El principio del fin del dinero en efectivo

Dinamarca Card
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Un hombre invita a una agraciada señorita a tomar un trago espirituoso, saca su blletera y el barman no le deja pagar con billetes, sólo con tarjeta o a través de una aplicación del móvil. Es lo que puede ocurrir hoy en día en Dinamarca.

Desde 1 de enero del año 2016, comercios y negocios de ese país nórdico pueden negarse a aceptar pagos en efectivo, según ha aprobado el Parlamento danés, que ha marcado 2030 como fecha límite para “erradicar el dinero en efectivo”, convirtiéndose en el primer Estado que fija una fecha para esa desaparición.

“Utilizar efectivo es caro, porque a los empleados les lleva tiempo manejarlo y contarlo, y conlleva también preocupaciones de seguridad, porque al utilizarlo existe el riesgo de que te atraquen”, explica Sofie Findling Andersen, portavoz de la Cámara de Comercio de Dinamarca, organismo que solicitó en su momento el cambio legislativo.

Sin embargo, la transición debe hacerse con cuidado y a la velocidad adecuada, citando el año 2030 como el cese de actividad para billetes y monedas. 

Hace 20 años, más del 80% de los daneses utilizaba efectivo para comprar, mientras que ahora ese porcentaje ha caído hasta el 25%. Además, el 30% de sus habitantes utiliza una aplicación de pagos a través del teléfono móvil.

Los porcentajes de pagos electrónicos son aún mayores en Suecia, el país que más cerca está de la sociedad sin dinero. Allí, el 95% de las compras al por menor se hacen ya sin dinero en efectivo, el total de billetes y monedas en circulación sólo suma el 2% del PIB, cientos de sucursales bancarias ya no aceptan efectivo ni lo proporcionan y los cajeros automáticos son tan escasos como las cabinas telefónicas en Argentina o Estados Unidos.

En ese país escandinavo, los donativos en las parroquias se dan a través del móvil -durante el servicio religioso aparece el número de cuenta en una gran pantalla- y los fieles pueden utilizar también una máquina instalada en la iglesia para realizar el pago con tarjeta. En 2013, el 85% de los donativos religiosos en Suecia se recogió por esos medios. En el 2019 esto ascendió al 95%.

A la vista de lo que sucede en estos países nórdicos, parece que el camino hacia la eliminación total del dinero en efectivo es inevitable. 

Además de las ya mencionadas, sus defensores apuntan otras ventajas del pago electrónico, como que es más rápido, más simple y más limpio (un estudio estadounidense descubrió en 2010 que en los billetes hay más de 3.000 tipos de bacterias distintas).

También se reducen los costes de funcionamiento y de fabricación, ya que imprimir billetes y acuñar monedas es muy caro y se deben reemplazar cada cierto tiempo porque se deterioran. Por otro lado, los soportes físicos pueden falsificarse, lo que exige utilizar medidas de seguridad para evitarlo, lo que encarece aún más su acuñación y uso.

También se presenta como un punto a favor el hecho de que, en teoría, se puede disponer de inmediato de todo el dinero que se posee, con lo que es posible afrontar cualquier contingencia. Sin embargo, esa disponibilidad total también tiene su parte mala, ya que se ha demostrado que se gasta más al comprar electrónicamente que con dinero en efectivo.

Los detractores de la supresión total del dinero físico argumentan que debe quedar siempre lugar para que el consumidor elija, ya que si se impone por completo se perderá independencia y libertad. Como ha dicho Carl-Ludwig Thiele, miembro del banco central alemán, citando al escritor ruso Dostoyevsky: “El dinero acuña la libertad”.

En esa línea, dos de cada tres habitantes de Suecia creen todavía que llevar dinero es un derecho. En el país donde se imprimió por primera vez papel moneda (en 1661), la corona sueca es un símbolo de la identidad nacional y a la gente le gusta que esté ahí, aunque no lo use.

En el plano más práctico, los principales problemas llegarían por fallos informáticos o errores al realizar operaciones- que podrían hacer desaparecer fondos- así como por situaciones de emergencia, como una caída de electricidad o un colapso de los sistemas electrónicos, en las que se perdería el acceso al dinero.

También ocasionaría algunas desventajas para colectivos como los ancianos –menos adaptados, en general, a las nuevas tecnologías- y los menores, que tendrían que contar con algún sistema electrónico para poder, por ejemplo, ir solos a comprar golosinas o hacer recados en el supermercado.

Finalmente, los economistas llaman la atención sobre una circunstancia que se da ahora, precisamente, en Suecia y Dinamarca: los tipos de interés negativos. Con ellos, en la sociedad sin efectivo se hace más patente la pérdida de fondos, ya que el dinero físico no desaparece, aunque se reduzca su valor, pero el que se mueve mediante transacciones electrónicas sí se desvanece.

Esto ha llevado a muchos analistas a interpretar que el apoyo entusiasta del banco central sueco a una sociedad en la que dominen los pagos electrónicos es un arma más de su política de estímulo económico. Si una persona no puede sacar dinero en efectivo de sus cuentas, sólo tiene dos opciones: o paga el coste de los intereses negativos o gasta sus fondos antes de que se reduzcan, y eso reactiva el consumo y la economía.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 30, 2020


 

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