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Bellaggio

Hay una historia que le gusta contar a Tony Carleo sobre una visita que hizo a Las Vegas hace más de una década, cuando tenía poco más de veinte años.

“Estaba sentado en un casino”, dice, “y había una multitud que comenzaba a reunirse alrededor de una mesa de dados, porque todos querían ver”.

Un hombre estaba apostando a un ocho duro, que los dados saldrían mostrando exactamente cuatro y cuatro antes de lanzar un siete u otra combinación que sumara ocho. Era una apuesta arriesgada, pero el hombre acertó, luego volvió a acertar, sus $ 5 se convirtieron en 50 y luego en 500. Cada vez que lo dejó pasar. Carleo se abrió paso a codazos entre la multitud para acercarse a la acción. Una y otra vez el hombre rodó los dados y logro ocho duro de nuevo y luego una vez más. La multitud estalló. Golpear fuerte ocho una vez era improbable, golpearlo cuatro veces seguidas casi imposible. El crupier deslizó hacia adelante las ganancias del hombre, una pequeña torre de fichas de colores brillantes por valor de 50.000 dólares que se posó donde antes había una sola ficha de cinco dólares.

Para Carleo, la historia es una prueba de una creencia que siempre ha vivido dentro de él: mientras tengas el coraje para abrirte de par en par al destino, no hay forma de saber lo que se te ocurra.

“Si él pudo hacerlo, yo podría hacerlo”, dice Carleo. “Me podría pasar a mí”.

Garcia
Damon
Pitt
Sinatra
Roberts
Clooney

Los atracos a los casinos siempre han sido uno de los clásicos de la historia del cine. Una temática recurrente que se ha escenificado en innumerables películas de Hollywood. Hace poco más de un año se estrenó Ocean’s 8, la versión femenina de la trilogía Ocean’s de Steven Soderbergh. La primera película de la saga, Ocean’s Eleven, protagonizada por George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Andy García y Julia Roberts es una adaptación de la película de 1960 dirigida por el director de origen moldavo Lewis Milestone, con Frank Sinatra como protagonista. El filme narra la historia de Danny Ocean, un carismático atracador que, tan sólo 24 horas después de cumplir una condena en prisión, decide realizar el atraco de casinos más importantes de la historia. Para conseguir su objetivo, Ocean reúne un equipo de once atracadores especializados en distintos campos.

La historia de Ocean’s Eleven se centra en el robo a los casinos más importantes de Las Vegas: The Mirage, MGM Grand Las Vegas y Bellagio. A pesar de ello, la mayor parte del rodaje de la película tuvo lugar en el Bellagio, uno de los grandes iconos de la ciudad del juego desde su inauguración en 1998. Un establecimiento de ocio lujoso, como el que se va a construir en Vila-seca y Salou, que también ha sido testigo de varios intentos de robo en la vida real por parte de estafadores que buscaban imitar a los protagonistas de la mítica saga de Hollywood. En 2010, un estudiante de 29 años de buena familia llamado Anthony Carleo realizó uno de los atracos más surrealistas de la historia del casino.

Anthony Carleo creció rodeado de vehículos de alta gama, trajes bonitos y grandes casas, una serie de lujos que su familia había conseguido con esfuerzo. El joven tenía en su padre, el juez George Assad, el modelo perfecto de cómo un hombre podía salir adelante en la vida con constancia y trabajo duro. Sin embargo, Carleo se pasó veinte años de su vida en Pueblo, ciudad ubicada en el estado estadounidense de Colorado, dedicándose sin éxito a toda clase de negocios. Ayudó a administrar un bar familiar, un negocio de limusinas e incluso trabajó como DJ, pero también traficó con marihuana, cocaína, oxicodona y éxtasis. Una vida de excesos en la que se involucró en numerosos problemas relacionados con la venta de drogas. Carleo terminó huyendo de la ciudad para instalarse en Las Vegas, ciudad donde vivía su padre.   

