Un viejo refrán dice: “se puede mentir a todos poco tiempo y a pocos mucho tiempo, lo que no se puede es mentir a todos todo el tiempo”. El salvaje y brutal asesinato del colectivero en La Matanza, terminó por poner en evidencia las mentiras a las que hemos sido sometidos los argentinos por largo tiempo.
Las barbaridades y pavadas que salieron a decir tanto el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires como las de su Ministro de Seguridad hablando de paranoicas conspiraciones y convirtiendo a un asesinato en una jugada política, sumadas a los ensordecedores silencios del Presidente de la Nación, del intendente de la Matanza y de los organismos de derechos humanos; en medio de la peor crisis económica de la Argentina de los últimos 50 años, hizo que el ciudadano común comience a despertar de un largo estado de somnolencia al que fue sometido por tantísimos años de cantos de sirenas “progres”.
Claro mientras hubo pan el circo funcionó. Cuando se acaba el pan y encima peligra la vida, el circo se acaba.
Como en el libro de García Márquez esto era “Crónica de una muerte anunciada”, pues el progresismo solo funciona cuando tiene plata para repartir y eso hace que la gente acepte las mentiras que dice. Cuando la plata se acaba, se deja de creer esas mentiras. Y como los “progres” solo reparten plata pues nunca la generan, es obvio que en algún momento se quedan sin un centavo y allí empiezan los problemas, pues cuanto la panza cruje y la muerte merodea, el relato se desmorona.
Se empieza a ver la realidad. Y justamente, el peor enemigo del progresismo es la realidad. Veamos.
Así como nos mintieron sobre lo sucedido en la década del 70, así nos mienten sobre la delincuencia. Nos dijeron que los terroristas de los 70 eran jóvenes idealistas que solo querían un mundo mejor y deben ser considerados mártires, ahora nos dicen que los delincuentes y asesinos son producto del perverso sistema capitalista que merecen por ello la indulgencia de la sociedad.
Igual que hizo el gobierno de Cámpora en el año 1973 cuando liberó miles de terroristas que luego volvieron a asesinar gente inocente y quisieron tomar el poder por las armas; en el 2020 el gobierno actual liberó miles de delincuentes que luego volvieron a matar y robar, haciendo de la Argentina un paraíso de criminales.
Antes y ahora pretenden que creamos que los deliberados enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad o armadas y los delincuentes, sean los terroristas de los 70 o los asesinos o chorros actuales, son verdaderos asesinatos.
Procuran por todos los medios instalar que los terroristas y los delincuentes son verdaderas víctimas de las fuerzas opresoras, cuando las reales víctimas son y fueron la Nación y los ciudadanos comunes.
Buscaron meternos en la cabeza que las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas fueron y son seres perversos, malignos, diabólicos, que merecen el repudio y humillación de la toda la sociedad, incluso ser reemplazadas por fuerzas de seguridad y armadas “nacionales y populares”, pero recurren a ellas cuando las papas queman, enviando personal de la Gendarmería Nacional y del Batallón de Ingenieros Militares a las zonas más conflictivas.
Hasta buscaron que creamos que la Justicia debe juzgar y condenar a todos los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad actuales y pasados, sin piedad y sin concesión alguna, dejando en evidencia que la Justicia es parte del relato progre, encubriendo delincuentes, terroristas y hasta narco traficantes.
El caso Maldonado es una clara muestra de cómo se miente y se inventa un relato.
Los medios de comunicación imbuidos aún de lo “políticamente correcta”, salvo honrosas excepciones, ocultan que se aplaudió y vitoreó la entrada de Gendarmería Nacional y personal del Ejército Argentino a la ciudad de Rosario, como lo que realmente expresa el ciudadano común. Es más, si hoy se pusiera un tanque del Ejercito con media docena de soldados armados con fusiles de combate en una esquina de cualquier barrio de las grandes ciudades, seria ovacionado y festejado por sus habitantes.
Y es que, ya se comienza a escuchar en mesas de café o a bordo de un taxi: “que vuelvan los militares, con ellos estábamos seguros”, “mataron terroristas no gente común”, “que la terminen esas viejas de la Plaza de Mayo”, frases que antes decían en la intimidad o en voz baja y ahora lo hacen con voz firme y sin importar quien esté en frente.
Sin mencionar claro que también ya se cuestiona a la Justicia. “Deberían ocuparse de meter en cana narcos y dejarse de joder con cosas que pasaron hace 50 años” reclama el ciudadano común.
El relato comienza a descascararse. Y es que la gente comenzó a asquearse y hartarse de tanta mentira.
En el gobierno y en los grupos de derechos humanos hay honda preocupación hoy. Temen realmente por la reacción de la gente. Los desvela la idea de que nos “avivemos” que todas las falsedades y engaños de la historia y de la realidad que hicieron y hacen, es solo para encubrir y continuar con sus espurios y obscenos “curros” personales.
El espanto no es tanto por una repulsión social sino que en octubre una lluvia de votos a los partidos opositores les haga sufrir una catastrófica derrota electoral, perdiendo así el poco poder que ya les queda.
Esperemos que este despabilar no quede solo en un atisbo. Por eso, en estos tiempos Pascuales y parafraseando a nuestro amado Señor Jesucristo ya es hora de: “Argentina… levántate y anda”.
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Por Dr. Gonzalo Miño.
