La educación es una actividad que incluye no solo la transmisión de conocimiento, sino que también, desarrolla la capacidad intelectual y moral de una persona. Se trata de inculcar una visión de la vida.
Surge la cuestión acerca de qué temas deben ser tratados, aunque para encontrar una respuesta, se debe conocer el para qué. Actualmente, la formación de las curriculas escolares tiene como fin la selección, reflexión y organización de los saberes y valores culturales formalizados. De este modo, se busca inculcar la moral prevaleciente de la cultura. Lo anterior nombrado, supone que los contenidos impartidos en los colegios son legítimos y correctos solo por ser de aprobación mayoritaria. El problema radica en que la educación es también una herramienta de control, ya que aquellos que logren vencer en esta pugna por el consenso general, tendrán el poder de fijar los contenidos impartidos, los cuales estarán cargados de una cierta ideología y rechazaran la validez de otros discursos y otras prácticas. Ésta lucha por la representación de ciertos ideales en las aulas devendrá del enfrentamiento por la hegemonía discursiva.
Por otro lado, no solo se trata un qué sino también un quién. El maestro es el ejemplar digno por antonomasia en las aulas, es la aspiración a ser, puesto que él refleja un ideal a seguir, y por esta razón, actúa como otra herramienta de persuasión.
Está de más aclarar que el término público, hace referencia a la libre entrada de cualquier ciudadano a obtener un producto o servicio. De modo que, caer en la distinción de colegios públicos o privados es un error, puesto que en ese sentido, los colegios privados también son públicos, y en el mercado en general se comparte esta característica, ya que negar el acceso a un bien o servicio debido a la raza, nacionalidad, orientación sexual o creencias religiosas de las personas, representaría una pérdida de dinero, luego, en la mayoría de casos es inviable que un bien o servicio no sea público.
Garantizar educación “gratuita” a cada ciudadano es una situación absolutamente deseable, aunque es necesario reparar en los medios que se llevaran a cabo para alcanzar dicho fin. Si el objetivo no se puede alcanzar voluntariamente, sin la necesidad de forzar a alguien no puede justificarse. Más aún cuando la forma de llevar a cabo dicho objetivo es financiar la educación a través de impuestos, los cuales gravaran la situación económica de los sectores sociales más bajos.
Las condiciones educativas actuales quedaron en evidencia cuando en el 2015 Argentina quedo excluida de los exámenes PISA por haber omitido las evaluaciones de escuelas que anteriormente habían sido calificadas.
La deseducación se debe a una sociedad sobregobernada y en manos del poder central. Éste no ofrece a los colegios los suficientes incentivos para mejorar sus condiciones, puesto que si el pagador es el estado, los profesores y dirigentes escolares poseen mayor seguridad y control sobre sus empleos, reduciendo la calidad y variedad de la enseñanza. Aquellos estudiantes que carecen de recursos para optar por una educación no estatal, y a quienes inicialmente se buscaba ayudar, son quienes saldrán más perjudicados, puesto que no poseen la capacidad de elegir y serán condenados a la corrompida educación estatal en manos del gran control sindical. De esta manera, solo se consigue acentuar aún más la brecha de desigualdad entre los sectores sociales.
Una solución efectiva a este problema, cuyo único fin es poder salvaguardar la oportunidad de los estudiantes de recibir una educación que cumpla con los tres requisitos; público, gratuito y de calidad, es el sistema de vouchers.
El sistema de vouchers propone invertir el financiamiento que provee el estado, es decir, financiar la demanda en lugar de la oferta. De esta forma, se les otorga un bono a las familias que carecen de recursos económicos, el cual será canjeado posteriormente solo en los colegios. De esta manera, se evitaría la corrupción y la gran burocracia que imperan en nuestro sistema.
Por otro lado, dicho sistema también crea un incentivo a los mismos establecimientos para poder mejorar sus condiciones, a fin de atraer a sus clientes. Esta competencia, es la que dará a los estudiantes la posibilidad de acceder a una verdadera educación de calidad.
Finalmente, podemos responder de forma positiva a la pregunta del título, incluso se puede agregar un cuarto requerimiento; la educación debe ser privada de intereses políticos. Por lo tanto, para cumplir esa condición ésta debe ser alejada del control estatal. Homogeneizar o socializar la educación trae consigo los problemas nombrados, por ende, si lo que se quiere es evitar esta acción de adoctrinar bajo los ideales del político de turno, se debe conceder la libertad a cada colegio para elegir los contenidos educativos y métodos que crean mejor para el aprendizaje, a fin de que la educación no caiga en manos de un grupo determinado que actué como monopolio de ésta.
Escribe FRANCO ALBERTI.
