Mi General, los que hoy, conscientes de no ser merecedores del honor de homenajearlo, aquí estamos, sin embargo, haciendo el intento. Sepa usted disculparnos, pero no tenemos excusas, ni vergüenza, ni siquiera para justificar el que, este acto, se lleve a cabo en esta fecha y no en la que corresponde. Empero, así y todo, recordarlo fue, es y será importante. Fundamentalmente, porque estos jóvenes que son la esperanza de la patria necesitan de un norte seguro para fijar el rumbo. Y, entre tanto oscurantismo desorientador su ejemplo de vida es la mejor brújula para ser mejores. ¡Jóvenes! ¡He aquí un modelo a imitar! ¡Aprovechad la oportunidad! ¡Conoced a nuestro General e identificaos con él! ¡Jugad con vuestro espíritu y colocaos en su lugar! ¡Abandonad por unos segundos el aquí y el ahora y fundid el cuerpo con el alma universal de Don José de San Martín! ¡Qué el sea vuestro entrenador espiritual! Este grato, simple y recomendable ejercicio estético y moral dejará huellas indelebles en sus existencias; porque la vecindad con las bellas y nobles almas es la mejor manera de embellecer y ennoblecer las propias. El gran e inagotable tesoro sanmartiniano legado a los argentinos y a los latinoamericanos no es mensurable en especies o en moneda. Simplemente, no tiene precio. Los paradigmas de virtud encarnados antes que representar un valor, son un criterio para valorar las cosas.
En los tiempos que vivimos es para los argentinos una necesidad urgente dialogar con los padres de la patria. Son tan grandes ellos y, a su lado, tan insignificantes nosotros, que superarnos constituye una obligación cardinal. Así, tal vez, comencemos a merecer el honor de homenajear al General Don José de San Martín.
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Mi General, los que hoy, conscientes de no ser merecedores del honor de homenajearlo, aquí estamos, sin embargo, haciendo el intento. Sepa usted disculparnos, pero no tenemos excusas, ni vergüenza, ni siquiera para justificar el que, este acto, se lleve a cabo en esta fecha y no en la que corresponde. Empero, así y todo, recordarlo fue, es y será importante. Fundamentalmente, porque estos jóvenes que son la esperanza de la patria necesitan de un norte seguro para fijar el rumbo. Y, entre tanto oscurantismo desorientador su ejemplo de vida es la mejor brújula para ser mejores. ¡Jóvenes! ¡He aquí un modelo a imitar! ¡Aprovechad la oportunidad! ¡Conoced a nuestro General e identificaos con él! ¡Jugad con vuestro espíritu y colocaos en su lugar! ¡Abandonad por unos segundos el aquí y el ahora y fundid el cuerpo con el alma universal de Don José de San Martín! ¡Qué el sea vuestro entrenador espiritual! Este grato, simple y recomendable ejercicio estético y moral dejará huellas indelebles en sus existencias; porque la vecindad con las bellas y nobles almas es la mejor manera de embellecer y ennoblecer las propias. El gran e inagotable tesoro sanmartiniano legado a los argentinos y a los latinoamericanos no es mensurable en especies o en moneda. Simplemente, no tiene precio. Los paradigmas de virtud encarnados antes que representar un valor, son un criterio para valorar las cosas.
En los tiempos que vivimos es para los argentinos una necesidad urgente dialogar con los padres de la patria. Son tan grandes ellos y, a su lado, tan insignificantes nosotros, que superarnos constituye una obligación cardinal. Así, tal vez, comencemos a merecer el honor de homenajear al General Don José de San Martín.
En ustedes, alumnos, depositamos ese anhelo.
¡¡Viva el General Don José de San Martín!!
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 17, 2019
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