En los más de 200 años que han pasado desde su invención, nadie ha podido demostrar que la homeopatía sea realmente capaz de curar algo con sus supuestos medicamentos que no tienen principios activos. Sin embargo, su reputación ha cambiado mucho en ese tiempo. Ha sido financiada por los servicios de salud pública en países como Francia, aunque dejó de hacerlo en 2021. A principios de este siglo su uso crecía entre quienes buscaban medicinas alternativas, pero años de activismo científico contra esta pseudociencia, también como una regulación algo más rígida, han contribuido al desplome de las ventas.
Para comprender este fenómeno, algunos médicos recurrieron a algunos de sus principales impulsores, como las empresas farmacéuticas líderes en el sector, o las sociedades de Médicos homeopáticos. A falta de respuesta, las explicaciones corren a cargo de expertos más críticos con la disciplina.
“Sabemos desde hace mucho tiempo que las velas vacías del Príncipe Carlos están tan aparejadas que se hinchan con cualquier ráfaga o brisa pasajera de mal humor e hipocresía. Se enamoró del falso antropólogo Laurens van der Post. Quedó asombrado por los encantos de la medicina homeopática. Se ha informado de manera creíble que dijo que a las plantas les va mejor si se les habla de manera tranquilizadora y alentadora”. -Christopher Hitchens
En general, se remonta a principios de la década pasada. Un movimiento escéptico con creciente protagonismo trabajó para denunciar que el principio en el que se basa la homeopatía no sólo no tenía ni pies ni cabeza, sino que nunca había aportado ninguna evidencia sólida de mejorar nada. Así lo reflejaba un editorial titulado El fin de la homeopatía aparecido en la revista The Lancet en 2005, en el que se sugería que la sociedad debería dejar de perder tiempo y dinero intentando demostrar la eficacia de una terapia que no había podido hacerlo en dos siglos. “Cuanto más diluida se vuelve la evidencia a favor de la homeopatía, mayor parece ser su popularidad”, afirma irónicamente el editorial.
Los autores se referían a los fundamentos mismos de esta pseudociencia, que postula que lo que produce síntomas de algo puede curar esa misma cosa si está muy diluido en agua. Por un lado, esto no ha sido demostrado (excepto, en cierto modo, en el caso de las alergias). Además, los preparados que venden están tan diluidos que equivalen a arrojar una gota de una sustancia a todos los océanos del planeta. Simplemente no hay rastros de ingredientes activos en los medicamentos homeopáticos.
Muchas personas que solían consumir homeopatía ni siquiera eran conscientes de que esto era así. Fernando Frías, uno de los activistas que trabajó para socavar el prestigio que le quedaba a la disciplina, recuerda que la gente no les creyó cuando les dijeron que se vendían compuestos con diluido Muro de Berlín para superar los sentimientos de opresión y ansiedad. En realidad, esto se comercializó bajo la premisa de que “lo similar cura lo similar”: si el Muro de Berlín oprimía, un trozo de él diluido en agua debería remediarlo. “Muchos tenían la impresión de que era sólo una terapia natural y que estábamos inventando cosas para atacarla”, dice Frías. Él y otros divulgadores participaron en suicidios homeopáticos, que consistían en ingerir supuestos sedantes en enormes cantidades sin sufrir ningún efecto.
A pesar de todo, la venta de remedios homeopáticos está muy extendida. Se pueden encontrar en farmacias, tiendas naturistas y minoristas en línea. La ley lo permite. Se ha debatido mucho sobre cómo regular un supuesto fármaco cuyo único efecto es, en realidad, el efecto placebo. En 2001, el Parlamento Europeo emitió una directiva que cubría su uso en países con tradición homeopática; Fuentes explican que esto se debió a la presión ejercida tanto por las industrias como por los gobiernos de países donde la pseudociencia está muy arraigada, como Francia (donde tiene su sede Boiron) o Alemania, donde su consumo es muy superior al de otros, como España.
“La homeopatía equivale a disolver una aspirina en el océano Pacífico y recetarle quince gotas al paciente.” ― Isabel Allende
“Teniendo en cuenta las características particulares de estos medicamentos homeopáticos, como el nivel muy bajo de principios activos que contienen y la dificultad de aplicarles los métodos estadísticos convencionales relacionados con los ensayos clínicos, es conveniente prever un registro especial y simplificado. procedimiento para aquellos medicamentos homeopáticos que se comercialicen sin indicaciones terapéuticas en una forma farmacéutica y dosificación que no presenten ningún riesgo para el paciente”, señala la directiva.
En sus más de dos siglos de historia, no es la primera vez que la homeopatía pierde terreno. Aún así, advierte Frías, no se puede descartar que en algún momento surja algo que vuelva a ponerlo de moda. “Mire el ejemplo de los chemtrails [los rastros de condensación que dejan los aviones y que algunos teóricos de la conspiración creen que son una forma de envenenar a la población desde el aire]. Parecía que ya nadie se acordaba de ellos, pero ahora han vuelto”, afirma. Frías cita al astrofísico y divulgador Javier Armentia, quien afirma que las creencias son como un pato de goma: por mucho que se hundan, siempre resurgen. “Sobre todo si hay dinero detrás”, añade.