Con 29 años se instaló en una habitación de invitados en la casa donde vivía su padre en Las Vegas para comenzar una nueva vida. Empezó a estudiar en la Universidad de Nevada con el objetivo de especializarse en medicina y trató de mantener su vida en línea recta para no desviarse del camino. Para conseguirlo puso una fotografía de su prima Augie, que había fallecido a causa de una sobredosis, en el tablón de su habitación para recordar cómo podía haber terminado su vida. Aquella vida no duró mucho, ya que mantuvo diversos coqueteos con el tráfico de drogas en Las Vegas.

A finales de noviembre de 2010, durante un parón lectivo de dos semanas, Carleo se encontró con demasiado tiempo libre y solo en una ciudad como Las Vegas.

“Todos los días me levantaba y tenía que encontrar algo que hacer”, comentó.

Con 30.000 dólares en sus bolsillos comenzó a acudir a los principales casinos de la ciudad, especialmente al Bellagio, con la esperanza de duplicar su dinero. Las puestas, el póker y el blackjack, y una larga serie de juegos, terminaron con Carleo en el fondo de un agujero donde no tenía salida. En ese momento de desesperación, una fantasía se le pasó por la cabeza: ¿qué ocurre si me acerco a una mesa y me llevo todas las fichas?

Dos noches después, Carleo recibió una invitación del Casino Suncoast para jugar al póker. Este casino modesto situado cerca de su domicilio era el escenario perfecto para el plan que tenía en mente. En su situación económica no podía permitirse jugar en el establecimiento de ocio, por lo que decidió atracar la banca del modesto casino. Estacionó su moto en la puerta, entró y salió antes de que llegara la seguridad o la policía con 19.000 dólares en efectivo. Un atraco que le hizo ver lo fácil que era conseguir dinero en un casino. Cinco días después realizó la misma operación en el Bellagio, aunque en esta ocasión su botín fueron miles de fichas que sólo eran válidas dentro del propio casino.

Carleo regresó al Bellagio una noche después del robo de las fichas. El mítico casino de Las Vegas anuló las fichas más altas que habían sido robadas (25.000 dólares). Estas fichas también contaban con un sistema de radiofrecuencia, por lo que sólo podrían retirarlas aquellos jugadores que las tuvieran en su poder antes del robo. Las fichas de 25.000 dólares suponían un millón de dólares para Carleo, que se tuvo que conformar con cambiar los 400.000 dólares en fichas pequeñas que tenía en sus manos, aunque para ello tendría que hacerlo en el casino que había robado una noche antes y con toda la seguridad pendiente del atracador.

Las mesas de altas apuestas eran las ideales para cambiar las fichas de forma rápida. Sin embargo, estas mesas están muy controladas por los casinos, además de que siempre suelen jugar los mismo jugadores, por lo que son caras conocidas para el croupier de la mesa.

Carleo era una cara nueva de la que no se tenían referencias a esos niveles, por lo que un croupier comenzó a sospechar de su actividad y se puso en contacto con los detectives asignados al caso del Bellagio:.

Las sospechas se hicieron realidad cuando Carleo se quedó sin dinero y cometió el error de vender las fichas de 25.000 dólares fuera del casino.

Se registró en el foro de póker TwoPlusTwo y contactó con un usuario interesado en las fichas que finalmente lo denunció a la policía de Las Vegas. Un agente encubierto acudió al Bellagio haciéndose pasar por un comprador y Carleo cayó en la trampa de la policía. El 2 de febrero de 2011 fue arrestado y condenado a nueve años de reclusión.

En prisión, Carleo apuesta sellos postales con otros presos en partidos de fútbol americano. Dice que está saliendo adelante y que las pequeñas apuestas son buenas para él. Aún así, Carleo pide un favor a quien le visita. “Cuando llegues al Bellagio”, dice, “apuesta 10 dólares al ocho duro para mí. Y deja que las ganancias se apilen”.


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 11, 2020


 

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