Las casas de Postas se entregaban para su administración y mediante contratos a “Maestros de Postas”. Era obligación de éstos el nombramiento de Postillones (1), es decir, jinetes o conductores de la correspondencia y de los pasajeros; la existencia en las Postas de “Caballos mansos, sanos y robustos”…”de cuatro aparejos o alabardas (2) de carga, para la conducción de Petacas o Balijas (sic) de recados de montar”…”de majada de ovejas, de aves domésticas, tinajas, vasos, platos y otros utencillos”…
Esto exigía el Reglamento. Años después y a través del testimonio de viajeros se conocería la verdad sobre el cumplimiento efectivo de éste. “En las casas de postas rara vez era posible conseguir cualquier clase de alimento y después de un día de viaje agotador se debía recorrer la región en busca de algo que comer. Y no pasaba mucho tiempo que uno debía acostumbrarse al alimento de las Pampas: asado y mate”…”Mesas, sillas, platos, tenedores, etc. Son totalmente desconocidos”….No faltan referencias a mesas “rodeadas de multitud de perros flacos y hambrientos capaces de asaltar el hervido y dejar a los viajeros en la luna de Valencia”…
Otros viajeros recordando la casa de Postas que conoció en un viaje a Mendoza, escribía “no había en esa Posada sillas, mesa, ni cama…la única manera de apartarse del suelo era una especie de camastro formado por cuatro estacas cortas, clavadas en el suelo y cuatro palos transversales sujetos con cueros, formando una armazón sobre la que se extiende una piel de Toro”
Estas casas de Postas, invariablemente sucias, infectadas de chinches e insectos de toda clase, explican el hecho de que muchos viajeros prefirieran dormir en el carruaje, si el espacio era suficiente o permanecer al aire libre.
Por lo demás, no eran mejores los caminos ni los medios de transporte. “De todos los caminos que deshonran los alrededores de una Capital floreciente, los que rodean a Buenos Aires se llevan las palmas. A solo tres leguas (15 Km. actuales), durante seis meses del año, presentan las barreras más temibles que puede concebir la imaginación a cualquier comunicación entre la ciudad y el campo”. “No hay desagües, ni pavimentos, ni terraplenes, ni reparaciones a cargo de las autoridades…” “Estos caminos están formados generalmente por dos huellas o zanjas paralelas, bordeadas aquí y allá por plantas de tuna y cercos de áloes; corren entre charcos y pantanos, de fondo en extremo pegajoso cuando el terreno es bajo. No se advierte el menor intento de desagües…El agua se estanca así en las huellas dejadas por las enormes ruedas de las carretas y las mismas huellas van llenándose ablandándose con el agua de lluvias…Así se forman pantanos de todas las profundidades y tamaños; en algunos lugares el caballo se hunde hasta las rodillas; en toros hasta la barriga; aquí puede usted hacer un desesperado chapuzón y salir enseguida del pantano, pero más allá puede encontrarse con un espacio de cincuenta, cien o doscientas yardas ( entre 45, 91 y 183 metros respectivamente) donde le amenaza un abismo de fango que puede tragarse el caballo y al jinete…”
Lugo de atravesar el país, la elección era un dilema: a caballo o en carruaje. “Lo primero no podía recomendarse a quién tuviera los músculos flojos”. …”El hombre que lo intente debe tener una constitución de hierro; si puede sustentarse de carne aún caliente con vida, o apenas tostada sobre un fuego gaucho, renunciar al pan, beber agua salobre y dormir como un lujo, sobre el duro suelo y al aire libre, a pesar de insectos grandes como escarabajos, que le sorberán la sangre como vampiros, teniendo por almohada su silla de montar y el cielo por techo, y si es capaz de galopar cien millas al día (unos 1.609 Km. Actuales) con semejante pasar, puede llegar a Mendoza, descontando los accidentes, en ocho o diez días”.
