Hay una percepción y un tufillo en todos los ambientes y rincones del país, que no es precisamente de pólvora, sino de papeles quemados. El grave problema de la pandemia ha calado muy hondo en la persona de nuestro presidente, al punto que sus regulares apariciones públicas, esperadas con ansiedad, se limitan a breves minutos de docencia con puntero y gráficos. Pareciera que sus oyentes, nosotros, fuéramos alumnos de una clase científica de encuestas repetidas al cansancio en los programas televisivos, proporcionadas por especialistas, médicos. infectólogos, neurólogos, psicólogos y sociólogos especialmente invitados para entrevistas “exclusivas” del canal de turno. Mientras tanto, se está llevando a cabo una liberación de presos que nos recuerda a la estrepitosa apertura de cárceles ordenada por el gobierno camporista.
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Esta indiscriminada medida se basa en recomendaciones de la CIDH por el peligro de contaminación en las cárceles y a los motines programados y ejecutados por delincuentes en connivencia con magistrados y funcionarios del gobierno.
Estos últimos, peligrosos militantes del cristinismo, como ganancia de pescadores tienen el objetivo liberar a los presos juzgados por corrupción que ya dio comienzo con Jaime, Boudou, D´Elía, Martin Báez, Gadín y provocar una especie de indulto o amnistía que incluya a la jefa, promotora de este insólito plan.
La economía, el posible y temido default y esta convulsión penitenciara no constituyen motivos de preocupación, en apariencia, para el presidente, toda vez que en sus programadas apariciones no hace mención a ninguna de ellas, pero está claro que las conoce. Prueba de ello son las repuestas que da al periodismo cuando se le pregunta. Veamos algunas aclaraciones que hizo.
“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dado una serie de recomendaciones para asegurar la salud de los que están presos y que pueden contraer el virus. Y ahí recomienda desde las detenciones domiciliarias hasta las libertades restrictivas como pueden ser las pulseras, para tener un control sobre ellos”.
“La Secretaría de Derechos Humanos tiene la función de hacer respetar los tratados internacionales de derechos humanos, que en Argentina tienen el mismo peso que la ley”.
“Lo llamé a (Horacio) Pietragalla porque no sabía del informe de la CIDH. Y la explicación de él es jurídicamente aceptable. Y estamos hablando de derechos, no de política”.
“Políticamente y socialmente, Jaime tiene la condena que tiene, pero estamos hablando de derechos”.
“Y la Secretaría de Derechos Humanos se presentó no sólo en este caso sino en todos los que fue solicitado, y está muy bien porque es su misión”.
Tanto repiquetea el presidente con los derechos humanos y la salud de los presos que en su estudiada respuesta jurídica no se ha dado cuenta que está reconociendo a los gritos, involuntariamente, que los llamados “represores”, víctimas de la venganza propiciada por el relato, están incluidos en las recomendaciones dela CIDH. Además, lo ratifica en todas sus presentaciones cuando aflora la pena que le causan los ancianos en cuarentena y se dirige a los nietos para que los cuiden, sin advertir que los procesados por lesa humanidad son ancianos de más de 70, 80 y 90 años, cautivos entre rejas, solitarios sin la visita de sus familias.
El relato que tan ferozmente criticó, como a su autora, en tiempos memorables, le está pasando ahora la factura, que está obligado a pagar.
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El convenio morganático firmado con su socia le ha hecho perder la dignidad y los atributos presidenciales que la Constitución le otorgó para el desempeño de tan honroso cargo.
Espero que, en su próxima clase de pandemia, nos salude con el “agradezco a todos, todas y todes” que usó en su última presentación, con un leve tartamudeo que no es común escuchar en un profesor de derecho penal.
♣
Por SILVIO PEDRO PIZARRO
TODOS, TODAS Y TODES
Hay una percepción y un tufillo en todos los ambientes y rincones del país, que no es precisamente de pólvora, sino de papeles quemados. El grave problema de la pandemia ha calado muy hondo en la persona de nuestro presidente, al punto que sus regulares apariciones públicas, esperadas con ansiedad, se limitan a breves minutos de docencia con puntero y gráficos. Pareciera que sus oyentes, nosotros, fuéramos alumnos de una clase científica de encuestas repetidas al cansancio en los programas televisivos, proporcionadas por especialistas, médicos. infectólogos, neurólogos, psicólogos y sociólogos especialmente invitados para entrevistas “exclusivas” del canal de turno. Mientras tanto, se está llevando a cabo una liberación de presos que nos recuerda a la estrepitosa apertura de cárceles ordenada por el gobierno camporista.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]Esta indiscriminada medida se basa en recomendaciones de la CIDH por el peligro de contaminación en las cárceles y a los motines programados y ejecutados por delincuentes en connivencia con magistrados y funcionarios del gobierno.
Estos últimos, peligrosos militantes del cristinismo, como ganancia de pescadores tienen el objetivo liberar a los presos juzgados por corrupción que ya dio comienzo con Jaime, Boudou, D´Elía, Martin Báez, Gadín y provocar una especie de indulto o amnistía que incluya a la jefa, promotora de este insólito plan.
La economía, el posible y temido default y esta convulsión penitenciara no constituyen motivos de preocupación, en apariencia, para el presidente, toda vez que en sus programadas apariciones no hace mención a ninguna de ellas, pero está claro que las conoce. Prueba de ello son las repuestas que da al periodismo cuando se le pregunta. Veamos algunas aclaraciones que hizo.
“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dado una serie de recomendaciones para asegurar la salud de los que están presos y que pueden contraer el virus. Y ahí recomienda desde las detenciones domiciliarias hasta las libertades restrictivas como pueden ser las pulseras, para tener un control sobre ellos”.
“La Secretaría de Derechos Humanos tiene la función de hacer respetar los tratados internacionales de derechos humanos, que en Argentina tienen el mismo peso que la ley”.
“Lo llamé a (Horacio) Pietragalla porque no sabía del informe de la CIDH. Y la explicación de él es jurídicamente aceptable. Y estamos hablando de derechos, no de política”.
“Políticamente y socialmente, Jaime tiene la condena que tiene, pero estamos hablando de derechos”.
“Y la Secretaría de Derechos Humanos se presentó no sólo en este caso sino en todos los que fue solicitado, y está muy bien porque es su misión”.
Tanto repiquetea el presidente con los derechos humanos y la salud de los presos que en su estudiada respuesta jurídica no se ha dado cuenta que está reconociendo a los gritos, involuntariamente, que los llamados “represores”, víctimas de la venganza propiciada por el relato, están incluidos en las recomendaciones dela CIDH. Además, lo ratifica en todas sus presentaciones cuando aflora la pena que le causan los ancianos en cuarentena y se dirige a los nietos para que los cuiden, sin advertir que los procesados por lesa humanidad son ancianos de más de 70, 80 y 90 años, cautivos entre rejas, solitarios sin la visita de sus familias.
El relato que tan ferozmente criticó, como a su autora, en tiempos memorables, le está pasando ahora la factura, que está obligado a pagar.
[/ezcol_1half_end]El convenio morganático firmado con su socia le ha hecho perder la dignidad y los atributos presidenciales que la Constitución le otorgó para el desempeño de tan honroso cargo.
Espero que, en su próxima clase de pandemia, nos salude con el “agradezco a todos, todas y todes” que usó en su última presentación, con un leve tartamudeo que no es común escuchar en un profesor de derecho penal.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 28, 2020