Un viejo refrán dice: “se puede mentir a todos poco tiempo y a pocos mucho tiempo, lo que no se puede es mentir a todos todo el tiempo”. El salvaje y brutal asesinato del colectivero en La Matanza, terminó por poner en evidencia las mentiras a las que hemos sido sometidos los argentinos por largo tiempo.
Las barbaridades y pavadas que salieron a decir tanto el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires como las de su Ministro de Seguridad hablando de paranoicas conspiraciones y convirtiendo a un asesinato en una jugada política, sumadas a los ensordecedores silencios del Presidente de la Nación, del intendente de la Matanza y de los organismos de derechos humanos; en medio de la peor crisis económica de la Argentina de los últimos 50 años, hizo que el ciudadano común comience a despertar de un largo estado de somnolencia al que fue sometido por tantísimos años de cantos de sirenas “progres”.
Claro mientras hubo pan el circo funcionó. Cuando se acaba el pan y encima peligra la vida, el circo se acaba.
Como en el libro de García Márquez esto era “Crónica de una muerte anunciada”, pues el progresismo solo funciona cuando tiene plata para repartir y eso hace que la gente acepte las mentiras que dice. Cuando la plata se acaba, se deja de creer esas mentiras. Y como los “progres” solo reparten plata pues nunca la generan, es obvio que en algún momento se quedan sin un centavo y allí empiezan los problemas, pues cuanto la panza cruje y la muerte merodea, el relato se desmorona.
Se empieza a ver la realidad. Y justamente, el peor enemigo del progresismo es la realidad. Veamos.
Así como nos mintieron sobre lo sucedido en la década del 70, así nos mienten sobre la delincuencia. Nos dijeron que los terroristas de los 70 eran jóvenes idealistas que solo querían un mundo mejor y deben ser considerados mártires, ahora nos dicen que los delincuentes y asesinos son producto del perverso sistema capitalista que merecen por ello la indulgencia de la sociedad.
Igual que hizo el gobierno de Cámpora en el año 1973 cuando liberó miles de terroristas que luego volvieron a asesinar gente inocente y quisieron tomar el poder por las armas; en el 2020 el gobierno actual liberó miles de delincuentes que luego volvieron a matar y robar, haciendo de la Argentina un paraíso de criminales.
Antes y ahora pretenden que creamos que los deliberados enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad o armadas y los delincuentes, sean los terroristas de los 70 o los asesinos o chorros actuales, son verdaderos asesinatos.
Procuran por todos los medios instalar que los terroristas y los delincuentes son verdaderas víctimas de las fuerzas opresoras, cuando las reales víctimas son y fueron la Nación y los ciudadanos comunes.
Buscaron meternos en la cabeza que las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas fueron y son seres perversos, malignos, diabólicos, que merecen el repudio y humillación de la toda la sociedad, incluso ser reemplazadas por fuerzas de seguridad y armadas “nacionales y populares”, pero recurren a ellas cuando las papas queman, enviando personal de la Gendarmería Nacional y del Batallón de Ingenieros Militares a las zonas más conflictivas.
Hasta buscaron que creamos que la Justicia debe juzgar y condenar a todos los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad actuales y pasados, sin piedad y sin concesión alguna, dejando en evidencia que la Justicia es parte del relato progre, encubriendo delincuentes, terroristas y hasta narco traficantes.
El caso Maldonado es una clara muestra de cómo se miente y se inventa un relato.
Los medios de comunicación imbuidos aún de lo “políticamente correcta”, salvo honrosas excepciones, ocultan que se aplaudió y vitoreó la entrada de Gendarmería Nacional y personal del Ejército Argentino a la ciudad de Rosario, como lo que realmente expresa el ciudadano común. Es más, si hoy se pusiera un tanque del Ejercito con media docena de soldados armados con fusiles de combate en una esquina de cualquier barrio de las grandes ciudades, seria ovacionado y festejado por sus habitantes.
Y es que, ya se comienza a escuchar en mesas de café o a bordo de un taxi: “que vuelvan los militares, con ellos estábamos seguros”, “mataron terroristas no gente común”, “que la terminen esas viejas de la Plaza de Mayo”, frases que antes decían en la intimidad o en voz baja y ahora lo hacen con voz firme y sin importar quien esté en frente.
Sin mencionar claro que también ya se cuestiona a la Justicia. “Deberían ocuparse de meter en cana narcos y dejarse de joder con cosas que pasaron hace 50 años” reclama el ciudadano común.
El relato comienza a descascararse. Y es que la gente comenzó a asquearse y hartarse de tanta mentira.
En el gobierno y en los grupos de derechos humanos hay honda preocupación hoy. Temen realmente por la reacción de la gente. Los desvela la idea de que nos “avivemos” que todas las falsedades y engaños de la historia y de la realidad que hicieron y hacen, es solo para encubrir y continuar con sus espurios y obscenos “curros” personales.
El espanto no es tanto por una repulsión social sino que en octubre una lluvia de votos a los partidos opositores les haga sufrir una catastrófica derrota electoral, perdiendo así el poco poder que ya les queda.
Esperemos que este despabilar no quede solo en un atisbo. Por eso, en estos tiempos Pascuales y parafraseando a nuestro amado Señor Jesucristo ya es hora de: “Argentina… levántate y anda”.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 10, 2023