¿Qué nos pasó como sociedad, que no somos capaces de recordar nuestra historia, de condenar al terrorismo y de defender a quienes nos libraron de esos psicópatas?
Corrían los últimos dias del mes de Enero de 1989. Con mi familia disfrutábamos las últimas jornadas de descanso, ya que estaba pronta la vuelta a casa, de esas vacaciones en Mar del Plata.
Estaba por cumplir 19 años y ese 1989 comenzaría a cursar el tercer año de abogacía. Esa mañana, como todas las de ese verano, me levanté con la única idea que se me cruzaba por entonces, ir a la playa. Fue cuando observé a mis viejos, absortos, sentados frente al televisor. Había un intento de copamiento de un cuartel militar en Buenos Aires.
Varias imágenes me quedaron grabadas de aquel dia de la televisión. Una, la de los conscriptos corriendo en calzoncillos hacia la puerta del cuartel, esquivando las balas de los terroristas que les disparaban sin piedad. Nunca agradecí tanto a los cielos haberme salvado del servicio militar (lo hice por numero bajo), ya que la clase que le tocó afrontar ese hecho era la mía, la 1969. No podía dejar de pensar en mis compañeros de la secundaria, que estaban haciendo el servicio militar y les tocaba pasar por esta locura. Los que estaban de guardia, con 19 años como yo, murieron acribillados a balazos por los terroristas que entraron al cuartel.
Tambien recuerdo a los bravos de la policía de la provincia de Buenos Aires, sin chalecos antibalas, con sus camisas abiertas y algunos “en cuero” rodear el cuartel para evitar la fuga de los terroristas cruzando sus móviles en las entradas del cuartel y enfrentándolos solo con sus pistolas y algunos fusiles. Después supe que de ese heroico accionar surgió el mote de la “maldita policía”, acuñado por los terroristas que, al ver fracasar su plan así la tildaron, mote que con el tiempo lograron imponer en muchos sectores de la sociedad, amparándose en el accionar delictivo de algunos policías para tildar así a toda la fuerza policial de la provincia de Buenos Aires.
Tampoco puedo olvidar al Subcomisario Alberto Re de la misma policía bonaerense, que luego de patrullar toda la noche la populosa La Matanza se acercó rápidamente al cuartel de La Tablada para ver qué pasaba y al bajarse de su móvil, fue gravemente herido, perdiendo ambas piernas. Nunca nadie se acordó de él.
Menos aún puedo olvidar a los heroicos suboficiales y oficiales del Ejército Argentino que ofrendaron su vida para recuperar el cuartel, entre ellos su segundo jefe el Mayor Fernandez Cutiellos o el Teniente Alberto Rolón o quienes resultaron con graves heridas como el entonces Mayor Emilio Nani. Un orgullo para la Nación.
A pesar de la confusión de la primeras noticias, con el correr de las horas se supo la verdad, se trató de un grupo de terroristas liderados por Gorriarán Merlo (terrorista que los años 70 había integrado el ERP -Ejército Revolucionario del Pueblo-), que conformaron el Movimiento Todos por la Patria (MTP). Estos intentaron simular un golpe de estado de grupos militares, por entonces catalogados como carapintadas, el cual abortarían con la toma del cuartel de La Tablada, que era el virtual epicentro del supuesto golpe de estado.
Al respecto, luego nos enteramos que Gorriarán Merlo dirigió la operación desde lejos, que jamás entró al cuartel y que cuando vio que su plan fracasaba simplemente huyó (hasta se fue del pais), dejando a sus “compañeros” entregados a la muerte.
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Toda la sociedad se horrorizó con este demencial ataque terrorista -bueno un eufemismo pues todo ataque terrorista es demencial – y vitoreó a sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. Por supuesto, los organismos defensores de los derechos humanos nada dijeron de los “colimbas” asesinados. Menos, obvio, de los militares y policías tambien asesinados.
Pasado ese dia y esas vacaciones, recuerdo que a mediados de febrero de ese mismo año, viaje a Buenos Aires a comprar un libro de Derecho que no conseguía en Rosario y necesitaba para mis exámenes. Paseando por calle Florida no puedo olvidar a un grupo de jóvenes, tendrían entre de 18 o 19 años, alguno creo que era menor, repartiendo panfletos y reivindicando la acción terrorista del MTP. Tuvo que intervenir la Policía Federal pues la propia gente que caminaba por la peatonal amenazaba con correrlos a golpes de puño y patadas; gritándole todo tipo de insultos.
