “Revolución de Mayo”, los marinos, en grandes mayorías españoles y realistas se replegaron en Montevideo, sede del apostadero naval y donde se encontraban los buques de guerra, dominando las aguas rioplatenses durante varios años. En consecuencia las primeras escuadrillas argentinas tuvieron que enfrentarse con una fuerza naval poderosa y de larga tradición.
Dos hombres fueron los forjadores de “La Primera Escuadrilla Argentina”, Juan Bautista Azopardo y Francisco de Gurruchaga.
El primero nacido en la Isla de Malta, marino corsario al servicio de Francia. El segundo, entonces diputado por la provincia de Salta, designado para entender en la preparación de la escuadra, había sido oficial en la Real Armada con el grado de Teniente de Fragata.
La tripulación se obtuvo mediante una leva en los regimientos de Infantería de Línea, formados por criollos.
Tres barcos constituyeron la Primera Escuadrilla: la goleta “Invencible” de 12 cañones y 66 hombres comandada por Azopardo, el bergantín “25 de Mayo” de 18 cañones y 108 hombres comandado por Hipólito Bouchard y la balandra “Americana” de 3 cañones y 26 hombres al mando de Abel Hubac, de origen francés como Bouchard. En total 200 hombres de la más diversa procedencia y 33 cañones para hacer frente a la Armada Española. Esta escuadrilla se enfrentó a la escuadra española el 2 de marzo de 1811 en San Nicolás de los Arroyos, sufriendo una derrota donde las naves fueron capturadas y el Capitán Azopardo tomado prisionero; sometido a un proceso y, acusado de traición trasladado a la prisión de Ceuta.
Las Operaciones Navales en la Expedición Libertadora
La campaña corsaria del Almirante Brown fue el prólogo a la Expedición Libertadora del General San Martín, pues al atacar los puertos y plazas fuertes de la costa occidental del continente, causó alarma en el litoral del Virreinato del Perú. La acción de los corsarios argentino-chilenos también causó daños al poder naval español, al igual que el crucero de Bouchard en el Pacífico.
Instalada definitivamente la independencia en Chile, luego de la Batalla de Maipú y destruido el poder naval realista en las aguas del Pacífico Sur, con la caída de las plazas navales de Talcahuano y Valdivia, la estrategia española se tornó defensiva y regional, preparándose para la inevitable invasión del Virreinato del Perú.
Escuadra Libertadora
La estrategia libertadora de San Martín exigía imprescindiblemente el dominio del Pacífico para poder transportar con seguridad la fuerza expedicionaria de invasión. Su concepción privilegiaba la vía marítima, dada la imposibilidad práctica de desplazar ejércitos por tierra para llegar al Perú, partiendo de los actuales territorios de Argentina y Chile.
Por dicha razón junto con el General O´Higgins se abocó a la creación de la Marina de Guerra Chilena capaz de tal desafío.
Desde Buenos Aires el Director Pueyrredón contribuyó con el envío de fondos y buques para formar la expedición y se enviaron representantes a los Estados Unidos y Gran Bretaña para contratar naves y tripulaciones.
Dispuesta la expedición al Perú, el Ejército Libertador Argentino-Chileno con unos 4.500 hombres con 12 piezas de artillería y caballos se reunió en Valparaíso para embarcarse en las naves del almirante Cochrane entre el 19 y 20 de agosto de 1820. La escuadra estaba compuesta por 36 unidades entre barcos de guerra y transportes.
El 20 de agosto de 1820 zarparon de Valparaíso con sus comandantes: la fragata “O´Higgins”, capitán Thomas Crosby; la “Lautaro”, capitán Martín George Guise; bergantín “Galvarino”, capitán Spry; el navío “San Martín”, capitán Wilkinson; la fragata “Independencia”, capitán Forster y los transportes armados: “Mackena”, “Potrillo”, “Santa Rosa”, “Delano”, “Jerezana”, “Perla”, “Águila”, “Peruana”, “Emperadora”, “Dolores”, “Consecuencia” y “Gaditana”. Con estas unidades marchaban once cañoneras y la gloriosa “La Argentina”, al mando del antiguo corsario Hipólito Bouchard que transportaba a los hombres del famoso regimiento de San Martín, los Granaderos a Caballo y su escolta personal de Cazadores a Caballo.