La educación es una actividad que incluye no solo la transmisión de conocimiento, sino que también, desarrolla la capacidad intelectual y moral de una persona. Se trata de inculcar una visión de la vida.
Surge la cuestión acerca de qué temas deben ser tratados, aunque para encontrar una respuesta, se debe conocer el para qué. Actualmente, la formación de las curriculas escolares tiene como fin la selección, reflexión y organización de los saberes y valores culturales formalizados. De este modo, se busca inculcar la moral prevaleciente de la cultura. Lo anterior nombrado, supone que los contenidos impartidos en los colegios son legítimos y correctos solo por ser de aprobación mayoritaria. El problema radica en que la educación es también una herramienta de control, ya que aquellos que logren vencer en esta pugna por el consenso general, tendrán el poder de fijar los contenidos impartidos, los cuales estarán cargados de una cierta ideología y rechazaran la validez de otros discursos y otras prácticas. Ésta lucha por la representación de ciertos ideales en las aulas devendrá del enfrentamiento por la hegemonía discursiva.
Por otro lado, no solo se trata un qué sino también un quién. El maestro es el ejemplar digno por antonomasia en las aulas, es la aspiración a ser, puesto que él refleja un ideal a seguir, y por esta razón, actúa como otra herramienta de persuasión.
Está de más aclarar que el término público, hace referencia a la libre entrada de cualquier ciudadano a obtener un producto o servicio. De modo que, caer en la distinción de colegios públicos o privados es un error, puesto que en ese sentido, los colegios privados también son públicos, y en el mercado en general se comparte esta característica, ya que negar el acceso a un bien o servicio debido a la raza, nacionalidad, orientación sexual o creencias religiosas de las personas, representaría una pérdida de dinero, luego, en la mayoría de casos es inviable que un bien o servicio no sea público.
Garantizar educación “gratuita” a cada ciudadano es una situación absolutamente deseable, aunque es necesario reparar en los medios que se llevaran a cabo para alcanzar dicho fin. Si el objetivo no se puede alcanzar voluntariamente, sin la necesidad de forzar a alguien no puede justificarse. Más aún cuando la forma de llevar a cabo dicho objetivo es financiar la educación a través de impuestos, los cuales gravaran la situación económica de los sectores sociales más bajos.
Las condiciones educativas actuales quedaron en evidencia cuando en el 2015 Argentina quedo excluida de los exámenes PISA por haber omitido las evaluaciones de escuelas que anteriormente habían sido calificadas.
La deseducación se debe a una sociedad sobregobernada y en manos del poder central. Éste no ofrece a los colegios los suficientes incentivos para mejorar sus condiciones, puesto que si el pagador es el estado, los profesores y dirigentes escolares poseen mayor seguridad y control sobre sus empleos, reduciendo la calidad y variedad de la enseñanza. Aquellos estudiantes que carecen de recursos para optar por una educación no estatal, y a quienes inicialmente se buscaba ayudar, son quienes saldrán más perjudicados, puesto que no poseen la capacidad de elegir y serán condenados a la corrompida educación estatal en manos del gran control sindical. De esta manera, solo se consigue acentuar aún más la brecha de desigualdad entre los sectores sociales.
Una solución efectiva a este problema, cuyo único fin es poder salvaguardar la oportunidad de los estudiantes de recibir una educación que cumpla con los tres requisitos; público, gratuito y de calidad, es el sistema de vouchers.
El sistema de vouchers propone invertir el financiamiento que provee el estado, es decir, financiar la demanda en lugar de la oferta. De esta forma, se les otorga un bono a las familias que carecen de recursos económicos, el cual será canjeado posteriormente solo en los colegios. De esta manera, se evitaría la corrupción y la gran burocracia que imperan en nuestro sistema.
Por otro lado, dicho sistema también crea un incentivo a los mismos establecimientos para poder mejorar sus condiciones, a fin de atraer a sus clientes. Esta competencia, es la que dará a los estudiantes la posibilidad de acceder a una verdadera educación de calidad.
Finalmente, podemos responder de forma positiva a la pregunta del título, incluso se puede agregar un cuarto requerimiento; la educación debe ser privada de intereses políticos. Por lo tanto, para cumplir esa condición ésta debe ser alejada del control estatal. Homogeneizar o socializar la educación trae consigo los problemas nombrados, por ende, si lo que se quiere es evitar esta acción de adoctrinar bajo los ideales del político de turno, se debe conceder la libertad a cada colegio para elegir los contenidos educativos y métodos que crean mejor para el aprendizaje, a fin de que la educación no caiga en manos de un grupo determinado que actué como monopolio de ésta.
Franco Alberti
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 28, 2018
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