Hoy, con 52 años, me toca ver a quienes defendieron el cuartel de La Tablada presos por haberlo hecho, a sus atacantes libres y hasta dando clases de lo sucedido en escuelas, sin haberse arrepentido jamás de aquello. Mientras la clase política solo atina a tibios comentarios y toda la sociedad permanece impávida, inmersa en un atronador silencio.
Mientras escribo estas líneas, como puedo dejar de preguntarme ¿que nos pasó como sociedad, que no somos capaces de recordar nuestra historia, de condenar al terrorismo y de defender a quienes nos libraron de esos psicópatas? (como los tildó el propio General Perón). ¿Qué hubiese pasado con nuestro pais si estos lunáticos hubiesen concretado su siniestro plan?
Y es que lo que ocurrió en La Tabalada aquel 1989 fue una pequeña muestra de lo que sucedió en nuestra Argentina en los años 70, por supuesto mucho más grave y a gran escala, dicho de otra forma fue una verdadera guerra civil. Ironías del destino, el 19 de enero, se cumplió un nuevo aniversario del sangriento intento de copamiento del cuartel militar de Azul, justamente también por el ERP, allá por 1974.
Hay que ser claro en esto. La sangre y la cárcel de quienes dieron su vida y su libertad por enfrentar al terrorismo, impidieron que nuestro pais sea hoy una mísera dictadura como la cubana. Ello claro, nos permite en la actualidad la jactancia de guardar cómplice silencio sobre la verdadera historia, aceptando sin chistar un relato “oficial” que tergiversa esa historia y que nos viene siendo impuesto desde hace décadas por los emuladores del terrorismo.
Hoy me saco por un segundo el traje de abogado defensor de civiles, policías y militares en las mal llamadas causas de lesa humanidad y como simple ciudadano digo: “Honor y Gloria a quienes nos defendieron del terrorismo”. Quien quiera oír que oiga.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
¿Qué nos pasó como sociedad, que no somos capaces de recordar nuestra historia, de condenar al terrorismo y de defender a quienes nos libraron de esos psicópatas?
Corrían los últimos dias del mes de Enero de 1989. Con mi familia disfrutábamos las últimas jornadas de descanso, ya que estaba pronta la vuelta a casa, de esas vacaciones en Mar del Plata.
Estaba por cumplir 19 años y ese 1989 comenzaría a cursar el tercer año de abogacía. Esa mañana, como todas las de ese verano, me levanté con la única idea que se me cruzaba por entonces, ir a la playa. Fue cuando observé a mis viejos, absortos, sentados frente al televisor. Había un intento de copamiento de un cuartel militar en Buenos Aires.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Varias imágenes me quedaron grabadas de aquel dia de la televisión. Una, la de los conscriptos corriendo en calzoncillos hacia la puerta del cuartel, esquivando las balas de los terroristas que les disparaban sin piedad. Nunca agradecí tanto a los cielos haberme salvado del servicio militar (lo hice por numero bajo), ya que la clase que le tocó afrontar ese hecho era la mía, la 1969. No podía dejar de pensar en mis compañeros de la secundaria, que estaban haciendo el servicio militar y les tocaba pasar por esta locura. Los que estaban de guardia, con 19 años como yo, murieron acribillados a balazos por los terroristas que entraron al cuartel.
Tambien recuerdo a los bravos de la policía de la provincia de Buenos Aires, sin chalecos antibalas, con sus camisas abiertas y algunos “en cuero” rodear el cuartel para evitar la fuga de los terroristas cruzando sus móviles en las entradas del cuartel y enfrentándolos solo con sus pistolas y algunos fusiles. Después supe que de ese heroico accionar surgió el mote de la “maldita policía”, acuñado por los terroristas que, al ver fracasar su plan así la tildaron, mote que con el tiempo lograron imponer en muchos sectores de la sociedad, amparándose en el accionar delictivo de algunos policías para tildar así a toda la fuerza policial de la provincia de Buenos Aires.
