Carlos Ruiz Portella escribe con referencia a España que los desatinos que caracterizan a las decisiones del gobierno son “Por estupidez, incompetencia, ceguera. Por ineptitud criminal, desde luego. […] Pero por una razón mucho más decisiva también: por miedo democrático, llamémoslo así. Por el temor de nuestros dirigentes-mercaderes a alarmar y ofuscar a sus clientes-ciudadanos, ésos a quienes venden su estropeada mercancía electoral. Los mueve un único criterio: ¿qué me va a resultar más rentable electoralmente hablando? No piensan en nada más. Nada saben del bien común, del interés superior de la comunidad. Sólo los guía el cortoplacismo electoral.”[1]
Entre nosotros ocurre igual, con el agravante que se lo confiesa o, aún peor, se lo presenta como la cosa más natural y entendible del mundo. He leído estos días, especialmente en La Nación, que “La preocupación por el territorio bonaerense (y esto debe entenderse por el conurbano en especial) es la principal apuesta del kirchnerismo de cara al 2021”.
“Cristina Kirchner” –escribe un periodista en La Nación del Domingo de Ramos- “cree que (la cuarentena) afectará de manera determinante a la economía y, sobre todo, a los millones de personas que viven en el conurbano, locomotora electoral del kirchnerismo.” Y en el mismo diario, esta vez en la edición correspondiente al Jueves Santo, Carlos Pagni titula su columna: “El voto gobierna los pasos en la pandemia” –lo cual lo dice todo en pocas palabras-, intercalando en el texto frases como las siguientes: “El miedo al costo político… paraliza a quienes deben decidir” y “Las encuestas son una motivación adicional para que, en el dilema entre la cuarentena necesaria y la recesión posible, los que están al frente del Estado prefieran la cuarentena”. Por otra parte, la ministro de Seguridad, la impresentable Sabrina Frederic, reconoció sin ruborizarse que el gobierno realiza “ciberpatrullajes” (sic), con el fin de monitorizar el estado del humor de los argentinos.
En definitiva, públicamente y con crudeza se sostiene que a la gavilla gobernante lo que le importa no es la salud de los argentinos ni la economía ni qué va a ser de la Argentina, sino los votos, ganar el año que viene las elecciones de medio término sea como fuere.
[1] Javier Ruiz Portella, Sola, borracha… e infectada, en ElManifiesto.com, 9 de abril de 2020.
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Por Gerardo Palacios Hardy ▲
Carlos Ruiz Portella escribe con referencia a España que los desatinos que caracterizan a las decisiones del gobierno son “Por estupidez, incompetencia, ceguera. Por ineptitud criminal, desde luego. […] Pero por una razón mucho más decisiva también: por miedo democrático, llamémoslo así. Por el temor de nuestros dirigentes-mercaderes a alarmar y ofuscar a sus clientes-ciudadanos, ésos a quienes venden su estropeada mercancía electoral. Los mueve un único criterio: ¿qué me va a resultar más rentable electoralmente hablando? No piensan en nada más. Nada saben del bien común, del interés superior de la comunidad. Sólo los guía el cortoplacismo electoral.”[1]
Entre nosotros ocurre igual, con el agravante que se lo confiesa o, aún peor, se lo presenta como la cosa más natural y entendible del mundo. He leído estos días, especialmente en La Nación, que “La preocupación por el territorio bonaerense (y esto debe entenderse por el conurbano en especial) es la principal apuesta del kirchnerismo de cara al 2021”.
“Cristina Kirchner” –escribe un periodista en La Nación del Domingo de Ramos- “cree que (la cuarentena) afectará de manera determinante a la economía y, sobre todo, a los millones de personas que viven en el conurbano, locomotora electoral del kirchnerismo.” Y en el mismo diario, esta vez en la edición correspondiente al Jueves Santo, Carlos Pagni titula su columna: “El voto gobierna los pasos en la pandemia” –lo cual lo dice todo en pocas palabras-, intercalando en el texto frases como las siguientes: “El miedo al costo político… paraliza a quienes deben decidir” y “Las encuestas son una motivación adicional para que, en el dilema entre la cuarentena necesaria y la recesión posible, los que están al frente del Estado prefieran la cuarentena”. Por otra parte, la ministro de Seguridad, la impresentable Sabrina Frederic, reconoció sin ruborizarse que el gobierno realiza “ciberpatrullajes” (sic), con el fin de monitorizar el estado del humor de los argentinos.
En definitiva, públicamente y con crudeza se sostiene que a la gavilla gobernante lo que le importa no es la salud de los argentinos ni la economía ni qué va a ser de la Argentina, sino los votos, ganar el año que viene las elecciones de medio término sea como fuere.
[1] Javier Ruiz Portella, Sola, borracha… e infectada, en ElManifiesto.com, 9 de abril de 2020.
Envío y colaboración: DRA. ANDREA PALOMAS ALARCÓN
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 10, 2020