Es cierto que, sin ser una chica alocada, en mi vida ha tenido mas sucesos por los cuales sonrojarme, que de los cuales pueda estar orgullosa. Es real que durante mis años de High School (colegio secundario) pude en ocasiones mostrar mis talentos y habilidades, aunque nunca fui arrogante y pretendí hacer creer que eran muchos y tan diversos.
La semana pasada Oscar, mi esposo, y yo fuimos de vacaciones dejando las niñas -no tan niñas- al cuidado de mi madre (¿O tal vez fue a la inversa?) y emprendimos nuestro camino hacia Destin, un pintoresco y elegante pueblo al noroeste de la península, el cual -luego me enteré- tiene una población aproximada de 12,000 personas. Rentamos una casa moderna frente al mar que ofrecía paz y privacidad. Que nadie se preocupe y crea que teníamos en mente danzar desnudos en las terrazas.
Hay, de acuerdo con la revista Permanent Vacationeers (Turista permanente) más de 25 destinos solo en Florida para visitar y pasar un buen tiempo de ocio. Seguramente se le puede agregar otras 25 pequeñas ciudades no tan conocidas que ofrecen la misma belleza y ambiente, pero decidimos Destin por las fotos que mostraban un hermoso lugar, un interesante puerto y el sol de Florida brillando más que nunca. Pero más que nada por la casa en la playa. Un sueño hecho realidad. Hasta que, desde otra casa en alquiler, las manos de William se agitaron frenéticamente.
“Buen día” dije cortésmente.
“William,” se presentó “William Brown! De Lincoln High!”
Asistí a Lincoln High en mi segundo año de secundaria, cuando mis padres se mudaron por vez primera a Florida. Vez primera, pero esa es otra historia.
“¿No me recuerdas,?” insistió el hombre y llamó a su esposa: “Querida! ¡Ven a conocer a quien tanto me he referido, de mis épocas de secundaria!”
¿Tanto me he referido? ¿Tanto impacto he causado en las vidas de otros?
Su esposa salió a nuestro encuentro de balcón a balcón. Una bonita mujer, de sonrisa sincera, de cansado semblante.
“Esta era la chica que todos deseábamos, admirábamos”
Lo escuché perfectamente, pero advertí que Oscar, alertado por el alboroto, caminaba hacia nosotros, a mis espaldas.
“¿Perdón?” Pregunté con la intención de que repitiera y Oscar escuchara.
“Querida, esta es la chica de la que te hablaba, todos estábamos enamorados de ella en la secundaria”
Luego de las presentaciones, William (Willy) desparramó un montón de datos, mayormente dirigiéndose a su cónyuge y a Oscar.
“Ella era parte del grupo de tres o cuatro chicas por las cuales se nos caían las babas”
¿El grupo qué…? Me pregunté. ¿Linette Deerfield? ¿Cuatro ojos Deerfield? ¿Marcie Ontiveros? Marcie Mas ancha que alta Ontiveros? ¿Taisha Bell? ¿la chica de las piernas curvas? Y yo, por supuesto, según este hombre, una de las chicas más deseadas del instituto secundario Lincoln… ¿y quién soy yo para contradecirlo?
“Recuerdo perfectamente una vez que me hiciste un gran favor. Yo era recién llegado y no tenia muchos amigos. ¡Y no era muy popular! Pero recuerdo que una vez, en un show de talentos me dedicaste una canción de Whitney Huston que me inmortalizó. Todos en el colegio comenzaron a mirarme diferente. Imaginen: ¡La chica más linda de Lincoln High me dedicaba una canción! ¡Fue tan emocionante! Creo que nunca te lo agradecí lo suficiente” dijo Willy.
Por supuesto, linda, amable y talentosa, así soy, está en mis genes.
“No has vuelto a encontrarte con ninguno de los exalumnos? Pregunté mientras se despedían.
“No,” dijo Willy “Ocurre que ya no me quedan parientes en Seattle…” informó.
Luego de un intercambio de palabras, su esposa logró atraerlo hacia la casa y el se rindió no sin antes comprometernos en cenar juntos.
Una vez solo, Oscar me propuso ir a un negocio cercano y disfrutar de un exótico helado.
“No sabía que habías vivido en Seattle” me dijo Oscar, en forma casual.