Tampoco puedo olvidar al Subcomisario Alberto Re de la misma policía bonaerense, que luego de patrullar toda la noche la populosa La Matanza se acercó rápidamente al cuartel de La Tablada para ver qué pasaba y al bajarse de su móvil, fue gravemente herido, perdiendo ambas piernas. Nunca nadie se acordó de él.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Menos aún puedo olvidar a los heroicos suboficiales y oficiales del Ejército Argentino que ofrendaron su vida para recuperar el cuartel, entre ellos su segundo jefe el Mayor Fernandez Cutiellos o el Teniente Alberto Rolón o quienes resultaron con graves heridas como el entonces Mayor Emilio Nani. Un orgullo para la Nación.
A pesar de la confusión de la primeras noticias, con el correr de las horas se supo la verdad, se trató de un grupo de terroristas liderados por Gorriarán Merlo (terrorista que los años 70 había integrado el ERP -Ejército Revolucionario del Pueblo-), que conformaron el Movimiento Todos por la Patria (MTP). Estos intentaron simular un golpe de estado de grupos militares, por entonces catalogados como carapintadas, el cual abortarían con la toma del cuartel de La Tablada, que era el virtual epicentro del supuesto golpe de estado.
Al respecto, luego nos enteramos que Gorriarán Merlo dirigió la operación desde lejos, que jamás entró al cuartel y que cuando vio que su plan fracasaba simplemente huyó (hasta se fue del pais), dejando a sus “compañeros” entregados a la muerte.
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Toda la sociedad se horrorizó con este demencial ataque terrorista -bueno un eufemismo pues todo ataque terrorista es demencial – y vitoreó a sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. Por supuesto, los organismos defensores de los derechos humanos nada dijeron de los “colimbas” asesinados. Menos, obvio, de los militares y policías tambien asesinados.
Pasado ese dia y esas vacaciones, recuerdo que a mediados de febrero de ese mismo año, viaje a Buenos Aires a comprar un libro de Derecho que no conseguía en Rosario y necesitaba para mis exámenes. Paseando por calle Florida no puedo olvidar a un grupo de jóvenes, tendrían entre de 18 o 19 años, alguno creo que era menor, repartiendo panfletos y reivindicando la acción terrorista del MTP. Tuvo que intervenir la Policía Federal pues la propia gente que caminaba por la peatonal amenazaba con correrlos a golpes de puño y patadas; gritándole todo tipo de insultos.
[ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third_end] [/ezcol_1third_end]Hoy, con 52 años, me toca ver a quienes defendieron el cuartel de La Tablada presos por haberlo hecho, a sus atacantes libres y hasta dando clases de lo sucedido en escuelas, sin haberse arrepentido jamás de aquello. Mientras la clase política solo atina a tibios comentarios y toda la sociedad permanece impávida, inmersa en un atronador silencio.
Mientras escribo estas líneas, como puedo dejar de preguntarme ¿que nos pasó como sociedad, que no somos capaces de recordar nuestra historia, de condenar al terrorismo y de defender a quienes nos libraron de esos psicópatas? (como los tildó el propio General Perón). ¿Qué hubiese pasado con nuestro pais si estos lunáticos hubiesen concretado su siniestro plan?
Y es que lo que ocurrió en La Tabalada aquel 1989 fue una pequeña muestra de lo que sucedió en nuestra Argentina en los años 70, por supuesto mucho más grave y a gran escala, dicho de otra forma fue una verdadera guerra civil. Ironías del destino, el 19 de enero, se cumplió un nuevo aniversario del sangriento intento de copamiento del cuartel militar de Azul, justamente también por el ERP, allá por 1974.
Hay que ser claro en esto. La sangre y la cárcel de quienes dieron su vida y su libertad por enfrentar al terrorismo, impidieron que nuestro pais sea hoy una mísera dictadura como la cubana. Ello claro, nos permite en la actualidad la jactancia de guardar cómplice silencio sobre la verdadera historia, aceptando sin chistar un relato “oficial” que tergiversa esa historia y que nos viene siendo impuesto desde hace décadas por los emuladores del terrorismo.
Hoy me saco por un segundo el traje de abogado defensor de civiles, policías y militares en las mal llamadas causas de lesa humanidad y como simple ciudadano digo: “Honor y Gloria a quienes nos defendieron del terrorismo”. Quien quiera oír que oiga.
PrisioneroEnArgentina.cm
Enero 24, 2022