Bernie Sanders se adelanta en las primarias demócratas con mucho apoyo de la juventud y el empuje -curiosamente- de hispanos que nunca han vivido en Latinoamérica. Esto no sería malo, si el propósito del senador no fuera tratar de instaurar en su país un sistema pro-socialista, o Socialista Democrático como se apura en disfrazar. Bernie parece ser un joven-viejo ideólogo de izquierda, comprometido con su idea y con el claro mensaje de ayudar al trabajador común que es oprimido por las grandes corporaciones. El representante de Vermont tiene una fortuna personal de 2.3 millones de dólares, lejos del actual presidente Trump (U$ 2.7 billones) y más distante del ex alcalde de New York Mike Bloomberg (U$ 60 billones y contando), pero también superior, muy superior a ese trabajador que tanto defiende de la desigualdad.
En medio de la disputa por el trono del hoy partido opositor, Sanders muestra coraje o lagunas mentales. Sus declaraciones sobre la Cuba Castrista causaron preocupación en el periodismo y conmoción entre los originarios de la Isla residentes en Estados Unidos. Sanders -aún sin saber el motivo- trajo a la mesa la afirmación de que -si bien entendía que la Administración Castro era una tiranía- la verdad era la verdad. Castro, luego de derrocar a Batista, había lanzado un plan de alfabetización nacional, y “eso fue muy bueno”, llegando a más del 98 por ciento en el año 2017. En la Cuba pre-Castro, el 80% de los cubanos sabía leer. ¿Logro de Castro o simple evolución? No es mi intención defender el proceder de Fulgencio Batista, otro dictador brutal, ni pretendo ser un entendido en progresión educativa. Simplemente es un detalle. También el senador de 78 años olvidó mencionar que estaba permitido leer en ese régimen. ¿Castro te ama y por eso te debes a la Revolución? ¿El Nuevo Hombre debe pensar, trabajar y vivir las 24 horas del día para la Revolución mientras la cúpula disfruta de sabrosos habanos? ¿La pena de leer y analizar otras ideas contrarias a la ideología de Fidel era la cárcel -con suerte- o la muerte? Sanders -y es un sistema- habla de medias verdades, y los ignorantes lo compramos.
Su idea va más allá, en la recta final de su campaña, en lugar de distanciarse de personajes autoritarios como Fidel Castro, es devoto de los movimientos de su gobierno e incluso -su más reciente apuesta- al régimen comunista de China. Según el candidato presidencial, el gobierno Comunista del país asiático sacó a ochocientos millones de ciudadanos de la pobreza. Con sus reglas opresoras y políticas de control centralizado, China mantuvo una economía pobre e ineficiente hasta que se abrió al comercio exterior, dibujando reformas de libre mercado (o su sinónimo despectivo: Capitalismo). Desde entonces, China es la expansión económica más veloz desde que se tiene memoria.
Claro está, Sanders lo atribuye al Socialismo-Comunismo, sin declarar las atrocidades que este cometió. Durante “El Gran Salto Adelante”, (1958-1961) casi cincuenta millones de chinos vieron crecer el pasto desde abajo. La Revolución Agraria decidió eliminar a los gorriones depredadores de las siembras. Sin control natural para detener insectos, una plaga de langostas devastó la cosecha y el hambre dejó en el camino a ocho millones de personas, ninguno de ellos en altos cargos del gobierno. Esta es la parte risueña, la matanza de enemigos al gobierno continuó sin ayuda de la naturaleza.
Sanders defiende al socialismo por estos logros cubanos y chinos. La cultura llegó a Cuba gracias a la campaña estatal de Castro. China es una economía poderosa gracias a los valores y desarrollos comunistas.
Pero Sanders es un maestro a la hora de pegar un giro en el timón cuando el calor del fuego se le aproxima. Su experiencia (El diablo sabe por diablo, pero más sabe por ser un político) le hace dar manotazos fácilmente hundibles. El veterano senador suele señalar que su plan es instaurar un socialismo al estilo de los países nórdicos. Para esto hay que caminar y analizar qué tipo de diferencias hay entre socialismo y socialismo democrático. El Primer Ministro danés salió rápidamente a decir que ellos no eran un gobierno socialista. Suecia tiene socios comerciales privados y actúa fuertemente en Wall Street. Noruega es un estado de cinco millones de personas conviviendo con la monarquía y es el tercer exportador de petróleo en el mundo del mercado libre. Para ser justos, si Sanders se refiere a sistemas de gobierno, allá por los setentas, Suecia fue esa patria socialista. En esos buenos viejos tiempos, el cineasta Ingmar Bergman, de cada cien dólares que le ingresaban por sus películas, debía abonar 104 en impuestos. La autora de Pippi Longstocking, Astrid Lindgren -por cada libro que vendía- pagaba 97 por ciento en gravámenes. Ambos eran socialistas, pero cuando descubrieron sus estados bancarios dijeron basta. Socialistas, pero no con mi bolsillo. Como hija del viento, la Suecia socialista debió privatizar desde el transporte hasta la administración de reservas del seguro social. Claro, Sanders nunca contará estos cuentos de hadas. Tampoco este político hablará de las persecuciones de los gobiernos totalitarios, de las prohibiciones, de la muerte.
El panorama local deja prever la centro y sudamericanización de los Estados Unidos. La Gente, la población. el elector -sin saberlo- va a votar al menos peor.