La campaña se presentó erizada de obstáculos que se fueron salvando. El 20 de octubre la escuadra patriota se halló frente a la Fortaleza del Callao. El 5 de noviembre en una audaz maniobra nocturna del Almirante Cochrane, fue tomada en esa bahía la fragata de guerra española “Esmeralda” y dos cañoneras de la guardia del puerto. La superioridad naval patriota en el Océano Pacífico estaba así decidida y el dominio de los mares pertenecía exclusivamente a los independientes. Poco tiempo después en Guayaquil se entregaban a los patriotas las últimas dos naves hábiles de la Real Armada, las fragatas “Prueba” y “Venganza”.
Finalmente el desembarco del Ejército Libertador se efectuó en Huacho en el Valle de Huaura el 10 de noviembre de 1820.
Proclamada la Independencia del Perú, uno de los primeros actos del General San Martín fue la promulgación de decretos y disposiciones que posibilitaron el nacimiento de la Marina de Guerra del Perú, la que produciría los últimos hechos de la Guerra Naval por la independencia del continente.
El transporte por mar del Ejército Argentino-Chileno al Perú llevó las armas patriotas al corazón del poderío español en América. Las acciones navales anteriores y posteriores hicieron prácticamente imposible el refuerzo de los realistas desde España, con lo que se aseguró el triunfo de la independencia.
La acción de los ejércitos patriotas provenientes del Sur del continente, combinada con las fuerzas llegadas de Colombia y Venezuela al mando de Simón Bolívar llevó al colapso español en América del Sur, sellado en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.
Hoy, 17 de mayo, se celebra el “Día de la Armada Argentina” fecha gloriosa en los fastos de la República, por corresponder a la consolidación de los principios de la Revolución de Mayo con la terminante victoria naval de Montevideo, obtenida por nuestra escuadra al mando del Almirante Brown sobre la flota de la Real Armada Española que tenía su apostadero en aquel puerto.
Al efecto se sancionó el Decreto Nº 5304 del 12 de mayo de 1960 suscripto por el entonces Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi.
La fecha es evocada para recordar la victoria que permitió alejar el peligro que representaba el poder naval realista en aguas del Río de la Plata, y contribuyó además a llevar a feliz término las campañas libertadoras de Chile y Perú. [ezcol_1third]
Las Campañas Corsarias
Un componente importante en el aspecto marítimo de la guerra de Independencia lo constituyó la acción de los “corsarios”, que atacando el comercio marítimo español y a sus navíos contribuyó a la definitiva decadencia del poder naval español en aguas americanas.
El corso hispanoamericano se inició en el Atlántico Sur y el Caribe a partir de 1814, alcanzó su apogeo alrededor de 1818 y finalizó en 1823. Las naves bajo pabellón argentino realizaron las acciones corsarias más importantes. Sus zonas principales de acción fueron el Atlántico Sur y el Caribe, donde actuaron unos 60 corsarios. En el Pacífico actuaron naves que llegaron hasta el Mar Mediterráneo.
En el apogeo del corso, la ciudad de Cádiz llegó a estar semibloqueada por naves corsarias latinoamericanas. Las más importantes campañas corsarias fueron las del Almirante Guillermo Brown en 1816 y las del Capitán Bouchard en 1817 – 1819. También tuvieron importancia las realizadas por James Cahyter, Tomas Taylor y David Jewett, entre otros.
Los dos puntos desde donde operaban los corsarios fueron Buenos Aires en el Atlántico Sur y Baltimore en los Estados Unidos. De este último, salieron más de 30 corsarios armados, con tripulación y naves norteamericanas disponibles desde el final de la guerra de 1812.
En la Banda Oriental operaban más de 30 corsarios al mando de Artigas, quienes capturaron naves españolas y portuguesas. En el Caribe actuaron naves de la Gran Colombia y de México en combinación con los corsarios argentinos, siendo su base de operaciones la isla Margarita.
En el Océano Pacífico, en 1816, el Almirante Brown, secundado por Hipólito Bouchard y con tres naves capturó importantes presas y llevó con audacia ataques a los puertos, fortalezas y apostaderos navales claves, como los del Callao y Guayaquil. En sus navegaciones llegó hasta las costas de Nueva Granada (hoy Colombia), poniendo en alarma todo el litoral americano del Pacifico Sur. Esta fue una expedición precursora de la gesta libertadora del General San Martín.
Los corsarios chilenos armados luego de la independencia de su país, con apoyo de marinos argentinos y británicos, se mantuvieron e hicieron varias presas del comercio español con base en Lima (1818 a 1820).
Quizás el corsario más famoso haya sido Hipólito Bouchard, quien con la fragata “La Argentina” dio la vuelta al mundo (1817-1819). En las islas Hawai logró de su rey el reconocimiento de la independencia argentina (la primera nación en hacerlo). Luego atacó la costa californiana del Virreinato de Nueva España (hoy México) y se apoderó de Monterrey, donde ondeó la bandera argentina durante tres días. (Foto buque La Argentina de Bouchard)
La tripulación de las naves corsarias era heterogénea, predominaban los anglo-sajones entre los oficiales y la marinería.
