Augusto Pradelli Vaccariello es un piloto de carreras y cineasta venezolano que ha logrado diseñar unos interesantes vehículos eléctricos, algunos de ellos tipo ‘transformer’ que causan revuelo en su país, y que podrían significar los cimientos de una inédita industria automotriz que buscaría ir “más allá” de lo alcanzado por la compañía estadounidense Tesla.
Aunque el proyecto aún es parte de un sueño que Pradelli comienza a ejecutar de manera “artesanal”, él está seguro que ahora es el momento para intentarlo, sobre todo porque el país trata de dejar atrás las dificultades de los últimos años a través de soluciones creativas que generen independencia tecnológica y progreso.
Pradelli señala que Venezuela tiene todo para convertirse en una potencia en el desarrollo de equipos relacionados a la industria de almacenamiento de energía, como son los autos eléctricos, las baterías de litio, los paneles solares, entre otro tipo de productos vinculados a esa tecnología.
“Suena como algo fantástico. Sin embargo, yo sí creo que podemos comenzar a intentarlo, porque tenemos todos los recursos naturales y energéticos para hacerlo, tenemos científicos brillantes, genios que son de Venezuela, que pueden hacer grandes cambios a lo que ya vemos en el mundo y crear tecnología que incluso vaya más allá de Tesla”, dijo.
Pradelli se define como un apasionado por los autos que ha hecho de su vida “un invento”. A los 12 años comenzó a fabricar sus primeros autos, unos Go Karts, porque soñaba ser piloto de carreras, algo que logró a los 16. Es hijo de inmigrantes italianos que se instalaron en Maracaibo, capital del estado Zulia, al occidente de Venezuela. Nació el 15 de diciembre de 1959 y se siente orgulloso de ser “100 % maracucho”.
A sus 62 años Pradelli sigue soñando con fabricar autos y abrió una “fábrica artesanal” de vehículos eléctricos llamada Caribe Carros, un emprendimiento que lo ha llevado a diseñar varios modelos que ya tiene a la venta.
Para Pradelli, su iniciativa —ya conocida por el presidente Nicolás Maduro— puede aportar al país, si el sector público y privado se suman a fabricar e industrializar los carros.
“Tenemos todo, producimos aluminio, plástico, contamos con importantes reservas de litio y otros minerales fundamentales para desarrollar vehículos de calidad. Lo único que nos falta es unirnos y crear una industria que aproveche todo el potencial, que pueda mejorar lo que ya está en el mundo, que cuente con un laboratorio, asesoría científica y que sea todo hecho en Venezuela”.
Algo que deja muy claro Pradelli es su optimismo para enfrentar las adversidades y salir adelante. Precisamente, su decisión de construir autos eléctricos la tomó cuando en Venezuela comenzó a escasear el combustible, a finales de 2017, por el contrabando de extracción y las sanciones a la industria petrolera.
Para ese momento, Pradelli, quien es dueño de Caribe Concert, un restaurante y centro de espectáculos ubicado en el casco histórico de Maracaibo, necesitaba movilizarse en su vehículo para cumplir con las necesidades y responsabilidades de su negocio.
Pero la escasez de gasolina que afectaba al país le impedía cumplir con sus obligaciones, debido a que conseguir combustible por vías regulares era sumamente difícil y, por otras, costoso y peligroso.
“Cuando entra la crisis de la gasolina, necesitaba movilidad, no podía hacer compras y el combustible lo vendían por más de 3 dólares el litro, entonces, el negocio no tenía sentido. Además, las colas para surtir eran de tres a cuatro semanas, y entonces dije: ¡Esto tiene que acabar!”.
Pradelli recordó que en las pistas de carreras siempre había carros de golf eléctricos, por lo que se planteó conseguir uno de estos autos para transformarlo en un vehículo más seguro y eficiente, que le permitiera salir a la calle.
“Fui a donde unos amigos. Ellos tenían uno en la basura, estaba abandonado, pasaban meses y nadie se lo llevaba. Entonces, pedí permiso y me lo dieron”. Con ese “perol” (chatarra), explica Pradelli, comenzó a estudiar los carros eléctricos junto a un equipo.