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Bernie Sanders se adelanta en las primarias demócratas con mucho apoyo de la juventud y el empuje -curiosamente- de hispanos que nunca han vivido en Latinoamérica. Esto no sería malo, si el propósito del senador no fuera tratar de instaurar en su país un sistema pro-socialista, o Socialista Democrático como se apura en disfrazar. Bernie parece ser un joven-viejo ideólogo de izquierda, comprometido con su idea y con el claro mensaje de ayudar al trabajador común que es oprimido por las grandes corporaciones. El representante de Vermont tiene una fortuna personal de 2.3 millones de dólares, lejos del actual presidente Trump (U$ 2.7 billones) y más distante del ex alcalde de New York Mike Bloomberg (U$ 60 billones y contando), pero también superior, muy superior a ese trabajador que tanto defiende de la desigualdad.
En medio de la disputa por el trono del hoy partido opositor, Sanders muestra coraje o lagunas mentales. Sus declaraciones sobre la Cuba Castrista causaron preocupación en el periodismo y conmoción entre los originarios de la Isla residentes en Estados Unidos. Sanders -aún sin saber el motivo- trajo a la mesa la afirmación de que -si bien entendía que la Administración Castro era una tiranía- la verdad era la verdad. Castro, luego de derrocar a Batista, había lanzado un plan de alfabetización nacional, y “eso fue muy bueno”, llegando a más del 98 por ciento en el año 2017. En la Cuba pre-Castro, el 80% de los cubanos sabía leer. ¿Logro de Castro o simple evolución? No es mi intención defender el proceder de Fulgencio Batista, otro dictador brutal, ni pretendo ser un entendido en progresión educativa. Simplemente es un detalle. También el senador de 78 años olvidó mencionar que estaba permitido leer en ese régimen. ¿Castro te ama y por eso te debes a la Revolución? ¿El Nuevo Hombre debe pensar, trabajar y vivir las 24 horas del día para la Revolución mientras la cúpula disfruta de sabrosos habanos? ¿La pena de leer y analizar otras ideas contrarias a la ideología de Fidel era la cárcel -con suerte- o la muerte? Sanders -y es un sistema- habla de medias verdades, y los ignorantes lo compramos.
Su idea va más allá, en la recta final de su campaña, en lugar de distanciarse de personajes autoritarios como Fidel Castro, es devoto de los movimientos de su gobierno e incluso -su más reciente apuesta- al régimen comunista de China. Según el candidato presidencial, el gobierno Comunista del país asiático sacó a ochocientos millones de ciudadanos de la pobreza. Con sus reglas opresoras y políticas de control centralizado, China mantuvo una economía pobre e ineficiente hasta que se abrió al comercio exterior, dibujando reformas de libre mercado (o su sinónimo despectivo: Capitalismo). Desde entonces, China es la expansión económica más veloz desde que se tiene memoria.
Claro está, Sanders lo atribuye al Socialismo-Comunismo, sin declarar las atrocidades que este cometió. Durante “El Gran Salto Adelante”, (1958-1961) casi cincuenta millones de chinos vieron crecer el pasto desde abajo. La Revolución Agraria decidió eliminar a los gorriones depredadores de las siembras. Sin control natural para detener insectos, una plaga de langostas devastó la cosecha y el hambre dejó en el camino a ocho millones de personas, ninguno de ellos en altos cargos del gobierno. Esta es la parte risueña, la matanza de enemigos al gobierno continuó sin ayuda de la naturaleza.
Sanders defiende al socialismo por estos logros cubanos y chinos. La cultura llegó a Cuba gracias a la campaña estatal de Castro. China es una economía poderosa gracias a los valores y desarrollos comunistas.
Pero Sanders es un maestro a la hora de pegar un giro en el timón cuando el calor del fuego se le aproxima. Su experiencia (El diablo sabe por diablo, pero más sabe por ser un político) le hace dar manotazos fácilmente hundibles. El veterano senador suele señalar que su plan es instaurar un socialismo al estilo de los países nórdicos. Para esto hay que caminar y analizar qué tipo de diferencias hay entre socialismo y socialismo democrático. El Primer Ministro danés salió rápidamente a decir que ellos no eran un gobierno socialista. Suecia tiene socios comerciales privados y actúa fuertemente en Wall Street. Noruega es un estado de cinco millones de personas conviviendo con la monarquía y es el tercer exportador de petróleo en el mundo del mercado libre. Para ser justos, si Sanders se refiere a sistemas de gobierno, allá por los setentas, Suecia fue esa patria socialista. En esos buenos viejos tiempos, el cineasta Ingmar Bergman, de cada cien dólares que le ingresaban por sus películas, debía abonar 104 en impuestos. La autora de Pippi Longstocking, Astrid Lindgren -por cada libro que vendía- pagaba 97 por ciento en gravámenes. Ambos eran socialistas, pero cuando descubrieron sus estados bancarios dijeron basta. Socialistas, pero no con mi bolsillo. Como hija del viento, la Suecia socialista debió privatizar desde el transporte hasta la administración de reservas del seguro social. Claro, Sanders nunca contará estos cuentos de hadas. Tampoco este político hablará de las persecuciones de los gobiernos totalitarios, de las prohibiciones, de la muerte.
El panorama local deja prever la centro y sudamericanización de los Estados Unidos. La Gente, la población. el elector -sin saberlo- va a votar al menos peor.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 28, 2020