Y si la imposibilidad de superar todo este obligaba a desechar tan excesiva equitación y preferir el carruaje, como no había compañía de transportes, debía adquirirse el vehículo. “Hemos comprado un largo coche que aquí llaman Galera, con asientos a los largo y una puerta por detrás; por ser completamente nuevo, nos ha costado mil cuarenta y cinco dólares, lo que según el tipo de cambio, no llega a doscientas libras” (al cambio actual, en dólares unos 161.000 pesos y en Libras unos 25.846 pesos, una diferencia muy marcada al presente)
Al término del viaje era posible la venta del carruaje en la ciudad a la que se llegaba, siempre que el propietario se resignara a un precio de la mitad o menos o aún menos de lo que él había abonado.
Y en el carruaje era indispensable llevar vino, licores, bizcochos, lenguas en conserva y yerba mate, azúcar cigarros y hasta barajas.
Estos dos últimos “renglones” aunque el viajero no acostumbre fumar ni guste de los naipes. Pues no hay mejor regalo que los cigarros para obsequiar al Postillón y no hay mejor soborno que las baraja para los indios que puedan asaltar al viajero.
El transporte y la distribución de la correspondencia se cumplía mediante correos los cuales a manera de uniforme, usaban una chaqueta corta, generalmente roja. A caballo recorrían las muchas leguas con las cartas en una maleta que se ataba a la grupa del recado. Su partida de Buenos Aires, así como su llegada, se anunciaba por toques de corneta….
Y puesto que la urgencia ha sido en todas las épocas del signo que preside el llevar las noticias buenas o malas que las cartas transmitían, los correos o guías de entonces tenían, por ser tales, dos privilegios: unos, que al llegar a las postas y en oportunidad del relevo de guías y cabalgaduras que allí se realizaba, podían exigir caballos a cualquier hora de la noche…
El otro; que al arribar a las ciudades cruzaran, libremente, galopando en sus calles.
Al atravesar la pampa el vegetal que más frecuentemente señorea sus llanuras, es el Cardo.
Los hay de diferentes especies, pero el de Castilla es el más útil; la flor sirve para coagular la leche; cuando comienza a crecer es alimento del ganado; ya totalmente desarrollado, su tallo, grueso y leñoso, mezclado con los huesos de los animales y los excrementos de los vacunos (bosta), resulta el mejor de los combustibles.
La presencia de Cardones da al conjunto, en ciertas épocas del año, el aspecto de un bosque en miniatura…Más no todo es beneficioso y los cardones tienen también su inconveniente: al alcanzar su máxima altura, sirven de ocultación a los bandoleros…Y esto a tal punto que ellos determinan en los viajes la frecuencia de los asaltos…Lo aprendió Darwin, cuando rumbo a Santa fe, al preguntar en una casa del norte de la provincia de Buenos Aires “¿Hay muchos ladrones?” le contestaron con una respuesta arbórea y nada policial: “Aún no han crecido los cardos”…
¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR? SI VEMOS LOS CAMINOS EN LA PROVINCIA Y LOS MUNICIPALES, TRASLADAMOS ESTAS VICISITUDES A LA ÉPOCA ACTUAL Y NO HA HABIDO MUCHOS CAMBIOS.
Envío y colaboración: Sr. Patricio Anderson
De Nueva Historia Argentina de Gustavo Gabriel Levene
John Miers “Travel in Chile and La Plata” Londres 1826
Víctor Gálvez: “Recuerdos de un Viejo”
F. y W. Parish Robertson: Letters on South America Londres 1843
Woodbine Parish: “Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata” aunque editado en Londres en 1852, alude a la época 1824 – 1832, en que Parish actuó como Cónsul inglés en la Argentina.
Edmund Temple: “Travels in Various Parts of Perú, incluiding a Year´s Residence in Potosí – Londres 1930, citado por Samuel Trillo en “La Argentina vista por Viajeros ingleses – 1810 – 1860” Edicioones Gure, Buenos Aires 1959.
1)Postillones: Mozo que iba a caballo delante de los que corrían la posta para guiarlos, o montado en una caballería de las delanteras del tiro de un carruaje, para dirigirlo.