🚹
Es cierto que, sin ser una chica alocada, en mi vida ha tenido mas sucesos por los cuales sonrojarme, que de los cuales pueda estar orgullosa. Es real que durante mis años de High School (colegio secundario) pude en ocasiones mostrar mis talentos y habilidades, aunque nunca fui arrogante y pretendí hacer creer que eran muchos y tan diversos.
La semana pasada Oscar, mi esposo, y yo fuimos de vacaciones dejando las niñas -no tan niñas- al cuidado de mi madre (¿O tal vez fue a la inversa?) y emprendimos nuestro camino hacia Destin, un pintoresco y elegante pueblo al noroeste de la península, el cual -luego me enteré- tiene una población aproximada de 12,000 personas. Rentamos una casa moderna frente al mar que ofrecía paz y privacidad. Que nadie se preocupe y crea que teníamos en mente danzar desnudos en las terrazas.
Hay, de acuerdo con la revista Permanent Vacationeers (Turista permanente) más de 25 destinos solo en Florida para visitar y pasar un buen tiempo de ocio. Seguramente se le puede agregar otras 25 pequeñas ciudades no tan conocidas que ofrecen la misma belleza y ambiente, pero decidimos Destin por las fotos que mostraban un hermoso lugar, un interesante puerto y el sol de Florida brillando más que nunca. Pero más que
nada por la casa en la playa. Un sueño hecho realidad. Hasta que, desde otra casa en alquiler, las manos de William se agitaron frenéticamente.
“Buen día” dije cortésmente.
“William,” se presentó “William Brown! De Lincoln High!”
Asistí a Lincoln High en mi segundo año de secundaria, cuando mis padres se mudaron por vez primera a Florida. Vez primera, pero esa es otra historia.
“¿No me recuerdas,?” insistió el hombre y llamó a su esposa: “Querida! ¡Ven a conocer a quien tanto me he referido, de mis épocas de secundaria!”
¿Tanto me he referido? ¿Tanto impacto he causado en las vidas de otros?
Su esposa salió a nuestro encuentro de balcón a balcón. Una bonita mujer, de sonrisa sincera, de cansado semblante.
“Esta era la chica que todos deseábamos, admirábamos”
Lo escuché perfectamente, pero advertí que Oscar, alertado por el alboroto, caminaba hacia nosotros, a mis espaldas.
“¿Perdón?” Pregunté con la intención de que repitiera y Oscar escuchara.
“Querida, esta es la chica de la que te hablaba, todos estábamos enamorados de ella en la secundaria”
Luego de las presentaciones, William (Willy) desparramó un montón de datos, mayormente dirigiéndose a su cónyuge y a Oscar.
“Ella era parte del grupo de tres o cuatro chicas por las cuales se nos caían las babas”
¿El grupo qué…? Me pregunté. ¿Linette Deerfield? ¿Cuatro ojos Deerfield? ¿Marcie Ontiveros? Marcie Mas ancha que alta Ontiveros? ¿Taisha Bell? ¿la chica de las piernas curvas? Y yo, por supuesto, según este hombre, una de las chicas más deseadas del instituto secundario Lincoln… ¿y quién soy yo para contradecirlo?
“Recuerdo perfectamente una vez que me hiciste un gran favor. Yo era recién llegado y no tenia muchos amigos. ¡Y no era muy popular! Pero recuerdo que una vez, en un show de talentos me dedicaste una canción de Whitney Huston que me inmortalizó. Todos en el colegio comenzaron a mirarme diferente. Imaginen: ¡La chica más linda de Lincoln High me dedicaba una canción! ¡Fue tan emocionante! Creo que nunca te lo agradecí lo suficiente” dijo Willy.
Por supuesto, linda, amable y talentosa, así soy, está en mis genes.
“No has vuelto a encontrarte con ninguno de los exalumnos? Pregunté mientras se despedían.
“No,” dijo Willy “Ocurre que ya no me quedan parientes en Seattle…” informó.
Luego de un intercambio de palabras, su esposa logró atraerlo hacia la casa y el se rindió no sin antes comprometernos en cenar juntos.
Una vez solo, Oscar me propuso ir a un negocio cercano y disfrutar de un exótico helado.
“No sabía que habías vivido en Seattle” me dijo Oscar, en forma casual.
“Hay muchas cosas que no sabes de mi” improvisé.
Nunca estuve en Seattle. Ni siquiera cerca.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 16, 2022