Discapacidad, Un hijo diferente

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 Escribe Jorge B. Lobo Aragón.

 

“No te des por vencido ni aún vencido”

 

Opinión

 

Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños. Sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mientras le mostraría lugares donde el podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Pero después de su nacimiento notamos que no estaba haciendo cosas que la mayoría de niños de su edad realizaban. Los médicos comenzaron a hacer pruebas y comenzó con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban, ya que todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón, y que algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió en  mi interior, envolviendo la nave de mi hijo. Lluvias de la tristeza terrible que yo sentía, lo golpeaban. Truenos sacudían en ira por tener un niño anormal. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndolo contra las rocas. Lo  injusto e insoportable, sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó, y las nubes se abrieron. Yo vi que la nave sobrevivía. Pero se había transformado de una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, en un lanchón rezagado navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente. Me maraville que la nave pudiera aun flotar. Me imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal. Me pregunto una y mil veces si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando a la nave ahora, veo mucha otra gente trabajando. Algunos están remendando los agujeros masivos que todo el mundo sabe que nunca se podrán reparar completamente. Otras solamente están pintando pequeños lugares u ofreciendo apoyo donde pueden. Todavía muchos  piensan que todo este trabajo es excesivo. Las esperanzas vienen y van, como lo hacen los sentimientos de culpa por no hacer más. Me doy cuenta que mi trabajo como Padre,  guía y maestro va a ser difícil. Una y otra vez continuamente, le enseño como hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente. Siento tanta angustia cuando veo niños de la mitad de su edad que hacen cosas que solo espero que el va a poder hacer algún día. Pero existe la esperanza, porque hay mejoras, aunque lentas. Todavía tengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea que no ha podido  terminar antes. Recién he comenzado  a preguntarme lo que el futuro devendrá para mi hijo, y las preguntas se multiplican. Vivirá independientemente? Tendrá un trabajo? Tendrá amigos? Se hace claro que yo no podría nunca dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta que yo hasta podría morir antes de que el complete su viaje, y entonces comienzo a preocuparme por testamentos especiales que tendrán que ser creados. Me obsesiono por la pregunta de quien cuidara de mi hijo cuando yo no pueda más. Se me hace difícil solo el imaginarme pedir a alguien que tome esta tarea, y aun mas imaginarme que alguien lo aceptaría. Entonces miro a mi hijo, y veo a un niño feliz y contento. No entiende que es diferente y por eso estoy seguro que él tiene una sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural. Creo que la mano de Dios me  ha enseñado con la experiencia de los años  algunas lecciones importantes.Considero que todos los niños nacen con un tipo de inocencia que se despedaza rápidamente mientras crecen y aprenden de la vida. La vida con la que mi hijo se enfrenta se vuelve una bendición, porque el va a esparcir su inocencia por un tiempo mas largo.De muchas maneras es ejemplo de cómo el mundo deberían conducirse. Cuando el está feliz, sonríe o se ríe; cuando esta triste, llora. No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias tantos pensamientos y sentimientos, no exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, racismo o amargura, que son tan prevalentes en el mundo de hoy. También mi hijo da al mundo sin esperar nada a cambio. Caminando con él, lo he observado mirar a la gente, intercambiar miradas y alegremente decir hola. Invariablemente la persona sonríe de vuelta y el les ha brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. El me ha ayudado también a cuestionar lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso, nunca renunciaría a tenerlo. Tomados individualmente, los desafíos adicionales parecen pequeños, pero en su totalidad parecen inmensos a veces. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan, pero ahora puedo esperar para ver donde terminaremos, sabiendo que la nave de mi hijo, en efecto, sobrevivirá, y que viajaremos a puertos imprevistos pero fascinantes. Un regalo de Tata Dios.

 

Dr. Jorge B. Lobo Aragón

jorgeloboaragon@gmail.com

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 25, 2017


 

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