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Por Hanna Carr.
En los más de 200 años que han pasado desde su invención, nadie ha podido demostrar que la homeopatía sea realmente capaz de curar algo con sus supuestos medicamentos que no tienen principios activos. Sin embargo, su reputación ha cambiado mucho en ese tiempo. Ha sido financiada por los servicios de salud pública en países como Francia, aunque dejó de hacerlo en 2021. A principios de este siglo su uso crecía entre quienes buscaban medicinas alternativas, pero años de activismo científico contra esta pseudociencia, también como una regulación algo más rígida, han contribuido al desplome de las ventas.
Para comprender este fenómeno, algunos médicos recurrieron a algunos de sus principales impulsores, como las empresas farmacéuticas líderes en el sector, o las sociedades de Médicos homeopáticos. A falta de respuesta, las explicaciones corren a cargo de expertos más críticos con la disciplina.
-Christopher Hitchens
En general, se remonta a principios de la década pasada. Un movimiento escéptico con creciente protagonismo trabajó para denunciar que el principio en el que se basa la homeopatía no sólo no tenía ni pies ni cabeza, sino que nunca había aportado ninguna evidencia sólida de mejorar nada. Así lo reflejaba un editorial titulado El fin de la homeopatía aparecido en la revista The Lancet en 2005, en el que se sugería que la sociedad debería dejar de perder tiempo y dinero intentando demostrar la eficacia de una terapia que no había podido hacerlo en dos siglos. “Cuanto más diluida se vuelve la evidencia a favor de la homeopatía, mayor parece ser su popularidad”, afirma irónicamente el editorial.
Los autores se referían a los fundamentos mismos de esta pseudociencia, que postula que lo que produce síntomas de algo puede curar esa misma cosa si está muy diluido en agua. Por un lado, esto no ha sido demostrado (excepto, en cierto modo, en el caso de las alergias). Además, los preparados que venden están tan diluidos que equivalen a arrojar una gota de una sustancia a todos los océanos del planeta. Simplemente no hay rastros de ingredientes activos en los medicamentos homeopáticos.
Muchas personas que solían consumir homeopatía ni siquiera eran conscientes de que esto era así. Fernando Frías, uno de los activistas que trabajó para socavar el prestigio que le quedaba a la disciplina, recuerda que la gente no les creyó cuando les dijeron que se vendían compuestos con diluido Muro de Berlín para superar los sentimientos de opresión y ansiedad. En realidad, esto se comercializó bajo la premisa de que “lo similar cura lo similar”: si el Muro de Berlín oprimía, un trozo de él diluido en agua debería remediarlo. “Muchos tenían la impresión de que era sólo una terapia natural y que estábamos inventando cosas para atacarla”, dice Frías. Él y otros divulgadores participaron en suicidios homeopáticos, que consistían en ingerir supuestos sedantes en enormes cantidades sin sufrir ningún efecto.
A pesar de todo, la venta de remedios homeopáticos está muy extendida. Se pueden encontrar en farmacias, tiendas naturistas y minoristas en línea. La ley lo permite. Se ha debatido mucho sobre cómo regular un supuesto fármaco cuyo único efecto es, en realidad, el efecto placebo. En 2001, el Parlamento Europeo emitió una directiva que cubría su uso en países con tradición homeopática; Fuentes explican que esto se debió a la presión ejercida tanto por las industrias como por los gobiernos de países donde la pseudociencia está muy arraigada, como Francia (donde tiene su sede Boiron) o Alemania, donde su consumo es muy superior al de otros, como España.
― Isabel Allende
“Teniendo en cuenta las características particulares de estos medicamentos homeopáticos, como el nivel muy bajo de principios activos que contienen y la dificultad de aplicarles los métodos estadísticos convencionales relacionados con los ensayos clínicos, es conveniente prever un registro especial y simplificado. procedimiento para aquellos medicamentos homeopáticos que se comercialicen sin indicaciones terapéuticas en una forma farmacéutica y dosificación que no presenten ningún riesgo para el paciente”, señala la directiva.
En sus más de dos siglos de historia, no es la primera vez que la homeopatía pierde terreno. Aún así, advierte Frías, no se puede descartar que en algún momento surja algo que vuelva a ponerlo de moda. “Mire el ejemplo de los chemtrails [los rastros de condensación que dejan los aviones y que algunos teóricos de la conspiración creen que son una forma de envenenar a la población desde el aire]. Parecía que ya nadie se acordaba de ellos, pero ahora han vuelto”, afirma. Frías cita al astrofísico y divulgador Javier Armentia, quien afirma que las creencias son como un pato de goma: por mucho que se hundan, siempre resurgen. “Sobre todo si hay dinero detrás”, añade.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 15, 2023