También había una fuerte presencia francesa, en tanto que los criollos, españoles y portugueses eran los menos.
Las consecuencias más importantes del corso fueron las pérdidas y el estancamiento comercial que causaron al comercio español. Sólo los corsarios de Buenos Aires capturaron unas 150 presas españolas. La acción corsaria llegó a ser tan intensa que España se vio obligada a abrir también su guerra “de corso”, a la vez que transportar sus pertrechos militares en buques neutrales, por la imposibilidad material de defender los propios.
Fuente: Ara.Mil.com.ar
[/ezcol_1third] [ezcol_1third]Campaña Naval de 1814
Hacia el año 1814 el gobierno de Buenos Aires formó una nueva escuadra, compuesta por la fragata “Hércules”, una corbeta, un bergantín, una goleta y cuatro naves menores. La primera acción de la escuadra de Brown se desarrolló en torno a la isla Martín García, que era la llave de acceso a los ríos Paraná y Uruguay. Brown atacó a la escuadra del Capitán Romarate, apoyado en la isla Martín García, el 11 de marzo; los españoles sólo contaban con tres bergantines y cinco naves menores, pero aún en inferioridad numérica rechazaron en principio el ataque de la nave capitana argentina a la que produjeron averías.
Brown se retiró temporariamente, repuso sus fuerzas y volvió a atacar el 15 de marzo, ejecutando un desembarco que logró la captura de la isla. Esta acción obligó a los españoles a retirarse aguas arriba del río Uruguay. Una pequeña flotilla persiguió a las naves españolas en Arroyo de La China, enfrentándose el 23 de marzo.
Luego de librar las aguas del río de la escuadrilla de Romarate, Brown inició la acción que culminaría con la batalla naval de Montevideo entre el 14 y el 17 de mayo 1814 y la derrota de las fuerzas navales hispanas.
Se contabilizaron cuatro naves apresadas, otras tres fueron incendiadas y las restantes regresaron vencidas a Montevideo.
Un mes después la ciudad caía en manos de los sitiadores terrestres. El “Poder Naval” había decidido la suerte de “la plaza”.
El General San Martín, con su amplio conocimiento sobre el dominio del mar, consideró esa victoria como “la más importante hecha por la revolución americana hasta el momento”.
La caída de Montevideo significó el trastrocamiento de todos los planes de reconquista españoles, que perdieron la mejor base para la invasión del sur del continente, al quedar sin ningún punto de apoyo en el Atlántico Sur.
Merced a ello la expedición del general español Morillo debió dirigirse a la costa firme – Colombia y Venezuela- y se suspendieron los intentos de invasión española al territorio argentino desde Chile y el Alto Perú. A la vez que los ejércitos patriotas pudieron concentrarse en un solo frente, dirigiendo sus esfuerzos a la frontera norte, el Alto Perú. El material tomado al enemigo reforzó los exhaustos ejércitos de la Revolución.
San Martín, ahora con sus espaldas guardadas, pudo formar su Ejército de los Andes e iniciar la gesta libertadora.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 17, 2019
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La Primera Escuadrilla Argentina
Cuando se produjo la “Revolución de Mayo”, los marinos, en grandes mayorías españoles y realistas se replegaron en Montevideo, sede del apostadero naval y donde se encontraban los buques de guerra, dominando las aguas rioplatenses durante varios años. En consecuencia las primeras escuadrillas argentinas tuvieron que enfrentarse con una fuerza naval poderosa y de larga tradición.
Dos hombres fueron los forjadores de “La Primera Escuadrilla Argentina”, Juan Bautista Azopardo y Francisco de Gurruchaga.
El primero nacido en la Isla de Malta, marino corsario al servicio de Francia. El segundo, entonces diputado por la provincia de Salta, designado para entender en la preparación de la escuadra, había sido oficial en la Real Armada con el grado de Teniente de Fragata.
La tripulación se obtuvo mediante una leva en los regimientos de Infantería de Línea, formados por criollos.