Cuando comenzó con el proyecto, Pradelli pudo mejorar junto a su equipo cuestiones importantes en los autos como la seguridad, velocidad, duración de la batería recargable, estabilidad en el manejo, suspensión, dirección y diseñó.
“Logramos crear un carro seguro, que no se vuelca y que no tenga fallas mortales en caso de un accidente. Por ejemplo, le pusimos una tubería antivuelco, le colocamos puertas, ventanas y carrocería de aluminio y plástico tipo PVC (policloruro de vinilo), que es liviana”.
El primer prototipo que diseñaron no tenía curvas en la carrocería porque no lo podían moldear. Por ese motivo, dice Pradelli, muchas personas se burlaban del aspecto del auto y le decían que parecía “un carrito de cepillados” (un tipo de helado con hielo rasgado popular en Venezuela). Las críticas no lo detuvieron y tomó la idea para inventar una heladería itinerante.
En el proceso Pradelli se enfrentó a nuevas dificultades. Además de la crisis de combustible, en 2019 se produjo un posible ataque contra el sistema eléctrico venezolano que dejó al estado Zulia entre los más afectados. Esto hizo que repensara los prototipos de carros que había adelantado y apostó por un modelo híbrido que tuviera varias opciones de movilidad, ante cualquier urgencia energética.
“Lo primero que pensé fue en colocar paneles solares a los carros, de manera que se pudieran cargar sin necesidad de enchufarlos a la electricidad. Luego le agregamos un motor de motocicleta para así tener otra alternativa de energía, es decir, si falla la electricidad, se puede circular con gasolina”, explica Pradelli.
En medio de los cambios llegó la pandemia del covid-19 y con ello las medidas de cuarentena en el país, que obligaron a los negocios a cerrar sus puertas y solo trabajar con envíos a domicilio. Esto hizo que Pradelli tomara la decisión de sacar a la calle uno de sus vehículos para promocionar su comercio y entregar encomiendas. Ahí se dio cuenta que podía crear carros convertibles para negocios móviles.
La fabrica artesanal de Pradelli ha logrado crear al menos cuatro tipos de automóviles que cuentan con distintas especificaciones y destrezas, mientras ofrecen a sus potenciales clientes “una opción de inversión más económica, ecológica y duradera”, con precios estimados que van entre los 3.000 dólares para carros sencillos y 6.000 para convertibles.
Sus modelos, diseñados con material reciclable como aluminio y plástico, y con capacidad de movilizar hasta media tonelada de carga, también pueden servir como una alternativa para emprendedores e inversionistas en sectores como servicios, transporte, comercio y turismo, con el auto “transformer”, adaptable a la necesidad de cada cliente.
Entre los prototipos que ha creado están los modelos Caribe, Catatumbo, Híbrido y Convertible. En el caso de los vehículos que funcionan con electricidad, estos se pueden cargar en un enchufe doméstico de 110 voltios durante seis horas continuas, lo que les permite tener una autonomía de recorrido que va entre 60 a 100 kilómetros, a una velocidad de 40 kilómetros por hora.
Para los modelos híbridos, los vehículos tienen hasta cuatro alternativas para el suministro de energía, la carga eléctrica de 110 voltios, paneles solares que permiten recargar una batería de manera continua, un alternador magnetizado que genera electricidad y un tanque de cinco litros de gasolina, que da la posibilidad de activar un motor de motocicleta, con una potencia de 200 centímetros cúbicos.
En el caso de los convertibles, Pradelli comenta: “El carro es como un ‘transformer’, todo el equipamiento va adentro, las paredes son las mesas, la cocina se abre, el techo se levanta y tiene paneles solares que puede surtir a freidoras y calentadoras. Además, tienen espacio para bombonas de gas, nevera, como se desee. Se pueden inventar carritos para comida rápida, helados, kioscos móviles, lo que sea y a muy bajo costo, es una inversión que se recupera rápidamente”.
