El día 6 de marzo de 2017, en mi calidad de garante judicial de mi esposo CLAUDIO KUSSMAN, en ese momento con arresto domiciliario, lo acompañe hasta la ciudad de Bahía Blanca distante 650 kilómetros de nuestro hogar. Allí, luego de insistir durante varios años, finalmente se llevaría a cabo una inspección ocular de lo que otrora había sido la Unidad Regional V, el inmueble más lujoso de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Digo otrora porque hoy el abandono, la falta de mantenimiento y los agregados fuera de estilo realizados en el lugar, dan muestra de decadencia y hasta casi de una lastimosa e incomprensible promiscuidad, por la suciedad que gana el lugar. A través de las redes sabíamos que se había convocado para realizar un “escrache”, tan comunes en esta Argentina de: “donde vayan los iremos a buscar” y tan similares a los del Kristallnacht de la Alemania nazi de 1938.
Antes del acto pude ver a un barbado conversando, en un aparte, con 2 mujeres en el jardín delantero del edificio policial por lo que de inmediato me acerqué a ellos, presentándome y diciendo quien era y que hacía yo en el lugar. El barbado, de mirada oscura y huidiza fue el único que respondió el saludo, con su diestra totalmente blanda al punto que me produjo una fea sensación de carne sin vida. Se trataba de PABLO FERMENTO, “Jefe de Despacho de la Unidad de Asistencia para causas por Violaciones de Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado”, hoy fiscal federal. Una de las personas con la que estaba hablando, ¿infiero que en forma conspirativa? según nos dijeron, era ALEJANDRA SANTUCHO, representante de la agrupación H.I.J.O.S. Bahía Blanca. Ese día no hubo “escrache”, el resto de militantes convocados no se hicieron presente y las dos señoras de inmediato, muy discretamente se retiraron del lugar. Posteriormente el juez WALTER LÓPEZ DA SILVA de mala gana realizó el acto casi sin consignar detalles como le señalaba mi esposo, los que demostraban la imposibilidad de que allí se hubiera torturado gente. Más tarde volvimos a la ruta y emprendimos el regreso a Pinamar. Había sido otra jornada frustrante con miembros de un poder judicial que solo escuchan a una de las partes y por supuesto esa no era la nuestra.
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Por María Kussman.
El día 6 de marzo de 2017, en mi calidad de garante judicial de mi esposo CLAUDIO KUSSMAN, en ese momento con arresto domiciliario, lo acompañe hasta la ciudad de Bahía Blanca distante 650 kilómetros de nuestro hogar. Allí, luego de insistir durante varios años, finalmente se llevaría a cabo una inspección ocular de lo que otrora había sido la Unidad Regional V, el inmueble más lujoso de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Digo otrora porque hoy el abandono, la falta de mantenimiento y los agregados fuera de estilo realizados en el lugar, dan muestra de decadencia y hasta casi de una lastimosa e incomprensible promiscuidad, por la suciedad que gana el lugar. A través de las redes sabíamos que se había convocado para realizar un “escrache”, tan comunes en esta Argentina de: “donde vayan los iremos a buscar” y tan similares a los del Kristallnacht de la Alemania nazi de 1938.
[ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third] [/ezcol_1third] [ezcol_1third_end] [/ezcol_1third_end]Antes del acto pude ver a un barbado conversando, en un aparte, con 2 mujeres en el jardín delantero del edificio policial por lo que de inmediato me acerqué a ellos, presentándome y diciendo quien era y que hacía yo en el lugar. El barbado, de mirada oscura y huidiza fue el único que respondió el saludo, con su diestra totalmente blanda al punto que me produjo una fea sensación de carne sin vida. Se trataba de PABLO FERMENTO, “Jefe de Despacho de la Unidad de Asistencia para causas por Violaciones de Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado”, hoy fiscal federal. Una de las personas con la que estaba hablando, ¿infiero que en forma conspirativa? según nos dijeron, era ALEJANDRA SANTUCHO, representante de la agrupación H.I.J.O.S. Bahía Blanca. Ese día no hubo “escrache”, el resto de militantes convocados no se hicieron presente y las dos señoras de inmediato, muy discretamente se retiraron del lugar. Posteriormente el juez WALTER LÓPEZ DA SILVA de mala gana realizó el acto casi sin consignar detalles como le señalaba mi esposo, los que demostraban la imposibilidad de que allí se hubiera torturado gente. Más tarde volvimos a la ruta y emprendimos el regreso a Pinamar. Había sido otra jornada frustrante con miembros de un poder judicial que solo escuchan a una de las partes y por supuesto esa no era la nuestra.
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Octubre 31, 2021