2)Alabardas: se le debe haber asignado a algún elemento de carga y descarga esta denominación, la cual sería parecida al Arma de Defensa usaba en la antigüedad, con la cual se enganchaban las maletas para bajarlas del carruaje. No hay datos concretos a esta denominación histórica rural argentina.
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Las casas de Postas se entregaban para su administración y mediante contratos a “Maestros de Postas”. Era obligación de éstos el nombramiento de Postillones (1), es decir, jinetes o conductores de la correspondencia y de los pasajeros; la existencia en las Postas de “Caballos mansos, sanos y robustos”…”de cuatro aparejos o alabardas (2) de carga, para la conducción de Petacas o Balijas (sic) de recados de montar”…”de majada de ovejas, de aves domésticas, tinajas, vasos, platos y otros utencillos”…
Otros viajeros recordando la casa de Postas que conoció en un viaje a Mendoza, escribía “no había en esa Posada sillas, mesa, ni cama…la única manera de apartarse del suelo era una especie de camastro formado por cuatro estacas cortas, clavadas en el suelo y cuatro palos transversales sujetos con cueros, formando una armazón sobre la que se extiende una piel de Toro”
Estas casas de Postas, invariablemente sucias, infectadas de chinches e insectos de toda clase, explican el hecho de que muchos viajeros prefirieran dormir en el carruaje, si el espacio era suficiente o permanecer al aire libre.
Por lo demás, no eran mejores los caminos ni los medios de transporte. “De todos los caminos que deshonran los alrededores de una Capital floreciente, los que rodean a Buenos Aires se llevan las palmas. A solo tres leguas (15 Km. actuales), durante seis meses del año, presentan las barreras más temibles que puede concebir la imaginación a cualquier comunicación entre la ciudad y el campo”. “No hay desagües, ni pavimentos, ni terraplenes, ni reparaciones a cargo de las autoridades…” “Estos caminos están formados generalmente por dos huellas o zanjas paralelas, bordeadas aquí y allá por plantas de tuna y cercos de áloes; corren entre charcos y pantanos, de fondo en extremo pegajoso cuando el terreno es bajo. No se advierte el menor intento de desagües…El agua se estanca así en las huellas dejadas por las enormes ruedas de las carretas y las mismas huellas van llenándose ablandándose con el agua de lluvias…Así se forman pantanos de todas las profundidades y tamaños; en algunos lugares el caballo se hunde hasta las rodillas; en toros hasta la barriga; aquí puede usted hacer un desesperado chapuzón y salir enseguida del pantano, pero más allá puede encontrarse con un espacio de cincuenta, cien o doscientas yardas ( entre 45, 91 y 183 metros respectivamente) donde le amenaza un abismo de fango que puede tragarse el caballo y al jinete…”
Lugo de atravesar el país, la elección era un dilema: a caballo o en carruaje. “Lo primero no podía recomendarse a quién tuviera los músculos flojos”. …”El hombre que lo intente debe tener una constitución de hierro; si puede sustentarse de carne aún caliente con vida, o apenas tostada sobre un fuego gaucho, renunciar al pan, beber agua salobre y dormir como un lujo, sobre el duro suelo y al aire libre, a pesar de insectos grandes como escarabajos, que le sorberán la sangre como vampiros, teniendo por almohada su silla de montar y el cielo por techo, y si es capaz de galopar cien millas al día (unos 1.609 Km. Actuales) con semejante pasar, puede llegar a Mendoza, descontando los accidentes, en ocho o diez días”.
Y si la imposibilidad de superar todo este obligaba a desechar tan excesiva equitación y preferir el carruaje, como no había compañía de transportes, debía adquirirse el vehículo. “Hemos comprado un largo coche que aquí llaman Galera, con asientos a los largo y una puerta por detrás; por ser completamente nuevo,
nos ha costado mil cuarenta y cinco dólares, lo que según el tipo de cambio, no llega a doscientas libras” (al cambio actual, en dólares unos 161.000 pesos y en Libras unos 25.846 pesos, una diferencia muy marcada al presente)
Al término del viaje era posible la venta del carruaje en la ciudad a la que se llegaba, siempre que el propietario se resignara a un precio de la mitad o menos o aún menos de lo que él había abonado.