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Augusto Pradelli Vaccariello es un piloto de carreras y cineasta venezolano que ha logrado diseñar unos interesantes vehículos eléctricos, algunos de ellos tipo ‘transformer’ que causan revuelo en su país, y que podrían significar los cimientos de una inédita industria automotriz que buscaría ir “más allá” de lo alcanzado por la compañía estadounidense Tesla.
Aunque el proyecto aún es parte de un sueño que Pradelli comienza a ejecutar de manera “artesanal”, él está seguro que ahora es el momento para intentarlo, sobre todo porque el país trata de dejar atrás las dificultades de los últimos años a través de soluciones creativas que generen independencia tecnológica y progreso.
Pradelli señala que Venezuela tiene todo para convertirse en una potencia en el desarrollo de equipos relacionados a la industria de almacenamiento de energía, como son los autos eléctricos, las baterías de litio, los paneles solares, entre otro tipo de productos vinculados a esa tecnología.
“Suena como algo fantástico. Sin embargo, yo sí creo que podemos comenzar a intentarlo, porque tenemos todos los recursos naturales y energéticos para hacerlo, tenemos científicos brillantes, genios que son de Venezuela, que pueden hacer grandes cambios a lo que ya vemos en el mundo y crear tecnología que incluso vaya más allá de Tesla”, dijo.
Pradelli se define como un apasionado por los autos que ha hecho de su vida “un invento”. A los 12 años comenzó a fabricar sus primeros autos, unos Go Karts, porque soñaba ser piloto de carreras, algo que logró a los 16. Es hijo de inmigrantes italianos que se instalaron en Maracaibo, capital del estado Zulia, al occidente de Venezuela. Nació el 15 de diciembre de 1959 y se siente orgulloso de ser “100 % maracucho”.
A sus 62 años Pradelli sigue soñando con fabricar autos y abrió una “fábrica artesanal” de vehículos eléctricos llamada Caribe Carros, un emprendimiento que lo ha llevado a diseñar varios modelos que ya tiene a la venta.
Para Pradelli, su iniciativa —ya conocida por el presidente Nicolás Maduro— puede aportar al país, si el sector público y privado se suman a fabricar e industrializar los carros.
“Tenemos todo, producimos aluminio, plástico, contamos con importantes reservas de litio y otros minerales fundamentales para desarrollar vehículos de calidad. Lo único que nos falta es unirnos y crear una industria que aproveche todo el potencial, que pueda mejorar lo que ya está en el mundo, que cuente con un laboratorio, asesoría científica y que sea todo hecho en Venezuela”.
Algo que deja muy claro Pradelli es su optimismo para enfrentar las adversidades y salir adelante. Precisamente, su decisión de construir autos eléctricos la tomó cuando en Venezuela comenzó a escasear el combustible, a finales de 2017, por el contrabando de extracción y las sanciones a la industria petrolera.
Para ese momento, Pradelli, quien es dueño de Caribe Concert, un restaurante y centro de espectáculos ubicado en el casco histórico de Maracaibo, necesitaba movilizarse en su vehículo para cumplir con las necesidades y responsabilidades de su negocio.
Pero la escasez de gasolina que afectaba al país le impedía cumplir con sus obligaciones, debido a que conseguir combustible por vías regulares era sumamente difícil y, por otras, costoso y peligroso.
“Cuando entra la crisis de la gasolina, necesitaba movilidad, no podía hacer compras y el combustible lo vendían por más de 3 dólares el litro, entonces, el negocio no tenía sentido. Además, las colas para surtir eran de tres a cuatro semanas, y entonces dije: ¡Esto tiene que acabar!”.
Pradelli recordó que en las pistas de carreras siempre había carros de golf eléctricos, por lo que se planteó conseguir uno de estos autos para transformarlo en un vehículo más seguro y eficiente, que le permitiera salir a la calle.
“Fui a donde unos amigos. Ellos tenían uno en la basura, estaba abandonado, pasaban meses y nadie se lo llevaba. Entonces, pedí permiso y me lo dieron”. Con ese “perol” (chatarra), explica Pradelli, comenzó a estudiar los carros eléctricos junto a un equipo.