Tres barcos constituyeron la Primera Escuadrilla: la goleta “Invencible” de 12 cañones y 66 hombres comandada por Azopardo, el bergantín “25 de Mayo” de 18 cañones y 108 hombres comandado por Hipólito Bouchard y la balandra “Americana” de 3 cañones y 26 hombres al mando de Abel Hubac, de origen francés como Bouchard. En total 200 hombres de la más diversa procedencia y 33 cañones para hacer frente a la Armada Española. Esta escuadrilla se enfrentó a la escuadra española el 2 de marzo de 1811 en San Nicolás de los Arroyos, sufriendo una derrota donde las naves fueron capturadas y el Capitán Azopardo tomado prisionero; sometido a un proceso y, acusado de traición trasladado a la prisión de Ceuta.
Las Operaciones Navales en la Expedición Libertadora
La campaña corsaria del Almirante Brown fue el prólogo a la Expedición Libertadora del General San Martín, pues al atacar los puertos y plazas fuertes de la costa occidental del continente, causó alarma en el litoral del Virreinato del Perú. La acción de los corsarios argentino-chilenos también causó daños al poder naval español, al igual que el crucero de Bouchard en el Pacífico.
Instalada definitivamente la independencia en Chile, luego de la Batalla de Maipú y destruido el poder naval realista en las aguas del Pacífico Sur, con la caída de las plazas navales de Talcahuano y Valdivia, la estrategia española se tornó defensiva y regional, preparándose para la inevitable invasión del Virreinato del Perú.
La estrategia libertadora de San Martín exigía imprescindiblemente el dominio del Pacífico para poder transportar con seguridad la fuerza expedicionaria de invasión. Su concepción privilegiaba la vía marítima, dada la imposibilidad práctica de desplazar ejércitos por tierra para llegar al Perú, partiendo de los actuales territorios de Argentina y Chile.
Por dicha razón junto con el General O´Higgins se abocó a la creación de la Marina de Guerra Chilena capaz de tal desafío.
Desde Buenos Aires el Director Pueyrredón contribuyó con el envío de fondos y buques para formar la expedición y se enviaron representantes a los Estados Unidos y Gran Bretaña para contratar naves y tripulaciones.
Dispuesta la expedición al Perú, el Ejército Libertador Argentino-Chileno con unos 4.500 hombres con 12 piezas de artillería y caballos se reunió en Valparaíso para embarcarse en las naves del almirante Cochrane entre el 19 y 20 de agosto de 1820. La escuadra estaba compuesta por 36 unidades entre barcos de guerra y transportes.
El 20 de agosto de 1820 zarparon de Valparaíso con sus comandantes: la fragata “O´Higgins”, capitán Thomas Crosby; la “Lautaro”, capitán Martín George Guise; bergantín “Galvarino”, capitán Spry; el navío “San Martín”, capitán Wilkinson; la fragata “Independencia”, capitán Forster y los transportes armados: “Mackena”, “Potrillo”, “Santa Rosa”, “Delano”, “Jerezana”, “Perla”, “Águila”, “Peruana”, “Emperadora”, “Dolores”, “Consecuencia” y “Gaditana”. Con estas unidades marchaban once cañoneras y la gloriosa “La Argentina”, al mando del antiguo corsario Hipólito Bouchard que transportaba a los hombres del famoso regimiento de San Martín, los Granaderos a Caballo y su escolta personal de Cazadores a Caballo.
La campaña se presentó erizada de obstáculos que se fueron salvando. El 20 de octubre la escuadra patriota se halló frente a la Fortaleza del Callao. El 5 de noviembre en una audaz maniobra nocturna del Almirante Cochrane, fue tomada en esa bahía la fragata de guerra española “Esmeralda” y dos cañoneras de la guardia del puerto. La superioridad naval patriota en el Océano Pacífico estaba así decidida y el dominio de los mares pertenecía exclusivamente a los independientes. Poco tiempo después en Guayaquil se entregaban a los patriotas las últimas dos naves hábiles de la Real Armada, las fragatas “Prueba” y “Venganza”.
Finalmente el desembarco del Ejército Libertador se efectuó en Huacho en el Valle de Huaura el 10 de noviembre de 1820.
Proclamada la Independencia del Perú, uno de los primeros actos del General San Martín fue la promulgación de decretos y disposiciones que posibilitaron el nacimiento de la Marina de Guerra del Perú, la que produciría los últimos hechos de la Guerra Naval por la independencia del continente.
El transporte por mar del Ejército Argentino-Chileno al Perú llevó las armas patriotas al corazón del poderío español en América. Las acciones navales anteriores y posteriores hicieron prácticamente imposible el refuerzo de los realistas desde España, con lo que se aseguró el triunfo de la independencia.
La acción de los ejércitos patriotas provenientes del Sur del continente, combinada con las fuerzas llegadas de Colombia y Venezuela al mando de Simón Bolívar llevó al colapso español en América del Sur, sellado en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.
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