Y en el carruaje era indispensable llevar vino, licores, bizcochos, lenguas en conserva y yerba mate, azúcar cigarros y hasta barajas.
Estos dos últimos “renglones” aunque el viajero no acostumbre fumar ni guste de los naipes. Pues no hay mejor regalo que los cigarros para obsequiar al Postillón y no hay mejor soborno que las baraja para los indios que puedan asaltar al viajero.
El transporte y la distribución de la correspondencia se cumplía mediante correos los cuales a manera de uniforme, usaban una chaqueta corta, generalmente roja. A caballo recorrían las muchas leguas con las cartas en una maleta que se ataba a la grupa del recado. Su partida de Buenos Aires, así como su llegada, se anunciaba por toques de corneta….
Y puesto que la urgencia ha sido en todas las épocas del signo que preside el llevar las noticias buenas o malas que las cartas transmitían, los correos o guías de entonces tenían, por ser tales, dos privilegios: unos, que al llegar a las postas y en oportunidad del relevo de guías y cabalgaduras que allí se realizaba, podían exigir caballos a cualquier hora de la noche…
El otro; que al arribar a las ciudades cruzaran, libremente, galopando en sus calles.
Al atravesar la pampa el vegetal que más frecuentemente señorea sus llanuras, es el Cardo.
Los hay de diferentes especies, pero el de Castilla es el más útil; la flor sirve para coagular la leche; cuando comienza a crecer es alimento del ganado; ya totalmente desarrollado, su tallo, grueso y leñoso, mezclado con los huesos de los animales y los excrementos de los vacunos (bosta), resulta el mejor de los combustibles.
La presencia de Cardones da al conjunto, en ciertas épocas del año, el aspecto de un bosque en miniatura…Más no todo es beneficioso y los cardones tienen también su inconveniente: al alcanzar su máxima altura, sirven de ocultación a los bandoleros…Y esto a tal punto que ellos determinan en los viajes la frecuencia de los asaltos…Lo aprendió Darwin, cuando rumbo a Santa fe, al preguntar en una casa del norte de la provincia de Buenos Aires “¿Hay muchos ladrones?” le contestaron con una respuesta arbórea y nada policial: “Aún no han crecido los cardos”…
¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR? SI VEMOS LOS CAMINOS EN LA PROVINCIA Y LOS MUNICIPALES, TRASLADAMOS ESTAS VICISITUDES A LA ÉPOCA ACTUAL Y NO HA HABIDO MUCHOS CAMBIOS.
Envío y colaboración: Sr. Patricio Anderson
De Nueva Historia Argentina de Gustavo Gabriel Levene
John Miers “Travel in Chile and La Plata” Londres 1826
Víctor Gálvez: “Recuerdos de un Viejo”
Woodbine Parish: “Buenos Aires y las Provincias del Río de la Plata” aunque editado en Londres en 1852, alude a la época 1824 – 1832, en que Parish actuó como Cónsul inglés en la Argentina.
Edmund Temple: “Travels in Various Parts of Perú, incluiding a Year´s Residence in Potosí – Londres 1930, citado por Samuel Trillo en “La Argentina vista por Viajeros ingleses – 1810 – 1860” Edicioones Gure, Buenos Aires 1959.
1)Postillones: Mozo que iba a caballo delante de los que corrían la posta para guiarlos, o montado en una caballería de las delanteras del tiro de un carruaje, para dirigirlo.
2)Alabardas: se le debe haber asignado a algún elemento de carga y descarga esta denominación, la cual sería parecida al Arma de Defensa usaba en la antigüedad, con la cual se enganchaban las maletas para bajarlas del carruaje. No hay datos concretos a esta denominación histórica rural argentina.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 22, 2021