Cuando comenzó con el proyecto, Pradelli pudo mejorar junto a su equipo cuestiones importantes en los autos como la seguridad, velocidad, duración de la batería recargable, estabilidad en el manejo, suspensión, dirección y diseñó.
“Logramos crear un carro seguro, que no se vuelca y que no tenga fallas mortales en caso de un accidente. Por ejemplo, le pusimos una tubería antivuelco, le colocamos puertas, ventanas y carrocería de aluminio y plástico tipo PVC (policloruro de vinilo), que es liviana”.
El primer prototipo que diseñaron no tenía curvas en la carrocería porque no lo podían moldear. Por ese motivo, dice Pradelli, muchas personas se burlaban del aspecto del auto y le decían que parecía “un carrito de cepillados” (un tipo de helado con hielo rasgado popular en Venezuela). Las críticas no lo detuvieron y tomó la idea para inventar una heladería itinerante.
En el proceso Pradelli se enfrentó a nuevas dificultades. Además de la crisis de combustible, en 2019 se produjo un posible ataque contra el sistema eléctrico venezolano que dejó al estado Zulia entre los más afectados. Esto hizo que repensara los prototipos de carros que había adelantado y apostó por un modelo híbrido que tuviera varias opciones de movilidad, ante cualquier urgencia energética.
“Lo primero que pensé fue en colocar paneles solares a los carros, de manera que se pudieran cargar sin necesidad de enchufarlos a la electricidad. Luego le agregamos un motor de motocicleta para así tener otra alternativa de energía, es decir, si falla la electricidad, se puede circular con gasolina”, explica Pradelli.
En medio de los cambios llegó la pandemia del covid-19 y con ello las medidas de cuarentena en el país, que obligaron a los negocios a cerrar sus puertas y solo trabajar con envíos a domicilio. Esto hizo que Pradelli tomara la decisión de sacar a la calle uno de sus vehículos para promocionar su comercio y entregar encomiendas. Ahí se dio cuenta que podía crear carros convertibles para negocios móviles.
La fabrica artesanal de Pradelli ha logrado crear al menos cuatro tipos de automóviles que cuentan con distintas especificaciones y destrezas, mientras ofrecen a sus potenciales clientes “una opción de inversión más económica, ecológica y duradera”, con precios estimados que van entre los 3.000 dólares para carros sencillos y 6.000 para convertibles.
Sus modelos, diseñados con material reciclable como aluminio y plástico, y con capacidad de movilizar hasta media tonelada de carga, también pueden servir como una alternativa para emprendedores e inversionistas en sectores como servicios, transporte, comercio y turismo, con el auto “transformer”, adaptable a la necesidad de cada cliente.
Entre los prototipos que ha creado están los modelos Caribe, Catatumbo, Híbrido y Convertible. En el caso de los vehículos que funcionan con electricidad, estos se pueden cargar en un enchufe doméstico de 110 voltios durante seis horas continuas, lo que les permite tener una autonomía de recorrido que va entre 60 a 100 kilómetros, a una velocidad de 40 kilómetros por hora.
Para los modelos híbridos, los vehículos tienen hasta cuatro alternativas para el suministro de energía, la carga eléctrica de 110 voltios, paneles solares que permiten recargar una batería de manera continua, un alternador magnetizado que genera electricidad y un tanque de cinco litros de gasolina, que da la posibilidad de activar un motor de motocicleta, con una potencia de 200 centímetros cúbicos.
En el caso de los convertibles, Pradelli comenta: “El carro es como un ‘transformer’, todo el equipamiento va adentro, las paredes son las mesas, la cocina se abre, el techo se levanta y tiene paneles solares que puede surtir a freidoras y calentadoras. Además, tienen espacio para bombonas de gas, nevera, como se desee. Se pueden inventar carritos para comida rápida, helados, kioscos móviles, lo que sea y a muy bajo costo, es una inversión que se recupera rápidamente”.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 11, 2022