Diógenes fue un filósofo griego antiguo conocido por burlarse de la gente.
Después de observar a un arquero errar su objetivo una y otra vez con sus flechas, Diógenes fue y se sentó junto a él, afirmando que era el lugar más seguro para sentarse.
En otra ocasión, Diógenes vio al hijo de una prostituta arrojando piedras a la multitud. Se acercó al niño y le susurró: “Cuidado hijo, no le pegues a tu padre”.
Tenemos dos oídos y una lengua para escuchar más y hablar menos.
En otro caso, cuando Diógenes pidió monedas de limosna, un hombre que pasaba dijo: “Sí, si puedes persuadirme”. Diógenes respondió: “Si hubiera podido persuadirte, te habría persuadido de que te ahorcaras”.
Diógenes tampoco era un gran admirador de Sócrates y Platón, llegando incluso a llevar comida a sus conferencias , comer y hablar en voz alta para distraer a los oyentes. Cuando Alejandro Magno preguntó a Diógenes por qué estaba hurgando en la basura, él respondió: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los huesos de sus esclavos”.
Diógenes despreciaba la superficialidad y la hipocresía de los humanos y prefería la compañía de los perros. A menudo se le describía (de forma poco halagadora) como “el perro Diógenes”, pero lo tomaba como un cumplido y decía: “Soy el perro Diógenes. Acaricio a los que son amables, ladro a los codiciosos y muerdo a los sinvergüenzas”.
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Por Julie Moncada.
Diógenes fue un filósofo griego antiguo conocido por burlarse de la gente.
Después de observar a un arquero errar su objetivo una y otra vez con sus flechas, Diógenes fue y se sentó junto a él, afirmando que era el lugar más seguro para sentarse.
En otra ocasión, Diógenes vio al hijo de una prostituta arrojando piedras a la multitud. Se acercó al niño y le susurró: “Cuidado hijo, no le pegues a tu padre”.
En otro caso, cuando Diógenes pidió monedas de limosna, un hombre que pasaba dijo: “Sí, si puedes persuadirme”. Diógenes respondió: “Si hubiera podido persuadirte, te habría persuadido de que te ahorcaras”.
Diógenes tampoco era un gran admirador de Sócrates y Platón, llegando incluso a llevar comida a sus conferencias , comer y hablar en voz alta para distraer a los oyentes. Cuando Alejandro Magno preguntó a Diógenes por qué estaba hurgando en la basura, él respondió: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los huesos de sus esclavos”.
Diógenes despreciaba la superficialidad y la hipocresía de los humanos y prefería la compañía de los perros. A menudo se le describía (de forma poco halagadora) como “el perro Diógenes”, pero lo tomaba como un cumplido y decía: “Soy el perro Diógenes. Acaricio a los que son amables, ladro a los codiciosos y muerdo a los sinvergüenzas”.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 15, 2024
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